Comandante Alfonso cano
Lo mismo dijeron del legendario guerrillero Manuel Marulanda Vélez, “lo hemos dado de baja”, rezó el parte oficial por más 1200 veces, el legendario insurgente fue reportado como muerto en combate, y cuando ya se disponían a la jauría macabra, el insurgente les salía, hoy en Caquetá, mañana en el Tolima, luego en el Cauca y pasado mañana en Sumapaz y así hasta que se cansaron de matarlo, y se agotó la tinta del parte de guerra. El viejo se murió cuando le dio la gana, y no cuando el régimen lo deseaba, en medio de sus anillos de seguridad, nunca penetrados por la reingeniería del ejército. En medio de la guerrillerada, con honores militares como mandaba su legado, el viejo se fue a las entrañas de las montañas que lo vieron combatir al régimen. Gloria eterna al viejo.
Y ahora, el departamento V del ejército, comienza a matar a punta de verborrea al comandante en jefe de las FARC-EP. Si en las condiciones propias del conflicto interno colombiano, las FARC-EP pierden a alguno de los miembros del secretariado, su sucesor está listo. Y si el comandante en jefe desaparece, según los estatutos de la organización insurgente, alguno de los miembros del secretariado estará listo a ponerse firme. Así como no se desaparece el hambre matando a los hambrientos, no desaparecerá la insurgencia y la resistencia, matando a los insurgentes y a los revolucionarios. Mientras persistan las desigualdades sociales, el descontento social estará allí para continuar con la resistencia. Como lo afirma el nuevo Arzobispo de Bogotá, Monseñor Ruben Dario Salazar, “la paz se construye sobre la justicia social” y en Colombia, la paz se construye con una agenda social que modifique la estructura social desigual que reine en Colombia.
Es por eso que nos produce risa, las afirmaciones del narco-paramilitar uribe velez, que afirma saber “donde están” los jefes insurgentes, descubrió que el agua moja, están en las montañas de Colombia, y eso lo sabe todo el mundo, premio nobel de las ciencias para este lunático, que acaba de resolver, el desafío científico más importante del conflicto colombiano; saber dónde están los jefes insurgentes.
Orgía siniestra como legado
El legado del narco-paramilitar uribe velez nos deja una estela de dolor y sangre. Se afirma que la fiscalía ha exhumado más de 2.644 fosas comunes, el número de muertos no se conoce con exactitud, pero la magnitud del terror paramilitar, sumado al apoyo oficial de las FFMM, la clase política e instituciones como el DAS, nos permiten prever, que en Colombia sólo se han descubierto el 20% de las fosas comunes existentes.
Estos mismos paramilitares, que se propusieron refundar la nación, eligiendo a uribe velez, son los mismos que contribuyeron a la elección de los más de 100 políticos detenidos por sus lazos paramilitares.
La Corte Penal Internacional ha tomado nota de este drama, que supera con crisis el genocidio ruandés, los muertos de las guerras de Balcanes, los muertos de Sudán, y de todos los planes cóndor que tuvieron las dictaduras del cono sur. El juez Moreno, de origen argentino, sabe que lo de Colombia es de una magnitud escalofriante.
Los médicos-forenses de la fiscalía están sometidos a una presión enorme para proceder a identificar los despojos mortales, que superan cifras escandalosas. Ausencia de medios, de personal, y la desidia oficial, son los principales aliados de la impunidad que reina en torno a estos crímenes. Hasta el momento, sólo se ha producido una condena por estos crímenes, lo que se traduce en un 99.9999% de impunidad, y cuando reina la impunidad, los actores mediatos e instigadores de este magnicidio deben responder, desde el comandante en jefe de las FFMM, Uribe Vélez, pasando por sus funcionarios estrellas del gabinete, que pasarán a nuestra historia presente, como el gabinete de la muerte.
muy bueno
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