LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

Canciones de Combate

martes, 13 de noviembre de 2012

El papel del Pueblo en la vida político-social de nuestra época


La tesis marxista de que el pueblo es el creador de la historia es valedera para todos los tiempo Y épocas. Pero la actividad de las masas populares hay que considerarla en su desarrollo. De una formación a otra cambian las condiciones sociales en que transcurren el trabajo y la lucha de las masas del pueblo, con lo que se hace distinto su papel en la vida y el desarrollo de la sociedad. Desde los tiempos en que la sociedad se dividió en clases, la tendencia general de estos cambios es la de un incremento de la influencia de las masas trabajadoras sobre la marcha de los distintos aspectos de la vida social, y muy singularmente sobre la política. Creciente papel de las masas populares en política. Bajo un régimen de explotación, las funciones de gobierno de la sociedad, la decisión de sus asuntos interiores y exteriores, es monopolio de las clases explotadoras dominantes. La resistencia a los explotadores, la lucha de clases, es el único recurso de que las masas populares disponen para influir en la política. Así las cosas, el papel de las masas populares en la vida política viene determinado enteramente por el nivel de la lucha de clase de los trabajadores contra quienes les oprimen. Este nivel crece constantemente con el paso de una formación social a otra. La historia de la sociedad esclavista abunda en ejemplos de abnegada lucha de los oprimidos. Pero los esclavos, entre los que tantas diferencias había de lengua y de raza, eran una masa que difícilmente podía agruparse para formar una fuerza social importante y poseían una conciencia de clase muy escasa. De ordinario, los esclavos que se sublevaban no pensaban siquiera en la lucha contra el régimen esclavista; su único anhelo era volver a su patria para sentirse de nuevo hombres libres. El paso al feudalismo brinda a los trabajadores posibilidades más amplias de lucha contra la opresión. Los siervos vivían y trabajaban en su misma patria, hablaban en una misma lengua y comprendían más que los esclavos su solidaridad en la lucha contra los señores. Poco a poco aprendieron a establecer relaciones con las capas pobres de la ciudad, con las cuales buscaban la alianza. No obstante, también los movimientos campesinos presentaban defectos orgánicos que se derivaban del propio carácter de los siervos como clase: limitación de los levantamientos a comarcas reducidas, debilidad en cuanto a la organización, etc.
La clase obrera elevó la lucha contra los explotadores a su más alto nivel. No en vano es la más organizada de todas las clases oprimidas que la historia conoce. Es la única que se presenta armada de una concepción científica del mundo. Es una fuerza no sólo nacional, sino internacional, al hallarse unida por los fuertes lazos de la solidaridad proletaria. Todo esto infunde singular potencia a la lucha de clases y la convierte en un factor primordial de la vida política hasta en los períodos "pacíficos" y no revolucionarios. La lucha de clase de los trabajadores alcanza su punto culminante en el período de la revolución socialista. Fruto de la misma es el nacimiento de una sociedad nueva, en la cual la política, que antes era un instrumento de coerción y represión de las masas populares, se convierte en arma para la defensa de sus conquistas e intereses. Se trata de un viraje de capital importancia en la historia de la humanidad. En adelante, las masas populares, dirigidas por la clase obrera y su partido, comienzan a determinar y orientar por sí mismas la política. De objeto que eran de la política oficial, se convierten en sujeto. Esto se desprende de la naturaleza de la sociedad socialista y se encuentra garantizado por todo el sistema de vida de la misma. Las masas populares como fuerza política decisiva de nuestro tiempo.
El incremento del papel de las masas populares en la vida político-social es, pues, una ley del desarrollo histórico. Cuanto más difíciles son las tareas que se alzan frente a la sociedad y más profundos y consecuentes son los cambios que esas tareas exigen, más grandes son las masas que se incorporan como factor consciente de la historia y de los cambios sociales que en ésta se producen. Esto, subrayaba Lenin, es una de las tesis más importantes y profundas de la teoría marxista. Nos explica, por ejemplo, por qué en nuestra época -la época del hundimiento definitivo del reino de la explotación y de la construcción del comunismo- crece con tan vertiginosa rapidez el papel de las masas populares en la vida social. "La historia -escribe Lenin- la hacen ahora por su cuenta millones y decenas de millones de seres." ¿Qué manifestación concreta adquiere todo esto? Primeramente, en los países habitados por un tercio de la humanidad las masas populares han llevado a cabo un profundo viraje histórico, rompiendo para siempre con cuanto las condenaba al atraso, a la opresión y a la humillación. Los trabajadores de los países socialistas son dueños de su propia vida y la única fuerza que determina los destinos de la sociedad. De esta manera han reducido a polvo las fábulas inventadas por los explotadores, en el sentido de que una sociedad sin opresión ha de entrar forzosamente en colapso y desaparecer, arrastrando consigo a su economía, su civilización y su cultura. La gran hazaña de los trabajadores de los países socialistas es un ejemplo y un estímulo para las masas populares del mundo entero.
Se han despertado y puesto en movimiento masas enormes de gentes del trabajo en las colonias y países dependientes. Pasó para siempre la época en que los gobiernos imperialistas prescindían de ellos en sus cálculos y los trataban como a bestias. Los trabajadores de estos países han proclamado ante el mundo entero y han hecho saber que son hombres como todos los demás y que exigen unas condiciones humanas de existencia. Esto ha producido en el transcurso de los diez años últimos cambios sustanciales en el mundo, ha puesto fin a la división de la población de nuestro planeta en un puñado de naciones superiores, que resolvían los destinos del globo, y los pueblos de color -más de mil millones de seres oprimidos y explotados-, a los que durante largo tiempo manejaron impunemente a su antojo los imperialistas. Se han producido también cambios profundos en la situación de los trabajadores dentro de los países capitalistas. Cierto que no se han emancipado aún de su yugo. Pero ¿acaso se puede comparar su papel en la vida política no ya con épocas históricas pasadas, sino con la situación que había hace unas cuantas decenas de años? Hoy, incluso en los países en que aún gobiernan los explotadores, los trabajadores son una fuerza que los capitostes imperialistas no pueden por menos de tener presente. Los trabajadores tienen sus partidos políticos, a menudo cuentan con nutridas representaciones parlamentarias, poseen prensa propia y las organizaciones más diversas. Ha crecido enormemente el interés hacia los problemas político-sociales, incluso hacia aquellos que antes no importaban a nadie más que a los políticos profesionales. La parte avanzada de los trabajadores tiene conciencia clara de sus intereses y cada vez maneja mejor las más importantes formas de lucha en defensa de los mismos. El incremento de la influencia de las masas populares sobre la política de los países burgueses abre ante ellas vastas perspectivas en cuanto al éxito de la lucha por sus intereses económicos y políticos inmediatos. Una circunstancia de valor trascendental es que la existencia del poderoso sistema socialista y de una amplia zona de paz, que crece más y más, ofrece a las masas trabajadoras, por primera vez en la historia, la posibilidad de impedir una guerra que, dada la potencia destructiva de las armas actuales, amenazaría la existencia de cientos de millones de seres humanos. El incremento de la actividad política de los trabajadores les brinda también posibilidades nuevas en cuanto a la lucha por sus reivindicaciones últimas y aproxima el alumbramiento de la sociedad socialista, un alumbramiento sin dolor y fácil, y en condiciones favorables hace posible la transición al socialismo por vía pacífica. La incorporación a la labor histórica de millones de trabajadores tiene, por tanto, un significado enorme para toda la vida de la sociedad contemporánea. Es lógico que no piensen lo mismo acerca de esto la burguesía y la clase obrera. Para la burguesía reaccionaria, el incremento de la influencia de las masas populares en la vida social amenaza la existencia del sistema capitalista y es un obstáculo con el que siempre tropieza cuando quiere aplicar una política interior y exterior de su agrado y conveniencia. De ahí que la incorporación de millones de trabajadores a una labor histórica consciente siembre entre sus políticos e ideólogos profunda inquietud y confusión. Dominados por el pánico, afirman el advenimiento de la era de la "sociedad de las masas", del "dominio de las turbas", en lo que ven un trastorno completo de la marcha normal de la historia que amenaza a la sociedad con toda clase de males. Pero la burguesía no se limita a difamar a las masas. Al propio tiempo, hace cuanto está a su alcance para reducir al mínimo el papel de los trabajadores en la política y quitarles sus posibilidades de influir sobre la vida y el desarrollo de la sociedad. Así nos lo prueba la cruzada de la burguesía imperialista contra la democracia y los repetidos intentos de implantar sistemas fascistas, que tienen el fin exclusivo de acabar con la influencia que sobre la vida social ejercen las masas. Paralelamente, la burguesía reaccionaria recurre a las mentiras más refinadas y la demagogia para ganarse a las masas. Es la última carta que juegan las fuerzas antipopulares. No hay que desdeñar el peligro de tales manejos. Porque los imperialistas no disponen sólo de recursos ingentes y de un poderoso aparato de propaganda; también poseen una gran experiencia -acumulada durante los siglos de dominación del capital- en cuanto a la esclavización espiritual de los trabajadores. Valiéndose del atraso de parte de las masas populares, en especial de los elementos pequeñoburgueses, la burguesía reaccionaria ha logrado en algunas ocasiones atraerse y convertir en instrumento de su política a capas considerables de la población. Así ocurrió en la Alemania nazi y en la Italia fascista. Bajo la influencia de la burguesía se encuentra actualmente una parte no despreciable de los trabajadores en los países capitalistas. Incluso en los países en que la clase obrera ocupa el poder, la burguesía mundial no desaprovecha la menor coyuntura para sembrar la escisión entre los trabajadores, se vale de cualquier fisura y de cualquier error para extender su influencia entre las masas. Prueba elocuente de ello son los acontecimientos de otoño de 1956 en Hungría.
Mas por mucho que la burguesía se esfuerce, por muchas que sean las maniobras a que recurra, su camino no es el de las masas populares. Puede durante cierto tiempo engañar a cierta parte de los trabajadores, pero como no deja de ser una clase explotadora y opresora, jamás podrá establecer con ellos una alianza sólida. De ahí que el creciente papel de las masas populares en la vida político-social
debilite a la burguesía reaccionaria y sea un síntoma de que se aproxima el fin de su dominación. Otra cosa es la clase obrera. Ella misma es una parte importante, a veces la mayoría, de la población trabajadora, de las masas populares. Más aún, la clase obrera se halla unida a todos los trabajadores por la profunda comunidad de sus intereses vitales, lo mismo en el período de la lucha contra la burguesía que cuando se trata de edificar la nueva sociedad socialista. De ahí que el incremento del papel de las masas populares en la vida de la sociedad sea fuente de energía para la clase obrera y robustezca las posiciones del socialismo, que es su gran conquista histórica. Esto, sin embargo, no significa que la parte más consciente de la clase obrera, su vanguardia marxista-leninista, pueda despreocuparse del reforzamiento de sus vínculos con las masas. Tales vínculos, en unas condiciones de encarnizada lucha de clase con la burguesía, no se establecen automáticamente. Exigen esfuerzos constantes y atención de cada comunista y de cada trabajador consciente. La lucha por la influencia entre las masas sigue siendo la base de la política de los partidos marxistas-leninistas. La incorporación de nuevos millones de seres a la vida político-social plantea más imperiosamente aún la tarea de su agrupación, organización y educación. Del éxito que en este terreno se consiga depende en buena parte que se puedan poner en juego las inusitadas posibilidades del movimiento de emancipación de los trabajadores que se ponen de manifiesto en nuestra época. El incremento del papel de las masas populares en la vida político-social trae consigo una gigantesca aceleración del desarrollo histórico, del progreso social. El avance en nuestra época es tan rápido, que cada década, por su contenido y por el valor del camino cubierto por la humanidad, puede ser equiparada a siglos enteros de períodos anteriores de la historia. La aceleración del desarrollo en nuestra época equivale a la aceleración del movimiento que nos lleva al socialismo y al comunismo.
Lenin escribía: "La victoria será de los explotados, pues con ellos está la vida, está la fuerza del número, la fuerza de la masa, la fuerza de los inagotables manantiales de todo lo abnegado, rico en ideas y honesto, que empuja hacia adelante y despierta para la construcción de lo nuevo, de todas las gigantescas reservas de energía y talento de lo que llaman el «vulgo», de los obreros y los campesinos. La victoria será suya."'

No hay comentarios:

Publicar un comentario