Cortesia Anncol
Una elección bajo la sospecha del fraude
A las 2 de la tarde del día de las elecciones presidenciales, los medios desconcertados registraban la poca afluencia de público a las urnas, y atribuían la “anomalía” al invierno y al mundial de fútbol. Tres horas más tarde Santos resultó con la más elevada votación de la historia de Colombia. A pesar de ello, ningún medio de desinformación se interesó en indagar sobre el prodigio.
Santos, el empresario de la manipulación
Para gobernar a Colombia y sortear la encrucijada de un país que marcha hacia la protesta y la movilización social en medio del escalamiento del conflicto armado, el presidente Juan Manuel Santos ha cifrado todas sus esperanzas en la manipulación mediática, su más connotada especialidad. Al más leve movimiento de su batuta, la prensa, la radio, y la televisión, uniformadas, reproducen la misma nota en el obsoleto pentagrama del engaño. Lanzan al aire una mentira y en minutos es verdad incuestionable repicada por todos los medios de desinformación. Lo que dicen dos o tres analistas estipendiados, ciertos directores de noticieros y columnistas, lo convierten de la noche a la mañana en la “opinión del país”, mientras a los adversarios políticos se les impone la mordaza.
El falso paladín de los derechos humanos
El entonces “ministro de los falsos positivos”, ahora presidente Santos, envía a sus voceros de la hipocresía a jurar ante la Corte Penal Internacional, que su gobierno se ha convertido –milagrosamente- en el más rutilante paladín de los derechos humanos. Pero en Colombia siguen asesinando sindicalistas, y la barbarie sembrada en la periferia con las explosiones del Plan Patriota y el rugir de la máquina de guerra continúa matando campesinos, despojando, bloqueando regiones y propiciando el desplazamiento forzoso. El tema de la estremecedora fosa común de la Macarena con 2000 cadáveres fue despachado olímpicamente por el Ministro de la Defensa en su intervención ante el Congreso diciendo que según la Fiscalía General de la Nación no son 2000 sino 400 los civiles muertos. Así sea uno sólo, no deja de ser un crimen de lesa humanidad imputable al Estado, pero la Fiscalía habla de centenares. Tiene razón Piedad Córdoba: Colombia es una enorme fosa común. Y el problema es que la impunidad se ha enseñoreado sobre Colombia por voluntad de sus gobernantes.
Las BACRIM, un nombre para lavar el rostro paramilitar del gobierno
Juan Manuel Santos es el autor intelectual del cambio de nombre de los grupos paramilitares por BACRIM (Bandas Criminales). Con esta prestidigitación de rótulos cree interponer distancias con el paramilitarismo que surgió como estrategia contrainsurgente del Estado. Eso no alcanza a lavar el rostro del gobierno; es cinismo potenciado al infinito, estratagema de corto vuelo. No podrá borrarse de la memoria colectiva que el gobierno le otorgó a los paramilitares patente de corso para que financiaran sus actividades criminales a través del narcotráfico. La Corte Suprema de Justicia continúa capturando a parlamentarios uribistas y santistas en el marco del vergonzoso proceso de la para-política.
El gobierno de la Unidad Nacional de la derecha
La política de unidad nacional promovida por el gobierno del presidente Santos es la unidad de la derecha y de los inversionistas nacionales y extranjeros contra las pobrerías de Colombia, una realidad que no se puede ocultar con recambio de palabras. La criminal política de seguridad democrática de Uribe, ahora se llama “prosperidad democrática”. Un insulto a la razón. Esa “prosperidad” de los empresarios nunca llegará al 70 por ciento de los colombianos sumidos en la pobreza y en la miseria. Cinco meses de gobierno han sido suficientes para cotejar con la realidad la previsión de que su propósito era la profundización del neoliberalismo, el refinamiento de los métodos de acumulación capitalista. La prosperidad alude a progresión de las ganancias de las élites, del sector inversionista, de los banqueros y los grandes empresarios imprimiéndole una nueva dinámica a la explotación de hidrocarburos, la minería, los agro-negocios y las exportaciones. Su objetivo es estabilidad macroeconómica, y demagogia en torno a los derechos sociales.
Las inundaciones de demagogia
2 millones 121 mil colombianos resultaron damnificados por la ola invernal y el gobierno los terminó de ahogar con inundaciones diluviales de promesas. No ha cumplido nada de lo prometido. Santos sigue la misma línea de Uribe de ordenar soluciones de problemas a través de micrófonos y cámaras, pero de ahí no pasa. El sainete incluye rasgadura de vestiduras y la orden mediática que engaña a incautos. Ningún municipio ha sido reconstruido o reubicado. En muchas poblaciones del departamento del Atlántico, todavía bajo las aguas, el Estado, asombrosamente, permite a las empresas privadas cobrar los servicios de agua y luz. Lo único que mueve al gobierno es la reconstrucción de las autopistas por donde fluyen las exportaciones y las importaciones del país.
La Ley de tierras y reparación de víctimas
La Ley de tierras es hasta ahora una letanía de argucias que no tardará en asomar su verdadera intención de apropiación de territorios con miras a la explotación minera, energética, a la agroindustria y la producción de bio-combustibles. La ley presentada al Congreso es un remedo de reforma agraria que no tocará la estructura latifundista existente. Por eso el debate no prevé escuchar a las organizaciones campesinas e indígenas, a las minorías étnicas, ni a las organizaciones insurgentes. Sólo se escuchará en el excluyente hemiciclo del parlamento, la voz del latifundio y de los industriales agrícolas con “músculo financiero”. En cuanto a la reparación de las víctimas no aparece para nada la responsabilidad fundamental del Estado en la violencia que ha azotado al país desde 1948. Las víctimas del genocidio político de la Unión Patriótica, quedaron incomprensiblemente excluidas.
Cada campesino colombiano será un Juan Valdés
Lo prometió Juan Manuel Santos en su posesión como presidente de la República el 7 de agosto, como solución a la pobreza campesina: “Convertiré a cada campesino en un próspero Juan Valdés”, expresó con entonado acento. ¿Juan Valdés? Sí, el impecable arriero cafetero de la publicidad de Café Colombia con su famosísima mula y su carga de café, poncho, delantal, carriel y vistoso sombrero. Bonita imagen, ensoñadora imagen… Lo más seguro es que no se refería a los campesinos en general, sino a los exportadores del grano. Amanecerá y veremos.
La liberación unilateral de prisioneros y las coordenadas
La liberación unilateral de seis prisioneros de guerra por parte de las FARC fue un justo desagravio a la senadora Piedad Córdoba, perseguida por la Procuraduría General y la jauría uribista. Muy mezquina la posición del gobierno frente a este hecho que debió ser aprovechado para generar un ambiente favorable a la paz, a la solución política. Pero Santos se obnubiló y su vocero Pizarro parecía un energúmeno. Gracias a ello el mundo pudo apreciar el oso de un presidente contrariado por la liberación de un concejal en traje, de saco y corbata. Si hubiese sido liberado en sudadera, igual lo habría criticado. Fuera de lugar, totalmente fuera de lugar pretender acallar el eco de las liberaciones divulgando supuestos correos que según el presidente comprobarían la utilización política de estas liberaciones por parte de la guerrilla. Más que un presidente, Santos parecía una versión macondiana de Julian Assange de Wikileaks. El incidente de las coordenadas debió ser resuelto según el protocolo firmado por el gobierno y el CICR, ahorrándose alharacas y pataletas innecesarias como las de Pizarro y el propio presidente. ¿Por qué no dicen que las coordenadas eran las mismas que tenía Piedad desde el comienzo? ¿Por qué no les preguntan al mayor Solórzano y al cabo Sanmiguel si fue cierto que a última hora los trasladaron desde el Tolima hasta el Valle del Cauca? Nunca hubo mala fe en la guerrilla, la mala fe fue del gobierno. Una curiosidad: ¿Por qué el gobierno no les permite a los militares y policías recién liberados hablar con la prensa? Sólo lo hace después de haberlos aleccionado con el libreto anti-FARC entregado por la inteligencia militar.
Las liberaciones “gota a gota”
Las liberaciones de prisioneros de guerra materializadas por las FARC, son gestos unilaterales que persiguen generar ambientes propicios para desencadenar el acuerdo de canje de prisioneros y desbrozar el camino de la solución política del conflicto. Las FARC han liberado unilateralmente a más de 300 prisioneros de guerra en su poder, pero nunca sus gestos han sido correspondidos con reciprocidad por parte del gobierno. Mediáticamente, por orden del Estado, los guerrilleros presos son invisibilizados. El gobierno se queja de las liberaciones “gota a gota”. Está bien: para dejar sin motivos esa queja, acordemos entonces el canje de prisioneros de guerra. El problema es que el gobierno atraviesa todos los obstáculos habidos y por haber a esta eventualidad. Se dice que algunos prisioneros en la montaña acumulan ya 13 años de cautiverio, pero se omite que hay guerrilleros condenados a 60 años de prisión, y otros, extraditados por la perfidia del régimen a los Estados Unidos. El Congreso que interpuso todos los obstáculos legales a la liberación de guerrilleros al desvirtuar con sus leyes el delito político de rebelión, esfumando sus conexidades, debe empezar a estudiar la manera de removerlos con nuevas leyes. Y lo pueden hacer, porque una ley se tumba con otra ley.
Santos el matón
Muy estúpido el anuncio de Santos en el sentido de que matará a Alfonso Cano de la misma manera como mató al comandante Jorge Briceño. Enceguecido por la arrogancia del poder dice que ya le está respirando en la nuca… Hace unos meses aseguró que había dado de baja a Fabián Ramírez, y todo indica que todavía no ha podido probar eso. Posando de duro, montado en un polvorín social y bamboleado por la crisis sistémica del capital, y sin ninguna esperanza de derrotar a la guerrilla, anuncia con cara de bravucón que las puertas del diálogo con las FARC están cerradas. Ponga los pies en la tierra, señor Juan Manuel. Tenga en cuenta que en el 2010 las FARC le causó a la fuerza pública 4.371 bajas, muchas más que las encajadas en el mismo periodo por los Estados Unidos y la OTAN en Afganistán. Y allá en la tierra talibán, los Estados Unidos están pidiendo solución política. Evite la ridiculez de enfocar la eventualidad de un diálogo con las FARC como si se tratara de una concesión, un favor, una dádiva. Aterrice presidente, aterrice por favor.
“El presidente de la paz”
Santos ha exteriorizado que quiere pasar a la historia como el “presidente de la paz”, propósito muy loable. Las FARC por mandato de sus Conferencias guerrilleras, tiene en la solución política del conflicto, su principal bandera estratégica. De manera reiterada hemos manifestado que estamos dispuestos a retomar la Agenda de doce puntos convenida con el gobierno nacional en el Caguán. Por sus últimas declaraciones públicas, pareciera que Santos quiere la paz, pero por la vía militar. En varias reuniones con los altos mandos en Cali, les ha pedido, desesperadamente, resultados contra Alfonso Cano. Quiere ser “presidente de la paz”, pero matando a Alfonso Cano. Y a través de su altoparlante Angelino Garzón, anuncia que no iniciará un diálogo con la insurgencia, si esta no manifiesta previamente su voluntad de desmovilización y entrega de armas, si no renuncia a la utilización de explosivos en la guerra, etc., etc., es decir, lo que quiere es una rendición antes de llegar a la mesa de diálogo, sin que se hable del fin de los privilegios de la oligarquía, ni del cambio radical de las injustas estructuras políticas, económicas y sociales que motivan el alzamiento. A ese paso le será muy difícil pasar a la historia como “presidente de la paz”. Persistiendo en ese enfoque, lo máximo que podrá lograr, será pasar a la historia como presidente de los “falsos positivos”.
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