Escrito por: RALPH SCHOENMAN
Conviene captar el alcance de esa política asesina y sus consecuencias. En el territorio ocupado por Israel después de la partición había unos 950.0000 árabes palestinos. Habitaban unos 500 pueblos y todas las grandes ciudades, entre ellas Tiberíades, Safed, Nazaret, Shafa Amr, Acre, Haifa, Yaffa, Lidda, Ramle, Jerusalén, Majdal (Ashquelon), Isdud (Ashdod) y Beersheba.
Al cabo de menos de seis meses quedaban sólo 138.000 personas. (Se dan cifras que oscilan entre las 130.000 y las 165.000). La gran mayoría de palestinos habían sido asesinados, expulsados por la fuerza o habían huido aterrorizados ante las bandas asesinas de las unidades del ejército israelí.
Habiendo eliminado de este modo a la mayor parte de los habitantes palestinos de Palestina, el gobierno israelí emprendió la destrucción sistemática de sus casas y posesiones. Cerca de cuatrocientos pueblos y ciudades fueron arrasados en 1948 y 1949.
En 1950 les siguieron otros.
Israel Shanak, Presidente de la Liga Israelí de Derechos Humanos y Cívicos, elaboró el cuadro de la página siguiente:
Pueblos Árabes destruidos en Israel
Shahak subraya que esta documentada lista es incompleta porque es imposible encontrar en ella a numerosas comunidades árabes y “tribus”. Por ejemplo, los datos oficiales israelíes caracterizan a cuarenta y cuatro aldeas y pueblos beduinos como “tribus” para reducir, encogiendo el censo, el número de comunidades palestinas permanentes.
Moshe Dayan no tuvo pelos en la lengua al resumir la naturaleza de la colonización sionista ante los estudiantes del Instituto de Tecnología de Israel (El Techniyon): «Vinimos aquí, a un país que estaba poblado por árabes, y estamos construyendo aquí un estado hebreo, judío. En lugar de pueblos árabes, hemos levantado pueblos judíos. Ni siquiera sabéis los nombres de esos pueblos, y no os lo reprocho, porque esos libros de geografía ya no existen. Ni los libros ni los pueblos existen tampoco «Nahalal se levantó en el lugar que ocupaba Mahalul, Gevat en el lugar de Jibta, Sarid en el lugar de Hanifas y Kafr Yehoushu'a en el emplazamiento de Tel Shamam. No hay un solo asentamiento que no se haya levantado en el lugar que fue de un antiguo poblado árabe.»
Propiedades de “ausentes”
Con la expulsión de los palestinos y la destrucción de sus poblados, grandes extensiones de tierras fueron incautadas bajo la rúbrica de la Ley de Propiedades de Ausentes (1950).
Hasta 1947, los judíos poseían el 6% de la tierra de Palestina. En el momento en que se constituye formalmente el Estado de Israel, el Fondo Nacional judío estima que se ha apoderado del 90% de la tierra. «De toda el área del Estado de Israel sólo unos 300.000 o 400.000 dunums [26.800 a 35.600 hectáreas] son dominios estatales que el gobierno israelí recibió del régimen del Mandato (británico) (un 2 %). El FNJ y los propietarios judíos particulares poseen alrededor de 2 millones de dunums (el 10%). Casi todo el resto (es decir, el 88% de los 20.225.000 dunums [1.800.000 hectáreas] de dentro de las líneas de armisticio de 1949) pertenecen legalmente a propietarios árabes, muchos de los cuales han abandonado el país.
El valor de esa propiedad robada era superior a los 300.000 millones de dólares...
hace más de treinta años. En dólares actuales, habría que multiplicar esa cifra. Israel es el producto de la piratería y el pillaje.
«La Oficina de Refugiados de las Naciones Unidas estimó el valor de los huertos, árboles, propiedad mueble e inmueble abandonada por árabes en el territorio bajo jurisdicción israelí en unos 118.000 o 120.000 millones de libras esterlinas, lo que equivale a una media de 130 libras esterlinas (364 dólares) por refugiado»
La ocupación de propiedades palestinas era indispensable para que el Estado de Israel fuese viable. Entre 1948 y 1953, se levantaron 370 pueblos y asentamientos judíos.
Trescientos cincuenta de ellos en propiedades de “ausentes”. Para 1954, un 35% de los judíos de Israel vivían en propiedades confiscadas a ausentes y unos 250.000 nuevos inmigrantes se habían establecido en áreas urbanas de las que habían sido expulsados los palestinos ciudades enteras habían sido vaciadas de palestinos, como Yaffa, Acre, Lidda, Ramle, Bisan y Majdal (Ashquelon).
Ese saqueo abarcaba a 385 pueblos y aldeas enteros y a grandes sectores de otras 94 poblaciones, que contenían el 25% de todos los edificios de Israel. Diez mil empresas y tiendas fueron entregadas a colonos judíos.
Virtualmente todos los limonares de los palestinos fueron confiscados:, eran más de 240.000 dunums (21.200 hectáreas). Hacia 1951, había en manos israelíes millón y cuarto de cajas de limones de las propiedades arrebatadas a los árabes, lo que constituía el 10% de todas las divisas producto de la exportación.
En 1951, el 95% de los olivares de Israel procedía de tierra palestina ocupada. Las aceitunas que producían representaban la tercera exportación israelí, tras los limones y los diamantes.
Un tercio de la producción de piedra procedía de cincuenta y dos canteras palestinas incautadas.
La mitología sionista pretende que la laboriosidad, sacrificio y pericia sionistas transformaron una tierra desértica, descuidada por sus anteriores guardianes árabes-nómadas y primitivos- haciendo florecer el desierto. Los huertos palestinos, la industria, la madera, fábricas, casas y posesiones fueron expoliadas y saqueadas tras sangrienta conquista: el barco del estado es un barco pirata, la bandera que le corresponde es la calavera con dos huesos cruzados.
“Judaizando” la tierra
En mayo de 1954 se incorporó a Israel el Keren Kayemeth le-Israel, “Fondo Perpetuo para Israel”, adquiriendo todos los activos del Fondo Nacional Judío.
El Fondo Nacional judío había conseguido sus primeras tierras en 1905. Sus objetivos eran la adquisición de tierra “para establecer a judíos en esas tierras”.
En noviembre de 1961, el FNJ y el gobierno israelí firmaron un convenio basado en la legislación aprobada en julio de 1960. En el 92% de la tierra de Israel estaba legalmente en vigor una misma política, bajo el patrocinio del Keren Kayemeth le-Israel y el FNJ.
Cualquier relación con la tierra se regía por las siguientes condiciones especificadas en todos los contratos de arrendamiento de la propiedad: «El arrendatario ha de ser judío y tiene que aceptar realizar todas las labores relacionadas con el cultivo de la hacienda sólo con mano de obra judía.»
Por tanto, la tierra no puede ser arrendada a un no judío, ni subarrendada, vendida, hipotecada, dada o cedida a un no judío. Los no judíos no pueden ser empleados en la tierra ni en ninguna labor relacionada con el cultivo. Si estas condiciones son violadas se siguen multas y la derogación sin indemnización del arrendamiento.
Resulta particularmente instructivo que esas normas no sean sólo del FNJ sino asumidas por el Estado en sus leyes. Se aplican al FNJ y a todas las tierras del Estado.
No judíos abstenerse
En Israel esas tierras estatales son consideradas “tierra nacional”, lo que significa tierra judía, no “israelí”. La contratación laboral de no judíos es tratada como ilegal, como infracción de la ley. Debido a la escasez de obreros agrícolas judíos, y dado que los palestinos cobran un salario menor que el de los obreros judíos, algunos agricultores judíos (como Ariel Sharon) contratan a árabes. Esta práctica ¡es ilegal! En 1974 el Ministro de Agricultura la denunciaba como un “cáncer”.
Los asentamientos que subarriendan algún trozo en acuerdos de pastoreo con árabes son denunciados. La extensión de tal práctica, dados los superbeneficios extraídos del trabajo barato palestino, ha sido considerada “una plaga” por el Ministerio de Agricultura.
El Departamento de Asentamientos de la Agencia Judía ha advertido que tales prácticas violan la ley, las normas de la Agencia Judía y el Convenio entre el Estado de Israel y el Fondo Nacional judío. La contratación laboral de no judíos ha sido castigada con multas y con una “donación a un Fondo Especial”.
Israel Shanak ha descrito ese proceso como “una mezcla asquerosa de discriminación racial y corrupción financiera”.
Pero lo que todo esto revela es que el Estado de Israel emplea todas las expresiones normales en un sentido racista. El “pueblo” significa sólo los judíos. Un “inmigrante” o un “colono” sólo puede ser un judío. Un asentamiento significa un asentamiento sólo para judíos. La tierra nacional significa tierra judía, no tierra israelí.
De este modo la ley y los derechos, las garantías y el derecho al trabajo o a la propiedad corresponden sólo a los judíos. La ciudadanía o nacionalidad israelí corresponde estrictamente a los judíos en todas las aplicaciones específicas de su significado y jurisdicción.
Como la definición de judío se basa enteramente en el precepto religioso ortodoxo, “generaciones de ascendencia materna judía” es el prerrequisito para gozar del derecho a la propiedad, el trabajo o la protección legal. No hay ejemplo más eximio de leyes y procedimientos racistas.
Utilizando ese mismo criterio, más del 55% de la tierra y el 70% del agua de la Margen Occidental (territorio ocupado en 1967) han sido confiscados para el 6% de la población -unos 40.000 colonos entre 800.000 palestinos-. En Gaza (territorio ocupado en 1967), han entregado a 2.200 colonos más del 40% de la tierra. Medio millón de palestinos están confinados en campamentos y chabolas superpoblados.
De modo que las prácticas universalmente denunciadas en los territorios ocupados a partir de 1967 no son sino la continuación del proceso mismo de constitución del Estado de Israel.
La utilización de la fuerza, el pillaje de tierras y la exclusión de obreros no judíos es central en la teoría y en la práctica sionistas. Theodor Herzl promulgó este programa el 12 de junio de 1895: «Volatilizaremos a la población sin bien alguno al otro lado de la frontera... negándoles cualquier empleo en nuestro país.»
Los kibbutzim racistas
Irónicamente, la institución israelí en la que se cifran más ilusiones es el kibbutz, un supuesto ejemplo de cooperación socialista.
Como afirma Israel Shahak: «La organización israelí que practica en mayor grado la exclusión racista es... el kibbutz. La mayor parte de los israelíes han sido conscientes desde hace tiempo del carácter racista del kibbutz, no sólo contra los palestinos sino contra todos los seres humanos que no sean judíos.»
Los kibbutzim existen sobre todo en tierras arrebatadas a los palestinos. Los no judíos no pueden ser miembros de los mismos. Si “obreros eventuales” cristianos entablan relación con mujeres judías, se ven obligados a convertirse al judaísmo para poder ser miembros de un kibbutz. Shahak explica: «Los candidatos cristianos a pertenecer a un kibbutz mediante conversión han de prometer que en adelante escupirán cuando pasen ante una iglesia o una cruz.»
Actualmente, alrededor del 93% de la tierra del llamado Estado de Israel es administrado por el Fondo Nacional Judío de acuerdo con las siguientes normas: para tener derecho a vivir en la tierra, arrendarla o trabajar en ella, tienes que demostrar que tienes al menos tres generaciones de ascendencia materna judía.
Si en los Estados Unidos, para vivir en la tierra, arrendarla, alquilarla, pastorear en ella o trabajarla de cualquier modo tuvieses que demostrar que no tenías tres generaciones por lo menos de ascendencia materna judía, ¿dudaría alguien de la naturaleza racista de tal legislación? Izquierda Revolucionaria