Por: J. V. Stalin
La segunda cuestión
se refiere a las tareas de la lucha contra el burocratismo, a las
tareas de la organización de la crítica de nuestros
defectos por las masas, a la tarea del control de masas desde abajo.
El burocratismo es uno de
los peores enemigos de nuestro avance. Alienta en todas nuestras
organizaciones, tanto en las del Partido y del Komsomol, como en las
sindicales y administrativas. Cuandose habla de los burócratas,
suele señalarse con el dedo a los viejos funcionarios
sin-partido, a los que se suele dibujar con gafas en las caricaturas.
Eso no es del todo acertado, camaradas. Si se tratara sólo de
los viejos burócratas, la lucha contra el burocratismo sería
la cosa más fácil. La desgracia es que no se trata de
los viejos burócratas. Se trata, camaradas, de los nuevos
burócratas, se trata de los burócratas que simpatizan
con el Poder Soviético, se trata, por último, de
burócratas que militan en el Partido. El burócrata
“comunista” es el tipo de burócrata más peligroso.
¿Por qué? Porque enmascara su burocratismo con el
título de militante del Partido. Y por desgracia, esos
burócratas comunistas no escasean entre nosotros.
Tomad nuestras
organizaciones del Partido. Seguramente, habréis leído
acerca del asunto de Smolensk, del asunto de Artiómovsk, etc.
¿Qué es eso, una casualidad? ¿A qué se
deben esos hechos vergonzosos de descomposición y de
corrupción moral en algunos eslabones de nuestras
organizaciones del Partido? A que se ha llevado al absurdo el
monopolio del Partido, a que se ha amordazado a los militantes de
base, a que se ha aniquilado la democracia interna del Partido, a que
se ha implantado el burocratismo. ¿Cómo se debe luchar
contra ese mal? Opino que no hay ni puede haber más medio para
luchar contra ese mal que la organización del control por las
masas del Partido desde abajo, que implantar la democracia interna
del Partido. ¿Qué se puede objetar a que se encienda la
furia de las masas del Partido contra esos elementos degenerados y se
les dé la posibilidad de arrojarlos a puntapiés?
Difícilmente podrá objetarse nada contra ello.
O tomemos, por ejemplo,
el Komsomol. No vais a negar, por supuesto, que en algunas
organizaciones del Komsomol hay elementos completamente degenerados,
contra los que es absolutamente indispensable luchar sin cuartel.
Pero dejemos a un lado a los degenerados. Tomemos el último
hecho de la lucha de grupos, lucha sin principios, que se ha
desarrollado en el Komsomol en torno a determinadas personas, de esa
lucha que envenena la atmósfera en el Komsomo1. ¿A qué
se debe que en el Komsomol haya cuantos «kosarievistas» y
«sobolievistas» se quiera, mientras que a los marxistas
hay que buscarlos con candil? ¿Qué evidencia este hecho
sino que en algunos eslabones de las altas esferas del Komsomol se
está desarrollando un proceso de anquilosamiento burocrático?
¿Y los sindicatos?
¿Quién va a negar que en los sindicatos hay cuanto
burocratismo se quiera? Tenemos
reuniones de producción
en las empresas. Tenemos comisiones provisionales de control en los
sindicatos. La tarea de estas organizaciones consiste en despertar a
las masas, en poner al desnudo nuestros defectos y trazar las vías
para mejorar nuestra edificación. ¿Por qué estas
organizaciones no se desarrollan? ¿Por qué en ellas no
bulle la vida? ¿No está claro que el burocratismo en
los sindicatos, sumado al burocratismo en las organizaciones del
Partido, no deja que se desarrollen estas importantísimas
organizaciones de la clase obrera?
Finalmente, nuestras
organizaciones económicas. ¿Quién va a negar que
a nuestros organismos económicos los aqueja la dolencia del
burocratismo? Tomad, por ejemplo, el asunto de Shajti. ¿Acaso
el asunto de Shajti no evidencia que nuestros organismos económicos
no avanzan, sino que se arrastran?
¿Cómo se
puede poner fin al burocratismo en todas esas organizaciones?
Para ello no hay más
que un camino: organizar el control desde abajo, organizar la crítica
de las vastas masas de la clase obrera contra el burocratismo de
nuestras instituciones, contra sus defectos, contra sus errores.
Yo sé que al
encender la furia de las masas trabajadoras contra las deformaciones
burocráticas de nuestras organizaciones hay que meterse a
veces con algunos de nuestros camaradas que tienen méritos
contraídos en el pasado, pero que ahora padecen la dolencia
del burocratismo. ¿Mas acaso puede eso detener nuestra labor
de organización del control desde abajo? Creo que ni puede ni
debe. Por los viejos méritos hay que inclinarse ante ellos,
pero por sus errores y su burocratismo actuales podría
dárseles un buen estacazo. ¿Se puede, acaso, proceder
de otro modo? ¿Por qué no hacerlo, si lo exigen los
intereses de la causa?
Se habla de crítica
desde arriba, de crítica por parte de la Inspección
Obrera y Campesina, del CC de nuestro Partido, etc. Todo eso,
naturalmente, está bien. Pero dista mucho de ser suficiente.
Es más, hoy lo principal no consiste, ni mucho menos, en eso.
Lo principal consiste hoy en levantar una vasta ola de crítica
desde abajo contra el burocratismo en general y contra los defectos
de nuestro trabajo en particular. Sólo organizando una doble
presión, desde arriba y desde abajo, sólo desplazando
el centro de gravedad a la crítica desde abajo se podrá
contar con el éxito en la lucha por extirpar el burocratismo.
Sería erróneo
pensar que sólo los dirigentes poseen experiencia de
edificación. Eso es equivocado,camaradas. Las vastas masas
obreras que levantan nuestra industria acumulan día tras día
una enorme experiencia de edificación, tan valiosa para
nosotros como la experiencia de los dirigentes. La crítica de
masas desde abajo, el control desde abajo son necesarios, entre otras
cosas, para que esa experiencia de las vastas masas no se pierda sin
provecho, para tenerla en cuenta y darle aplicación práctica.
De aquí la tarea
inmediata del Partido: luchar implacablemente contra el burocratismo,
organizar la crítica de masas desde abajo, tener en cuenta
esta crítica en las decisiones prácticas relativas a la
eliminación de nuestros defectos.
No puede decirse que el
Komsomol y, sobre todo, «Komsomólskaia Pravda», no
tomen en consideración la importancia de esta tarea. Lo malo
es que a menudo no se cumple esa tarea con toda consecuencia. Y para
cumplirla con toda consecuencia no sólo hay que tomar en
consideración la crítica, sino, también, los
resultados de la crítica, las mejorías que se hacen
como resultado de la crítica.
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