LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

Canciones de Combate

jueves, 27 de septiembre de 2012

La clase obrera lleva la emancipación a la humanidad trabajadora


¿En qué se basaban Marx y Engels para determinar la misión histórica de la clase obrera?
Primero, en que la clase obrera, que es la clase más explotada de la sociedad capitalista, en virtud de sus condiciones de vida se convierte en el adversario más consecuente y firme del sistema capitalista. Su vital interés de clase empuja a los obreros a una lucha sin cuartel contra el capitalismo. "De todas las clases que ahora se oponen a la burguesía -señalaban Marx y Engels-, sólo el proletariado es una clase realmente revolucionaria." Segundo, en que los obreros, por la misma situación que ocupan en la producción, no se hallan vinculados al pasado de ésta, sino a su futuro, y por consiguiente, al futuro de la sociedad entera. ¿Qué significa esto?
Lo primero de todo, que el desarrollo de la base material del capitalismo -la gran industria- no amenaza la existencia del proletariado como clase, no quebranta sus posiciones en la sociedad, sino que, al contrario, impulsa el incremento numérico de los obreros y acrecienta su papel en la vida social. Significa también que los intereses y aspiraciones de la clase obrera coinciden con la orientación general de desarrollo de las fuerzas productivas. El nivel de desarrollo alcanzado por estas fuerzas bajo el capitalismo exige la supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción. Al cumplimiento de esta tarea está llamada la clase obrera, el interés de la cual, objetivamente, reside no sólo en la destrucción del capitalismo, sino también en su sustitución por el socialismo, régimen que, una vez implantado, abre vastos horizontes para un gigantesco crecimiento de las fuerzas productivas de la sociedad. Como escribían Marx y Engels, el proletariado ejecuta la sentencia que la propiedad privada, al engendrarlo, había dictado contra sí misma. En efecto, los obreros constituyen la única clase que carece de propiedad privada sobre los medios de producción, y a la que, por lo tanto, no puede tener en gran aprecio. Más aún, como la propiedad privada sobre los medios de producción es la base de la explotación del obrero por el capitalista, quiere decirse que su supresión y sustitución por la propiedad social es el único camino que la clase obrera tiene para emanciparse. Cuando Marx y Engels llegan a la conclusión de que es precisamente la clase obrera la llamada a destruir el capitalismo y construir el socialismo, tenían presente también que es la única clase en posesión de las cualidades de luchador que son necesarias para el cumplimiento de tan gran tarea histórica. ¿Qué cualidades son éstas? La clase obrera posee, ante todo, la superioridad del número. Es una de las clases más numerosas de la sociedad capitalista y, además, crece vertiginosamente.
Pero no se trata sólo de esto. La clase obrera, por las condiciones mismas de su vida y su trabajo, es también la que más se presta a la organización. El trabajo en las grandes empresas habitúa al obrero al espíritu de colectivismo, a una severa disciplina, a las acciones conjuntas y a la solidaridad, virtudes inestimables no sólo en el trabajo, sino también en la lucha. Los propios capitalistas, al reunir a miles de obreros bajo el techo de sus fábricas, que además suelen estar situadas en grandes ciudades, contribuyen a superar la dispersión y el aislamiento que pesaban como una maldición sobre los otros movimientos de masas de los trabajadores, y en especial sobre el movimiento campesino. De ahí que los obreros puedan unirse y organizarse mejor que cualquiera otra clase. La clase obrera es también, entre todas las clases oprimidas, la más capaz de desarrollar su conciencia y de aceptar una ideología científica avanzada. La gran industria necesita de un trabajador más instruido que la economía de otras formaciones. Y las condiciones de la lucha de clases en la época del capitalismo exigen una conciencia política incomparablemente más elevada. Esta conciencia la adquiere el proletariado no sólo y no tanto en los libros como en la experiencia del trabajo y de la lucha. Además, a la clase obrera se incorporan los mejores intelectuales; éstos le ayudan a elaborar y adquirir una ideología revolucionaria científica, la cual, al hacerse patrimonio de millones de obreros, se transforma en una fuerza formidable. Los proletarios son, al mismo tiempo, la clase más combativa y revolucionaria de la sociedad. Todo esto la convierte en la encargada de suprimir el capitalismo y sustituirlo por el socialismo. De ahí que se califique de histórica esta misión de la clase obrera. En el curso de la historia, a la cabeza de la sociedad han figurado clases distintas: los esclavistas, los señores feudales y los capitalistas. Cada una de estas clases transformaba la sociedad de acuerdo con sus necesidades e intereses y contribuía al establecimiento de un modo de producción más avanzado. Pero la injusticia social y la desigualdad se mantenían siempre en pie. A la cabeza de la sociedad figuraba constantemente un puñado de opresores, y cada nuevo paso por la vía del progreso era conseguido al precio de inenarrables calamidades de las masas trabajadoras, que siempre fueron la inmensa mayoría de la sociedad.
Cuando la clase obrera se pone a la cabeza de la sociedad acaba para siempre con esta tremenda injusticia. A la vez que se emancipa ella misma, emancipa a la sociedad entera. Transforma la organización social de conformidad con sus necesidades e intereses y crea una sociedad nueva, en la que todos los hombres serán verdaderamente felices. Porque la misión de la clase obrera consiste en eliminar definitivamente la causa primera de la injusticia social -la propiedad privada sobre los medios de producción-, que trae consigo la división de la sociedad en ricos y pobres, en explotadores y explotados, en opresores y oprimidos. Este es el único camino capaz de liberar a la sociedad de la miseria y la falta de derechos de las masas, de la opresión nacional y política, del militarismo y de las guerras.
"Todos los movimientos que han tenido lugar hasta ahora -decían Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista- eran movimientos de una minoría o se realizaban en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento independiente de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría." La doctrina de la misión histórica de la clase obrera es una parte muy importante de la ideología marxista. Por primera vez indicaba la vía real para que las masas oprimidas y explotadas pudiesen ver cumplidas sus aspiraciones de libertad y de justicia. ¡Cuántos hombres eminentes y movimientos sociales fracasaron porque no pudieron ver la fuerza social que era capaz de dar a los pueblos la libertad, el bienestar y la felicidad! Unos apelaban a la sabiduría de los monarcas, otros esperaban que la sociedad sería salvada por el genio creador de los científicos e ingenieros, o veían la salvación en los "hombres dotados de espíritu crítico", o en la vuelta al régimen patriarcal campesino y a los gremios de las industrias medievales. Todas estas esperanzas y proyectos conducían únicamente a una estéril dilapidación de fuerzas y energías, y a menudo de vidas humanas. El luminoso sueño secular de la humanidad -el socialismo- dejó de ser una utopía incorpórea cuando apareció y quedó definida científicamente la fuerza social capaz de dar vida a ese sueño, cuando la misión histórica de la clase obrera se hizo evidente para los propios obreros y los hombres avanzados de otras clases oprimidas de la sociedad capitalista.
Por eso Lenin, al referirse a los inapreciables méritos de los fundadores del marxismo, escribía: "Lo principal en la doctrina de Marx es el esclarecimiento del papel histórico del proletariado como creador de la sociedad socialista.

martes, 18 de septiembre de 2012

El último peldaño en la escalera histórica del capitalismo


Cada nueva etapa de la crisis general del capitalismo es resultado de los cambios ocurridos anteriormente y, a la vez, premisa de cambios nuevos, la antesala del futuro. Una vez iniciada, la crisis general del capitalismo se desenvuelve con creciente vigor, hasta conducir al hundimiento definitivo de este sistema. El análisis de la situación del capitalismo contemporáneo y de las leyes fundamentales de su desarrollo nos lleva a la conclusión de que ninguna de las medidas adoptadas por la burguesía monopolista para salvar al capitalismo podrán eludir las contradicciones que lo corroen; antes al contrario, lo único que en última instancia hacen es desorganizarlo más. El campo imperialista es incapaz de detener el proceso que lleva a cambiar la correlación de fuerzas en favor del campo Socialista.
En la lucha contra los países socialistas, el campo imperialista no desdeña recurso alguno: desde la guerra abierta (en Corea) y el intento de organizar una rebelión contrarrevolucionaria (en Hungría) hasta la labor de zapa en sus formas más variadas. Mas en respuesta a los encarnizados ataques de los imperialistas, el campo del socialismo cierra aún más sus filas. La continuada carrera de armamentos y la preparación de una nueva guerra por los Estados imperialistas obligan a los países socialistas a distraer de la construcción pacífica una parte considerable de sus energías y recursos, con el fin de asegurar su capacidad defensiva. Eso es cierto. Pero la superioridad del modo socialista de producción es tal, que, hasta en estas condiciones, los países del campo socialista consiguen grandes éxitos en la emulación económica con el sistema mundial del capitalismo, sobre el que prevalecen claramente en todos los sentidos. Las victorias en esta histórica emulación infunden a los pueblos de los países socialistas nuevas energías en su trabajo, ayudan a acelerar el ritmo de la construcción de paz y, al mismo tiempo, incrementan en los países capitalistas la atracción que los trabajadores sienten hacia el socialismo. No tienen tampoco éxito los intentos de los capitalistas para restablecer sus tambaleantes imperios coloniales o para detener al menos el proceso de desintegración del sistema colonial. El empleo que la burguesía monopolista hace de la fuerza bruta para robustecer y afianzar el colonialismo, agudiza aún más las contradicciones entre las potencias imperialistas y los pueblos de las colonias y semicolonias, y también de los países que ya se emanciparon del yugo colonial. Y los ensayos que se emprenden para someter económicamente a los pueblos de las antiguas colonias empujan a éstos a la colaboración con los países del campo socialista.
No menos infructuosos son, en última instancia, los intentos de la burguesía monopolista para aplastar la lucha de clase de los trabajadores en las metrópolis. Es verdad que, según demuestra la experiencia histórica, un terror brutal y una desenfrenada demagogia pueden anular durante cierto tiempo las acciones abiertas de la clase obrera y de otros sectores de trabajadores. Ejemplo de ello son los regímenes fascistas de Alemania e Italia. Pero en las condiciones actuales, cuando ha crecido tanto la organización y la potencia del movimiento de todos los adversarios de la burguesía monopolista, cada vez resulta esto más difícil de conseguir. Y si se logra en una u otra medida, la oligarquía dominante no suprime los conflictos de clase; no hace más que evitar su exteriorización, contribuyendo a la vez a incrementar el odio de clase de los trabajadores. Cuanto más se esfuerza la burguesía reaccionaria por utilizar el Estado en interés propio, cuanto mayor es el celo en cubrirse con él -como un escudo- para protegerse de los golpes que le preparó la historia, mejor convence a las grandes masas trabajadoras de que sin la lucha por el poder éstas jamás podrán defender y ver satisfechos sus intereses. Por mucho que se afane la burguesía reaccionaria de los principales países capitalistas, crecen y crecerán las contradicciones en el seno del campo imperialista. El imperialismo norteamericano, que alimenta los ambiciosos propósitos de conquistar el dominio del mundo y de aplastar el movimiento de liberación de los pueblos, necesita mantener su hegemonía dentro del mundo capitalista y ganarse como aliados a todos los grandes países de ese campo. Nadie pondrá en duda que ha conseguido ya algo en este sentido. Pero no hay que olvidar que el imperialismo únicamente puede adquirir aliados colocándolos bajo su dependencia. Y esto lleva a choques continuos con los círculos dirigentes de los Estados que se ven sujetos al carro del imperialismo norteamericano, tanto más que, en virtud del desarrollo desigual del capitalismo, el reparto ya hecho de las esferas de influencia deja de corresponder a la correlación real de fuerzas dentro del campo capitalista.
De todo esto se puede llegar a la conclusión de que las dificultades principales del capitalismo monopolista contemporáneo no han quedado atrás, sino que las tiene aún por delante. El carácter social de la producción reclama cada vez más imperiosamente, y seguirá haciéndolo, la supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción, la sustitución del capitalismo por el socialismo. El capital financiero quiere burlar a la historia y, en lugar de la socialización socialista, mantener su dominación con un simple cambio de forma, que es lo que significa el capitalismo monopolista de Estado. Pero la maniobra está condenada al fracaso. La conversión del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado no significa la salvación de un sistema que agotó sus posibilidades, sino únicamente la culminación de la preparación material del sistema social nuevo, socialista. "... El capitalismo monopolista de Estado -escribía Lenin- es la más completa preparación material del socialismo, es la antesala del mismo, es un punto de la escalera histórica que ya no tiene ningún peldaño intermedio entre él y el punto denominado socialismo."
Así, pues, en el seno del régimen capitalista se operan importantes procesos como resultado de los cuales, cuando los trabajadores tomen el poder, se verá sensiblemente facilitada la transformación socialista de la sociedad. En los países capitalistas desarrollados la nacionalización socialista de los monopolios convertiría en patrimonio de todo el pueblo el 60, el 70 por ciento, y acaso más, de la producción social. "... En una situación revolucionaria, al producirse la revolución -subraya Lenin- el capitalismo monopolista de Estado pasa directamente a socialismo." Por lo que se refiere a las premisas políticas de la revolución socialista, también siguen creciendo, tal como lo preveía Lenin en su análisis del imperialismo. El capitalismo monopolista de Estado no amortigua las contradicciones de clase; antes al contrario, estimula la lucha de clase del proletariado, profundiza el antagonismo que hay entre los grupos reaccionarios de la oligarquía monopolista y todas las demás clases y capas de la sociedad burguesa contemporánea y favorece el desarrollo de nuevos movimientos democráticos, cada vez más unidos a la lucha de liberación de la clase obrera, y la formación de un vasto frente antimonopolista y antiimperialista.

martes, 11 de septiembre de 2012

Comienzo de la crisis estructural del capitalismo


En la fase del imperialismo, el capitalismo entra inevitablemente en la época de su crisis general. ¿Qué entendemos por "crisis general del capitalismo"?
La crisis general se diferencia de estas otras en que se trata de un fenómeno que abarca a todos los aspectos del capitalismo como sistema social. Es un estado
permanente que se caracteriza por la desintegración progresiva del capitalismo, por la debilitación de todas sus fuerzas internas: económicas, políticas e ideológicas. La crisis general no es un fenómeno ocasional, no es un zigzag de la historia, no es fruto de determinados errores de los líderes burgueses, sino un estado inevitable y regular del capitalismo en la época de su decadencia y descomposición. Al ser afectado por la crisis general, este sistema no puede seguir manteniendo bajo su dominación a los pueblos, que uno tras otro se emancipan del yugo del capital y pasan a la vía del socialismo. Por eso, la época de la crisis general significa el hundimiento del capitalismo y el paso a la contruccion conciente del socialismo como una necesidad historica; es la época de las revoluciones socialistas y de los movimientos de liberación nacional contra el imperialismo. Los ideólogos del imperialismo piensan que si se consiguiera impedir el triunfo de las revoluciones socialistas y aplastar el movimiento comunista, el capitalismo se mantendría estable e inconmovible, como único sistema social que ellos pueden concebir. Incluso aquellos que admiten el hecho de la crisis general de este sistema, la atribuyen a la presencia del sistema socialista y a los manejos de los comunistas, que tratan de derribar el capitalismo. El movimiento comunista, que es producto regular y lógico del desarrollo de la lucha de clases, lo ven como algo inspirado desde fuera y organizado por lo que llaman "agentes extranjeros". Mas la crisis general del capitalismo se debe a la agudización de las contradicciones internas del propio imperialismo. Dicha crisis se ahonda y cobra virulencia, sobre todo, bajo la acción de los antagonismos que corroen a la sociedad capitalista. Las condiciones exteriores -existencia y robustecimiento del sistema socialista- contribuyen a que estos antagonismos aceleren su proceso de maduración, pero no son las causas esenciales.
La crisis general del capitalismo era ya imposible evitarla después de que los países imperialistas desencadenaron una guerra mundial, con su secuela de conmociones catastróficas de las que el capitalismo ya no se podía reponer. La primera guerra mundial dio un poderoso impulso a todos los procesos internos que arrastraban a la crisis general al capitalismo. Esta guerra aceleró el proceso de conversión del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado y de maduración de la revolución socialista. Al triunfar la primera de estas revoluciones -la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia- la crisis avanzó ya inconteniblemente.

El capitalismo dejó de ser el único sistema económico-social que existe en el mundo. En una sexta parte del globo se inició la transición al socialismo. La lucha del capitalismo y el socialismo se convirtió en el factor más importante de la historia mundial. Las condiciones de existencia del imperialismo sufrieron cambios trascendentales. Primeramente, se tropezó con nuevas y graves dificultades económicas. El desprendimiento del sistema capitalista de un país tan enorme como Rusia, la lucha de liberación nacional en una serie de colonias, el incremento de la opresión de los monopolios y el empeoramiento de la situación material de los trabajadores,hicieron más agudo aún el problema de los mercados. La relativa estrechez del mercado, si lo comparamos con el incremento de las instalaciones fabriles, hizo que entre las dos guerras mundiales adquirieran caracteres crónicos la explotación de las empresas por debajo de su potencia y la desocupación en masa. Sufrió un brusco descenso el ritmo de desarrollo de las fuerzas productivas. La putrefacción y el parasitismo del capitalismo adquirieron singular relieve en los terrenos más diversos. El comienzo de la crisis general puso ya de manifiesto la considerable debilitación política del imperialismo, lo cual se advertía particularmente en el vertiginoso auge que en los países capitalistas adquirió la lucha revolucionaria de la clase obrera. La Revolución de Octubre en Rusia fue seguida por una ola de levantamientos revolucionarios de los trabajadores en muchos países de Europa (Alemania, Austria, Hungría, Finlandia, Bulgaria). Si bien la burguesía consiguió aplastarlos ferozmente, elevaron el movimiento obrero a un nuevo nivel. Las huelgas alcanzaron proporciones verdaderamente enormes. La debilitación política del capitalismo ha agudizado todavía más intensamente el carácter reaccionario de la burguesía imperialista. El imperialismo, llegado a la época de su crisis general, recurre más, y en escala cada vez mayor, a los métodos más extremos en la represión terrorista de que hace objeto a los trabajadores. En algunos países esto halló expresión en la implantación del régimen fascista, que por su crueldad y ferocidad ha superado todo cuanto se conocía hasta la fecha.
El comienzo de la crisis general se significó por un aumento de la agresividad del imperialismo y una mayor agudización de las contradicciones entre las potencias imperialistas, así como entre el puñado de magnates de los monopolios y el resto del mundo. Apenas había salido de la guerra que lo puso ante su crisis general, el imperialismo se lanzó atropelladamente a nuevas aventuras: a la intervención contra la Rusia soviética, a las sangrientas campañas contra los pueblos de los países coloniales y a guerras civiles contra sus propios pueblos. El desigual desarrollo de los países imperialistas, todavía más acusado, daba mayor virulencia a la lucha por las fuentes de materias primas y por los mercados de venta. Al incremento del militarismo contribuían las dificultades económicas de la burguesía imperialista, que en países como Alemania y Japón trataba de encontrar salida a la crisis mediante la militarización de la economía. La preparación de nuevas guerras se convirtió en la tarea principal de los magnates de los monopolios y de sus fieles políticos burgueses. Los cambios económicos y políticos impuestos por el comienzo de la crisis general del capitalismo redujeron aún más el prestigio de este sistema social ante los ojos de las grandes masas. El único resultado de todo esto fue la debilitación ideológica del capitalismo, a lo cual contribuyeron también los cambios sufridos por las propias concepciones de la burguesía. Como un reflejo de la situación de esta clase que agoniza en la palestra histórica, se generalizan en su seno las ideas decadentistas y el pesimismo. En la ideología del imperialismo se dibuja netamente el viraje hacia la reacción extrema, hacia las concepciones antihumanas, y a la vuelta al oscurantismo del medievo; todo esto toma cuerpo especialmente en el arsenal "ideológico" del fascismo. Y ello, a su vez, debilita aún más el poder de atracción de las ideas burguesas entre las masas. La crisis estructural del capitalismo avanza, pues, en todas las direcciones. Y los grupos más agresivos de la burguesía monopolista tratan de superar la crisis con el empleo de la fuerza bruta, con lo que se aboca a una nueva guerra mundial. 

viernes, 7 de septiembre de 2012

La MUD: Un programa de gobierno para auxiliar al Capitalismo



Por - Martha Caluki

Actualmente Venezuela transita por una coyuntura electoral muy singular a diferencia de otros escenarios, y a pesar de que la población dispone de una concurrida experiencia ante estos eventos; la situación nacional e internacional se hace más que evidente, y puede significar una amenaza o una oportunidad para los intereses del gran capital transnacional o para el futuro del país.

Las propuestas de gobierno del actual presidente Hugo Rafael Chávez Frías siguen al lado de los intereses de la mayoría de la población y se alejan cada vez más de las recetas que ofrecen los países desarrollados y sus organismos internacionales (Organización Mundial de Comercio, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional). Empero, de lo que trata este artículo no es de divagar por estos pasajes, al contrario, dar un bosquejo de los aspectos de política económica distintivos y contenidos en lo que se ha denominado como “Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013 – 2019)” aprobado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) el 12 de enero de 2012, con la contribución de más de 400 “especialistas”.

Para empezar, cabe mencionar el señalamiento reiterativo que se hace al carácter socialista del gobierno venezolano, y más aún a la concepción de una economía planificada en armonía, acorde con las necesidades de la sociedad y la naturaleza. A estas alturas y en medio de una crisis estructural y sistémica del Capitalismo, los ecos de la burguesía venezolana no se hacen esperar en defensa del modelo económico decadente.

La dirigencia de la oposición venezolana sigue encasillada en los postulados de la síntesis neoclásica, los mismos que guiaron a la economía estadounidense al descalabro estructural y que a partir de allí han propiciado el efecto dómino de una crisis propagadora, contagiando a España, Grecia, Portugal, Italia (los llamados “PIGS”) u otros que próximamente se verán afectados. Por tal motivo, es preciso advertir que quienes  opten por el representante de la MUD sepan de ante mano que están eligiendo un proyecto conservador que carece de sustentabilidad, y que la historia lo atestigua. En resumidas cuentas no es de extrañar su comportamiento, cuya finalidad será destinar la riqueza  del territorio para estabilizar  los supuestos “desequilibrios transitorios” del sistema.

Por un lado la MUD acusa al gobierno de aislarnos de la comunidad internacional;  propone analizar los esquemas de integración basados en la colaboración y cooperación Sur – Sur y reconsiderar los “beneficios” que brindan los Tratados de Libre Comercio (TLC), lo que demuestra las ambigüedades del documento ya que ambos patrones de integración son antagónicos entre si, por ejemplo:

547. La situación actual del sistema agroalimentario se caracteriza por: • El aislamiento del país de acuerdos de integración regional que permitan corregir las asimetrías del comercio internacional.
1232. Evaluar los aspectos positivos de los Tratados de Libre Comercio vigentes en la región, que permitan a Venezuela negociar las mejores condiciones para nuestros exportadores e inversionistas, a través de la creación de una marca país, el desarrollo del sector turismo, promoción de exportaciones en alianza con los sectores productivos.

1191. Propiciaremos el perfeccionamiento de los organismos internacionales y regionales a objeto de incrementar su efectividad, para que respondan a los intereses y necesidades de los pueblos y no sólo de los gobiernos. Jugaremos un papel activo en las nuevas organizaciones UNASUR y CELAC, como mecanismos de consenso entre países democráticos en busca de vías de desarrollo autónomo y sustentable.

La política internacional planteada es anexionista, dado que las experiencias de los TLC han ocasionado: perdida de la soberanía nacional, bancarrota de la producción local, elevado endeudamiento externo, establecimiento de un pensamiento único entorno al mercado, violencia, racismo, sexismo, aumento del desempleo y la precarización laboral, prostitución, xenofobia, incremento del tráfico (humano, drogas, órganos, etc.), es decir los TLC lo que han hecho es trasladar la crisis y usar a los países periféricos  como fuente de materias primas y fuerza de trabajo. Tal descripción refleja la experiencia mexicana, único país latinoamericano que ha firmado tres TLC.

Y a que se referirán con:

1196. Las relaciones con Cuba serán evaluadas a fin de examinar en qué medida el entramado de redes, vínculos y compromisos que se han establecido en los ámbitos de la seguridad, la cooperación política y logística entre ambos países, afecta los intereses del país.

1199. Con los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, se normalizarán las relaciones sobre la base del respeto mutuo y el reconocimiento de la igualdad y la soberanía.

1200. Las relaciones con la Unión Europea y en especial con España, estarán orientadas a su fortalecimiento identificando nuevos espacios para consolidar una mejor y más amplia vinculación.

Son obvias las intenciones de la ultraderecha venezolana de hacia dónde orientaran  sus esfuerzos de “integración”. Esto responde al diseño tradicional de inserción internacional Centro – Periferia como resultado histórico de la Acumulación Originaria de Capitales y una marcada relación de dependencia de Latinoamérica a disposición del Capital Financiero.

No obstante la privatización aparece para esta tendencia como la única garantía para alcanzar la suprema felicidad:

548. La primera acción debe ser la emisión de un nítido y coherente mensaje dirigido al sector privado productor y a los consumidores para re-establecer la confianza. El gobierno de Unidad Nacional deberá realizar reformas legales y aplicar políticas destinadas a garantizar los derechos de propiedad y las libertades económicas consagradas en la Constitución. Procederá a revisar y corregir las medidas ilegales y los abusos administrativos que determinaron la adquisición ilícita de empresas, tierras y otros bienes en la última década.

551. El gobierno de Unidad Nacional tomará medidas, necesariamente graduales, para desmontar la maraña de permisos, requisitos administrativos y demás obstáculos que entorpecen la producción, el transporte, procesamiento e importación de alimentos, forrajes, equipos, insumos y materias primas. El norte de estas medidas será elevar la competitividad y crear transparencia en las relaciones y transacciones entre y con el sector privado. Estas medidas deberán colocar en salvaguarda los intereses de los consumidores y evitar situaciones de desabastecimiento. Se promoverá la agricultura sustentable para garantizar la seguridad alimentaria privilegiando la producción agropecuaria interna.

Con lo cual, exhiben su adhesión a las nociones elementales del Neoliberalismo, cuyo mayor representante ha sido  Milton Friedman para quien la iniciativa privada es la promotora del equilibrio y el progreso. En definitiva la total exclusión del estado en la regulación del mecanismo económico se condensa en libertad y libre competencia,
requisitos indispensables para alcanzar el “crecimiento  económico” sin conducir necesariamente al desarrollo, como ha sido históricamente para los pueblos Latinoamericanos.

Para los economistas adeptos al monetarismo de Friedman, el estado y su planificación centralizada solo obstaculiza y limita el buen desenvolvimiento de la economía, asimismo consideran que la política fiscal no debe orientarse a la inversión social, por el contrario solo encarnan  gastos innecesarios. Además de enfocar su atención a la esfera de la circulación  y   encubrir  las contradicciones engendradas en el seno de la  producción.

Durante la historia del pensamiento económico, los economistas del ala neoclásica,  han centrado sus esfuerzos en una defensa ultranza del modelo y a una negación absoluta del carácter intrínseco de las crisis sistémicas, como consecuencia de la composición orgánica del Capital que ha aumentando cada vez más la masa de plusvalía. Por tal motivo, su ineficacia y su carácter abiertamente burgués pues no por simple coincidencia desvían el papel económico del estado hacia la elaboración y ejecución de  políticas monetarias que no aportan cambios económicos sustanciales.
Recapitulando, la eliminación del gasto público deficitario y la restricción del estado solo al manejo de la oferta monetaria son argumentos teóricos que sustenta una abierta insinuación al neoliberalismo, y lo certifican con:

408. También se prohíbe al BCV financiar gasto público y convalidar políticas fiscales deficitarias. Por tanto, la autonomía del BCV debe ser respetada como un valor social tanto por el gobierno como por el Directorio del emisor y otros grupos de interés, y el Directorio debe responder por los resultados de su ejercicio en el logro de sus objetivos, claramente indicados en la Constitución.

En definitiva, la propuesta de la derecha venezolana no puede ser más directa y franca desde el punto de vista clasista, como burguesía su misión histórica es responder al Capitalismo Global, y contribuir a subsanar los efectos de la crisis. Pero las noticias sobre las protestas en las calles de Estados Unidos y de algunos países europeos solo certifican que se aproxima el “Fin de la historia” de la teoría económica burguesa contemporánea y que el capitalismo ha fracasado para la inmensa mayoría de población mundial, su fracaso no ha sido solo  ideológico.  Las estadísticas así lo demuestran: Una tasa de desempleo de un 21, 7 %; 24,4 %; 15.3 %; 11% de la Población Económicamente Activa (PEA) en países como España, Grecia, Portugal e
Italia respectivamente.

Las formulas de salvamento por medio de la configuración de políticas macro económicas dirigidas a disminuir el gasto público e incrementar los impuestos de la ciudadanía, se traducen en una disminución del salario mínimo,  despedidos colectivos, bancarrota de la producción local, confiscación de inmuebles a las y los trabajadores etc.; que junto a la disposición de los gobiernos de financiar a la banca privada,  acentúa la polarización de estas sociedades cuestión ya advertida por Carlos Marx cuando descubrió la Ley General de la Acumulación Capitalista al decir,  “Esta ley determina una acumulación de miseria equivalente a la acumulación de capital. Por eso, lo que en un polo es acumulación de riqueza es, en el polo contrario, es decir, en la clase que crea su propio producto como capital, acumulación de miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismo y de ignorancia y degradación moral”.

Por consiguiente, de un lado las “caducas y desechables” teorías del Keynesianismo se configuran como la alternativa temporalmente viable para salir de la crisis y preservar el status quo,  y por otro el Socialismo como doctrina económico - social se afianza al ser la única opción que permita la preservación del planeta; sin embargo la naturaleza irracional de la actual administración del Capital Financiero insiste en seguir los pasos de la libre empresa.


"Al final, al poder no le no importa que la política sea democrática, siempre y cuando no lo sea la economía”.

Eduardo Galeano

mscaluki@gmail.com

martes, 4 de septiembre de 2012

El imperialismo como capitalismo parasitario o en putrefacción


Los monopolios conducen inevitablemente a la putrefacción del capitalismo. Todo monopolio, enseñaba Lenin, con la propiedad privada sobre los medios de producción, engendra la tendencia al estancamiento y a la putrefacción o parasitismo.Tendencia a frenar el desarrollo de las fuerzas productivas.
El monopolio es un freno para el desarrollo de las fuerzas productivas y el progreso técnico. "En cuanto se establecen, siquiera sea por algún tiempo, precios monopolistas -escribe V. I. Lenin-, desaparecen hasta cierto grado las causas que impulsaban el progreso técnico, y por consiguiente, cualquier otro progreso o avance; aparece, pues, además, la posibilidad económica de que el progreso técnico se vea retenido artificialmente." Si los capitalistas implantan nuevos medios técnicos es para obtener superbeneficios. Pero si estos superbeneficios pueden ser obtenidos en virtud de la situación monopolista en el mercado, se comprende que quedará debilitado el estímulo que les movía a las renovaciones técnicas. Bajo el capitalismo premonopolista, el capitalista trataba principalmente de vencer al rival mejorando los métodos de producción, rebajando los gastos de producción y los precios. Para conservar sus posiciones en el mercado, se veía obligado a sustituir el equipo viejo por maquinaria nueva, a perfeccionar la producción. La transformación de la libre competencia en monopolio cambia la situación por completo. Aparecen métodos nuevos, propios del imperialismo, que permiten obtener grandes beneficios. De ordinario, el monopolio conserva y fortalece sus posiciones sin recurrir a la rebaja de precios. La lucha con los rivales se mantiene en el plano de la presión directa y de maquinaciones financieras de todo género (privación de créditos y de materias primas, boicot, etc.).
A menudo, los monopolios limitan artificialmente la producción de determinadas mercancías con objeto de mantener el alto nivel de precios y ganancias. Se comprende que esto represente un obstáculo
importante para el progreso técnico. Se opone también a ello el deseo de conservar el equipo viejo, en el que se invirtieron sumas enormes. El progreso técnico no encuentra trabas sólo en el caso de que las economías que representa la introducción de elementos técnicos nuevos sean capaces de cubrir la pérdida que significa la desvalorización de las inversiones viejas, o cuando se trata de nuevas empresas y ramas industriales, en las que las inversiones ya hechas anteriormente son relativamente pequeñas.
Muchos economistas burgueses, que advertían el estancamiento del progreso técnico por la acción de los monopolios, han defendido la vuelta a la época de la libre competencia. V. I. Lenin revela toda la inconsistencia de las esperanzas en un retorno al pasado. "Si hasta los monopolios han empezado ahora a frenar el desarrollo -escribe-, eso no es un argumento en pro de la libre competencia, que es imposible después de que dio a luz al monopolio." La tendencia del capitalismo monopolista es, pues, a frenar el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta tendencia la vemos, ante todo, en la directa oposición de los monopolios al progreso técnico. También se manifiesta en el ahondamiento de la separación que existe entre las posibilidades de la ciencia y la técnica y el grado en que estas posibilidades son aprovechadas, o en el desigual avance de la técnica según los distintos países y sectores de la economía. Esta tendencia se manifiesta, en fin, en la circunstancia de que en la época del imperialismo los hombres -la principal fuerza productiva- se ven apartados cada vez más de un trabajo socialmente útil, de la creación de bienes materiales. Crece la desocupación y las empresas no trabajan a toda su potencia. Crece el número de obreros y empleados que no crean bienes materiales, de quienes son ocupados en la esfera de la circulación, en la administración pública, en el ejército, como criados, etc. Eso no quiere decir que dentro del imperialismo cese el desarrollo de las fuerzas productivas. El monopolio no puede eliminar por completo y por un largo tiempo a la competencia. El progreso técnico le permite alcanzar grandes descensos en los gastos de producción. Mediante cierta rebaja del precio de venta se consigue desplazar a los rivales. Impidiendo que éstos puedan utilizar los avances técnicos, los nuevos métodos de producción, el monopolio puede obtener elevados beneficios aun con precios algo menores.
Los monopolios capitalistas se hallan en condiciones infinitamente mejores para la utilización de los adelantos técnicos y científicos que las empresas de menor calibre, sin hablar ya de las pequeñas y medias. Sabemos, por ejemplo, que los trabajos de investigación científica en distintos sectores de la economía corren casi por completo a cargo de las grandes compañías. Salvo raras excepciones, las empresas pequeñas no disponen de recursos financieros como para sostener organizaciones de investigación por su cuenta. Los inventos y perfeccionamientos de la técnica se convierten así en propiedad exclusiva de los monopolios. Por lo tanto, la tendencia a frenar el progreso técnico no excluye en modo algunos períodos de rápido perfeccionamiento de la técnica y de desarrollo de las fuerzas productivas.
"Sería erróneo pensar -escribe Lenin- que esta tendencia a la podredumbre excluye el rápido incremento del capitalismo; no, determinadas ramas de la industria, determinadas capas de la burguesía y determinados países manifiestan en la época del imperialismo, con mayor o menor fuerza, ya la una, ya la otra de estas tendencias." Crecimiento de la capa de rentistas. El parasitismo de la época imperialista encuentra una manifestación bien clara en el crecimiento de la capa de los rentistas, personas que poseen títulos (acciones, obligaciones) y que viven del "corte de cupones". El desarrollo de las compañías anónimas aparta a la inmensa mayoría de los capitalistas de las funciones directoras de la producción. La oligarquía financiera, que mantiene en su poder las posiciones clave de la economía en los países capitalistas, no suele dirigir directamente los cientos y miles de compañías industriales, bancos, ferrocarriles y demás empresas colocadas bajo su control. La "actividad" de los grupos financieros se reduce cada vez más a la ampliación de su campo de acción mediante la adquisición de paquetes de control de nuevas y nuevas compañías, y a toda clase de maquinaciones financieras. La dirección directa de las empresas va pasando a manos de gerentes asalariados. También crece la capa de personas dedicadas a satisfacer los caprichos parasitarios de los explotadores. Se incrementan la administración pública, la policía y el ejército, que se encuentran subordinados a los monopolios.
Los distintos países imperialistas se van convirtiendo en Estados rentistas. Ello es consecuencia del aumento de la exportación de capitales, que permite a los países acreedores obtener enormes beneficios de los países deudores. Los ingresos procedentes de los capitales invertidos en el extranjero por Inglaterra en vísperas de la primera guerra mundial eran cinco veces superiores a los que entonces procuraba el comercio exterior al país más comercial del mundo. Actualmente el país de mayor comercio del mundo capitalista es Norteamérica. Y sin embargo, lo decisivo en la expansión económica de los Estados Unidos al exterior no es la exportación de mercancías, sino la de capitales. Los Estados Unidos de América son el más importante acreedor mundial. La reacción política. El capitalismo venció al feudalismo bajo las banderas de la libertad, la igualdad y la fraternidad. La democracia burguesa satisfacía al capitalismo premonopolista como forma de dominación política. La situación ha cambiado al advenir el imperialismo. La formación de los monopolios significaba el paso de la libre competencia a las relaciones de dominación y de violencia que la propia dominación lleva consigo. Los monopolios se hicieron los dueños de la vida económica. Pero una vez se sienten los amos de la economía, aspiran a extender su imperio al campo de la política, a poner a su servicio el aparato del Estado burgués. Y cuando tienen el poder en sus manos, lo más frecuente es que prescindan de los métodos de la democracia burguesa y que recurran a la reacción política, en la que se manifiesta claramente la putrefacción del capitalismo. Paralelamente, el viraje hacia la reacción política es consecuencia de la podredumbre a que ha llegado el capitalismo, de que el modo capitalista de producción ha dejado de desarrollarse por línea ascendente y de que en la época del imperialismo las relaciones capitalistas se han convertido en un freno que impide el desarrollo de las fuerzas productivas. Un ejemplo característico de la reacción política es el fascismo, que significa la dictadura terrorista de la burguesía monopolista y de los terratenientes. El fascismo equivale a la represión brutal del movimiento obrero y campesino, a la persecución implacable de los partidos proletarios, de otros partidos democráticos y de las organizaciones sociales, a la militarización del país y al paso a la política de aventuras bélicas. En vísperas de la segunda guerra mundial habían entrado por la ruta del fascismo Alemania, Italia, Japón, España, Portugal y otros países. Después de la contienda se han puesto de relieve tendencias de este tipo en los Estados Unidos de América, República Federal Alemana, Francia y algún otro lugar. Signos del avance del imperialismo por la vía reaccionaria son la militarización de la vida económica y política, el incremento de la influencia de la Iglesia (particularmente de la católica) y el racismo.
La reacción política es consecuencia de la agudización de todas las contradicciones capitalistas que se produce en la época del imperialismo. A su vez, agrava aún más esas contradicciones. Los monopolios tratan de despojar a los trabajadores de todas las conquistas democráticas. Esto trae consigo la enérgica resistencia de las masas. De ahí que la época del imperialismo se caracterice por el incremento dentro de las masas de sus aspiraciones democráticas. En la arena política de los países capitalistas los trabajadores actúan en defensa de la democracia política y contra la reacción encarnada en el poder y en la política de los monopolios. La "aristocracia obrera". Una característica de la podredumbre del capitalismo es el sistemático soborno por la burguesía monopolista de determinados grupos de obreros. Los imperialistas tienen interés en mantener entre los obreros una capa privilegiada y separarla de la gran masa del proletariado. El fenómeno en sí no es nada nuevo. El soborno de individuos y grupos del proletariado como método de lucha contra el movimiento obrero se practica desde que el capitalismo existe. Ahora bien, en determinadas condiciones aparece la base económica para crear toda una capa privilegiada en la clase obrera, lo que se conoce con el nombre de "aristocracia obrera". Apareció primeramente en Inglaterra, en el período del capitalismo premonopolista. Inglaterra, a diferencia de otros países, a mediados del siglo XIX presentaba ya dos rasgos del imperialismo: el monopolio colonial y la explotación de otras naciones en virtud de su situación predominante en el mercado mundial. Esto proporcionaba a la burguesía inglesa superbeneficios, parte de los cuales servía para sobornar a la capa superior de la clase obrera. Es así como se formó la "aristocracia obrera", que la burguesía trataba de oponer a la gran masa de los proletarios, aprovechándola como un apoyo político en el seno de los trabajadores. La dominación de los monopolios, la exportación de capitales a los países atrasados y la política colonial han conducido a la aparición de una "aristocracia obrera" en todas las potencias imperialistas. Las formas de soborno son muy variadas: aumento de salario a determinados grupos de la clase obrera, concesión de ventajosos cargos públicos a líderes venales del movimiento obrero, subsidios directos a las organizaciones reformistas, etc. La "aristocracia obrera" es la base social del oportunismo en el movimiento obrero. Este significa la acomodación del movimiento obrero a los intereses de la burguesía, la tendencia a la colaboración con la burguesía y a la escisión del movimiento obrero. Los oportunistas tratan de apartar a los obreros de la lucha de clases mediante sus prédicas en favor de la unidad de los intereses de clase del proletariado y la burguesía, y de la posibilidad de "mejorar" el capitalismo a través de reformas. Los oportunistas son agentes de la burguesía en el movimiento obrero.
Pero el oportunismo dentro del movimiento obrero no puede detener indefinidamente el incremento de la conciencia de clase del proletariado ni la lucha de clase que éste mantiene, "pues los trusts, la oligarquía financiera, la carestía de la vida y demás -escribe V. I. Lenin-, que permiten sobornar a un puñado de dirigentes, aplastan, oprimen, arruinan y torturan a la masa de los proletarios y semiproletarios".