Las masas populares son,
ante todo, las clases y capas sociales que ponen en movimiento la
producción social y viven de su propio trabajo, es decir, son las
masas trabajadoras. En su conjunto forman la inmensa mayoría de la
sociedad. Qué clases y capas concretas integran las masas populares
es cuestión que depende de la época, del carácter de la formación
social. Por consiguiente, el empleo del término "masas
populares" no significa en modo alguno el abandono de la visión
de clase, de la necesidad de poner en claro el contenido concreto de
clase del movimiento en el cual participan. La actividad de
producción de las masas populares como condición decisiva de la
vida y desarrollo de la sociedad. En la vida de la sociedad tiene un
valor primordial la actividad de producción de las masas. Estas son
las que crean los instrumentos de trabajo y los perfeccionan,
acumulan hábitos de trabajo y los transmiten de generación en
generación, las que producen todos los bienes materiales sin los que
la sociedad sería incapaz de subsistir un solo día.
Cuando una formación
económico-social sustituye a otra, la naturaleza de clase de los
productores cambia, pero su labor fue siempre, ha sido y será una
necesidad natural, la condición primera para que la sociedad exista.
"... Por muchos que sean los cambios que se operen en las capas
superiores, improductivas, de la sociedad -subraya Engels-, ésta no
puede subsistir sin la clase de los productores. Por consiguiente,
esta clase es necesaria en cualquier condición, aunque ha de venir
un tiempo en el que no será ya clase y abarcará a la sociedad
entera." El trabajo diario de millones de gentes que
desarrollan la producción no se limita a asegurar a la sociedad todo
cuanto necesita para su existencia; también crea la base material
para la consecutiva sucesión de formaciones económico-sociales, es
decir, para el avance y el progreso de la sociedad. La actividad de
producción de las masas populares sería ya bastante para ver en
ella a los genuinos creadores de la historia. Pero su papel en el
desarrollo social no acaba ahí.
Las masas populares y la
política. Las masas desempeñan un importante papel en la vida
política. Sin su acción política resulta imposible concebir el
propio desarrollo de la sociedad, y sobre todo las revoluciones
sociales. Cualquiera que sea la clase que sube al poder como
consecuencia de una revolución, su principal fuerza motriz fueron
siempre las masas del pueblo.
En los períodos
revolucionarios, la labor de creación de las masas populares se
eleva a inusitadas alturas. "La revolución es el triunfo de los
oprimidos y explotados -escribe Lenin-. Jamás la masa del pueblo es
capaz de mostrarse tan activa creadora de los nuevos sistemas
sociales como durante la revolución. En esos momentos el pueblo es
capaz de realizar milagros... " No es menor el papel de las
masas populares en las luchas de liberación nacional, cuando se
trata de defender el país de invasores extranjeros, en las guerras
justas. Las clases explotadoras se presentaron siempre como si
tuvieran la exclusiva en la defensa de los intereses nacionales. Los
hechos nos demuestran, sin embargo, que, a la hora de las grandes
pruebas nacionales, quien decide no es el puñado de explotadores,
sino el pueblo, las masas, que con las armas en la mano se levantan
en defensa de la patria y luchan abnegadamente por su independencia.
La lucha generosa y desinteresada de las grandes masas del pueblo
ruso fue lo decisivo para liberar a su país del yugo tártaro y en
la derrota de las tropas napoleónicas en 1812. Al heroísmo de los
trabajadores deben su independencia nacional otros muchos países:
Italia, que durante largo tiempo se halló sometida al yugo
extranjero; Bulgaria, Serbia, Grecia y demás países balcánicos que
sufrieron la dominación turca, etc. En nuestros días fueron las
grandes masas de trabajadores las que salvaron a Europa de la
esclavitud y derrotaron al fascismo. En esta victoria histórica
correspondió un excepcional papel a los pueblos de la Unión
Soviética, que soportaron sobre sus hombros la carga principal de la
guerra antifascista. Gracias a la abnegación de las masas populares
de las colonias y países dependientes, muchos de ellos se han
sacudido ya el yugo a que estaban sometidos y otros se encuentran en
vías de alcanzar la libertad y la independencia nacional.
En los períodos
"pacíficos", el papel de las masas populares en la vida
política de la sociedad explotadora no es tan evidente. Las clases
dominantes ponen en juego todos los instrumentos de coerción física
y espiritual -el ejército y la policía, la justicia y la religión,
la Administración y la escuela- para reducir al mínimo el papel de
las masas populares en política, para reprimir toda manifestación
suya en este terreno o para orientarlas hacia cauces que no
signifiquen un peligro para los intereses de los explotadores. Esto
es una característica inseparable del régimen social basado en la
explotación. El sometimiento de los trabajadores y la apropiación
del fruto de su trabajo únicamente es posible cuando las masas están
políticamente sojuzgadas, cuando en la vida política ha sido
asegurada la dominación de las clases parasitarias. Por eso las
masas trabajadoras sólo pueden orientar la política cuando el poder
de los explotadores ha sido derribado. Esto no significa, empero, que
las masas populares no cumplan función alguna mientras están
sometidas a los capitalistas u otros explotadores. La política es un
terreno de enconada lucha de clases, y sobre todo de lucha entre los
explotadores y los explotados. Su resultado final depende no sólo de
la voluntad de las clases dominantes, sino también del tesón y el
empeño que los trabajadores pongan en la defensa de sus intereses,
es decir, de la correlación real de fuerzas en esta lucha. Las masas
populares, aun dentro del capitalismo, pueden influir sustancialmente
sobre la política de la clase dominante, oponerse a la realización
de los propósitos de las fuerzas reaccionarias y obligar a los
gobernantes a hacer concesiones en muchos problemas de gran relieve
de la política interior y exterior. Esta lucha política diaria,
según se señalaba en el capítulo precedente, cumple un importante
papel en el desarrollo de la sociedad. Papel de las masas populares
en el progreso de la cultura. Cuando los ideólogos reaccionarios
niegan a los trabajadores toda capacidad para una labor de creación,
deforman de la manera más descarada el papel de las masas populares
en el progreso de la cultura. La cultura espiritual, afirman, es
fruto del trabajo de unos pocos "elegidos", sólo a un
puñado de genios debe la humanidad sus avances en la ciencia, la
literatura y el arte. Así, a primera vista, parece que tuvieran
razón. En efecto, casi en todas las esferas de la creación
espiritual podemos contar varias docenas de nombres -tales como
Newton, Lomonósov y Einstein en física, Mendeleev y Bútlerov en
química, Darwin y Michurin en biología, Shakespeare y Tolstoi en
literatura, Beethoven y Chaikovski en música- sin los que resulta
difícil inclusive imaginarnos la cultura moderna.
Los marxistas reconocen
los méritos de los genios de la cultura, lo cual no quita para que
vean claramente la inestimable aportación que en este terreno
corresponde a las masas populares, a los trabajadores. Ellos son los
que sentaron las bases de toda la cultura espiritual de la humanidad
y crearon las condiciones para su progreso. Sabemos, por ejemplo, que
la literatura y el arte fueron durante largo tiempo obra exclusiva
del pueblo. Poemas épicos, romances, cuentos, tradiciones, refranes
y canciones sirvieron de cimientos para la labor de escritores y
poetas profesionales. De la misma manera, los trabajos de artesanía,
las artes aplicadas y la arquitectura popular sirvieron de base para
la ulterior creación de artistas y arquitectos. La artesanía sigue
representando en nuestros tiempos un valor artístico propio y es
fuente inagotable de figuras y de recursos representativos, así como
de inspiración para escritores y artistas. La creación popular es
lo que da origen a la forma nacional del arte y de la literatura en
cada país. También es el pueblo el que sentó las bases de la
ciencia. Son para nosotros motivo de admiración los sabios que
descubren nuevas fuentes de energías y milagrosas vacunas, que
inventan máquinas extraordinarias y materiales nuevos llamados a
transformar nuestra vida. Pero no es menos asombrosa la hazaña de
las masas populares que en su trabajo diario fueron arrancando poco a
poco a la naturaleza sus primeros secretos, que aprendieron a obtener
el fuego, a cultivar los cereales y a fundir el metal, que inventaron
y perfeccionaron los primeros instrumentos de trabajo y reunieron las
primeras nociones sobre los objetos y fenómenos que rodean al
hombre. En las primeras etapas, las masas trabajadoras eran, pues,
las que directamente creaban todos los valores culturales. La
situación no podía por menos de cambiar cuando el trabajo
intelectual se separa del trabajo manual, cuando la literatura, el
arte y la ciencia -junto a la dirección de los asuntos públicos- se
convierten en monopolio de las clases explotadoras dominantes y de
las capas de la sociedad que se hallaban a su servicio. Todo un
sistema de medidas, económicas y políticas, es puesto en juego para
que las esferas principales del trabajo intelectual -sin exceptuar
cuanto se refiere a la cultura- se conviertan en privilegio de los
ricos. El apartamiento de las masas populares de la cultura,
manteniéndolas en la ignorancia, se convirtió para los explotadores
en una de tantas garantías de su dominación de clase. Todo esto ha
limitado, como es lógico, la participación activa de las masas
populares en el progreso de la ciencia, el arte y la literatura.
Los ideólogos de la
burguesía contemporánea especulan sin tasa con este hecho. Según
afirman, los trabajos intelectuales complejos, relacionados con la
dirección de la política y la economía y con la labor creadora en
el campo de la cultura, están únicamente al alcance de una "élite",
es decir, de hombres escogidos que militan en las filas de las clases
dominantes de la sociedad de explotación. A su vez, las masas
populares son, para estos "teóricos", intelectualmente
"inferiores" y capaces sólo para realizar un "grosero"
trabajo físico. En realidad, la inteligencia y el talento no son un
privilegio de clase. Lo que en la sociedad de explotación es, sí,
privilegio es la posibilidad de que la inteligencia y el talento se
revelen en el campo de la política, la ciencia, el arte y la
literatura. Esta posibilidad en la sociedad de clases suele ser
exclusiva de quienes proceden de familias acomodadas. Y es
verdaderamente asombroso el vigor de la inteligencia, el talento y la
voluntad de muchos miles de trabajadores que, aun dentro de una
sociedad de explotación, han sabido abrirse camino y dejar huella en
las esferas más diversas de la vida espiritual y en la política. La
historia no es escasa en ejemplos. Newton y Lomonósov, hijos de
campesinos, fueron grandes sabios. Abraham Lincoln, un simple
leñador, desempeñó un señalado papel en la guerra civil de los
Estados Unidos y fue elegido su presidente. El Camarada Stalin hijo
de un zapatero llego a ser uno de los lideres de la union
Sovietica.Máximo Gorki, salido de un medio urbano muy modesto, llegó
a ser un eximio escritor. La relación podría continuarse
indefinidamente. Pero por cada una de estas grandes figuras salidas
del pueblo, cientos y miles de hombres de talento se perdieron en el
anonimato. La historia de la sociedad de explotación es un verdadero
cementerio de talentos frustrados por falta de posibilidades. Una de
las formidables ventajas que el socialismo significa es que pone fin
a esa insensata dilapidación del mejor caudal que la sociedad posee
y que es el talento de sus hombres. El socialismo suprime todos los
privilegios estamentales, políticos y económicos, con lo que crea
las condiciones para el desarrollo completo y la racional utilización
de las facultades humanas. Esto, de por sí, acelera intensamente el
progreso en todos los sectores de la vida social. Importancia de la
tesis marxista sobre el papel decisivo de las masas populares en la
historia. La tesis que afirma el papel decisivo de las masas
populares en el desarrollo social ocupa un importante lugar en la
teoría del marxismo-leninismo. Es lo que proporciona a la ciencia de
la sociedad la clave para comprender la marcha del proceso histórico
y lo que salva el defecto sustancial de todas las teorías históricas
anteriores a Marx, las cuales dejaban al margen la acción de las
masas del pueblo. De este modo, el estudio de la sociedad se centra
en la actividad de las masas populares y de las condiciones de su
vida, sin lo cual es imposible comprender la marcha de la historia.
La acertada comprensión
del papel de las masas populares en la historia sirve de guía en la
labor práctica de los partidos marxistas-leninistas y de cada uno de
sus miembros. De entre todas sus facetas, le ayuda a separar lo
principal en el trabajo organizativo, ideológico y de educación que
realizan en el seno de los obreros y de los trabajadores en general,
para concentrar en ello la atención y las energías. La historia
conoce un buen número de partidos, incluso entre los que se crearon
para defender los intereses de los trabajadores, que desaparecieron
de la palestra política por no haber comprendido el significado de
este trabajo y no haber sabido agrupar en torno de ellos a las masas.
Así, una de las causas del fracaso del partido "Voluntad del
Pueblo" en Rusia fue que sus jefes no estimaban en su valor a
las masas, confiando por entero en la labor de los "hombres
dotados de espíritu crítico", mientras que la lucha contra los
opresores la reducían al terror individual. La tesis de la teoría
marxista-leninista acerca del pueblo como creador de la historia
tiene gran valor para las propias masas trabajadoras. Esta tesis echa
por tierra uno de los mitos más caros al corazón de todos los
explotadores -el de que la sociedad humana lo debe todo a un puñado
de elegidos, sin los cuales no podría vivir ni conocería el
progreso-; con ello despierta la conciencia de las masas
trabajadoras, las eleva a la lucha por su emancipación y robustece
su fe en el triunfo y en la realización de los ideales de una
sociedad en la que las propias masas serán dueñas absolutas de sus
destinos. La doctrina marxista acerca del papel de las masas
populares en la historia despierta a la vez entre los trabajadores un
profundo sentido de responsabilidad por la suerte común. Les hace
ver que no hay que confiar en ningún "salvador", que quien
únicamente puede emancipar a los pueblos del yugo y reformar la
sociedad en consonancia con las aspiraciones de la mayoría del
género humano son los propios trabajadores