LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

Canciones de Combate

jueves, 9 de diciembre de 2010

GRITOS DE INDEPENDENCIA


Quince años después, América y Europa estaban agitadas por violentas revoluciones. Circulaba en Venezuela la traducción de los ´´DERECHOS DEL HOMBRE´´ hecha por un revolucionario granadino, Antonio Nariño.

Caracas ebullía formidablemente ante la ocurrencia de nuevos sucesos de trascendental importancia. Un bergantín de pabellón francés atracó en la Guaira, trayendo a altos oficiales enviados por el emperador Napoleón Bonaparte, con el objetivo de notificar al gobernador de Venezuela, don Juan de las Casas, la ´´buena nueva´´ del ascenso de José Bonaparte al trono de España.

La noticia corrió como pólvora cuando magistrados y los principales funcionarios del gobierno en Caracas, convocados urgentemente al palacio, se disponían a deliberar sobre la postura que deberían asumir frente a tan extraordinaria coyuntura. Frente a palacio, una multitud con cerca de 10 mil manifestantes, coreaba beligerantemente: ´´¡Viva nuestro rey!´´ ´´¡Muera el usurpador!´´

Pero las cosas no quedarían así. En casa de Simón Bolívar venía funcionando una Peña Literaria, a la que asistían, entre otros, su hermano Juan Vicente, los parientes de su finada esposa, la familia del marqués del Toro, su tío José Félix Ribas, Tomás Mariano Montilla y Andrés Bello. En las reuniones de la Peña Literaria solía hablarse de política, suscitándose a veces acaloradas discusiones entre los concurrentes. Se deliberaba igualmente sobre América y su condición de vasalla del decadente y despótico imperio de España.

La Peña se consolidó hasta dar origen a un organismo clandestino que, encubierto con apariencias puramente estéticas, se planteaba la ambiciosa tarea de participar en la activación y dirigencia de la revolución que se vislumbraba ya en América.

Las noticias de los nuevos disturbios y sublevaciones eran cada vez más numerosas y su secuencia se aceleraba progresivamente. Cuando se discutió el problema de quién podría ser el jefe de la revolución, Juan Vicente Bolívar propuso a su hermano Simón, que no pronunció palabra alguna para aceptar o rechazar la proposición.
Comenzaba el año de 1.809 cuando Simón Bolívar manifestó públicamente su adhesión al movimiento de independencia americana. Se le catalogaba como ´´joven revoltoso´´. Los insurgentes habían venido fraguando una sublevación con el apoyo de los granaderos de Aragua, cuyo cuartel, se había convertido en centro y trinchera de las actividades de los conspiradores. La fecha del levantamiento sería el 1º de abril de 1.810. Esta tentativa fue desactivada, porque el gobernador Emparán, al enterarse de ella, ordenó el arresto de varios de los insurgentes y dispuso el destierro de otros, entre estos figuraba Bolívar, que debieron confinarse en sus propias posesiones.

El debilitamiento del gobierno de Emparán era evidente. Tanto, que empezaba ya a rumorase su disolución inminente. Tanteando la nueva situación Bolívar regresó a Caracas y concluyó que estaba dada la coyuntura para establecer UN GOBIERNO PROPIO. El 18 de abril, los hermanos Simón y Juan Vicente Bolívar, presumiblemente acompañados de algunos partidarios suyos, se reunieron durante toda la noche para estudiar los detalles más importantes de la acción subversiva del día siguiente, es decir, de la revolución del 19 de abril de 1.810, un jueves santo.

La sublevación del 19 de abril en Caracas constituyó su propia Junta, la que no obstante dársele un nombre que la ataba en mayor grado a la dependencia del rey como era el de ´´junta conservadora de los derechos de Fernando VII´´, si logró emitir una declaración dirigida a todos los cabildos sudamericanos instándolos a seguir su ejemplo:
´´Caracas debe encontrar imitadores en todos los habitantes de la América, en quienes el largo habito de la esclavitud no haya relajado todos los muelles morales; y su resolución debe ser aplaudida por todos los pueblos que conserven alguna estimación a la virtud y al patriotismo ilustrado´´, y culmina exhortándolos a ´´difundir estas ideas por los pueblos a cuyo frente se hallan, para despertar su energía, y para contribuir a la grande obra de la confederación americana española´´.

Fue así como entre el 19 de abril y el 1º de mayo del mismo año de 1.810, se produjeron las insurgencias de Valencia, Barcelona, Cumaná, isla Margarita, y Barinas, en términos similares a los de Caracas. No ocurrió lo mismo en la Guyana, Maracaibo y Coro donde la causa española contaba con fuertes bastiones.

ERA UN HECHO IRREVERSIBLE, SE INICIABA EN AMÉRICA ¡LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA! En el mismo año de 1.810, el 25 de mayo, se estableció la Junta Patriótica de Buenos Aires. Este levantamiento se propagó a las ciudades de La Colonia, Corrientes, Santa Fe, Mendoza y Tucumán. España, sin embargo, continuaba fuerte en Córdoba y Montevideo; el Paraguay todavía no se había pronunciado.

El 14 de junio se declaró la independencia de Cartagena, fundándose una Junta Provisional, luego de la destitución del gobernador Montes que fue embarcado hacia la Habana. El 20 de julio Santa Fe de Bogotá dio su grito de independencia y, cinco días después, la Junta se había constituido, presionada por los patriotas más radicales y por el pueblo a cuya cabeza estaban José María Carbonell, Emigdio Benítez e Ignacio Herrera; el virrey Amar y Borbón dimitió su mando y se embarcó para España. Camilo Torres, José Acevedo y Gómez, Miguel de Pombo y otros, pasaron de inmediato a integrar la Junta de gobierno.

Antonio Nariño inagura la ´´TERTULIA EUTROPÉLICA´´, especie de Peña Literaria, que se convertiría en núcleo de formación revolucionaria de numerosos patriotas y funda su periódico “LA BAGATELA”, primero de nuestro periodismo revolucionario.

La ´´EXPEDICIÓN BOTÁNICA´´ puso en contacto a los granadinos con su geografía física, económica y social, constituyéndose en un auténtico almácigo revolucionario.

En el interior de la Nueva Granada resonaron los pasos de las masas comuneras, y el pregón de José Antonio Galán, su líder: ´´¡UNIÓN DE LOS OPRIMIDOS CONTRA LOS OPRESORES!´´ para fundar el Estado de los Comuneros. Una mujer, Manuela Beltrán, lanzó el grito de guerra desde el Socorro. Los pueblos de Pamplona y el Socorro derrocaron las autoridades y todo el virreinato se conmocionó a favor de los patriotas, exceptuando a Santa Marta, Panamá y Pasto, mientras que en Casanare, los patriotas que estaban preparando la rebelión fueron capturados y supliciados por el corregidor.
El exterminio de aborígenes, el despojo de la tierra, el monopolio del comercio, la ruina de la incipiente industria, la enorme carga de impuestos y la discriminación de los criollos: tales fueron las verdaderas causas de la insurrección del Común.

En 1.812, Cartagena, estando ya emancipada, su situación, era muy difícil. Se hallaba bloqueada por fuerzas antagónicas al republicanismo, que ejercían un fuerte control sobre el río Magdalena y la mantenían aislada respecto al interior del país. Bolívar captó lo áspero de situación y comprobó igualmente la pugna entre los federalistas acaudillados por Camilo Torres y los centralistas a cuya cabeza estaba Antonio Nariño.

Apenas estaba cuajándose la nacionalidad colombiana y sus partes integrantes no se habían completado. Las ciudades y aldeas que surgían formando sus propias juntas de gobierno, estaban imbuidas de nociones autárquicas, y como en Venezuela y en todo el continente, la criollocracia se identificaba no tanto con la independencia como con su deseo de integrar el poder político, así fuera formando republiquitas, archipiélagos de gobiernitos. Estas eran las menudas aspiraciones de los federalistas, empecinados además en la imitación mecánica del modelo de los Estados Unidos de Norteamérica. Habían transcurrido ya dos años desde cuando expulsaron a los virreyes, pero, apenas se había logrado ´´¡el derecho de llevar las borlas del estandarte en la procesión de corpus!´´
El apogeo federalista fue una verdadera orgía del formalismo y del leguleyismo más cretinos. Cartagena, Santa Fe, Tunja, Mompós, Mariquita, Neiva, Sogamoso, Leiva, San Gil, Girón, Charalá, Mogotes, Medellín y Rionegro, en solo dos años, habían proclamado ´´sus propias constituciones soberanas´´; no solo las hacían sino que también las reformaban. Había nacido, pues, la ´´patria boba´´.

Entonces, en su “BAGATELA”, el “PRECURSOR” Antonio Nariño, denunció:
“Nuestra revolución no sólo fue necesaria, fue justa, justísima, pero la justicia de la causa no prueba que las cosas vayan justamente ¿Quiénes se están beneficiando de tan indigente revolución?: aquellos señoritos que piensan “que la felicidad está en que unos manden con absoluto poder, y los otros obedezcan con humilde sumisión”, empeñados tercamente en desconocer que la “soberanía reside en la masa de los habitantes” y no en las declamaciones de fetichismo jurídico ni en la exhibición de “los títulos de nobleza que…no dan ninguna preeminencia entre nosotros”.
Frente a los representantes y voceros de los intereses separatistas, el mismo Antonio Nariño, junto a José María Carbonell y otros, sostiene la necesidad de ARTICULAR LA NACIONALIDAD, VINCULANDO LAS PROVINCIAS GRANADINAS EN UN SOLO CUERPO DE NACIÓN REGIDO POR UN ESTADO ÚNICO, reclamando, además, la INDEPENDENCIA ABSOLUTA Y EL FIN DE LA POSTURA SERVIL de quienes se empeñaban en mantener fidelidad al rey de España.

Mientras tanto, en Quito, luego de que los patriotas fundaron su propia Junta de gobierno, la soldadesca española dio el toque de alerta sobre lo que acontecería más tarde en las capitales y provincias de América, que se habían insurreccionado.

En efecto, el 2 de agosto de 1.810, aprovechando la benevolencia y descuido de los patriotas, el sanguinario Aréchaga y sus huestes masacraron ferozmente a la población: más de trescientas personas, entre ellas muchos niños y mujeres, fueron degollados en un momento. No cesó la matanza sino al cabo del saqueo. La soldadesca hundió las puertas de las tiendas y de las casas del barrio rico, las saqueó, y volvió a sus cuarteles tan cargada de botín, que hasta había abandonado sus armas. Mientras esto ocurría, cerca de un centenar de patriotas que habían sido encarcelados, fueron fusilados salvajemente, y otros más, rematados a navajazos y hachazos como fueron los casos de Morales, Quiroga, Salinas y Riofrío.

La represión de los españoles contra los insurgentes mexicanos fue igualmente feroz. Pero allí, a diferencia de Quito, la debilidad del cabildo fue superada por el cura Manuel Hidalgo, que desde el pueblo de Dolores y atrincherado con decenas de miles de rebeldes en lo alto de la meseta de Guanajuato, dio el grito de soberanía contra España, dirigiéndose luego a la toma de Acapulco y Veracruz.
En Santiago de Chile, el pueblo imponía su propia autoridad, el 18 de septiembre de 1.810. La Junta que se formó estaba presidida por Juan Martínez Rosas, a cuyo lado figuraban Bernardo O´Higgins, Manuel Salas, los hermanos Prieto, Infante y Eyzaguirre.

Únicamente el Perú parecía a salvo del estremecimiento independentista que recorría a todo el continente. Lima, su capital, se mantenía como el más sólido dominio de la corona española. Su fingido populismo había logrado neutralizar exitosamente todos los conatos de rebelión, y la indiada incaica, que miraba con ancestral desconfianza a los limeños, se mantenía al margen de los acontecimientos. Pese a ello, había en Lima una incipiente llama de patriotismo.

Era ciertamente EL COMIENZO DE UNA GRAN REVOLUCIÓN. Pero, indudablemente un comienzo muy débil y timorato. En las juntas de gobierno que se formaron, compuestas por criollos adinerados, alucinados en la fidelidad a Fernando VII y esperanzados en llegar a un entendimiento con el rey de España, predominaban, por lo mismo, los elementos moderados.
Los campesinos, los indígenas, los esclavos, acaso conocían sobre los importantes sucesos que venían aconteciendo a nivel continental. Las juntas en su gran mayoría JUZGABAN MUY PELIGROSO EL CONCURSO DEL PUEBLO RASO en la revolución; veían a aquellas plebes vibrantes, ebrias por la repentina revelación de su poder, dispuestas a llevar en triunfo, y en el mismo momento a degollar, a sus tiranos o a sus libertadores, a quienes distinguían ellas imperfectamente unos de otros. Casi por sorpresa era como, en Quito, en Caracas, lo mismo que en Santa Fe y en Santiago, los patriotas habían podido indicar al pueblo el papel que había de desempeñar.

Las juntas se componían, pues, de aquéllos que podían perderlo todo: los ricos propietarios de grandes haciendas, los descendientes de antiguas familias privilegiadas, muchos de los cuales habían sido distinguidos en el servicio del imperio. Era, por tanto, una dirigencia aristocrática la que arrebataba el poder a los amos de España. EL PUEBLO NO PARTICIPO MUY ACTIVAMENTE EN LOS PREPARATIVOS Y ORIENTACIONES DE LOS GRITOS DE INDEPENDENCIA. Sólo más tarde, EN LA GUERRA, HARÍA SENTIR SU PESO DECISIVO. Es que, para la mayoría de los criollos ricos sólo importaba uno de los tres grandes gritos de batalla de la Revolución Francesa: ´´¡Libertad!´´, ´´igualdad´´ y ´´fraternidad´´ apenas sí se mencionaban.

No puede extrañarse, entonces, que dentro de las declaraciones de las juntas se jurara oficialmente ´´verter hasta la última gota de sangre en defensa de nuestra santa religión católica, apostólica y romana, de nuestro amadísimo Fernando VII, y de la libertad de la patria´´. Amén de una serie de decretos para establecer detalladamente, a la manera española, los títulos, honores y prerrogativas que correspondían a los gobernantes y corporaciones de gobierno, y la denominaciones de ´´alteza´´ y ´´majestad´´ que se concedían recíprocamente, al igual que la especificación y reglamentos sobre los lustrosos uniformes y la jerarquización en escalafones y categorías, lo mismo que los protocolos en lo que atañía a las ceremonias y festividades cívico-religiosas que existían y las nuevas que harían de instituirse.

Por eso mismo, al cumplirse un mes de la ´´junta conservadora de los derechos de Fernando VII´´, el notablato criollo dejó por fuera del gobierno a Simón Bolívar, que ya empezaba a conocerse por su espíritu radical e izquierdista y por lo tanto ´´ni sus ideas ni sus procedimientos hallaron la aprobación del nuevo gobierno´´. Naturalmente, los mantuanos de Caracas, limitados a sus intereses de clase y poseedores de inocultables prejuicios racistas tampoco veían con agrado la participación de las masas pobres del pueblo en la revolución y mucho menos en el gobierno. En cambio, consideraban que el triunfo de la causa de la independencia dependía exclusivamente del reconocimiento y apoyo de una potencia extranjera.

En razón de ello se dispuso entonces que Juan Vicente Bolívar y Telésforo Orea fuesen a los Estados Unidos, en calidad de diplomáticos comisionados para obtener del gobierno de Washington su reconocimiento y respaldo a Venezuela, y adquirir armas para la defensa de su revolución.

Los resultados de dicha comisión fueron estériles. El gobierno de Washington, partidario de la causa española, condicionó su hipotético respaldo a Venezuela al establecimiento de una Confederación Panamericana BAJO LA HEGEMONÍA de los Estados Unidos.

Idénticas fueron las funciones encomendadas a la comisión diplomática destinada a Londres. Simón Bolívar fue designado como jefe de esa misión. Era un hecho muy sensible y conocido que el gobierno británico, después de los descalabros sufridos en sus ataques sobre Cartagena, Caracas y Buenos Aires, no deseaba figurar como ´´auxiliar y protector´´ de la revolución americana.

Luego de estas grisáceas alboradas pero grandiosamente preñadas de fulgurantes destellos independentistas en aquella América que hoy es bolivariana, debieron transcurrir entre 1.810 y 1.824 (1.830) muchísimos acontecimientos, victorias temporales y derrotas parciales, hasta alcanzar nuestra PRIMERA INDEPENDENCIA, sellada con sudor y sangre, pólvora y acero en las batallas del Pantano de Vargas (25 julio 1.819), Boyacá (7 agosto 1.819), Carabobo (24 junio 1.821), Junín (6 agosto 1.824) y Ayacucho (9 diciembre 1.824).

A doscientos años de aquellos GRITOS DE INDEPENDENCIA, es que esa historia viva, regada con la sangre generosa de nuestros predecesores, es historia que palpita en la memoria de los pueblos bolivarianos y retumba en las conciencias como llamados que motivan infinita rebeldía; la rebeldía de nuestros taitas indígenas, negros y mestizos que con valentía y coraje enfrentaron a los invasores venidos del ´´viejo´´ mundo. Llevamos por dentro el espíritu rebelde que acompañó a cada patriota que luchó con Bolívar en la guerra de independencia.

A 200 años de aquellos GRITOS DE INDEPENDENCIA, continúan sus ecos llamando al levantamiento creciente de los pueblos de nuestra América, las luchas toman nuevas y variadas formas, crecen al consolidarse las perspectivas de triunfo. Como anunció Neruda, ´´con el pueblo despertó Bolívar. Y con él, la certeza en la victoria´´.
´´No hay mejor medio de alcanzar la libertad que luchar por ella´´, así lo dijo el libertador; así lo demuestra la resistencia de nuestros ascendientes contra los invasores conquistadores, el ejemplo de Guaicaipuro, Túpac Amáru, Lautaro, Caupolicán, La Gaitana, Bartolina Sisa, Tupac Katary, los Mapuches…y todos aquellos que continúan luchando contra el fascismo y la dominación neoliberal… y demás combatientes que con gallardía y virtud lideran la defensa de sus tierras, de sus tradiciones y sus gentes.

El ejemplo perdura, se fortalece, expresándose hoy en las nuevas batallas de los empobrecidos y explotados pueblos caribeños, de centro y Suramérica. Firme continúa la dignidad y el temple de los hijos de la espada bolivariana amalgamando conciencia y voluntad en el crisol de la esperanza.

La lucha por la VERDADERA Y DEFINITIVA INDEPENDENCIA NO HA CESADO; construir la patria bolivariana es un propósito necesario. Nuestra América, honrando, tales compromisos, ha regado su sangre en todos los surcos y caminos que se han abierto con abnegación, más aún, ahora, en el combate bolivariano contra el imperialismo norteamericano y sus lacayos.

En efecto, somos un pueblo joven. Apena estamos balbuciendo nuestro mensaje histórico. La educación memorística, enciclopédica, y dogmática; la metodología escolástica y metafísica; el oscurantismo conservador, el eclecticismo liberal y el bombardeo ideológico de la ´´industria cultural´´ del imperialismo norteamericano, nos han aturdido momentáneamente, nos han hecho borrar en la memoria colectiva los hechos fundamentales de nuestra propia historia, de nuestra propia cultura, de nuestra propia psiquis social. Pero ya comenzamos a abrir los ojos, el ejemplo y la significación histórica y política del Libertador nos llama A CONTINUAR SU OBRA.

El Libertador quería una América unida, soberana, emancipada, fusionada desde México al Cabo de Hornos y desde los Andes a las Antillas. Construir esa América por la que Bolívar luchó es redimir la humanidad entera porque, es incuestionable, que la América que ahora padecemos es obra de los apátridas traidores y el traspatio del imperialismo mundial acaudillado por los Estados Unidos que, desde cuando nuestra primera independencia estaba en ciernes, había demostrado irrevocablemente que sus intereses son inconciliables con los nuestros.
El comandante Iván Márquez, del Secretariado del Estado Mayor de las FARC-EP, nos anima, en su artículo ´´LA DIVISIÓN ES LA QUE NOS ESTÁ MATANDO´´, a unirnos y liberarnos al interior de cada país; a refundar la Gran Colombia como punto de partida, a fundir ésta con el Perú y Bolivia en una Unión de Repúblicas Bolivarianas para que su territorio de libertad sea espacio y cuartel general donde los mejores hijos de nuestra América comanden y orienten la ofensiva por la nueva independencia de la Patria Grande…y agrega:
´´El prolongado eclipse de nuestras naciones empieza a ser disipado por los primeros rayos del socialismo. El mundo es movimiento hacia la hermandad, la democracia verdadera, el fin del egoísmo del capitalismo, del libre mercado. La marcha hacia la justicia social, el progreso y la dignidad de los pueblos no tiene reversa. Será el fruto de la unidad de millones de voluntades´´.

´´Es una grandiosa idea pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo´´´…y nos convoca a:
´´Demoler fronteras coloniales. A integrar un bloque de poder, de libertad y garantías sociales, que globalice la felicidad de los pueblos. Seremos el equilibrio del universo como lo soñara el Libertador Simón Bolívar´´.
¡En Bolívar nos encontramos todos(a)!

¡Patria grande, libertad y socialismo!

¡Nuestra patria es América!

¡Otro mundo es posible! ¡Otra América es posible!

¡Alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por la América Latina!

PARTIDO COMUNISTA CLANDESTINO COLOMBIANO

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