Cortesia ANNCOL
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Desde la trinchera (2)
Por Jorge Briceño Suárez
Comandante de las FARC-EP
COLOMBIA el paraíso pútrido de la corrupción
No sólo el paraíso de la corrupción; también de la impunidad. Las dos constituyen otro cangro mortal de los muchos que devoran a Colombia. La prensa, la radio y la televisión explosionan hoy titulares de escándalo referidos a la actividad delincuencial del Grupo Nule, el poderoso consorcio de los contratos en Colombia, pero casi nadie habla de su nacimiento durante el oscuro mandato del entonces presidente Uribe. El Grupo Nule fue creado con el beneplácito de ese presidente para robar y pillar descaradamente el erario público. El capital inicial del Grupo (30 mil millones de pesos) le fue transferido a manera de préstamo de los fondos incautados a la mafia por la Dirección Nacional de Estupefacientes, DNE. Allí hubo una orden directa del presidente de la mafia desde el Palacio de Nariño. Allí hubo dolo y concierto para delinquir. Los hijos de Uribe, Tom y Jerry (Tomás y Jerónimo) están en el rosario de los más grandes beneficiarios de las mordidas, que son dentelladas profundas, y de los porcentajes de los contratos adjudicados por el gobierno. Al grupo Nule le dieron todos los contratos a pesar de que no tenían experiencia en infraestructura y obras públicas. El autismo de la Fiscalía General frente al caso ha generado mucho asombro y reticencias. El ente acusador debiera abandonar su actitud de ignorancia fingida y proceder en el marco del ordenamiento jurídico. ¿Por qué los jueces y fiscales tienen que viajar a Miami a recoger la versión de los Nule sobre su escandaloso robo a Colombia? Eso ofende la dignidad del país. Doctora Morales: con tanta evidencia, hay que agarrar el toro por los cuernos. No permita que el “prevaricador General de la República”, el señor Ordoñez, difumine con sus shows mediáticos la responsabilidad penal de un grupo de bandidos amparados por Uribe.
El gobierno de las ratas
Uribe dejó la olla raspada. Se alzó con el santo y la limosna. Gobernaba repartiendo cargos y contratos jugosos entre sus amigos. Volvió flecos la hacienda pública. Montó una matriz contra las FARC sembrando la idea de que ellas eran la amenaza y no el paramilitarismo, mientras robaba por aquí, robaba por allá, activaba el cartel del DAS, entregaba el país a los gringos y favorecía la concentración de la riqueza. Así logró la famosa unanimidad en torno a su gobierno. Unidad de criminales y ladrones respaldados por la Casa Blanca de George Bush. Compró su reelección consecutiva con procedimientos perversos y corruptos, ajustando la Constitución a sus ambiciones de poder. Trasladó Macondo al lavabo de su despacho presidencial para implorarle de rodillas a Yidis, sentada en reluciente y aromatizado retrete, que votara por él en la comisión respectiva para que “salvara la patria”. La engañó. Nunca le cumplió lo que le prometió. Erigió su segundo mandato sobre el delito de cohecho, fraude electoral y coerción paramilitar, y por ahí sigue haciéndose el inocente, defendiendo el robo y el crimen, con un Twiter en la mano. Los tribunales tienen qué hacer. Uribe creó zonas francas para favorecer a sus cachorros de uñas largas, Tom y Jerry. A través del Ministerio de transporte otorgó contratos a los Nule que le abrieron las venas al erario público. Todavía no se ha cuantificado el robo a nivel nacional; el solo descalabro de Bogotá con ese grupo, por ahora, es de 2 billones 235 mil. Ya veremos qué hay cuando se destape la olla podrida de Ingeominas, que otorgó licencias de explotación a diestra y siniestra de nuestros recursos naturales, sin tener en cuenta su impacto ambiental, como si se tratara de un alegre carrusel de feria. El Ministerio de Agricultura en cabeza de Andrés Felipe Arias (“Uribito”), a través de Agro Ingreso Seguro, AIS, regaló dineros públicos a la agroindustria paramilitar para pagar favores electorales y asegurar el financiamiento futuro de campañas políticas. Crece cada día la percepción de que el programa “Familias en Acción” creado por Uribe para comprar votos, es un saco rato que sigue desangrando al país. Debemos recordar también que el gobierno de Uribe permitió, a través de contratos, el financiamiento de los paramilitares con el presupuesto de nuestros municipios. ¿Hasta cuándo el país tiene que soportar a ese granuja como si se tratara de una vaca sagrada? “Tiempo es ya -decía Bolívar en carta a Hipólito Unanúe en julio de 1825-, de hacer algún bien a costa de los abusos y de las sanguijuelas que nos han chupado el alma hasta ahora”.
El caco-Contralor Julio César Turbay Jr.
“Hijo de tigre sale pintado”. Su padre, el ex presidente Julio César Turbay Ayala, el gangoso gordiflón del Estatuto de Seguridad y de las torturas en las caballerizas de Usaquén (guarnición militar al norte de Bogotá), dejó perplejo al país con su “filosófica” defensa de la corrupción, la cual justificó “siempre y cuando se realizara dentro de sus justas proporciones”. Viejo cínico, permisivo y cómplice. El ex Contralor, Julio César Turbay (hijo), es investigado hoy por la contralora general Sandra Morelli por irregularidades en el desempeño del cargo que tienen que ver con nóminas paralelas y excesos de contratación fraudulenta. Nada nos obliga a soportar la afrenta de una estirpe de políticos bandidos. Las ratas cebadas en el robo de los dineros públicos deben ser ejemplarmente castigadas por la ley.
La falsa desmovilización del llamado “Bloque Cacique La Gaitana”
Todo el gobierno Uribe fue un gran “falso positivo”. Así como reclutó con argucias a miles de jóvenes en los barrios populares para luego presentarlos tiroteados como “guerrilleros muertos en combate”, engañó, manipuló y mintió siempre, de manera infame. El propio Uribe con el comisionado Restrepo y el ejército, fueron quienes inventaron en el 2006 la desmovilización de un supuesto bloque de las FARC, de 70 hombres, al que bautizaron a última hora como “Cacique La Gaitana”. Quería algo que le sirviera para demostrar la eficacia de su política de seguridad inversionista, y para alentar la deserción al interior de las FARC. La mayoría de los supuestos guerrilleros fueron recogidos en los barrios de Bogotá con la promesa de pagarles 500 mil pesos mensuales. El narco Hugo Alberto Rojas, financió con 2 millones de dólares la montada en escena de la falsa desmovilización. Uribe siempre estuvo rodeado de “muy buenos y eficaces amigos” como el narcotraficante mencionado. El sainete fue montado en el municipio de Alvarado (Tolima) y a él concurrieron el Alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, el comandante del ejército, general Mario Montoya y el Director Nacional de la policía, general José Daniel Castro; todo al más alto nivel para darle credibilidad a la farsa. De la desconocida y nunca registrada columna guerrillera afirmaron con énfasis que se trataba de una estructura muy cercana a Alfonso Cano. Y desde Bogotá habló el presidente Uribe: “La seguridad democrática los combatió; a partir de hoy los protegerá”. ¡Qué farsante! En la misma ceremonia del engaño el señor Restrepo anunció que el grupo, además de las armas, había entregado ¡un avión!, asombrosa mentira que nunca prosperó. Muy pronto se supo que se trataba de una aeronave -incautada quién sabe a qué tipo de personajes-, que se encontraba bajo custodia del ejército desde hacía más de 3 años en el aeropuerto Los Garzones de Montería (Córdoba). No hay derecho a tanta manipulación y engaño.
El ventilador de los capos paramilitares
Ya se sabía que los paramilitares no pasaban de 15 mil hombres, pero terminaron desmovilizando a más de 31 mil. ¿Y quién pagó eso? Juan Pueblo. Por ahí dicen que hasta los gringos sienten que el gobierno de Uribe se robó gran parte de los fondos del Plan Colombia. Pero lo más grave –lo denuncian los propios capos paramilitares ante los jueces de Justicia y Paz- es que Uribe aceptó, entre los paramilitares desmovilizados, a reconocidos capos del narcotráfico para exonerarlos de toda responsabilidad penal. Entre ellos se destacan el Tuso Sierra y Gordo Lindo, quienes pagaron para ser incluidos en la lista de desmovilizados; lo afirman Fredy Rendón alias “El Alemán” y Éver Velosa alias “HH”, los cuales también atestiguan que el “doctor Ternura” (Luis Carlos Restrepo), siempre consultaba a Uribe todos estos negocios a través de teléfono satelital. Ellos mismos revelaron que firmaron un acuerdo con el gobierno para que los paramilitares desmovilizados se incorporaran a las redes de informantes o sapos al servicio del ejército. Que a petición del Alto Comisionado, con el aval del Estado, el señor Narváez -segundo del DAS- entregó al cabecilla narco-paramilitar, Jorge 40, un carro blindado para su seguridad. En sus confesiones a la justicia “El Alemán” también ratifica que Santiago Uribe Vélez (hermano del ex presidente), el esmeraldero Víctor Carranza, los generales Rito Alejo del Río y Mario Montoya, el ex embajador Juan José Cháux Mosquera y Pedro Juan Moreno (Secretario de gobierno cuando Uribe era gobernador de Antioquia), trabajaban directamente con los paramilitares. Ahora la familia de Pedro Juan Moreno está denunciando en todos los mentideros políticos de Medellín que fue Uribe quien lo mandó a matar en complicidad con Guillo Ángel. Fue este personaje –estrechamente ligado a Uribe- quien gestionó el helicóptero que luego se estrellara con el cabecilla ultraderechista a bordo. Definitivamente Uribe Vélez gansterizó el ejercicio del gobierno; era la mafia misma gobernando desde el Palacio de Nariño. Por otra parte el jefe paramilitar Salvatore Mancuso confiesa que el ex vicepresidente de Colombia, señor Francisco Santos, lo protegió o lo “encaletó” durante dos días en su residencia de Bogotá. Fue cuando le pidió que creara el Bloque Capital, de las mal llamadas “autodefensas”. En un relato que reposa en la Comisión interamericana de derechos humanos de la OEA, Mancuso recuerda con precisión el color y los detalles de las alfombras de la casa, las luces y las cortinas de los ventanales de quien hoy oficia como director del noticiero RCN. El señor Francisco Santos debe responder por crímenes de lesa humanidad. No se le puede aceptar como relator imparcial y angelical del acontecer político en Colombia.
La falsa desmovilización del grupo paramilitar “Héroes de Nutibara”
Dice Fredy Rendón, “El Alemán”, que esa desmovilización, como la del supuesto bloque “Héroes de Granada”, fue un burdo montaje más. Que la mayoría de los supuestos desmovilizados pertenecían a bandas delincuenciales reclutadas en las comunas de Medellín. Y que estas supuestas desmovilizaciones obedecieron al desespero del señor Luis Carlos Restrepo y del Presidente Uribe por mostrar resultados de sus conversaciones a puerta cerrada con los jefes paramilitares en Ralito (Córdoba). Se sentían presionados por la opinión pública que empezaba a exigir precisiones frente a esa extraña y secreta negociación. En realidad el grueso de las bandas paramilitares no se desmovilizó; simplemente cambiaron de nombre (Águilas negras, nueva generación, etc). Son las que hoy el gobierno denomina Bacrim (Bandas Criminales), pretendiendo, con el truco de cambio de nombre, deslindarse del paramilitarismo como estrategia contrainsurgente del Estado.
Del abuso del poder a la súplica del debido proceso
Los que jamás actuaron con sindéresis desde el poder, ahora están reclamando debido proceso y presunción de inocencia. A Uribe y a muchos funcionarios de su gobierno (generales, ministros, sabuesos del DAS) los está rondando el fantasma de Fujimori. Tienen que responder por crímenes de lesa humanidad, paramilitarismo, robo al erario, falsos positivos, chuzadas telefónicas, cohecho, fraude, etc. Cuando presentaban en televisión a la gente amarrada, como “terrorista”, sin haber sido procesada ni vencida en juicio, nunca pensaron en el debido proceso, en la presunción de inocencia, en el indubio pro reo. Sólo buscaban impacto mediático. Ahora no les gusta la medicina que aplicaron a otros. Y ante el temor de que sobre ellos caiga la justicia algunos han empezado a huir como ratas cuando naufraga el barco. Uribe sale a protegerlos para que una vez capturados, no lo vayan a involucrar. ¡Cómo defendió a Noguera, y este ahora lo salpica! Por eso, en un acto de obstrucción a la justicia, sacó a María del Pilar Hurtado del país y la asiló en Panamá. La presunción de inocencia que nunca aplicaron y ahora reclaman es en efecto un principio universal del derecho. Toda persona es inocente mientras no sea vencida en juicio. No es válido el prejuicio. No es al procesado a quien le corresponde demostrar su inocencia. Tiene que haber un proceso de demostración, un acervo probatorio. En un Estado de derecho la duda se define a favor del procesado. Mientras no medie una sentencia, el procesado es inocente. A Simón Trinidad lo extraditaron a los Estados Unidos sin el debido proceso y mediante pruebas fabricadas por un Estado delincuente. La justicia debe demostrar que la ley no es sólo para los de ruana, sobre todo cuando en el caso de la pandilla uribista son abrumadoras las evidencias de su criminalidad. Son hechos notorios que no admiten prueba en contrario. Ojalá los jueces recuerden las precisiones de Bolívar a Santander al respecto: “...veo nuestras leyes como Solón, que pensaba que sólo servían para enredar a los débiles y de ninguna traba a los fuertes”./ “…No sé cómo no se han levantado todos estos pueblos y soldados al considerar que sus males no vienen de la guerra, sino de leyes absurdas”. Hasta cuándo tenemos que soportar los colombianos tanta bellaquería. Nosotros somos más; ellos son una minoría. Debemos decir basta. Si nos unimos seremos más poderosos que esa minoría de ratas privilegiadas que han gobernado a Colombia hasta ahora.
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