Las leyes económicas del
capitalismo rigen por igual en la industria y en la agricultura. Con
los avances de la división social del trabajo, los productos
agrícolas comienzan a ser producidos para la venta y se convierten
en mercancías. La agricultura pasa a ser una rama de la economía
que produce mercancías. Entonces se inicia una reñida competencia
entre los distintos productores de mercancías, competencia que
coloca en situación muy difícil a los pequeños agricultores, que
son los que poseen menos tierra, animales de labor y aperos. Los
pequeños productores se arruinan en masa y pasan a engrosar las
filas de los proletarios. Una parte considerable de la producción se
concentra en las capas altas, capitalistas, del campo. Fórmanse dos
grupos extremos: el de los campesinos pobres y braceros y el de la
burguesía rural (campesinos ricos, capitalistas y terratenientes más
o menos aburguesados, que se conservan en muchos países
capitalistas). Entre esos dos grupos se encuentran los campesinos
medios. Si comparamos el proceso de desarrollo del capitalismo en la
agricultura y la industria, advertiremos un atraso incomparablemente
mayor del primero. No ocurre así sólo en los países atrasados,
donde el avance del capitalismo en la agricultura se ve frenado por
las supervivencias del feudalismo, sino también, en cierta medida,
en los países en que el capitalismo ha alcanzado un gran desarrollo.
Una de las causas más importantes de que así ocurra es que parte de
la plusvalía creada en la agricultura se la apropia la clase
parasitaria de los propietarios en forma de renta de la tierra. La
renta de la tierra. En la agricultura capitalista, a diferencia de lo
que ocurre en la industria, todo el valor creado se divide entre tres
clases. Los obreros agrícolas perciben el salario, el capitalista
arrendatario se queda con la ganancia media ordinaria y el
propietario del suelo recibe la renta. Ahora bien, ¿de qué manera
aparece en la agricultura, además de la ganancia ordinaria sobre el
capital, una parte especial de plusvalía que en forma de renta es
percibida por los propietarios del suelo de los capitalistas
arrendatarios?
Para responder a esta
pregunta, Marx se detiene en algunas características económicas de
la agricultura. Las distintas tierras, cultivadas por diversos
agricultores, no son iguales ni por su fertilidad ni por su situación
respecto del mercado. La tierra de mejor calidad, con el mismo
desembolso, dará mejores cosechas que las de calidad inferior. Lo
mismo ocurrirá en cuanto a la proximidad o alejamiento del mercado.
Cuanto más cerca del mercado esté la tierra, menos costoso será el
transporte de los productos y más ventajosa resultará su
explotación. En aras de la brevedad, podemos resumir estas
diferencias (de fertilidad y de proximidad al mercado) como
diferencia entre tierras mejores y peores. Ahora bien, los
capitalistas han de compensar sus gastos y percibir la ganancia media
no sólo en las tierras mejores y medianas, sino también en las
peores. De ahí que el precio de producción de los productos
agrícolas sea igual a los gastos de producción en las tierras
peores más la ganancia media. Y las tierras mejores y medianas
proporcionan, además de la ganancia media, cierto excedente que el
arrendatario ha de entregar al dueño de la tierra. El excedente
obtenido en la tierra de mejor calidad o más próxima al mercado
-respecto de la tierra peor o más alejada- se denomina renta
diferencial I, puesto que se obtiene por la diferencia en la calidad
de las tierras. Esta diferencia de fertilidad y situación de los
campos es, sin embargo, más que la condición, la base natural para
la aparición de la renta diferencial . El origen de ésta es la
plusvalía creada por los obreros agrícolas. El excedente puede ser
obtenido por el capitalista arrendatario en campos de cualquiera
calidad mediante la inversión de nuevos recursos que le permitan
recoger cosechas mayores que las que rinden los peores campos, es
decir, los que determinan el precio de la unidad de producción. La
ganancia complementaria obtenida por la inversión de nuevos
capitales en la tierra explotada, o sea por la intensificación de la
agricultura, se denomina renta diferencial . Si es obtenida antes de
la extinción del viejo contrato de arrendamiento, la renta
diferencial va a parar al bolsillo del capitalista. Pero al estipular
un nuevo contrato, el propietario del suelo acostumbra a tener en
cuenta el resultado de la intensificación de la agricultura y eleva
la tasa de arrendamiento para incluir en ella la renta diferencial .
La economía política burguesa atribuye el origen de la renta
diferencial a una supuesta "ley de la fertilidad decreciente del
suelo". Marx y Lenin demostraron que esa imaginaria ley no tiene
relación alguna con la teoría de la renta. Ha sido inventada por
los economistas y propagandistas burgueses con objeto de quitar a los
capitalistas y grandes propietarios la responsabilidad del
encarecimiento de los productos agrícolas, de la miseria de las
masas y de la bárbara explotación de la tierra, cargando la culpa
de todo esto a la acción de esa supuesta "ley" eterna e
inmutable. Uno de los fundadores de la economía política vulgar,
Malthus, se apoya en tal "ley" para manifestar que el
crecimiento de la población será siempre más rápido que el de la
producción del campo; y por eso, dice, para mantener el "equilibrio"
se necesitan las guerras, las epidemias y la restricción artificial
de la natalidad entre las clases necesitadas. Los malthusianistas de
nuestros días esgrimen la supuesta "ley de la fertilidad
decreciente del suelo" para justificar las guerras de agresión
y el exterminio en masa de la gente.
La apropiación de la
renta diferencial por los propietarios del suelo, que de ordinario la
destinan a fines no productivos, es un lastre que frena el desarrollo
de la agricultura. Aún es mayor el significado que en este sentido
tiene la renta absoluta. Las tierras peores, como antes se decía, no
proporcionan renta diferencial. Pero sus dueños no las entregan a
los patronos capitalistas sin compensación alguna, sino a cambio de
una renta. ¿De dónde procede, pues, la renta de las tierras peores?
Sabemos que sólo el capital variable produce plusvalía. Los
recursos técnicos empleados en la agricultura se hallan a un nivel
inferior que en la industria. Esto es así porque los capitalistas,
que toman en arriendo la tierra por un plazo determinado, no
invierten en la adquisición de máquinas, construcción de
edificios, etc., tantos recursos como los industriales en sus
empresas. Como la composición orgánica del capital es más baja, el
volumen de la plusvalía, a capitales igualas, es en la agricultura
mayor que en la industria. Supongamos que con unos gastos de
producción de 100 unidades monetarias, en la industria corresponden
90 al capital constante y 10 al variable, y en la agricultura 80 y
20, respectivamente. En este caso, la plusvalía en la industria (con
una cuota de explotación del 100 por ciento) será de 10 unidades
monetarias, y en la agricultura de 20. En virtud del monopolio de la
propiedad privada sobre la tierra, en la agricultura no puede tener
lugar la libre fluctuación de capitales. Por consiguiente, no puede
producirse una nivelación entre las cuotas de ganancia de la
industria y de la agricultura. Por esto, los precios de las
mercancías agrícolas no se ajustan al precio de producción, sino
al valor. La diferencia entre uno y otro es lo que forma la renta
absoluta. Al mismo tiempo, será la diferencia entre la más elevada
plusvalía de la agricultura y la menos elevada de la industria (en
nuestro ejemplo, dicha diferencia es de 10 unidades monetarias). El
tributo que la sociedad viene obligada a satisfacer a los grandes
propietarios en forma de renta de la tierra encarece los productos
alimenticios y las primeras materias agrícolas, empeorando, por
tanto, la situación de las masas trabajadoras de la ciudad y del
campo. Los propietarios del suelo perciben también tributo de las
empresas de la industria extractiva, lo cual eleva los precios de los
minerales. La renta aumenta en las ciudades el precio de los solares,
con el consiguiente encarecimiento de los alquileres. El incremento
de la renta empeora también la situación de los agricultores que
carecen de tierra propia. El arrendamiento y la mina de los
campesinos pequeños y medios. La tasa que el granjero capitalista
entrega en concepto de arrendamiento al dueño de la tierra es el
excedente de la plusvalía sobre la ganancia media. Propietario y
capitalista se reparten el trabajo no retribuido a los obreros. Otra
es la situación de los campesinos pequeños y medios, a los que el
dueño de la tierra que ellos toman en arriendo les despoja no sólo
de todo el producto complementario, sino también parte del producto
necesario. Muy a menudo el pequeño arrendatario termina por
arruinarse definitivamente. La teoría marxista de la renta de la
tierra demuestra con precisión científica la oposición en que se
encuentran los intereses de la gran masa de los campesinos y de los
grandes terratenientes. La marcha de la historia confirma el análisis
de Marx y señala que los campesinos trabajadores únicamente pueden
defender sus derechos convirtiéndose en aliados del proletariado en
la lucha contra el capitalismo.