Por: J. V. Stalin
Empecemos por la primera
cuestión. La peculiaridad característica del momento que estamos
viviendo consiste en que llevamos ya doce años edificando en unas
condiciones de desarrollo pacífico.
Digo desarrollo pacífico,
no sólo en el sentido de que no hay guerra con los enemigos
exteriores, sino también en el sentido de que no hay elementos de
guerra civil en el interior del país. Eso es lo que nosotros
llamamos condiciones de desarrollo pacífico de nuestra edificación.
Sabéis que combatimos
tres años contra los capitalistas del mundo entero para conquistar
estas condiciones de desarrollo pacífico. Sabéis que conquistamos
esas condiciones y que consideramos esta circunstancia como nuestra
mayor realización. Pero, camaradas, toda conquista, incluida ésta,
tiene también sus lados negativos. Las condiciones de desarrollo
pacífico no han pasado en balde para nosotros. Han impreso su sello
en nuestro trabajo, en nuestros funcionarios, en su psicología. En
estos cinco años hemos avanzado sin tropiezos, como un tren por sus
rieles. Debido a ello, en muchos de nuestros funcionarios se ha
creado la mentalidad de que todo marchará como sobre ruedas, de que
vamos montados en un tren expreso, por decirlo así, y que, sin
necesidad de transbordos, avanzamos directamente hacia el socialismo.
Sobre esta base ha nacido
la teoría de la «espontaneidad», la teoría de que «todo saldrá
bien», la teoría de que «todo se arreglará» por sí solo, de que
en el país no hay clases, nuestros enemigos se han apaciguado y todo
marchará a las mil maravillas. De aquí cierta tendencia a la
inercia, al letargo. Pues bien, esta psicología del letargo, esta
psicología de la «espontaneidad» en el trabajo es, precisamente,
lo que constituye el lado negativo del período de desarrollo
pacífico.
¿En qué consiste el
peligro de ese estado de ánimo? En que echa tierra a los ojos de la
clase obrera, le impide distinguir a sus enemigos, la adormece con
jactanciosos discursos acerca de la debilidad de nuestros enemigos y
mina su combatividad.
No debemos consolarnos
con el hecho de que en el Partido hay un millón de militantes, en el
Komsomol dos millones y en los sindicatos diez y que, de esta manera,
lo tenemos todo asegurado para la victoria definitiva sobre nuestros
enemigos. Eso es erróneo, camaradas. La historia dice que los
mayores ejércitos sucumbieron por haberse engreído, por creer
demasiado en sus fuerzas, por menospreciar demasiado las fuerzas de
sus enemigos, por haberse aletargado, haber perdido su combatividad y
haberse dejado pillar por sorpresa en los momentos críticos.
El mayor de los partidos
puede ser pillado por sorpresa, el mayor de los partidos puede
sucumbir si no toma en consideración las enseñanzas de la historia,
si no forja, día tras día, la combatividad de su clase. Ser pillado
por sorpresa es muy peligroso, camaradas. Ser pillado por sorpresa
significa ser víctima de «eventualidades», víctima del pánico
ante el enemigo. Y el pánico lleva a la descomposición, a la
derrota, a la muerte.
Podría citaros muchos
ejemplos de la vida de nuestros ejércitos durante la guerra civil,
cuando pequeños destacamentos aniquilaban a grandes unidades, que no
tenían la necesaria combatividad. Podría contaros que en 1920 tres
divisiones de caballería, que constaban por lo menos de cinco mil
sables, fueron derrotadas y puestas en desordenada fuga por un
batallón de infantería. Y eso ocurrió exclusivamente, porque las
divisiones de caballería, pilladas por sorpresa, fueron víctimas
del pánico ante un enemigo que no conocían, que era muy poco
numeroso y al que hubiesen podido aplastar de un solo golpe si las
divisiones no se hubieran encontrado primero en un estado de letargo
y, luego, de pánico, de desconcierto.
Lo mismo hay que decir de
nuestro Partido, de nuestro Komsomol, de nuestros sindicatos, de
nuestras fuerzas en general. No es cierto que no tengamos ya enemigos
de clase, que hayan sido batidos y eliminados.
No, camaradas, nuestros
enemigos de clase viven. Y no sólo viven, sino que crecen, tratando
de actuar Contra el Poder Soviético, Así lo evidencian las
dificultades de este invierno en los acopios, cuando los elementos
capitalistas del campo intentaron desbaratar la política del Poder
Soviético.
Así lo evidencia el
asunto de Shajti, expresión de acciones conjuntas del capital
internacional y de la burguesía de nuestro país contra el Poder
Soviético.
Así lo evidencian
numerosos hechos de la política interior y exterior, hechos que
conocéis y en los que no vale la pena extenderse aquí.
No se puede callar la
existencia de esos enemigos de la clase obrera. Es criminal presentar
más débiles de lo que son las fuerzas de los enemigos de clase de
la clase obrera. No se puede silenciar todo eso particularmente
ahora, en el período de nuestro desarrollo pacífico, cuando la
teoría del letargo y de la «espontaneidad», que mina la
combatividad de la clase obrera, encuentra cierto terreno abonado.
La inmensa importancia
educativa de la crisis de acopios y del asunto de Shajti consiste en
que han sacudido a todas nuestras organizaciones, han quebrantado la
teoría de la «espontaneidad» y han subrayado una vez más la
existencia de enemigos de clase, que viven, que no duermen, y contra
los cuales hay que robustecer las fuerzas de la clase obrera, su
vigilancia, su espíritu revolucionario y su combatividad.
De aquí la tarea
inmediata del Partido, la línea política en su trabajo cotidiano:
elevar la combatividad de la clase obrera contra sus enemigos de
clase.
No se puede menos de
señalar que el presente Congreso del Komsomol y, particularmente,
«Komsomólskaia Pravda», han abordado más de cerca que nunca esta
tarea. Sabéis que en los discursos de los oradores, lo mismo que en
los artículos de «Komsomólskaía Pravda», se señala la
importancia de esta tarea. Eso está muy bien, camaradas. Únicamente
es necesario que esa tarea no se considere temporal y efímera,
porque la tarea de reforzar la combatividad del proletariado es una
tarea que debe inspirar todo nuestro trabajo mientras haya clases en
el país y mientras exista el cerco capitalista.
Notas
Stalin pronunció un
discurso el 16 de mayo de 1928, en la reunión de clausura del
Congreso.
Saludos camaradas, de verdad es muy agradable y alentador saber que existen hombres y mujeres realmente marxista leninista, que defienden al camarada Stalin. de tanto revisionista, renegados que se hacen llamar comunista, viva Stalin viva el marxismo- leninismo, y la organización obrera. PCMLV.
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