El capitalismo
monopolista y parasitario es también un capitalismo agonizante.
V. I. Lenin escribía:
"Se comprende por qué el imperialismo es el capitalismo
agonizante, que pasa al socialismo: el monopolio, nacido del
capitalismo, es ya la extinción del capitalismo, el comienzo de su
paso al socialismo." Junto a la creación de las premisas
materiales para el socialismo, Lenin veía una característica del
imperialismo como capitalismo agonizante en la circunstancia de que
también crea las premisas políticas para el socialismo, al llevar
hasta sus límites extremos todas las contradicciones del
capitalismo. Con esto señalaba Lenin toda la inconsistencia de las
esperanzas que los oportunistas cifran tanto en la "evolución"
del capitalismo hasta el socialismo como en su "hundimiento
automático". El imperialismo caerá bajo el peso de sus propios
crímenes. Pondrán fin a él las masas trabajadoras al levantarse a
la lucha por el triunfo de la revolución socialista. V. I. Lenin,
apoyándose en datos científicos, llega a la conclusión de que el
imperialismo equivale a las vísperas de la revolución socialista.
Creación de las premisas materiales del socialismo.
No hay que confundir, sin
embargo, las premisas materiales del socialismo con el propio
socialismo. Este es posible sólo como resultado de la conquista del
poder político por la clase obrera y de la supresión de la
propiedad privada sobre los medios de producción, que son
convertidos en propiedad social. La sustitución del capitalismo por
el socialismo es imposible a través de un proceso puramente
evolutivo. Ha de pasar por la revolución, es un salto revolucionario
para el que no bastan las premisas materiales, sino que se requiere
también toda una serie de condiciones objetivas y subjetivas.
Agudización de las contradicciones capitalistas. El imperialismo es
también el capitalismo agonizante porque agudiza hasta el máximo
todas las contradicciones del capitalismo. Se agudiza ante todo la
contradicción fundamental del capitalismo, la que existe entre el
carácter social de la producción y la forma privada capitalista de
la apropiación. La concentración de la producción y el incremento
de los monopolios significan un nuevo avance en el desarrollo del
carácter social que la producción presenta. La apropiación,
empero, sigue siendo privada. Con los progresos del capitalismo
monopolista, la contradicción fundamental del capitalismo se hace
cada vez más honda. Esto lleva a que se acentúen todas las
contradicciones del capitalismo, las más importantes de las cuales
son: la que existe entre el capital y el trabajo; la que hay entre
los pueblos oprimidos de los países dependientes y las potencias
imperialistas que los explotan, y la que se produce entre las propias
potencias imperialistas. La agudización de las contradicciones
aproxima la revolución socialista y el fin del imperialismo. Ley del
desarrollo desigual en la política y en la economía.
Bajo el capitalismo es
imposible el desarrollo regular de las empresas, los sectores de la
economía y los países. La propiedad privada sobre los medios de
producción, la anarquía de la producción y la competencia hacen
inevitable el desarrollo irregular de la economía capitalista: hay
empresas, sectores y países que se quedan atrás, mientras que otros
saltan adelante. En la época de la libre competencia, cuando no
había monopolios, el capitalismo seguía una marcha relativamente
suave. Para que un país adelantase a otro se necesitaba largo
tiempo. Existían aún enormes territorios libres que podían ser
convertidos en colonias. El incremento del poderío económico iba
acompañado de la conquista de estas tierras no ocupadas aún por las
potencias capitalistas, que en este período no llegaban hasta los
grandes choques militares. La acción de la ley del desarrollo
desigual, propia del capitalismo, no conducía a guerras mundiales.
Era el tiempo del desarrollo relativamente pacífico del capitalismo.
Hicieron falta muchos decenios para que Inglaterra conquistase la
primacía industrial, desplazase a sus competidores -Holanda, y luego
Francia- y se consolidase como primera potencia del globo. A mediados
del siglo XIX era el "taller de todo el mundo", la que
proporcionaba artículos industriales a todos los países a cambio de
materias primas y comestibles. En 1850 la parte de los Estados Unidos
en la producción industrial del mundo era del 15 por ciento,
mientras que la de Inglaterra ascendía al 39. En cuanto a Alemania,
hasta 1875, aproximadamente, no admitía siquiera el parangón con
Inglaterra en este terreno. Al pasar al imperialismo, todo cambió
por completo. En el último cuarto del siglo XIX el monopolio
británico sufrió rudos golpes, sobre todo por el rápido progreso
de países capitalistas como Estados Unidos, Alemania y, más tarde,
el Japón. El desarrollo de Inglaterra y Francia se hace más lento a
partir de 1870: entre este año y 1913 toda al industria mundial se
hizo casi cuatro veces mayor, siendo el aumento en los Estados Unidos
de nueve veces, en Alemania casi de seis, en Francia de tres y en
Inglaterra sólo de 2,25 veces. En vísperas de la primera guerra
mundial Alemania había aventajado por el volumen de su producción
industrial a Inglaterra y Francia. La parte de Norteamérica en la
producción industrial del mundo era superior a la de Inglaterra y
Alemania juntas.
Tan vertiginoso
desplazamiento de unos países por otros a fines del siglo XIX y
comienzos del XX se hizo posible por el inusitado progreso de la
técnica y por el incremento en la concentración de la producción y
del capital, es decir, por la aparición de los monopolios. Los
países que entran más tarde en la vía del desarrollo capitalista
aprovechan los resultados ya presentes del progreso técnico y
despliegan más deprisa nuevas ramas de la industria. Al mismo
tiempo, en los países del capitalismo "viejo" empiezan a
manifestarse antes tendencias hacia la putrefacción, que frenan el
desarrollo de las fuerzas productivas. El resultado de todo esto es
el avance a saltos de unos países y la detención de otros. La vieja
distribución de las colonias y esferas de influencia deja de guardar
correspondencia con la nueva relación de fuerzas. Los países que se
colocan por delante entran en la vía de la lucha armada por una
redistribución del mundo ya repartido, por la conquista de colonias.
Eso acentúa extraordinariamente las contradicciones entre los países
imperialistas, debilita el frente del imperialismo y conduce a la
aparición en él de eslabones débiles.
Esta desigualdad en el
desarrollo económico en la época del imperialismo va unida a la
desigualdad de desarrollo en el plano político, es decir, a la
desigual maduración en el tiempo de las premisas políticas para el
triunfo de la revolución socialista. Según decía Lenin, "la
revolución proletaria crece en todos los países desigualmente,
puesto que los diversos países se encuentran en condiciones
distintas en cuanto a la vida política, y en un país el
proletariado es demasiado débil, mientras que en otro es más
fuerte. Si en un país el grupo superior del proletariado es débil,
en otros ocurre que, de momento, la burguesía logra escindir a los
obreros, como ha ocurrido en Inglaterra y Francia. Y de ahí que la
revolución proletaria se desarrolle desigualmente..."143 El
análisis de las modificaciones producidas en cuanto al carácter de
la acción de la ley del desarrollo desigual de los países
capitalistas en la época del imperialismo llevó a Lenin a la
conclusión de que es imposible el triunfo simultáneo de la
revolución en todos los países y que, al contrario, es posible su
triunfo, primeramente, en unos cuantos países e incluso en uno solo.
Esto era una nueva teoría de la revolución socialista. El estudio
del capitalismo premonopolista había llevado a Marx y Engels a la
afirmación de que la revolución proletaria sólo podría triunfar
cuando se produjese simultáneamente en todos o en los principales
países capitalistas. La situación ha cambiado al pasar al
imperialismo. El incremento de las contradicciones imperialistas y
las diferencias en el tiempo en cuanto al proceso de maduración de
la revolución en los diversos países hacen posible que la cadena
del imperialismo sea rota en un principio por su eslabón más débil.
La vida ha venido a confirmar plenamente la teoría leninista de la
revolución socialista.
Comienzo de la crisis
general del capitalismo
En la fase del
imperialismo, el capitalismo entra inevitablemente en la época de su
crisis general. ¿Qué entendemos por "crisis general del
capitalismo"?
Según queda dicho en el
capítulo VIII, el capitalismo atraviesa por crisis periódicas, que
en él son un vicio orgánico innato. La crisis general se diferencia
de estas otras en que se trata de un fenómeno que abarca a todos los
aspectos del capitalismo como sistema social. Es un estado permanente
que se caracteriza por la desintegración progresiva del capitalismo,
por la debilitación de todas sus fuerzas internas: económicas,
políticas e ideológicas. La crisis general no es un fenómeno
ocasional, no es un zigzag de la historia, no es fruto de
determinados errores de los líderes burgueses, sino un estado
inevitable y regular del capitalismo en la época de su decadencia y
descomposición. Al ser afectado por la crisis general, este sistema
no puede seguir manteniendo bajo su dominación a los pueblos, que
uno tras otro se emancipan del yugo del capital y pasan a la vía del
socialismo. Por eso, la época de la crisis general significa el
hundimiento del capitalismo y el paso al socialismo; es la época de
las revoluciones socialistas y de los movimientos de liberación
nacional contra el imperialismo. Los ideólogos del imperialismo
piensan que si se consiguiera impedir el triunfo de las revoluciones
socialistas y aplastar el movimiento comunista, el capitalismo se
mantendría estable e inconmovible, como único sistema social que
ellos pueden concebir. No advierten que las dificultades del
capitalismo derivan principalmente de la acción de fuerzas que se
hallan fuera del sistema capitalista. Incluso aquellos que admiten el
hecho de la crisis general de este sistema, la atribuyen a la
presencia del sistema socialista y a los manejos de los comunistas,
que tratan de derribar el capitalismo. El movimiento comunista, que
es producto regular y lógico del desarrollo de la lucha de clases,
lo ven como algo inspirado desde fuera y organizado por lo que llaman
"agentes extranjeros". Mas la crisis general del
capitalismo se debe a la agudización de las contradicciones internas
del propio imperialismo. Dicha crisis se ahonda y cobra virulencia,
sobre todo, bajo la acción de los antagonismos que corroen a la
sociedad capitalista. Las condiciones exteriores -existencia y
robustecimiento del sistema socialista- contribuyen a que estos
antagonismos aceleren su proceso de maduración, pero no son las
causas esenciales.
La burguesía no solo forja su propia destrucción, sino que también es su propio sepulturero
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