escrito por Leandro Albani
Hasta hace pocas semanas, nadie imaginaba que en Estados Unidos se desencadenaría una seguidillas de protestas con un fuerte epicentro en la ciudad de Madison, estado de Wisconsin.
Con más de una semana de agitación popular, obreros, empleados y estudiantes mantienen tomado el Palacio legislativo de la localidad ubicada al norte del país y un importante centro agrícola e industrial.
Entre 70 mil y 100 mil personas se movilizaron en los últimos días contra la propuesta del gobernador republicano Scott Walker de aplicar ajustes al presupuesto estatal y recortar derechos sindicales.
En su manía por rebajar el déficit fiscal, el Partido Republicano tiene en claro que el costo de la crisis, generada durante la administración de George W. Bush, debe recaer sobre los ciudadanos y las ciudadanas estadounidenses.
Aunque el presidente Barack Obama presentó recientemente el presupuesto fiscal para 2012, con profundas reducciones del gasto público, los senadores republicanos aprobaron más recortes, que afectan las áreas de salud y educación.
La reducción de 61 millones de dólares del presupuesto original se convirtió en la disminución del gasto público más grande de la historia moderna de los Estados Unidos.
Al movimiento de protesta de Wisconsin se sumaron ciudadanos de otras regiones y se espera que en los próximos días las movilizaciones se expandan por estados como Nueva Jersey, Michigan, Tennessee, Ohio, Carolina del Norte y Montana.
Como contrapartida a los reclamos populares, los republicanos, apoyados en el ultraconservador Tea Party, convocaron a manifestarse a favor de Walker, aunque las repercusiones fueron mínimas.
Tanto medios locales y extranjeros coincidieron en que la argumentación del ajuste busca quebrar la fuerza gremial de ese estado, con una fuerte vinculación a los demócratas.
“Aquí no se trata de balancear el presupuesto. Se trata de destruir los sindicatos como una fuerza política y económica”, escribió Matthew Rothschild, editor de la revista The Progressive.
En un artículo del diario Página/12, Ernesto Semán, describió que el objetivo central de la iniciativa Walker es limitar “el poder de los sindicatos del sector público a discutir sólo salarios, dejando afuera beneficios y condiciones de trabajo”.
Como forma de trabar el proyecto de ley, los 14 legiladores demócratas de Wisconsin salieron del Estado para no dar quorum al proyecto.
Mientras tanto, los sindicatos alertaron que este plan de recortes podría abrir una puerta para ajustar todavía más los presupuestos de otras regiones.
El rechazo de la iniciativa manifestada por el presidente Barack Obama, hasta el momento no surgió ninguna clase de efecto y no repercutió demasiado en quienes se movilizan.
Tampoco se observa que la Casa Blanca esté demasiado preocupada en apoyar las protestas, más allá de los discursos y declaraciones.
Wisconsin tiene en la actualidad uno de los sindicatos públicos más fuertes del país, con 170 mil afiliados y el desempleo (7,5%) está muy por debajo del nivel nacional.
De esto se desprende que la iniciativa Walker no sólo tiene un objetivo económico, sino potenciar el avance político de los republicanos con vistas a futuro.
Pero hasta el momento, la masividad de las protestas y el rechazo de los manifestantes a que la crisis se profundice todavía más, marcan un pulso saludable en Madison.
Nuevamente, en Estados Unidos quedó demostrado que las “diferencias” entre demócratas y republicanos buscan, por un lado, retrasar o apresurar la agonía del sistema, mientras que esas “diferencias” se esfuman cuando la cifra
aprobada para acciones militares en 2012 asciende a 671 mil millones de dólares.
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