LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

Canciones de Combate

viernes, 30 de marzo de 2012

El troskismo: instrumento vulgar del imperialismo y la reacción.


Escrito por :Fidel Castro, discurso de clausura de la Primera Conferencia de Solidaridad con los Pueblos de África, Asia y América Latina, en el Teatro “Chaplin” de La Habana, Cuba.
Cuba Socialista, Nº 54, pág 88-97


Los imperialistas yanquis contra nosotros no sólo han usado el bloqueo económico, no sólo han usado de las agresiones armadas, no sólo nos han amenazado mortalmente en determinadas circunstancias, no solo han perpetrado contra este país todo tipo de sabotajes, filtraciones de espías, ataques piratas, sino que el imperialismo yanqui ha acudido contra nuestro país a armas más sutiles, como son las armas de la propaganda y de la calumnia. Y no solo eso, sino que el imperialismo yanqui y sus agentes han tratado de destruir el prestigio de la Revolución Cubana al margen de las luchas revolucionarias de este continente, y han tratado-de las maneras más vil y más calumniosa- de desacreditar a la Revolución. Y se han valido de todo los medios, se han valido de todos los hechos, se han valido de todas las armas.

Desde luego que a los imperialistas les interesaría una discusión en concreto de estos problemas. A un irresponsable cualquiera, a un charlatán cualquiera, a un fantoche cualquiera, no le importa afirmar cualquier irresponsabilidad, cualquier calumnia. Bien es sabido que solo al enemigo el interesaría de que forma se lleva a cabo en la practica esa palabra que se llama solidaridad, no solo con los pueblos revolucionarios de este continente, sino de todo el mundo.

Pero ¿qué ha ocurrido? Hay un hecho que voy a tomar como ejemplo para demostrar como trabaja el imperialismo y sus agentes, y que es un hecho extraordinariamente interesante. Me refiero a la campaña realizada por el imperialismo yanqui y sus agentes en relación con la partida de nuestro compañero Ernesto Guevara.

Creo que esto es un asunto que hay que “tomar por los cuernos” para esclarecer algunas cosas.

El compañero Ernesto Guevara, unos cuantos revolucionarios de este país y unos cuantos revolucionarios fuera de este país saben cuando salió, que ha estado haciendo en este tiempo y, desde luego, los imperialistas estarían muy interesados en saber, con todos los detalles, donde esta, que ha hecho, como lo hace y, desde luego, al parecer no lo saben y si lo saben lo disimulan mucho.
Pero desde luego, estas son cosas que el tiempo, cuando las circunstancias lo permitan, permitirá su esclarecimiento. Pero los revolucionario no necesitamos esos esclarecimientos; es el enemigo quien se vale de estas circunstancias para tratar de intriga y para tratar de confundir y para tratar de calumniar.
El compañero Guevara se unió a nosotros cuando estabamos exiliados en México, y siempre, desde el primer día, tuvo la idea, claramente expresada, de que cuando la lucha terminara en Cuba, él tenia otros deberes que cumplir en otra parte, y nosotros siempre le dimos nuestra palabra de que ningun interés de Estado, ningun interés nacional, ninguna circunstancias, nos haría pedirle que se quedara en nuestro país, obstaculizar el cumplimiento de ese deseo o de esa vocación. Y nosotros cumplimos cabal y fielmente esa promesa que le hicimos al compañero Guevara.

Naturalmente, que si el compañero Guevara iba a salir del país, era lógico que lo hiciera clandestinamente, era lógico que se moviera clandestinamente, es lógico que no haya estado llamando a periodistas, es lógico que no haya estado dando conferencias de prensa, es lógico que dadas las tareas que se propuso debiera hacerlo en la forma en que lo hizo. Y, sin embargo, ¡cuanto provecho han tratado de sacar los imperialistas de estas circunstancias y cómo lo que han hecho!.

Es por eso que yo traje algunos papeles. No se vayan a asustar ustedes pensando que les voy a leer todos los papeles que aquí hay, solo lo que han escrito todos los periódicos imperialistas y burgueses con relación al caso del Comandante Guevara, lo que han escrito los periódicos de Estados Unidos, sus revistas, sus agencias cablegráficas, los periódicos burgueses de América Latina y de todo el mundo. Y vamos a ver quienes han sido precisamente los principales voceros de la campaña imperialista de intriga y de calumnia contra Cuba con relación al caso del compañero Guevara. En primer termino, ciertos elementos que han sido utilizados en las ultimas décadas de manera constante contra el movimiento revolucionario. Y así ustedes me dan un poquito de tiempo, entre tantos datos voy a buscar uno muy interesante.
¡Ah! Lo encontré. Es un cable de la UPI, de diciembre 6 de 1965, que dice: “Ernesto Guevara fue asesinado por el Primer Ministro cubano Fidel Castro por orden de la URSS-declaro Felipe Albuaguante, jefe de los troskistas mexicanos en declaraciones a El Universal-. Agrega que el Che fue liquidado por insistir en poner a Cuba en la línea china”. Esto, naturalmente, venia a tono con una campaña que comenzaron a desatar los elementos troskistas en todas partes simultáneamente.

Y así, con fecha octubre 22, en el semanario Marcha, se publica un articulo en que un conocido teórico del troskismo, Adolfo Guil, afirma que el Che salió de Cuba debido a discrepancias con Fidel por el conflicto chino-sovietico y que el Che no pudo imponer su opinión en la dirección. Dice que el Che, en forma confusa, propugnaba la extensión de la revolución al resto de América Latina, en oposición a la línea soviética. Dice que la Dirección Cubana estaba dividida entre un ala conservadora, que incluye a viejos dirigentes del PSP, los partidarios del Che y Fidel y su equipo en una posición de oscilación centrista conciliadora. Dice que el Che salió de Cuba por carecer de medios para expresarse y que Fidel temió enfrentar a las masas para explicar el caso Che. Este mismo teórico del troskismo, el 31 de octubre de 1965, como reportero del Nuevo Mundo, un periódico italiano, escribe un articulo calificando a la Dirección Cubana de filosovietica y acusando a Fidel de no haber explicado políticamente al pueblo lo ocurrido con el Che. Dice que el comandante Guevara fue derrotado por el PSP y el equipo castrista; Critica al Che por no haber llevado a las masas la lucha por imponer su tesis y concluye que el Estado cubano, paralizado por su propia política no apoyo abiertamente a la revolución dominicana. Y sobre estoy me voy a referir mas extensamente un poco mas adelante.

En el numero de octubre de 1965, el periódico Batalla, de los troskistas españoles, declara que el misterio que rodea el caso del Che Guevara debe ser aclarado. Dice que amigos del Che suponen que la carta leida por Castro es falsa y se pregunta si la Dirección Cubana se oriente hacia una sumisión a la burocracia del Kremlin.

Por la misma fecha, aproximadamente, el órgano oficial troskista de Argentina publica un articulo en el que asegura que el Che esta muerto o preso en Cuba. Dice que “entro en conflicto con Fidel Castro por el funcionamiento de los sindicatos y la organización de las milicias”. Agrega que “el Che se oponía a la integración del CC con los favoritos de Castro, especialmente oficiales del ejercito, seguidores del ala derecha de Moscú.

Pero uno de los escritos más sucios, más groseros y más indecentes es el que escribió el dirigente del Buró Político Latinoamericano de la Cuarta Internacional en el periódico Lucha Operaria, de Italia. Sobre este articulo, largo por cierto, solo voy a leer tres párrafos.

Empieza diciendo: “Un aspecto de la agudización de la crisis mundial de la burocracia es la expulsión de Guevara. Guevara ha sido expulsado ahora, no desde hace ocho meses ha durado la discusión con Guevara y no han sido ocho meses que pasaron bebiendo café, han luchado duramente y quizás ha habido muertos, quizás se ha discutido a golpes de pistola. No podemos decir si han matado o no a Guevara, pero existe el derecho a suponer que lo hayan matado.

¿Por que Guevara no aparece? No lo han presentado en La Habana por temor a las consecuencias, a la reacción de la población, pero en definitiva al esconderlo producen el mismo efecto. La población dice: por que Guevara no sale, no aparece.

No hay ninguna acusación política, existen elogios políticos en relación con él. ¿Por que no han presentado a Guevara? ¿Por que no ha hablado? ¿Como es posible que uno de los fundadores del Estado obrero cubano, que hasta hace poco tiempo recorría el mundo en nombre del Estado obrero, imprevistamente diga: me he aburrido de la Revolución Cubana, voy a hacer la revolución en otra parte? Por otra parte, no dicen donde ha ido y no se presenta. Si no hay ninguna divergencia por qué no se presenta. Todo el pueblo cubano comprende que hay una lucha enorme y que esta luchando no se ha terminado
Guevara no estaba solo ni esta solo. Si toman estas medidas contra Guevara es porque hay una gran tendencia, muy grande, que esta de su parte. Y además de una tendencia muy grande, hay una enorme preocupación del pueblo.

Hace poco tiempo, el gobierno cubano publico un decreto bastante severo: es necesario restituir todas las armas al Estado. En aquel momento la cuestión era un poco confusa, ahora esta claro que fin tenia esta resolución: era contra la tendencia Guevara.Tienen miedo de un levantamiento.

Otro párrafo: “¿Por que han hecho callar a Guevara? La Cuarta Internacional debe llevar adelante una campaña publica en ese sentido, exigiendo la aparición de Guevara, el derecho de Guevara a defenderse y discutir, a hacer apelaciones a las masas, a no fiarse de las medidas tomadas por el gobierno cubano, porque son medidas burocráticas y quizás de asesinos. Han eliminado a Guevara por callar su lucha, han hecho callar a Guevara. No obstante que su posición no fuese consecuente desde el punto de vista revolucionario, porque tendía a la armonización de sus posiciones en le tendencia revolucionaria”.
Y mas adelante dice: “Esto demuestra, no la potencia de Guevara o de un grupo guevarista en Cuba, sino la madurez de las condiciones en el resto de los Estados obreros para que en breve tiempo estas posiciones fructifiquen. No se engañan a la burocracia con maniobras y medidas de este genero. La eliminación de Guevara significa para la burocracia la tentativa de liquidar una base de posible reagrupamiento de tendencia revolucionarias que continúan el desarrollo de la revolución mundial. Esta es la base de la liquidación de Guevara y no sólo por el peligro que representa a Cuba, sino porque incluye el resto de la revolución latinoamericano.
“Al lado de Cuba esta Guatemala, al lado de Cuba esta Guatemala con el programa de la revolución socialista y, no obstante su fuerza y los discursos de su líder máximo Fidel Castro, no ha podido impedir que el Movimiento “13 de Noviembre” se transforma en un movimiento revolucionario y que lucha directamente por el socialismo”.

No es absolutamente casual, ni mucho menos, que este señor, dirigente de la Cuarta Internacional, mencione aquí muy ufano el caso de Guatemala y del Movimiento “13 de Noviembre”, porque precisamente con relación a este Movimiento el imperialismo yanqui ha usado una de las tácticas más sutiles para liquidar un movimiento revolucionario, que fue filtrarle los agentes de la Cuarta Internacional que-por ignorancia, que ignorancia política del dirigente principal de este Movimiento-, lo hicieron adoptar nada menos que esa cosa desacreditada, esa cosa antihistorica, esa cosa fraudulenta que emana de elementos tan comprobadamente al servicio del imperialismo yanqui, como es el programa de la Cuarta Internacional.

¿Cómo ocurrió esto? Yong Sosa era, sin duda, un oficial patriótico; Yong Sosa encabeza el movimiento de un grupo de oficiales del eje rcito-en cuyo aplastamiento por cierto participaron los mercenarios que después invadieron Giron-, y a través de un señor que era comerciante, que se encargo de la parte política del movimiento, la Cuarta Internacional se las arreglo para que ese dirigente, ignorante de los problemas profundos de la política y la historia del pensamiento revolucionario le permitiera a ese agente del trotskismo-acerca del cual nosotros no tenemos la menor duda que es un agente del imperialismo- que se encargara de redactar un periódico en el cual se copiaba “de cabo a rabo” el programa de Cuarta Internacional.

Lo que la Cuarta Internacional cometió con eso fue un verdadero crimen contra el movimiento revolucionario, para aislarlo del resto del pueblo, para aislarlo de las masas, al contagiarlo con las insensateces, el descrédito y la cosa repugnante y nauseabunda que hoy es el campo de la política el troskismo.
Porque si en un tiempo el trostkismo represento una posición errónea, pero una posición dentro del campo de las ideas políticas, el trostkismo paso a convertirse en los años sucesivos en un vulgar instrumento del imperialismo y de la reacción.

De tal manera piensan estos señores que, por ejemplo, con relación a Vietnam del Sur, donde un amplio frente revolucionario ha unido a la inmensa mayoría de la población, a distintos sectores de la población, los ha unido estrechamente alrededor del movimiento de liberación en la lucha contra el imperialismo, para los trotskistas esos es absurdo, eso es contrarrevolucionario, Y estos señores llegan a la osadía, a la cosa insólita frente a los hechos y a las realidades de la historia y del movimiento revolucionario, a expresarse de esa forma.

Afortunadamente, en Guatemala el movimiento revolucionario se salva. Y se salva gracias a la clara visión de uno de los oficiales que junto con Sosa había iniciado el movimiento revolucionario y que comprendiendo aquella insensatez, aquella estupidez, se separa del Movimiento “13 de Noviembre” y con otros sectores progresista y revolucionarios organiza las Fuerzas Armadas Rebeldes de Guatemala. Y ese oficial joven que tuvo tan clara visión de la situación es quien ha representado al movimiento revolucionario de Guatemala en esta Conferencia, el Comandante Turcios.
El Comandante Turcios tiene en su haber el mérito no solo de haber sido uno de los abanderados de la lucha armada por la liberación de su pueblo oprimido, sino el mérito de haber salvado al movimiento revolucionario guatemalteco de una de las estratagemas más sutiles y más pérfidas del imperialismo yanqui y levantar las banderas revolucionarias de Guatemala, y de su movimiento antiimperialista, rescantandola de las manos sucias de estos mercenarios al servicio del imperialismo yanqui

Y tenemos la esperanza de que Yong Sosa, cuyas intenciones patrióticas al iniciar la lucha nadie duda, y cuya condición de hombre honrado nadie duda –a la vez que sí tenemos muy serias razones para dudar de su actitud como dirigente revolucionario de Guatemala, pero ya este vez bajo otra dirección bajo otra guía que si demostró, en momentos como esos, claridad de visión y actitud de dirigente revolucionario.

Esta posición de los trostkistas es la misma que adoptaron todos los periódicos y agencias publicitarias del imperialismo yanqui, la misma con relación al caso del compañero Ernesto Guevara; toda la prensa imperialista de Estados Unidos, sus agencias cablegráficas, la prensa de los contrarrevolucionarios cubanos, la prensa burguesa en todo el Continente y en el resto del mundo. Es decir, que esta campaña de calumnia y de intriga contra la Cuba Revolucionaria en relación al caso del compañero Guevara hizo coincidir de una manera exacta a todos los sectores reaccionarios imperialistas, burgueses, a todos los calumniadores y a todos los intrigantes contra la Revolución Cubana.

Porque es incuestionable que solo a la reacción y solo al imperialismo les puede interesar desacreditar a la Revolución Cubana, destruir la confianza de los movimientos revolucionarios en la Revolución cubana, destruir la confianza de los pueblos de América Latina en la Revolución Cubana, destruir su fe.
Y por eso, no ha vacilado en el empleo de las armas más sucias y más indecentes.

Ese mismo señor Guil, que de vez en cuando posa entre otros intelectuales norteamericanos en la revista Monthly Review, de Estados Unidos, tuvo la villanía de escribir el siguiente párrafo, que vale la pena analizar, con relación a la crisis de Santo Domingo: Dijo así”: Un punto culminante de esta crisis tiene que haber sido la Revolución Dominicana, donde el Estado obrero cubano quedo paralizado por su propia política, sin apoyar abiertamente a la Revolución, mientras en Cuba había una tremenda presión interior para una política de apoyo activo. Si la crisis era muy anterior a Santo Domingo, indudablemente Santo Domingo precipito la Revolución”.
Este señor tiene la villanía de acusar a la Revolución Cubana de no haber dado un apoyo activo a la Revolución Dominicana. Y mientras los imperialistas acusaban a Cuba; mientras los imperialistas trataban de pretextar su intervencion diciendo que elementos izquierdistas y comunistas, entrenados en Cuba, estaban allí al frente del levantamiento; mientras el imperialismo acusaba a Cuba y presentaba a la Revolución Dominicana no como un problema interno, sino como un problema externo, este señor acusa a la Revolución de no haber dado un apoyo activo.

¿Y que se entiende por apoyo activo? ¿Acaso se pretendía que Cuba, cuyas armas, cuyos recursos se sabe cuales son sus características, podía impedir y debía impedir el desembarco de las tropas norteamericanas en Santo Domingo? Tiene Cuba armas para defenderse a sí misma y en una correlación infinitamente inferior a los imperialistas, armas defensivas. Y son tan miserables estos señores, tan desvergonzados, que intentan responsabilizar a Cuba de no haber impedido... Porque ¿qué otra cosa quiere decir apoyo activo? Porque todo cuanto Cuba podía hacer dentro de aquellas circunstancias, todo cuanto Cuba podía hacer y debía hacer, lo hizo. Y pedirle a Cuba que impidiera el desembarco es como pedirle a Camboya, en el sudeste de Asia, que impida los bombardeos a Vietnam del Norte y que impida la ocupación por la infantería de Marina yanqui, de Vietnam del Sur.
Desgraciadamente, las fuerzas de Cuba son limitadas. Pero en la medida de esas fuerzas, y de la manera óptima posible, y de las maneras decidida, a la vez que más adecuada a las circunstancias, presta y prestará a la Revolución su máximo apoyo.

A aquellos que crean que este país teme a los imperialistas, a aquellos que crean –con espíritu de superioridad o con insolente delirio de superioridad sobre nadie- que este país teme a los imperialistas, bien les valdría haber vivido una hora aquí en este país, cuando la Crisis de Octubre y cuando por primera vez un pueblo pequeño como este se vio amenazado con una andanada masiva de cohetes nucleares sobre su territorio, la actitud que tuvo este pueblo y la actitud que tuvo el Gobierno Revolucionario.

Muchas tonterías y muchas boberías se escriben y, sobre todo, se escriben por los irresponsables, cuando ciertos documentos no pueden ser dados a la luz. Pero algún día la humanidad sabrá y algún día la humanidad conocerá todos los hechos. Será ese día, cuando los miserables vean que no hubo ningun compañero Guevara asesinado, cuando se conozca igualmente cual fue la posición de Cuba en aquellos día difíciles y cual fue la serenidad de este pueblo. Cuando se comprenda, no habrá nadie, por insolente que sea, por provocador que sea, que se atreve a poner en duda el sentimiento de solidaridad de este pueblo y el valor de este pueblo.

Valor que lo demuestra el hecho de su conducta. No obstante ser este un país que esta a noventa millas de la metrópoli imperialista, sobre cuyas cabezas en los venideros pesaran enormes peligros en la misma medida en que el movimiento revolucionario crezca. Movimiento revolucionario que crece sobre todo a partir del ejemplo de la Revolución Cubana; movimiento revolucionario que crece, que se agigante, por el ejemplo de Cuba, por las victorias de Cuba, por la posición de Cuba frente al enemigo.

Y hay que tener en cuenta que cuando este país desafía ese peligro, este no es un país que posea millones de hombres sobre las armas, este no es un país que posea armas termonucleares, porque aquí nuestros cohetes son morales; y el numero de millones no es lo infinito, el numero de hombres no es lo infinito, sino la dignidad y el decoro de este pueblo.

Y serán los años venideros los que hablen por nosotros, y serán los años venideros quienes se encarguen de aplastar a los calumniadores; no a esto, que son agentes conocidos de los imperialistas, sino a los confusos, a los intrigantes, a quienes se dejan intrigar y sirven de instrumento a las mentiras contra nuestra Revolución.

.

jueves, 29 de marzo de 2012

Cómo se guisan las calumnias antisoviéticas sobre la “represión estalinista”


Escrito por P. Krasnov

Para poder demostrar que el “rey está desnudo”, no se necesita ser un sastre profesional. Basta con tener ojos y no tener miedo de pensar, aunque sea un poquito. Después de ver cuantas veces se ha reescrito la historia, alardeando de alambicadas metodologías estadísticas, “capaces de demostrar” lo que se quiera, la gente ya no se cree nada. Por eso no pretendo cansar al lector con cálculos estadísticos, sino simplemente apelar al uso del sentido común.

Cuando se habla de la represión, que se produjo en la época de Stalin, la propaganda antisoviética asegura lo siguiente:

- Los fascistas aniquilaban a otros pueblos, los comunistas al suyo propio.

- 20 millones de muertos en la guerra con los alemanes. Otros veinte en la guerra contra su propio pueblo.

- 40, 50, 60 y hasta 120 (!) millones de personas que pasaron por los campos.

- Prácticamente todos los arrestados eran inocentes. Los condenaban por delitos como que una madre arrancase 5 espigas de trigo para sus hijos hambrientos, o que por llevarse del trabajo un ovillo de hilo, te caían 10 años.

- Casi todos los arrestados eran enviados a campos, donde trabajaban en la construcción de canales o en la repoblación forestal. La mayoría de los condenados murió.

Cuando se pregunta por qué el pueblo no se rebeló, si lo estaban aniquilando, la respuesta habitual es: “el pueblo no lo sabía”. El hecho de que el pueblo no sospechase el alcance de las represiones, es algo que pueden confirmar no solo toda la gente que vivió en aquellos años, sino numerosas fuentes escritas. En este sentido vale la pena señalar una serie de importantes cuestiones, para las que no hay no ya una explicación convincente, sino en general respuesta alguna...

¿De dónde sacan esa inverosímil cantidad de presos? 40 millones de prisioneros, equivale a la población que sumaban entonces Ucrania y Bielorrusia juntas, a toda la población de Francia, o a toda la población urbana de la URSS de aquellos años. El arresto y deportación de miles de ingushes y chechenos fue señalado por los historiadores como un acontecimiento impactante. Algo perfectamente comprensible. ¿Cómo es que el arresto y traslado de una cantidad de gente infinitamente mayor no cuenta con testigos?

Durante la famosa “evacuación hacia el este” en los años 41-42, 10 millones de personas fueron trasladadas a lo más profundo de la retaguardia, Los evacuados vivían en escuelas, campamentos. Donde fuese. Es algo que recuerdan nuestros mayores. ¿Cómo no notar el paso de 40, 50 ó 60 millones?

Casi todos los testigos de aquellos años señalan el traslado y el trabajo en la construcción de los prisioneros alemanes. Era imposible no verlos. El pueblo todavía recuerda por ejemplo que: “este camino lo construyeron los prisioneros alemanes”. En el territorio de la URSS hubo cerca de tres millones de prisioneros de guerra. Resulta imposible no advertir la presencia de una cantidad tan grande de personas. ¿Por qué no sucede lo mismo con un número supuestamente 10 ó 20 veces superior de “presos”? El solo hecho del traslado y trabajo en las obras de una cantidad tan increíble de personas debió haber conmocionado a la población de la URSS. Es algo que se ha ido transmitiendo de boca en boca, decenas de años después. ¿Existió algo de esto? NO.

¿Cómo transportar a zonas tan alejadas, con ausencia total de caminos, a esa enorme cantidad de gente?, ¿y qué medio de transponte, de entre los que disponían en aquellos años, debieron haber utilizado?

La construcción a gran escala de carreteras en Siberia y en el norte, comenzó mucho más tarde.

El traslado de enormes masas humanas de varios millones por la taiga y sin caminos es algo absolutamente irreal. No hay posibilidad alguna de abastecer de provisiones a tanta gente durante un camino de varios días.

¿Y dónde se ubicaba a los presos? Se supone que en barracones. Imagino que no se construirían rascacielos para presos. Sin embargo un barracón por muy grande que sea no puede albergar más gente que un bloque de cinco pisos. Por algo se construyen casas de varios pisos. Luego para recibir a 40 millones de presos, se supone que debieron construir 10 ciudades del tamaño que tenía entonces Moscú. Inevitablemente deberían quedar huellas de esos asentamientos gigantescos. ¿Dónde están? En ninguna parte.

Si desperdigamos una cantidad así se presos, por una enorme cantidad de pequeños campos, localizados en puntos de difícil acceso en zonas poco habitadas, el abastecimiento se convertiría en un problema irresoluble. Además, los gastos de transporte en condiciones de ausencia de caminos, serían inimaginables. De haberse situado cerca de las carreteras, junto a núcleos importantes de población, toda la población del país hubiera sabido de la enorme cantidad de presos.

Ciertamente, de haber estado en las afueras de las grandes ciudades, debería haber un gran número de construcciones singulares, que sería imposible que pasasen inadvertidas, o fuesen confundidas con cualquier otro tipo de edificación.

El famoso canal Belomor, lo construyeron 150 mil presos, El complejo hidroeléctrico de Kirov, 90 mil. Todo el país sabía que en esas obras estaban trabajando presos. Y esas cifras son insignificantes en comparación con las supuestas decenas de millones.

Decenas de millones de “presos-esclavos” debieron dejar tras de si construcciones ciclópeas. ¿Dónde están y como se llaman? Podríamos seguir haciendo preguntas que nunca tendrán respuesta.

¿Cómo abastecer de víveres a esa enorme cantidad de gente en zonas alejadas de difícil acceso? Incluso suponiendo que se alimentasen con las raciones que había en el Leningrado del bloqueo, eso representaría que harían falta mínimo 5 millones de kilos de pan al día- 5000 toneladas. Y eso si nos olvidamos de que los guardias también comen, beben, necesitan armas y uniformes.

Seguramente todos habrán visto fotografías del famoso “Camino de la Vida”: uno tras otro, en una hilera sin fin, vemos a camiones de 1’5 ó 3 toneladas. Eso era prácticamente el único medio de transporte de aquellos años, aparte del ferrocarril (considerar a los caballos medios de transporte, dado el volumen y peso de la carga, no tiene sentido).

La población del Leningrado bloqueado, era aproximadamente de 2 millones de personas. El camino sobre el lago Ladozhsky era de unos 60 Km. Pero el envío de mercancía, incluso en una distancia tan corta, se convirtió en un gran problema. Y no solamente por los bombardeos alemanes (los alemanes no consiguieron cortar el suministro ni un solo día). El problema estaba en la pequeña capacidad que ofrecía un camino comarcal como era el “Camino de la Vida”.

¿Cómo se imaginan los defensores de la hipótesis de las “represiones en masa” el abastecimiento de 10 ó 20 ciudades del tamaño de Leningrado, situadas a centenares o miles de kilómetros de distancia de las carreteras más cercanas?

¿Cómo se les hizo llegar las herramientas de trabajo y que medio de transporte, de entre los que había en aquel tiempo, se utilizó? Podemos no esperar respuestas. No las habrá.

¿Dónde se instalaba a los detenidos? Los detenidos rara vez comparten espacio con los que cumplen condena. Para eso existen centros de aislamiento especiales. Retener a los arrestados en edificios normales no se puede; se necesitan condiciones especiales, por consiguiente se debieron construir en cada ciudad, en gran cantidad, centros de aislamiento, cárceles, con capacidad para decenas de miles de detenidos cada una. Debieron ser construcciones de unas dimensiones gigantescas, pues incluso en la famosa “Butyrka” nunca hubo más de 7000 presos.

Incluso suponiendo que la población de la URSS sufría de una repentina ceguera y no se daba cuenta que se estaban construyendo cárceles gigantescas, una cárcel es algo difícil de esconder o de hacer pasar por otro tipo de construcción. ¿Qué fue de esas cárceles después de Stalin?

Tras el golpe de Pinochet hubo que meter a 30 mil detenidos en un campo de fútbol. Por cierto, eso fue algo que no pasó inadvertido para el mundo entero. ¿Cómo sería detener a millones?

A la pregunta: ¿Y dónde están las fosas comunes de los inocentes ejecutados, que se suponen millones? tampoco escucharán ninguna respuesta convincente.

Después de la propaganda antiestalinista de la Perestroika, lo lógico hubiera sido que hubiesen salido a la luz los lugares secretos de enterramientos masivos de millones de víctimas, donde poder levantar obeliscos y memoriales. Pero no hay ni huella de nada de eso.

Recordemos los enterramientos en Baby Yar famosos en el mundo entero. Toda Ucrania supo enseguida que allí se había producido un aniquilamiento masivo de civiles por parte de los fascistas. Según diferentes fuentes, acabaron con la vida de entre 70 y 200 mil personas.

Está claro que si no se pudo ocultar el fusilamiento y enterramiento de ese número de personas, mucho menos se lograría con cifras 50 ó 100 veces mayores.

Considero que los datos aportados y las reflexiones hechas son suficientes. Nunca nadie ha podido rebatirlas. Incluso si alguna de las situaciones anteriormente descritas, pudiese ser explicada de algún modo, traído “por los pelos”, no se podría explicar todo en conjunto. El cumplimiento simultáneo ya no de todas, sino de una parte siquiera de las condiciones de las que hemos hablado, es imposible por definición.

Unas cifras de tan colosal envergadura, no fueron elegidas por los falsificadores de modo casual. No sólo impactan, provocando fuertes emociones, sino que eliminan la posibilidad de crítica. Las víctimas de la manipulación, no están en estado de creer que se puede mentir ASÍ. Es algo que ya utilizó la propaganda nazi. Los sicólogos saben perfectamente, que para una persona media, todo lo que pase de 100 mil, se inscribe en la categoría de “muchísimo”.

Por eso, si nos dicen que murieron cien millones, es muy probable que lo creamos, puesto que en la vida cotidiana no operamos con grandes números.


Texto original de Pravda.info

miércoles, 28 de marzo de 2012

Ho Chi Minh y los trotskistas


Carta de Ho Chi Minh al Partido Comunista Indochino

Kwelin, 10 de mayo de 1939

Queridos camaradas:En el pasado, según mi opinión y la de un buen número de camaradas, el trotskismo nos ha parecido una cuestión de lucha entre las tendencias en el seno del Partido Comunista chino. Por eso casi no le prestábamos atención. Pero, poco antes del estallido de la guerra, más exactamente desde finales del año 1936, y sobre todo durante la guerra, la propaganda criminal de los trotskistas nos ha abierto los ojos. Después, nos pusimos a estudiar el problema. Y nuestro estudio nos ha llevado a las siguientes conclusiones:

1 - El problema del trotskismo no es una lucha entre las tendencias en el seno del Partido Comunista chino. Porque entre comunistas y trotskistas no hay ningún lazo, absolutamente ningún lazo. Se trata de un tema que concierne al pueblo entero: la lucha contra la patria.

2 - Los fascistas japoneses y extranjeros lo saben. Por eso buscan crear desacuerdos para engañar a la opinión y perjudicar el renombre de los comunistas, haciendo creer a la gente que comunistas y trotskistas son del mismo campo.

3 - Los trotskistas chinos (como los trotskistas de otros países) no representan un grupo, mucho menos a un partido político. No son más que una banda de malhechores, de perros de caza del fascismo japonés (y del fascismo internacional).

4 - En todos los países, los trotskistas se dieron buenos apelativos para enmascarar su sucia tarea de bandidos. Por ejemplo, en España, se llaman Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). ¿Sabían ustedes que son ellos los que constituyen los nidos de espías en Madrid, en Barcelona y en otros lugares, al servicio de Franco? Son ellos los que organizan la célebre «quinta columna», organismo de espionaje del ejército de los fascistas italianos y alemanes. En Japón, se llaman Liga Marx-Engels-Lenin (MEL). Los trotskistas japoneses atraen a los jóvenes a su liga, luego los denuncian a la policía. Buscan penetrar en el Partido Comunista japonés con el objetivo de destruirlo desde adentro. Según mi opinión, los trotskistas franceses, actualmente organizados en torno al grupo Revolución Proletaria (1) se fijaron como meta sabotear el Frente Popular. Sobre este tema, pienso que ustedes estarán mejor informados que yo. En nuestro país de China [se refiere a Indochina, N. del E.], los trotskistas se agrupan en formaciones tales como La Lutte, Guerra contra los japoneses, Cultura y Bandera roja.

5 - Los trotskistas no son solamente enemigos del comunismo, sino también enemigos de la democracia y el progreso. Son los traidores y los espías más infames.Quizás han leído las actas de acusación de los procesos en la Unión Soviética contra los trotskistas. Si no las han leído, les aconsejo que lo hagan y que se las hagan leer a sus amigos. Es una lectura muy útil. Les ayudará a ver el verdadero rostro repugnante del trotskismo y de los trotskistas. Aquí, me permito extraerles algunos pasajes concernientes directamente a la China. El verdadero rostro repugnante del trotskismo.

Frente al tribunal, el trotskista Rakovsky (2) confesó que en 1934, cuando estaba en Tokio (como representante de la Cruz Roja soviética) un alto personaje del gobierno japonés le había dicho: «Tenemos el derecho de esperar de los trotskistas un cambio de estrategia. No quiero entrar en detalles. Solamente quisiera decirle que esperamos de parte de los trotskistas, acciones que favorezcan nuestra intervención en los asuntos de China».Respondiendo a este japonés, Rakovsky decía: «Le escribiré a Trotsky respecto a esto». En diciembre de 1935, Trotsky le envió a sus partidarios en China, instrucciones en las que destacaba varias veces esta frase: «No crear obstáculos a la invasión japonesa a China».Y ¿cómo han actuado los trotskistas de China? Están apurados por saberlo, ¿no es cierto?Pero, amados camaradas, no podré responderles más que en mi próxima carta. ¿Ustedes no me recomendaron escribir cartas cortas? Espero verlos pronto.

Notas

(1) Revolución Proletaria: periódico que publicaba un grupo de sindicalistas revolucionarios franceses.

(2) Líder revolucionario en los Balcanes antes de la primera guerra mundial, primer ministro ucraniano desde 1919 hasta 1923, fue luego embajador soviético en París y uno de los fundadores de la Oposición de Izquierda. Expulsado del PCUS en 1927 continuó con su tarea hasta capitular en 1934.

lunes, 26 de marzo de 2012

Lenin sobre la libertad de prensa


La libertad de prensa es también una de las principales consignas de la democracia pura. Los obreros saben bien, y los socialistas de todos los países lo han reconocido muchas, pero muchas veces, que esta libertad es una mentira, mientras las mejores imprentas y los más importantes depósitos de papel se encuentren en manos de los capitalistas y mientras subsista la dominación del capital sobre la prensa, dominación que se afianza en el mundo entero de la manera más escandalosa, brutal y cínica, a medida que la democracia y el régimen republicano están mas desarrollados como por ejemplo en América...

Para conquistar la igualdad real y verdadera democracia para los trabajadores, para los obreros, y los campesinos, es necesario primeramente despojar al capital de la posibilidad de tomar a su servicio a los escritores, de comprar casas editoras y de corromper a los diarios y, para esto, es necesario acabar con el yugo del capital, derribar a los explotadores, aplastar su resistencia. Los capitalistas han llamado siempre libertad a la libertad de enriquecerse que gozan los ricos, a la libertad de morirse de hambre que tienen los obreros. Los capitalistas llaman libertad de prensa a la libertad de compra que tienen los ricos sobre la prensa, a la libertad de servirse de la riqueza para fabricar y falsificar lo que se llama la opinión pública. Los defensores de la democracia pura, son, en realidad, los defensores del sistema más vil, más corrompido, de manipuleo de los ricos sobre los medios de educación de las masas; engañan al pueblo, desviándolo –con frases estudiadas, bien redondeadas y completamente falsas- de la tarea histórica concreta: sustraer la prensa a la dominación del capital. La libertad y la igualdad verdaderas no aparecerán sino en el régimen que edifican los comunistas y en el cual no existirá ya la posibilidad objetiva de someter, directa ni indirectamente, la prensa al poder del dinero; en el cual será posible a cada trabajador (o a cada grupo de trabajadores, sea cual fuese su nombre), de tener y ejercer el derecho, igual para todos, de utilizar las imprentas públicas y el papel público.

(Lenin: Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado, presentados en el 1°congreso de la internacional comunista, el 4 de marzo de 1919)

domingo, 25 de marzo de 2012

Actitud del partido obrero hacia la religión


Escrito por : V.I. Lennin

El discurso del diputado Surkov en la Duma de Estado, durante el debate del presupuesto del Sínodo, y la discusión en nuestra minoría de la Duma, al examinar el proyecto de este discurso -- que publicamos a continuación --, han planteado un problema de extraordinaria importancia y actualidad precisamente en nuestros días. Es indudable que el interés por cuanto se relaciona con la religión abarca ahora a vastos círculos de la "sociedad" y ha penetrado en las filas de los intelectuales que están cerca del movimiento obrero y en ciertos medios obreros. La socialdemocracia tiene el deber ineludible de exponer su actitud hacia la religión.

La socialdemocracia basa toda su concepción del mundo en el socialismo científico, es decir, en el marxismo. La base filosófica del marxismo, como declararon repetidas veces Marx y Engels, es el materialismo dialéctico, que hizo suyas plenamente las tradiciones históricas del materialismo del siglo XVIII en Francia y de Feuerbach (primera mitad del siglo XIX) en Alemania, del materialismo incondicionalmente ateo y decididamente hostil a toda religión. Recordemos que todo el Anti-Dühring de Engels, que Marx leyó en manuscrito, acusa al materialista y ateo Dühring de inconsecuencia en su materialismo y de haber dejado escapatorias para la religión y la filosofía religiosa. Recordemos que en su obra sobre Ludwig Feuerbach, Engels le reprocha haber luchado contra la religión no para aniquilarla, sino para renovarla, para crear una religión nueva, "sublime", etc. La religión es el opio del pueblo[1]. Esta máxima de Marx constituye la piedra angular de toda la concepción marxista en la cuestión religiosa. El marxismo considera siempre que todas las religiones e iglesias modernas, todas y cada una de las organizaciones religiosas, son órganos de la reacción burguesa llamados a defender la explotación y a embrutecer a la clase obrera.

Sin embargo, Engels condenó al mismo tiempo más de una vez los intentos de quienes, con el deseo de ser "más izquierdistas" o "más revolucionarios" que la socialdemocracia, pretendían introducir en el programa del partido obrero el reconocimiento categórico del ateísmo como una declaración de guerra a la religión. Al referirse en 1874 al célebre manifiesto de los comuneros blanquistas emigrados en Londres, Engels calificaba de estupidez su vocinglera declaración de guerra a la religión, afirmando que semejante actitud era el medio mejor de avivar el interés por la religión y de dificultar la verdadera extinción de la misma. Engels acusaba a los blanquistas de ser incapaces de comprender que sólo la lucha de clase de las masas obreras, al atraer ampliamente a las vastas capas proletarias a una práctica social consciente y revolucionaria, será capaz de librar de verdad a las masas oprimidas del yugo de la religión, en tanto que declarar como misión política del partido obrero la guerra a la religión es una frase anarquista[2]. Y en 1877, al condenar sin piedad en el Anti-Dühring las más mínimas concesiones del filósofo Dühring al idealismo y a la religión, Engels condenaba con no menor energía la idea seudorrevolucionaria de aquél sobre la prohibición de la religión en la sociedad socialista. De clarar semejante guerra a la religión, decía Engels, significaria "ser más bismarckista que Bismarck", es decir, repetir la necedad de su lucha contra los clericales (la famosa "lucha por la cultura", Kulturkampf, o sea, la lucha sostenida por Bismarck en la década de 1870 contra el Partido Católico Alemán, el partido del "Centro", mediante persecuciones policíacas del catolicismo[3]. Lo único que consiguió Bismarck con esta lucha fue fortalecer el clericalismo militante de los católicos y perjudicar a la causa de la verdadera cultura, pues colocó en primer plano las divisiones religiosas en lugar de las divisiones políticas, distrayendo asi la atención de algunos sectores de la clase obrera y de la democracia de las tareas esenciales de la lucha de clase y revolucionaria para orientarlos hacia el anticlericalismo burgués más superficial y engañoso. Al acusar a Dühring, que pretendia aparecer como ultrarrevolucionario, de querer repetir en otra forma la misma necedad de Bismarck, Engels requería del partido obrero que supiese trabajar con paciencia para organizar e ilustrar al proletariado, para realizar una obra que conduce a la extinción de la religión, y no lanzarse a las aventuras de una guerra política contra la religión[4]. Este punto de vista arraigó en la socialdemocracia alemana, que se manifestó, por ejemplo, a favor de la libertad de acción de los jesuitas, a favor de su admisión en Alemania y de la abolición de todas las medidas de lucha policíaca contra una u otra religión. "Declarar la religión un asunto privado": este famoso punto del Programa de Erfurt[5] (1891) afianzó dicha táctica política de la socialdemocracia.

Esta táctica se ha convertido ya en una rutina, ha llegado a engendrar una nueva distorsión del marxismo en el sentido contrario, en el sentido oportunista. La tesis del Programa de Erfurt ha comenzado a ser interpretada en el sentido de que nosotros, los socialdemócratas, nuestro Partido, considera la religión un asunto privado; que para nosotros, como socialdemócratas, como Partido, la religión es un asunto privado. Sin polemizar directamente con este punto de vista oportunista, Engels estimó necesario en la década del go del siglo XIX combatirlo con energía no en forma polémica, sino de modo posirivo. O sea: Engels lo hizo mediante una declaración, en la que subrayaba adrede que la socialdemocracia considera la religión como un asunto privado con respecto al Estado, pero en modo alguno con respecto a sí misma, con respecto al marxismo, con respecto al partido obrero[6].

Tal es la historia externa de las manifestaciones de Marx y Engels acerca de la religión. Para quienes enfocan con negligencia el marxismo, para quienes no saben o no quieren meditar, esta historia es un cúmulo de contradicciones absurdas y de vaivenes del marxismo: una especie de mezcolanza de ateísmo "consecuente" y de "condescendencias" con la religión, vacilaciones "carentes de principios" entre la guerra r-r-revolucionaria contra Dios y la aspiración cobarde de "adaptarse" a los obreros creyentes, el temor a espantarlos, etc., etc. En las publicaciones de los charlatanes anarquistas puede encontrarse no pocos ataques de esta indole al marxismo.

Pero quienes scan capaces aunque sea en grado minimo, de enfocar con un mínimo de seriedad el marxismo, de profundizar en sus bases filosóficas y en la experiencia de la socialclemocracia internacional, verán con facilidad que la táctica del marxismo ante la religión es profundamente consecuente y que Marx y Engels la meditaron bien; verán que lo que los diletantes o ignorantes consideran vacilaciones es una conclusion directa e ineludible del materialismo dialéctico. Constituiría un craso error pensar que la aparente "moderación" del marxismo frente a la religión se explica por sedicientes razones "tácticas", por el deseo de "no espantar", etc. Al contrario: la línea política del marxismo está indisolublemente ligada a sus principios filosóficos también en esta cuestión.

El marxismo es materialismo. En calidad de tal, es tan implacable enemigo de la religión como el materialismo de los enciclopedistas del siglo XVIII[7] o el materialismo de Feuerbach. Esto es indudable. Pero el materialismo dialéctico de Marx y Engels va más lejos que los enciclopedistas y que Feuerbach al aplicar la filosofía materialista a la historia y a las ciencias sociales. Debemos luchar contra la religión. Esto es el abecé de todo materialismo y, por tanto, del marxismo. Pero el marxismo no es un materialismo que se detenga en el abecé. El marxismo va más allá. Afirma: hay que saber luchar contra la religión, y para ello es necesario explicar desde el punto de vista materialista los orígenes de la fe y de la religión entre las masas. La lucha contra la religión no puede limitarse ni reducirse a la prédica ideologica abstracta; hay que vincular esta lucha a la actividad práctica concreta del movimiento de clases, que tiende a eliminar las raíces sociales de la religión. ¿Por qué persiste la religión entre los sectores atrasados del proletariado urbano, entre las vastas capas semiproletarias y entre la masa campesina? Por la ignorancia del pueblo, responderán el progresista burgués, el radical o el materialista burgués. En consecuencia, ¡abajo la religión y viva el ateísmo!, la difusión de las concepciones ateístas es nuestra tarea principal. El marxista dice: No es cierto. Semejante opinión es una ficción cultural superficial, burguesa, limitada. Semejante opinión no es profunda y explica las raíces de la religión de un modo no materialista, sino idealista. En los países capitalistas contemporáneos, estas raíces son, principalmente, sociales. La raíz más profunda de la religión en nuestros tiempos es la opresión social de las masas trabajadoras, su aparente impotencia total frente a las fuerzas ciegas del capitalismo, que cada día, cada hora causa a los trabajadores sufrimientos y martirios mil veces más horrorosos y salvajes que cualquier acontecimiento extraordinario, como las guerras, los terremotos, etc. "El miedo creó a los dioses". El miedo a la fuerza ciega del capital -- ciega porque no puede ser prevista por las masas del pueblo --, que a cada paso amenaza con aportar y aporta al proletario o al pequeño propietario la perdición, la ruina "inesperada", "repentina", "casual", convirtiéndolo en mendigo, en indigente, arrojándole a la prostitución, acarreándole la muerte por hambre: he ahí la raíz de la religión contemporánea que el materialista debe tener en cuenta antes que nada, y más que nada, si no quiere quedarse en aprendiz de materialista. Ningún folleto educativo será capaz de desarraigar la religión entre las masas aplastadas por los trabajos forzados del régimen capitalista y que dependen de las fuerzas ciegas y destructivas del capitalismo, mientras dichas masas no aprendan a luchar unidas y organizadas, de modo sistemático y consciente, contra esa raíz de la religión, contra el dominio del capital en todas sus formas.

¿Debe deducirse de esto que el folleto educativo antirreligioso es nocivo o superfluo? No. De esto se deduce otra cosa muy distinta. Se deduce que la propaganda atea de la social-democracia debe estar subordinada a su tarea fundamental: el desarrollo de la lucha de clases de las masas explotadas contra los explotadores.

Quien no haya reflexionado sobre los principios del materialismo dialéctico, es decir, de la filosofía de Marx y Engels, quizá no comprenda (o, por lo menos, no comprenda en seguida) esta tesis. Se preguntará: ¿Como es posible subordinar la propaganda ideológica, la prédica de ciertas ideas, la lucha contra un enemigo de la cultura y del progreso que persiste desde hace miles de años (es decir, contra la religión) a la lucha de clases, es decir, a la lucha por objetivos prácticos determinados en el terreno económico y político?

Esta objeción figura entre las que se hacen corrientemente al marxismo y que testimonian la incomprensión más completa de la dialéctica de Marx. La contradicción que sume en la perplejidad a quienes objetan de este modo es una contradicción real de la vida misma, es decir, una contradicción dialéctica y no verbal ni inventada. Separar con una barrera absoluta, infranqueable, la propaganda teórica del ateísmo -- es decir, la destrucción de las creencias religiosas entre ciertos sectores del proletariado -- y el éxito, la marcha, las condiciones de la lucha de clase de estos sectores significa discurrir de modo no dialéctico, convertir en barrera absoluta lo que es sólo una barrera móvil y relativa; significa desligar por medio de la violencia lo que está indisolublemente ligado en la vida real. Tomemos un ejemplo. El proletariado de determinada región y de determinada rama industrial se divide, supongamos, en un sector avanzado de socialdemócratas bastante conscientes -- que, naturalmente, son ateos -- y en otro de obreros bastante atrasados, vinculados todavía al campo y a los campesinos, que creen en Dios, van a la iglesia e incluso se encuentran bajo la influencia directa del cura local, quien, admitámoslo, crea una organización obrera cristiana. Supongamos, además, que la lucha económica en dicha localidad haya llevado a la huelga. El marxista tiene el deber de colocar en primer plano el éxito del movimiento huelguístico, de oponerse resueltamente a la división de los obreros en esa lucha en ateos y cristianos y de combatir esa división. En tales condiciones, la prédica ateísta puede resultar superflua y nociva, no desde el punto de vista de las consideraciones filisteas de que no se debe espantar a los sectores atrasados o perder un acta en las elecciones, etc., sino desde el punto de vista del progreso efectivo de la lucha de clases, que, en las circunstancias de la sociedad capitalista moderna, llevará a los obreros cristianos a la socialdemocracia y al ateísmo cien veces mejor que la mera propaganda atea. En tal momento y en semejante situación, el predicador del ateísmo sólo favorecería al cura y a los curas, quienes no desean sino sustituir la división de los obreros según su intervención en el movimiento huelguístico por la división en creyentes y ateos. El anarquista, al predicar la guerra contra Dios a toda costa, ayudaría, de hecho, a los curas y a la burguesía (de la misma manera que los anarquistas ayudan siempre, de hecho, a la burguesía). El marxista debe ser materialista, o sea, enemigo de la religión; pero debe ser un materialista dialéctico, es decir, debe plantear la lucha contra la religión no en el terreno abstracto, puramente teórico, de prédica siempre igual, sino de modo concreto, sobre la base de la lucha de clases que se libra de hecho y que educa a las masas más que nada y mejor que nada. El marxista debe saber tener en cuenta toda la situación concreta, cncontrando siempre el límite entre el anarquismo y el oportunismo (este límite es relativo, móvil, variable, pero existe), y no caer en el "revolucionarismo" abstracto, verbal, y, en realidad, vacuo del anarquista, ni en el filisteísmo y el oportunismo del pequeño burgués o del intelectual liberal, que teme la lucha contra la religión, olvida esta tarea suya, se resigna con la fe en Dios y no se orienta por los intereses de la lucha de clases, sino por el mezquino y mísero cálculo de no ofender, no rechazar ni asustar, ateniéndose a la máxima ultrasabia de "vive y deja vivir a los demás", etc., etc.

Desde este punto de vista hay que resolver todas las cuestiones parciales relativas a la actitud de la socialdemocracia ante la religión. Por ejemplo, se pregunta con frecuencia si un sacerdote puede ser miembro del Partido Socialdemócrata y, como regla general, se responde de modo afirmativo incondicional, invocando la experiencia de los partidos socialdemócratas europeos. Pero esta experiencia no es fruto únicamente de la aplicación de la doctrina marxista al movimiento obrero, sino también de las condiciones históricas especiales de Occidente, que no existen en Rusia (más adelante hablaremos de ellas); de modo que la respuesta afirmativa incondicional es, en este caso, errónea. No se puede declarar de una vez para siempre y para todas las situaciones que los sacerdotes no pueden ser miembros del Partido Socialdemócrata, pero tampoco se puede establecer de una vez para siempre la regla contraria. Si un sacerdote viene hacia nosotros para realizar una labor política conjunta y cumple con probidad el trabajo de partido, sin combatir el programa de éste, podemos admitirlo en las filas socialdemócratas: en tales condiciones, la contradicción entre el espíritu y los principios de nuestro programa, por un lado, y las convicciones religiosas del sacerdote, por otro, podría seguir siendo una contradicción personal suya, que sólo a él afectase, ya que una organización política no puede examinar a sus militantes para saber si no existe contradicción entre sus conceptos y el Programa del Partido. Pero, claro está, caso semejante podría ser una rara excepción incluso en Europa, mas en Rusia es ya muy poco probable. Y si, por ejemplo, un sacerdote ingresase en el Partido Socialdemócrata y empezase a realizar en él, como labor principal y casi única, la prédica activa de las concepciones religiosas, el Partido, sin duda, tendría que expulsarlo de sus filas. Debemos no sólo admitir, sino atraer sin falta al Partido Socialdemócrata a todos los obreros que conservan la fe en Dios; nos oponemos categóricamente a que se infiera la más mínima ofensa a sus creencias religiosas, pero los atraemos para educarlos en el espíritu de nuestro programa y no para que luchen activamente contra él. Admitimos dentro del Partido la libertad de opiniones, pero hasta ciertos límites, determinados por la libertad de agrupación: no estamos obligados a marchar hombro con hombro con los predicadores activos de opiniones que rechaza la mayoría del Partido.

Otro ejemplo. ¿Se puede condenar por igual, en todas las circunstancias, a los militantes del Partido Socialdemócrata por declarar "El socialismo es mi religión" y por predicar opiniones en consonancia con semejante declaración? No. La desviación del marxismo (y, por consiguiente, del socialismo) es en este caso indudable; pero la importancia de esta desviación, su peso específico, por así decirlo, pueden ser diferentes en diferentes circunstancias. Una cosa es cuando el agitador, o la persona que interviene ante las masas obreras, habla así para que le comprendan mejor, para empezar su exposición o presentar con mayor claridad sus conceptos en los términos más usuales entre una masa poco culta. Pero otra cosa es cuando un escritor comienza a predicar la "construcción de Dios"[8] o el socialismo de los constructores de Dios (en espíritu, por ejemplo, de nuestros Lunacharski y Cía.). En la misma medida en que, en el primer caso, la condenación sería injusta e incluso una limitación inadecuada de la libertad del agitador, de la libertad de influencia "pedagógica", en el segundo caso, la condenación por parte del Partido es indispensable y obligada. Para unos, la tesis de que "el socialismo es una religión" es una forma de pasar de la religión al socialismo; para otros, del socialismo a la reiigión.

Analicemos ahora las condiciones que han engendrado en Occidente la interpretación oportunista de la tesis "Declarar la religión un asunto privado". En ello han influido, naturalmente, las causas comunes que engendran el oportunismo en general como sacrificio de los intereses fundamentales del movimiento obrero en aras de las ventajas momentáneas. El Partido del proletariado exige del Estado que declare la religión un asunto privado; pero no considera, ni mucho menos, "asunto privado" la lucha contra el opio del pueblo, la lucha contra las supersticiones religiosas, etc. ¡Los oportunistas tergiversan la cuestión como si el Partido Socialdemócrata considerase la religión un asunto privado!

Pero, además de la habitual deformación oportunista (no explicada en absoluto durante los debates que sostuvo nuestra minoría de la Duma al analizarse la intervención sobre la religión), existen condiciones históricas especiales que han suscitado, si se me permite la expresión, la excesiva indiferencia actual de los socialdemócratas europeos ante la cuestión religiosa. Son condiciones de dos géneros. Primero, la tarea de la lucha contra la religión es históricamente una tarea de la burguesía revolucionaria, y la democracia burgue sa de Occidente, en la época de sus revoluciones o de sus ataques al feudalismo y al espíritu medieval, la cumplió (o cumplía) en grado considerable. Tanto en Francia como en Alemania existe la tradición de la guerra burguesa contra la religión, guerra iniciada mucho antes de aparecer el socialismo (los enciclopedistas, Feuerbach). En Rusia, de acuerdo con las condiciones de nuestra revolución democráticoburguesa, también esta tarea recae casi por entero sobre los hombros de la clase obrera. En nuestro país, la democracia pequeñoburguesa (populista) no ha hecho mucho al respecto (como creen los kadetes centurionegristas de nuevo cuño o los centurionegristas kadetes de Veji [9]), sino demasiado poco en comparación con Europa.

Por otra parte, la tradición de la guerra burguesa contra la religión creó en Europa una deformación específicamente burguesa de esta guerra por parte del anarquismo, el cual, como han explicado hace ya mucho y reiteradas veces los marxistas, se sitúa en el terreno de la concepción burguesa del mundo, a pesar de toda la "furia" de sus ataques a la burguesía. Los anarquistas y los blanquistas en los países latinos, Most (que, dicho sea de paso, fue discípulo de Dühring) y Cía. en Alemania y los anarquistas de la década del 80 en Austria llevaron hasta el nec plus ultra la frase revolucionaria en su lucha contra la religión. No es de extrañar que, ahora, los socialdemócratas europeos caigan en el extremo opuesto de los anarquistas. Esto es comprensible y, en cierto modo, legítimo; pero nosotros, los socialdemócratas rusos, no pode mos olvidar las condiciones históricas especiales de Occidente.

Segundo, en Occidente, después de haber terminado las revoluciones burguesas nacionales, después de haber sido implantada la libertad de conciencia más o menos completa, la cuestión de la lucha democrática contra la religión quedó tan relegada históricamente a segundo plano por la lucha de la democracia burguesa contra el socialismo, que los gobiernos burgueses intentaron conscientemente desviar la atención de las masas del socialismo, organizando "cruzadas" quasi-liberales contra el clericalismo. Este carácter tenían también el Kulturkampf en Alemania y la lucha de los republicanos burgueses de Francia contra el clericalismo. El anticlericalismo burgués, como medio de desviar la atención de las masas obreras del socialismo, precedió en Occidente a la difusión entre los socialdemócratas de su actual "indiferencia" ante la lucha contra la religión. Y también esto es comprensible y legítimo, pues los socialdemócratas debían oponer al anticlericalismo burgués y bismarckiano precisamente la subordinación de la lucha contra la religión a la lucha por el socialismo.

En Rusia, las condiciones son completamente distintas. El proletariado es el dirigente de nuestra revolución democráticoburguesa. Su partido debe ser el dirigente ideológico en la lucha contra todo lo medieval, incluidos la vieja religión oficial y todos los intentos de renovarla o fundamentarla de nuevo o sobre una base distinta, etc. Por eso, si Engels corregía con relativa suavidad el oportunismo de los socialdemócratas alemanes -- que habían sustituido la reivindicación del partido obrero de que el Estado declarase la religión un asunto privado, declarando ellos mismos la religión como asunto privado para los propios socialdemócratas y para el Partido Socialdemócrata --, es lógico que la aceptación de esta tergiversación alemana por los oportunistas rusos merecería una condenación cien veces más dura por parte de Engels.

Al declarar desde la tribuna de la Duma que la religión es el opio del pueblo, nuestra minoría procedió de modo completamente justo, sentando con ello un precedente que deberá servir de base para todas las manifestaciones de los socialdemócratas rusos acerca de la religión. ¿Debería haberse ido más lejos, desarrollando con mayor detalle las conclusiones ateas? Creemos que no. Eso podría haber acarreado la amenaza de que el partido político del proletariado hiperbolizase la lucha antirreligiosa; eso podría haber conducido a borrar la línea divisoria entre la lucha burguesa y la lucha socialista contra la religión. La primera tarea que debía cumplir la minoría socialdemócrata en la Duma centurionegrista fue cumplida con honor.

La segunda tarea, y quizá la principal para los socialdemócratas -- explicar el papel de clase que desempeñan la Iglesia y el clero al apoyar al gobierno centurionegrista y a la burguesía en su lucha contra la clase obrera --, fue cumplida también con honor. Es claro que sobre este tema podría decirse mucho más, y las intervenciones posteriores de los socialdemócratas sabrán completar el discurso del camarada Surkov; sin embargo, su discurso fue magnífico y su difusión por todas nuestras organizaciones es un deber directo del Partido.

La tercera tarea consistía en explicar con toda minuciosidad el sentido justo de la tesis que con tanta frecuencia deforman los oportunistas alemanes: "declarar la religión un asunto privado". Por desgracia, el camarada Surkov no lo hizo. Esto es tanto más de lamentar por cuanto, en la actividad anterior de la minoría, el camarada Beloúsov cometió un error en esta cuestión, que fue señalado oportunamente en Proletari. Los debates en la minoría demuestran que la discusión en torno al ateísmo le impidió ver el problema de cómo exponer correctamente la famosa reivindicación de declarar la religión un asunto privado. No acusaremos sólo al camarada Surkov de este error de toda la minoría. Más aún: reconocemos francamente que la culpa corresponde a todo el Partido por no haber explicado en grado suficiente esta cuestión, por no haber inculcado suficientemente en la conciencia de los socialdemócratas el significado de la observación de Engels a los oportunistas alemanes. Los debates en la minoría demuestran que eso fue, precisamente, una comprensión confusa de la cuestión y no falta de deseos de atenerse a la doctrina de Marx, por lo que estamos seguros de que este error será subsanado en las intervenciones subsiguientes de la minoría.

En resumidas cuentas, repetimos que el discurso del camarada Surkov es magnífico y debe ser difundido por todas las organizaciones. Al discutir el contenido de este discurso, la minoría ha demostrado que cumple a conciencia con su deber socialdemócrata. Nos resta desear que en la prensa del Partido aparezcan con mayor frecuencia informaciones acerca de los debates en el seno de la minoría, a fin de aproximar ésta al Partido, de darle a conocer la intensa labor que efectúa la minoría y de establecer la unidad ideológica en la actuación de uno y otra.



NOTAS


[1] Véase C. Marx, "Introducción a La crítica de la filosofía de derecho de Hegel ". (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. I.)
[2] Véase F. Engels, "La literatura de emigrado". (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XVIII.)
[3] Se alude a Kulturkampf ("Lucha por la cultura") que era como llamaban los burgueses liberales al conjunto de medidas legales adoptadas en la década del 70 del siglo XIX, por el gobierno de Bismarck bajo el rótulo de la lucha por una cultura laica y con miras a oponerse a la iglesia católica y al partido del "Centro", los que brindaban apoyo a las tendencias separatistas de los terratenientes y la burguesía de los Estados pequeños y medianos de Suroeste de Alemania. La política de Bismarck también apuntaba a desviar de la lucha de clases a una parte de la clase obrera mediante la incitación al fanatismo religioso. En la década del 80, a fin de amalgamar a las fuerzas reaccionarias, Bismarck derogó gran parte de estas medidas.
[4] Véase F. Engels, Anti-Duhring, parte tercera, V. El Estado, la familia y la educación.
[5] El Programa de Erfurt, de la socialdemocracia alemana, fue aprobado en octubre de 1891 en el congreso de Erfurt para sustituir el Programa de Gotha de 1875, y significó un paso adelante con respecto a este último porque en el se rechazaba las exigencias lassalleanas. Sin embargo, también contenia graves errores; no trataba de la teoría de dictadura del proletariado, de las exigencias de derrocar la monarquía y fundar república democrática. En junio de 1891, Engels criticó el proyecto de este programa. (C. Marx y F. Engels, "La critica del proyecto del programa del Partido Socialdemocrático de 1891", Obras Completas, t. XXII.)
[6] Se alude a la "Introducción" de F. Engels al folleto de C. Marx La guerra civil en Francia, 3a edición alemana.
[7] Enciclopedistas: grupo de ideologo-civilizadores franceses del siglo XVIII, que se unieron para publicar la Encyclopédie ou dictionnaire reissonné des sciences, des arts et des métiers (1751-1780) y por eso se denominan así. Su organizador y editor en jefe fue Denis Diderot. Los enciclopedistas estaban categóricamente en contra de la iglesia católica, la escolástica y el privilegio del sistema feudal, y desempeñaron un papel nada insignificante en la preparación ideológica de la revolución burguesa en la Francia de fines del siglo XVIII.
[8] Construcción de Dios: corriente religioso-filosófica hostil al marxismo, aparecida en el período de la reacción stolipiniana entre una parte de los intelectuales del Partido, que se desviaron del marxismo después de la derrota de la revolución de 1905-1907. Los constructores de Dios (Lunacharski, Bazárov y otros) predicaban la creación de una religión nueva, "socialista", trataban de reconciliar el marxismo con la religión. En un tiempo, M. Gorki se adhirió a ellos. La reunión de la redacción ampliada de Proletari condenó dicha corriente y en una resolución especial declaró que la fracción bolchevique no tenía nada de común "con semejante tergiversación del socialismo científico".
[9] Veji ("Jalones"): recopilacion de los kadetes; apareció en Moscú en la primavera de 1909 con artículos de N. Berdiáev, S. Bulgákov, P. Struve, M. Guerchenzon y otros representantes de la burguesía liberal contrarrevolucionaria. En los artículos sobre los intelectuales rusos, los "vejistas" trataban de difamar las tradiciones democrático-revolucionarias de Rusia, denigraban el movimiento revolucionario de 1905 y daban las gracias al gobierno zarista por haber salvado a la burguesía "con sus bayonetas y cárceles". La recopilacion exhortaba a los intelectuales a ponerse al servicio de la autocracia. Lenin comparaba el programa de Veji tanto en filosofía como en ensayos con el de Moskovskie Viédomosti, periódico centurionegrista, llamaba la recopilación "enciclopedia de la apostasia liberal ", que "es un continuo torrente de lodo reaccionario, vertido sobre la democracia."


martes, 20 de marzo de 2012

SOBRE EL PELIGRO DE DERECHA EN EL PARTIDO


Por: J. V. Stalin,

Discurso en el Pleno del Comité de Moscú

y de la Comisión de Control de Moscú

del P.C.(b) de la U.R.S.S.

19 de octubre de 1928


Creo, camaradas, que es necesario, ante todo, dejar a un lado las pequeñeces, las cuestiones personales, etc., para resolver el problema que nos interesa, que es el de la desviación de derecha.

¿Existe en nuestro Partido un peligro de derecha, un peligro oportunista? ¿Existen condiciones objetivas favorables para este peligro? ¿Cómo se debe luchar contra él?

Esas son las cuestiones que hoy se nos plantean.

Pero no resolveremos el problema de la desviación de derecha si no dejamos a un lado todas las pequeñeces y todos los elementos extraños que lo envuelven y nos impiden comprender su esencia.

No tiene razón Zapolski cuando cree que el problema de la desviación de derecha es un problema accidental. Zapolski afirma que el problema todo no es una desviación de derecha, sino chismes, intrigas personales, etc. Admitamos por un instante que aquí, como en toda lucha, desempeñen cierto papel los chismes y las intrigas personales. Pero explicarlo todo como efecto de chismes y no ver detrás de éstos el fondo del problema, es apartarse del camino acertado, del camino marxista.

No es posible que una organización tan grande, tan vieja, tan unida como lo es, sin duda, la organización de Moscú, pueda verse sacudida de arriba abajo y puesta en movimiento por unos cuantos chismosos o intrigantes. No, camaradas, tales milagros no suelen darse bajo la capa del cielo. Y no hablo ya de que no se puede apreciar tan a la ligera la fuerza y el poder de la organización de Moscú. Es evidente que aquí han actuado causas más profundas, que no tienen nada que ver ni con los chismes ni con las intrigas.

Tampoco tiene razón Fruntov, quien, aun reconociendo la existencia del peligro de derecha, no lo considera digno de que se ocupen a fondo de él gentes sensatas y serias.

Según él, el problema de la desviación de derecha es un asunto propio de charlatanes y no de gente seria. Comprendo perfectamente a Fruntov, pues está tan absorbido por el trabajo práctico cotidiano, que no tiene tiempo de pararse a pensar en las perspectivas de nuestro desarrollo. Pero esto no quiere decir que debamos erigir en dogma de nuestro trabajo de edificación el practicismo estrecho de algunos militantes del Partido. El practicismo sano es buena cosa, pero si pierde de vista las perspectivas del trabajo y no supedita su labor a la línea fundamental del Partido, se convierte en un estorbo. Y sin embargo, no es difícil comprender que el problema de la desviación derechista es el problema de la línea fundamental de nuestro Partido, el problema de saber si es acertada o errónea la perspectiva de desarrollo trazada por nuestro Partido en su XV Congreso.

Tampoco tienen razón los camaradas que, al enjuiciar el problema de la desviación de derecha, lo centran todo en la cuestión de las personas que la encarnan. Señaladnos, dicen estos camaradas, a los derechistas o a los conciliadores, decidnos quiénes son, para que podamos ajustarles las cuentas. Este planteamiento del problema es equivocado. Naturalmente, las personas desempeñan cierto papel. Pero de lo que se trata aquí no es de las personas, sino de las condiciones, de la situación que engendra el peligro de derecha en el Partido. Se puede apartar a las personas, pero esto no quiere decir que, con ello, hayamos arrancado las raíces del peligro derechista en nuestro Partido. Por eso, la cuestión de las personas no resuelve el problema, aunque tiene un interés indudable.

No puede por menos de recordarse, a propósito de esto, un episodio ocurrido en Odesa hacia fines de 1919 y comienzos de 1920, cuando nuestras tropas, después de arrojar a los denikinistas de Ucrania, estaban aniquilando a los últimos restos de las tropas de Denikin en la zona de Odesa. Una parte de los combatientes del Ejército Rojo se dedicaron a buscar en Odesa furiosamente a la Entente, convencidos de que, si daban con ella, se acabaría la guerra. (H i I a r i d a d g e n e r a l.) Cabe suponer que los

combatientes del Ejército Rojo podrían haber cazado en Odesa a algún representante de la Entente, pero con ello no se habría resuelto, claro está, el problema de la Entente, ya que las raíces de ésta no estaban en Odesa, aunque esa zona fuese el último territorio ocupado por las tropas de Denikin, sino en el capitalismo mundial.

Lo mismo puede decirse de algunos de nuestros camaradas, que centran el problema de la desviación de derecha en las personas que encarnan esta desviación y olvidan las condiciones que la engendran.

Por eso, lo primero que tenemos que esclarecer aquí son las condiciones que han originado la desviación de derecha, así como la desviación de "izquierda" (trotskista) respecto de la línea leninista.

La desviación derechista en el comunismo, bajo las condiciones del capitalismo, es la tendencia, la propensión de una parte de los comunistas -- sin forma definida aún, verdad es, y quizá inconsciente, pero propensión, a pesar de todo -- a apartarse de la línea revolucionaria del marxismo, inclinándose hacia la socialdemocracia. Cuando ciertos círculos comunistas niegan la oportunidad de la consigna de "clase contra clase" en la lucha electoral (en Francia) o se manifiestan contrarios a que el Partido Comunista presente una candidatura independiente (en Inglaterra) o no quiere agudizar el problema de la lucha contra la socialdemocracia de "izquierda" (en Alemania), etc., etc., eso significa que dentro de los Partidos Comunistas hay gente que pugna por adaptar el comunismo a la socialdemocracia.

El triunfo de la desviación de derecha en los Partidos Comunistas de los países capitalistas supondría la derrota ideológica de los Partidos Comunistas y un fortalecimiento enorme de la socialdemocracia. ¿Y qué es un fortalecimiento enorme de la socialdemocracia? Es reforzar y robustecer el capitalismo, pues la socialdemocracia es el sostén fundamental del capitalismo dentro de la clase obrera.

Por tanto, el triunfo de la desviación de derecha en los Partidos Comunistas de los países capitalistas conduce al desarrollo de las condiciones necesarias para el mantenimiento del capitalismo.

La desviación de derecha en el comunismo, bajo las condiciones de desarrollo soviético, cuando el capitalismo ha sido ya derrocado, pero cuando todavía no han sido extirpadas sus raíces, significa la tendencia, la propensión de una parte de los comunistas -- sin forma definida aún, verdad es, y quizá inconsciente, pero propensión, a pesar de todo -- a apartarse de la línea general de nuestro Partido, inclinándose hacia la ideologíaburguesa. Cuando algunos círculos de nuestros comunistas intentan hacer que nuestro Partido se aparte, marchando hacia atrás, de los acuerdos del XV Congreso y niegan la necesidad de la ofensiva contra los elementos capitalistas del campo; o exigen que se reduzca nuestra industria, por entender que el rápido ritmo de su desarrollo actual es ruinoso para nuestro país; o niegan la conveniencia de las asignaciones para la organización de koljoses y sovjoses, por creer que esto es dinero tirado a la calle; o niegan la conveniencia de la lucha contra el burocratismo sobre la base de la autocrítica, por entender que la autocrítica quebranta nuestro aparato; o exigen que se suavice el monopolio del comercio exterior, etc., etc., eso quiere decir que en las filas de nuestro Partido hay gente que -- quizá sin que ella misma se dé cuenta -- intenta adaptar nuestra edificación socialista a los gustos y a las necesidades de la burguesía "soviética".

El triunfo de la desviación de derecha en nuestro Partido supondría un fortalecimiento enorme de los elementos capitalistas en nuestro país. ¿Y qué significa fortalecer los elementos capitalistas en nuestro país? Significa debilitar la dictadura del proletariado y acrecer las posibilidades de restauración del capitalismo.

Por tanto, el triunfo de la desviación de derecha en nuestro Partido significaría el desarrollo de las condiciones necesarias para la restauración del capitalismo en nuestro país.

¿Existen en nuestro país, en el País Soviético, condiciones que hagan posible la restauración del capitalismo? Sí, existen. Tal vez eso parezca extraño, pero es un hecho, camaradas. Hemos derrocado el capitalismo, hemos implantado la dictadura del proletariado y desarrollamos a ritmo acelerado nuestra industria socialista, ligando a ella la economía campesina. Pero aún no hemos extirpado las raíces del capitalismo. ¿Dónde anidan esas raíces? Anidan en la producción mercantil, en la pequeña producción de la ciudad y, sobre todo, del campo.

La fuerza del capitalismo reside, como dice Lenin, "en la fuerza de la pequeña producción. Porque, desgraciadamente, queda todavía en el mundo mucha, muchísima pequeña producción, y la pequeña producción engendra capitalismo y burguesía constantemente, cada día, cada hora, espontáneamente y en masa" (v. t. XXV, pág. 173).

Es evidente que como la pequeña producción tiene en nuestro país un carácter masivo y hasta predominante, y como engendra capitalismo y burguesía constantemente y en masa, sobre todo bajo las condiciones de la Nep, se dan en nuestro país condiciones que hacen posible la restauración del capitalismo.

¿Existen en nuestro país, en el País Soviético, los medios y las fuerzas necesarios para destruir, para eliminar la posibilidad de restauración del capitalismo? Sí, existen. Por eso, precisamente, es acertada la tesis de Lenin sobre la posibilidad de edificar en la U.R.S.S.

la sociedad socialista completa. Para ello es necesario consolidar la dictadura del proletariado, fortalecer la alianza de la clase obrera y los campesinos, desarrollar nuestras posiciones dominantes desde el punto de vista de la industrialización del país, imprimir un ritmo rápido al desarrollo de la industria, electrificar el país, dar a toda nuestra economía nacional una nueva base técnica, organizar la cooperación en masa de los campesinos y elevar el rendimiento de sus haciendas, agrupar gradualmente las haciendas campesinas individuales en haciendas sociales y colectivas, desarrollar los sovjoses, limitar y vencer a los elementos capitalistas de la ciudad y del campo, etc., etc. He aquí lo que dice Lenin a propósito de esto:

"Mientras vivamos en un país de pequeñas haciendas campesinas, el capitalismo tendrá en Rusia una

base económica más sólida que el comunismo. Es necesario recordarlo. Todo el que observa atentamente la vida del campo, comparándola con la vida de la ciudad, sabe que no hemos extirpado las raíces del capitalismo, ni hemos eliminado el fundamento, la base del enemigo interior. Este se apoya en la pequeña hacienda, y para quebrantarlo no hay más que un medio: dar a la economía del país, comprendida la agricultura, una nueva base técnica, la base técnica de la gran producción moderna. Y esta base no puede ser más que una: la electricidad. El comunismo es el Poder Soviético más la electrificación de todo el país.

De lo contrario, el país seguiría siendo un país de pequeños campesinos, y es necesario que nos demos

cuenta de ello con toda claridad. Somos más débiles que el capitalismo no sólo en escala mundial, sino

también dentro del país. Eso es bien notorio. Nosotros lo hemos comprendido y haremos de manera que la base económica, constituida hoy por la pequeña producción campesina, pase a ser la gran industria. Y sólo cuando el país esté electrificado, cuando hayamos dado a la industria, a la agricultura y al transporte la base técnica de la gran industria moderna, sólo entonces venceremos definitivamente" (t. XXVI, págs. 46-47).

Resulta, en primer lugar, que mientras vivamos en un país de pequeñas haciendas campesinas, mientras no hayamos extirpado las raíces del capitalismo, éste tendrá en nuestro país una base económica más sólida que el comunismo. A veces se derriba un árbol, pero no se extirpa sus raíces, por faltar las fuerzas para ello. De aquí, precisamente, dimana la posibilidad de la restauración del capitalismo en nuestro país.

Resulta, en segundo lugar, que, además de la posibilidad de la restauración delcapitalismo, existe también, en nuestro país, la posibilidad del triunfo del socialismo, ya que podemos destruir la posibilidad de restauración del capitalismo, podemos extirpar las raíces del capitalismo y conseguir el triunfo definitivo sobre éste en nuestro país si desplegamos una in tensa labor de electrificación del país, si damos a la industria, a la agricultura y al transporte la base técnica de la gran industria moderna. De aquí, precisamente, dimana la posibilidad del triunfo del socialismo en nuestro país.

Resulta, por último, que no es posible edificar el socialismo sólo en la industria, dejando la agricultura a merced del desarrollo espontáneo, con el criterio de que el campo "seguirá por sí mismo" a la ciudad. La existencia de una industria socialista en la ciudad es un factor fundamental para la transformación socialista del campo. Pero eso aún no quiere decir que este factor sea del todo suficiente. Para que la ciudad socialista pueda llevar tras de sí definitivamente al campesinado, es necesario, como dice Lenin, "dar a la economía del país, comprendida la agricultura [*], una nueva base técnica, la base técnica de la gran producción moderna".

¿No se halla en contradicción con esta cita de Lenin otra cita tomada de sus obras, según la cual "la Nep nos asegura por completo la posibilidad * de construir los cimientos de la economía socialista"? No; no hay tal contradicción. Lejos de ello, ambas citas coinciden por entero. Lenin no dice, ni mucho menos, que la Nep nos depare el socialismo ya hecho. Lo único que nos dice es que la Nep nos asegura la posibilidad de construir los cimientos de la economía socialista. Entre la posibilidad de llevar a cabo la edificación del socialismo y su construcción efectiva hay una gran diferencia. No hay que confundir la posibilidad con la realidad. Precisamente para convertir esta posibilidad en realidad es para lo que Lenin propone la electrificación del país y que se dé la base técnica de la gran industria moderna a la industria, a la agricultura y al transporte, como condición del triunfo definitivo del socialismo en nuestro país.

Pero no es posible realizar en uno o dos años esta condición necesaria para llevar a cabo la edificación del socialismo. No es posible en uno o dos años industrializar el país, construir una potente industria, organizar en cooperativas a masas de millones de campesinos, dar una nueva base técnica a la agricultura, agrupar las haciendas campesinas individuales en grandes haciendas colectivas, desarrollar los sovjoses, limitar y vencer a los elementos capitalistas de la ciudad y del campo. Para esto hacen falta años y años de intensa labor constructiva de la dictadura del proletariado. Y mientras no se haga esto -- y no se hará de repente --, seguiremos siendo un país de pequeñas haciendas campesinas, en el que la pequeña producción engendrará capitalismo yburguesía constantemente y en masa y donde seguirá existiendo el peligro de restauración del capitalismo.

Y como el proletariado de nuestro país no vive en el vacío, sino dentro de la vida más real y concreta, con toda su diversidad, los elementos burgueses, que surgen sobre la base de la pequeña producción "cercan al proletariado por todas partes de elemento pequeñoburgués, lo impregnan de este elemento, lo corrompen con él, provocan constantemente en el seno del proletariado recaídas de pusilanimidad pequeñoburguesa, de atomización, de individualismo, de oscilaciones entre la exaltación y el abatimiento" (Lenin, t. XXV, pág. 189) e infunden, de este modo, al proletariado y a su Partido ciertas vacilaciones, cierta indecisión.

Ahí reside la raíz y la base de todo género de vacilaciones y desviaciones contra la línea leninista en las filas de nuestro Partido.

Por eso no hay que considerar como un asunto baladí el problema de la desviación derechista o "izquierdista" dentro de nuestro Partido.

¿En qué consiste el peligro de la desviación de derecha, francamente oportunista, dentro de nuestro Partido? En que menosprecia la fuerza de nuestros enemigos, la fuerza del capitalismo, en que no ve el peligro de restauración del capitalismo, en que no comprende la mecánica de la lucha de clases en las condiciones de la dictadura del proletariado, por cuya razón hace con tanta facilidad concesiones al capitalismo, exigiendo que se amortigüe el ritmo del desarrollo de nuestra industria, exigiendo que se den facilidades a los elementos capitalistas del campo y de la ciudad, exigiendo que se relegue a segundo plano el problema de los koljoses y de los sovjoses, exigiendo que se suavice el monopolio del comercio exterior, etc., etc.

Es indudable que el triunfo de la desviación de derecha en nuestro Partido desencadenaría las fuerzas del capitalismo, minaría las posiciones revolucionarias del proletariado y aumentaría las probabilidades de restauración del capitalismo en nuestro país.

¿En qué consiste el peligro de la desviación "izquierdista " (trotskista) dentro de nuestro Partido? En que sobrestima la fuerza de nuestros enemigos, la fuerza del capitalismo, ve únicamente la posibilidad de restauración del capitalismo y no advierte la posibilidad de llevar a cabo la edificación del socialismo con las fuerzas de nuestro país, en que se deja llevar de la desesperación y se ve obligado a consolarse hablando de un supuesto termidorismo en nuestro Partido.

De las palabras de Lenin cuando dice que, "mientras vivamos en un país de pequeñas haciendas campesinas, el capitalismo tendrá en Rusia una base económica más sólida que el comunismo", de estas palabras de Lenin, la desviación de "izquierda" saca la falsa conclusión de que en la U.R.S.S. es absolutamente imposible llevar a cabo la edificación del socialismo, de que no se conseguirá nada con los campesinos, de que la idea de la alianza de la clase obrera con los campesinos es una idea caduca, de que si no llega a tiempo en nuestra ayuda la revolución victoriosa en Occidente, la dictadura del proletariado en la U.R.S.S. deberá hundirse o degenerar, de que si no se acepta un plan fantástico de superindustrialización, aunque para realizarlo haya que romper con los campesinos, se tendrá que dar por fracasada la causa del socialismo en la U.R.S.S.

De aquí el aventurerismo en la política de los desviacionistas de "izquierda". De aquí los saltos "sobrehumanos" en la política.

Es indudable que el triunfo de la desviación de "izquierda" en nuestro Partido llevaría a que la clase obrera se alejase de su base campesina, a que la vanguardia de la clase obrera se alejase del resto de la masa obrera, lo que, a su vez, conduciría a la derrota del proletariado y facilitaría la restauración del capitalismo.

Como veis, ambos peligros, el de "izquierda" y el de derecha, ambas desviaciones respecto de la línea leninista, es decir, la desviación de derecha y la de "izquierda", llevan, aunque partiendo de diferentes extremos, al mismo resultado.

¿Cuál de estos peligros es el peor? Yo creo que ambos son peores.

La diferencia entre esas dos desviaciones, desde el punto de vista de una lucha eficaz contra ellas, consiste en que el peligro de la desviación de "izquierda" es más claro para el Partido, en este momento, que el de la desviación de derecha. La circunstancia de que llevemos ya varios años luchando intensamente contra la desviación de "izquierda" no podía, naturalmente, pasar en vano para el Partido. Es evidente que, en los años de la lucha contra la desviación "izquierdista", contra la desviación trotskista, el Partido ha aprendido mucho, y ya no es fácil engañarlo con frases "izquierdistas".

Por lo que se refiere al peligro de derecha, que existía ya antes y que ahora se manifiesta más acusadamente a consecuencia de haberse fortalecido la fuerza ciega pequeñoburguesa debido a la crisis del año pasado en los acopios, yo creo que es menos claro para ciertos sectores de nuestro Partido. Por eso, la tarea consiste en acentuar la lucha contra la desviación de derecha sin atenuar ni un ápice la lucha contra el peligro "izquierdista", contra el peligro trotskista, y en tomar todas las medidas necesarias para conseguir que el peligro de esa desviación sea tan claro para el Partido como lo es el peligro trotskista.

El problema de la desviación de derecha quizá no se plantearía ante nosotros con un carácter tan agudo como el que hoy presenta, si no estuviese relacionado con el problema de las dificultades de nuestro desarrollo. Pero el hecho es, precisamente, que la existencia de la desviación derechista complica las dificultades de nuestro desarrollo y frena su superación. Precisamente por eso, porque el peligro derechista entorpece la lucha para vencer estas dificultades, es por lo que el problema de eliminar ese peligro adquiere para nosotros particular importancia.

Dos palabras sobre el carácter de nuestras dificultades. Conviene tener presente que nuestras dificultades no pueden de ningún modo ser consideradas dificultades debidas a una situación de estancamiento o de decadencia. Hay dificultades derivadas de la decadencia de la economía o de su estanca miento, en cuyo caso se hacen esfuerzos por conseguir que el estancamiento sea menos doloroso o la decadencia de la economía menos profunda. Nuestras dificultades no tienen nada de común con eso. El rasgo característico de nuestras dificultades consiste en que son dificultades de ascenso, dificultades de crecimiento. Cuando nosotros hablamos de dificultades, nos referimos, generalmente, al tanto por ciento en que debemos elevar nuestra industria, al tanto por ciento en que debemos aumentar la superficie de siembra, a la cantidad de puds en que hay que elevar la cosecha por hectárea, etc., etc. Y precisamente porque nuestras dificultades son dificultades ligadas al ascenso, y no dificultades originadas por la decadencia o el estancamiento, no representan para el Partido un gran peligro.

Pero las dificultades son, con todo y con eso, dificultades. Y como para vencerlas hace falta poner en tensión todas las fuerzas, hacen falta firmeza y tenacidad, y no todos poseen estas cualidades en grado suficiente, tal vez por cansancio o por agotamiento o porque se prefiera una vida más tranquila, sin luchas ni zozobras, comienzan precisamente las vacilaciones y la indecisión, los virajes hacia la línea e menor resistencia; empieza a hablarse de la necesidad de atenuar el ritmo de desarrollo de la industria, de dar facilidades a los elementos capitalistas; se niegan los koljoses y los sovjoses y, en general, todo lo que se salga de la situación habitual y apacible del trabajo cotidiano.

Pero no podremos avanzar si no vencemos las dificultades que se alzan ante nosotros.

Y para vencer esas dificultades, lo primero que hace falta es acabar con el peligro de derecha, lo primero que hace falta es vencer a la desviación derechista, que frena la lucha contra las dificultades e intenta quebrantar la voluntad de nuestro Partido en la lucha por vencer esas dificultades.

Me refiero, naturalmente, a la lucha real, y no a la lucha verbal, a la lucha sobre el papel contra la desviación de derecha. Hay en nuestro Partido gente dispuesta, para tranquilizar su conciencia, a proclamar la lucha contra el peligro de derecha de manera parecida a la que emplean a veces los popes al cantar el "Aleluya, aleluya", pero que no toman ninguna medida práctica, absolutamente ninguna, para organizar sobre una base firme la lucha contra la desviación derechista y vencerla de hecho. Esa tendencia la llamamos nosotros transigencia con respecto a la desviación de derecha, francamente oportunista. No es difícil comprender que la lucha contra esta transigencia es inseparable de la lucha general contra la desviación derechista, contra el peligro de derecha, pues es imposible vencer la desviación derechista, la desviación oportunista, sin luchar sistemáticamente contra los transigentes, que dan amparo bajo sus alas a los oportunistas.

La cuestión de los portadores de la desviación derechista tiene, indudablemente, interés, aunque no es lo que resuelve el problema. Tuvimos ocasión de tropezar con portadores del peligro derechista en las organizaciones de base de nuestro Partido el año pasado, durante la crisis en los acopios de cereales, cuando muchos comunistas de los subdistritos y de las aldeas se manifestaron contra la política del Partido, actuando en pro de la alianza con los kulaks. Como sabéis, esos elementos han sido expulsados de nuestro Partido esta primavera, cosa que se menciona especialmente en el conocido documento del C.C. de nuestro Partido, publicado en febrero de este año.

Pero sería una equivocación decir que en el Partido no queda ya ninguno de esos elementos. Si subiéramos de la base a las organizaciones distritales y provinciales del Partido y escarbásemos a fondo en el aparato de los Soviets y de las cooperativas, podríamos descubrir también en ellos, sin gran esfuerzo, portadores del peligro derechista y de la transigencia con éste. Son conocidas las "cartas", "declaraciones" y otros documentos de varios funcionarios del aparato de nuestro Partido de los Soviets en los que se refleja de un modo muy concreto la inclinación hacia la desviación derechista.

Como sabéis, a estas cartas y documentos se aludía en el acta taquigráfica del Pleno de julio del C.C.

Si nos remontamos todavía más y planteamos la cuestión respecto a los miembros del C.C., habremos de reconocer que también en él hay elementos, aunque ciertamente muy insignificantes, de transigencia con el peligro de derecha. El acta taquigráfica del Pleno de julio del C.C. es una prueba palmaria de ello.

¿Y en el Buró Político? ¿Hay en el Buró Político alguna desviación? No, en nuestro Buró Político no hay derechistas, ni "izquierdistas", ni transigentes con unos ni con otros.

Esto hay que decirlo aquí del modo más categórico. Ya es hora de acabar con los chismes difundidos por personas mal intencionadas para con el Partido y por los oposicionistas de toda clase, que dicen que en el Buró Político de nuestro C.C. existe una desviación derechista o una actitud transigente respecto a ella.

¿Se han producido vacilaciones y titubeos en la organización de Moscú o en su órgano dirigente, el Comité de Moscú? Sí, se han producido. Sería necio querer afirmar ahora que no se han dado titubeos y vacilaciones. El sincero discurso de Penkov es una prueba palmaria de ello. Penkov no es un hombre de última fila en la organización y en el Comité de Moscú. Y ya habéis escuchado cómo ha reconocido, abierta y francamente, sus errores en muchos e importantísimos problemas de la política de nuestro Partido. Eso no quiere decir, naturalmente, que todo el Comité de Moscú se haya dejado llevar por esas

vacilaciones. Nada de eso. Documentos como el mensaje dirigido en octubre de este año por el Comité de Moscú a los afiliados de su organización demuestran de un modo indudable que el Comité de Moscú ha logrado sobreponerse a las vacilaciones de algunos de sus miembros. Y no dudo de que el núcleo dirigente del Comité de Moscú logrará corregir definitivamente la situación.

Algunos camaradas están disgustados porque las organizaciones distritales del Partido han tomado cartas en el asunto planteando la necesidad de acabar con los errores y las vacilaciones de tales o cuales dirigentes de la organización de Moscú. No acierto a comprender las razones de ese disgusto. ¿Qué puede haber de malo en que los activos distritales de la organización de Moscú hayan hecho oír su voz, exigiendo la eliminación de los errores y las vacilaciones? ¿Acaso nuestro trabajo no transcurre bajo el signo de la autocrítica desde abajo? ¿Acaso no es un hecho que la autocrítica estimula la actividad de la base del Partido y de la masa proletaria en general? ¿Qué tiene, pues, de malo o de peligroso el que los activos distritales hayan estado a la altura de las circunstancias? ¿Ha procedido acertadamente el C.C. al intervenir en este asunto? Yo creo que el C.C. ha procedido acertadamente. Berzin estima que el C.C. procede con excesiva dureza, al plantear que se destituya a un dirigente de una organización de distrito, contra el que se manifestó su organización. Pero esto es completamente erróneo. Podría recordarle a Berzin algunos episodios de 1919 ó 1920, cuando ciertos miembros del C.C., que cometieron errores, no muy graves, a mi juicio, respecto a la línea del Partido, fueron ejemplarmente sancionados, a propuesta de Lenin; y, por cierto, uno de ellos fue destinado al Turkestán y otro estuvo a punto de ser expulsado del C.C.

¿Tenía razón Lenin, al proceder así? Yo creo que tenía toda la razón. La situación en el C.C. no era entonces la de hoy. La mitad del C.C. seguía a Trotski, y no existía una situación firme en el seno del propio C.C. Hoy, el C.C. procede de un modo incomparablemente más suave. ¿Por qué? ¿Acaso porque nosotros pretendamos ser más benignos que Lenin? No, no es por eso. Lo que ocurre es que hoy la situación del C.C. es más firme que entonces y esto le permite proceder con mayor suavidad.

Tampoco tiene razón Sájarov al afirmar que el C.C. no tomó cartas en el asunto con la rapidez debida. Y no tiene razón, pues él ignora, al parecer, que, en rigor, el C.C. Empezó a ocuparse del asunto en febrero de este año. Sájarov, si lo desea, puede convencerse de ello. Es cierto que la intervención del C.C. no dio inmediatamente resultados positivos.

Pero sería peregrino echarle la culpa al C.C.

Conclusiones:

1) el peligro derechista es un peligro grave para nuestro Partido, pues tiene sus raíces en la situación económico-social de nuestro país;

2) el peligro de la desviación derechista lo agrava la existencia de dificultades que es imposible vencer si no se vence la desviación derechista y la transigencia con ella;

3) en la organización de Moscú ha habido vacilaciones y titubeos, ha habido elementos de inestabilidad;

4) el núcleo del Comité de Moscú, con la ayuda del C.C. y de los activos de las organizaciones de distrito, ha tomado todas las medidas necesarias para acabar con las vacilaciones;

5) no puede caber duda de que el Comité de Moscú logrará sobreponerse a los errores que se han perfilado;

6) la tarea consiste en acabar con la lucha interna, en fundir en un solo bloque la organización de Moscú y en llevar a cabo con éxito las nuevas elecciones de dirigentes de las células sobre la base de una amplia autocrítica. (A p l a u s o s)

J. V. Stalin, Obras, t. XI.

* Subrayado por mí. J. St.