LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

Canciones de Combate

martes, 19 de junio de 2012

La lucha ideológica contra el fascismo


Por: J.Dimitrov

Uno de los aspectos más débiles de la lucha antifascista de nuestros Partidos consiste en que no reaccionan suficientemente, ni a su debido tiempo contra la demoagogia del fascismo y siguen tratando despectivamente los problemas de la lucha contra la ideología fascista. Muchos camaradas no creían que una variedad tan reaccionaria de la ideología burguesa, como es la ideología del fascismo, que en su absurdo llega con harta frecuencia hasta el desvarío, fuese en general capaz de conquistar influencia sobre las masas. Esto fue un gran error. La avanzada putrefacción del capitalismo llega hasta la misma médula de su ideología y su cultura, y la situación desesperada de las extensas masas del pueblo predispone a ciertos sectores al contagio con los detritus ideológicos de este proceso de putrefacción.

No debemos menospreciar, en modo alguno, esta fuerza del contagio ideológico del fascismo. Al contrario, debemos librar por nuestra parte una amplia lucha ideológica, basada en una argumentación clara y popular y en un método certero a la hora de abordar lo peculiar en la psicología nacional de las masas del pueblo.

Los fascistas resuelven la historia de cada pueblo, para presentarse como herederos y continuadores de todo lo que hay de elevado y heroico en su pasado, y explotan todo lo que humilla y ofende a los sentimientos nacionales del pueblo, como arma contra los enemigos del fascismo. En Alemania se publican centenares de libros que no persiguen otro fin que el de falsear la historia del pueblo alemán sobre una pauta fascista.

Los flamantes historiadores nacionalsocialistas se esfuerzan en presentar la historia de Alemania, como si, bajo el imperativo de una "ley histórica", un hilo conductor marcara, a los largo de 2.000 años, la trayectoria del desarrollo que ha determinado la aparición en la escena de la historia del "salvador nacional", del "Mesías" del pueblo alemán, el célebre cabo de progenie austríaca. Todos los grandes hombres del pueblo alemán en épocas pasadas se presentan en estos libros como fascistas, y todos los grandes movimientos campesinos, como precursores directos del movimiento fascista.

Mussolini se esfuerza obstinadamente en sacar partido de la figura heroica de Garibaldi. Los fascistas franceses tremolan a Juana de Arco como su heroína. Los fascistas norteamericanos apelan a las tradiciones de la guerra de la independencia americana, a las tradiciones de Washington y de Lincoln. Los fascistas búlgaros explotan el movimiento de liberación nacional de la década del 70 del siglo pasado y a los héroes populares, tan queridos, de este movimiento, como Vasil Levski, Stefan Karadsha, etc.

Los comunistas, que creen que todo esto no tiene nada que ver con la causa obrera y no hacen nada, ni lo más mínimo, para esclarecer ante las masas trabajadoras el pasado de su propio pueblo con toda fidelidad histórica y el verdadero sentido marxista, marxista-leninista, para entroncar la lucha actual con las tadiciones revolucionarias de su pasado, esos comunistas entregan voluntariamente a los falsificadores fascistas todo lo que hay de valioso en el pasado histórico de la nación, para que engañen a las masas del pueblo.

¡No, camaradas! A nosotros nos afectan todos los problemas importantes, no sólo del presente y del futuro, sino también los que forman parte del pasado de nuestro propio pueblo, pues nosotros, los comunistas, no practicamos la política mezquina de los intereses gremiales de los obreros. Nosotros no somos los funcionarios limitados de las tradeuniones, ni tampoco los dirigentes de los gremios medievales de artesanos y oficiales. Somos los representates de los intereses de clase de la más importante y grande de las clases de la sociedad moderna, de la clase obrera, que tiene por misión emancipar a la humanidad de los tormentos del sistema capitalista, que ya ha abatido el yugo del capitalismo y es la clase gobernante en una sexta parte del planeta. Nosotros defendemos los intereses vitales de todos los sectores trabajadores explotados, es decir, de la mayoría del pueblo de todos los países capitalistas.

Nosotros, los comunistas, somo, por principio, enemigos irreconciliables del nacionalismo burgués, en todas sus formas y variedades. Pero no somos partidarios del nihilismo nacional, ni podemos actuar jamás como tales. La misión de educar a los obreros y a los trabajadores en el espíritu del internacionalismo proletario es una de las tareas fundamentales de todos los Partidos Comunistas. Pero, el que piense, que esto le permite, e incluso, le obliga a escupir en la cara a todos los sentimientos nacionales de las amplias masas trabajadoras, está muy lejos del verdadero bolchevismo y no ha comprendido nada de las enseñanzas de Lenin sobre la cuestión nacional. (Aplausos).

Lenin que luchó siempre decidida y consecuentemente contra el nacionalismo burgués, en su artículo Sobre el orgullo nacional de los grandes rusos, escrito en el año 1914, nos dio un ejemplo de cómo debe enfocarse acertadamente el problema de los sentimientos nacionales.

He aquí lo que escribe:
«¿Nos es ajeno a nosotros, proletarios conscientes grandes rusos, el sentimiento de orgullo nacional? ¡Claro que no! Amamos nuestra lengua y nuestra Patria, trabajamos más que todo por elevar sus masas trabajadoras (es decir las nueve décimas partes de su población) a la vida consciente de demócratas y socialistas. Lo más duro para nosotros es ver y sentir a qué violencias, opresión y burlas someten a nuestra magnífica Patria los verdugos zaristas, los palaciegos y los capitalistas. Nos sentimos orgullosos de que estas violencias provocaran la resistencia de nuestros medios, en el seno de los grandes rusos, que estos medios dieran a Rashev, a los decembristas, a los revolucionarios-raznochintzi de la década del 70, que la clase obrera gran rusa creara en 1905 un poderoso partido revolucionario de las masas.
De nosotros se apodera un sentimiento de orgullo nacional, ya que la nación gran rusa ha creado también una clase obrera, demostró también que es capaz de dar a la humanidad grandes ejemplos de lucha por la libertad y el socialismo y que no sólo sabe organizar pogromos, elevar horcas, llenar las cárceles, causar grandes hambres y engendrar servilismo ante curas, zares, terratenientes y capitalistas.

De nosotros se apodera un sentimiento de orgullo nacional y por eso precisamente aborrecemos ante todo nuestro pasado de escalvos... y nuestro presente de esclavos, cuando estos mismo terratenientes, ayudados por los capitalistas, nos llevan a la guerra, para esclavizar a Polonia y Ucrania: ¡para aplastar el movimiento democrático en Persia y China, para reforzar la camarilla de los Romanov, Bobrinski, Purishkevich que es una vergüenza para nuestra dignidad nacional gran rusa!
»

Es lo que escribe Lenin sobre el orgullo nacional.

Yo creo, camaradas, no haber procedido equivocadamente cuando, en el proceso de Leipzig, ante el intento de los fascistas de calumniar al pueblo búlgaro como a un pueblo bárbaro, defendí el honor nacional de la masas trabajadoras, del pueblo búlgaro, que lucha abnegadamente contra los usurpadores fascistas, que son los verdaderos bárbaros y salvajes, (aplausos impetuosos y prolongados) y cuando declaré que no tengo ningún motivo para avergonzarme de ser búlgaro y que, lejos de ello, estoy orgulloso de ser hijo de la heroica clase obrera búlgara (Aplausos).


¡Camaradas! El internacionalismo proletario debe "aclimatarse", por decirlo así, en cada país y echar raíces profundas en el suelo natal. Las formas nacionales, que reviste la lucha proletaria de clases, el movimiento obrero en cada país no están en contradicción con el internacionalismo proletario, sino que, al contrario, es precisamente bajo estas formas como se pueden defender también con éxito los intereses internacionales del proletariado.

Es evidente que hay que poner bien de relieve, en todas partes y en todas las ocasiones, ante las masas y demostrar de un modo concreto que la burguesía fascista, con el pretexto de defender los intereses de toda la nación, practica la política egoísta de opresión y explotación de su propio pueblo y la expoliación y la esclavización de los demás pueblos. Pero no podemos limitarnos a esto. Al mismo tiempo, tenemos que poner de manifiesto, a través de las propias luchas de la clase obrera y mediante las acciones del Partido Comunista, que el proletariado, al rebelarse contra todo vasallaje y contra toda opresión nacional, es el único y auténtico campeón de la libertad nacional y de la independencia del pueblo.

Los intereses de la lucha de clases del proletariado contra los explotadores y opresores patrios no están en pugna con los intereses de un porvenir libre y feliz de la nación. Al contrario: la revolución socialista será la salvación de la nación y le abrirá el camino para un auge más esplendoroso. Por esto, porque la clase obrera, al construir hoy sus organizaciones de clase y afianzar sus posiciones, al defender contra el fascismo los derechos y libertades democráticas, al luchar por el derrocamiento del capitalismo, lucha ya a través de todo esto por ese porvenir de la nación.

El proletariado revolucionario lucha por salvar la cultura del pueblo, por redimirla de las cadenas del capital monopolista en putrefacción, del fascismo bárbaro que la violenta. Sólo la revolución proletaria puede impedir el naufragio de la cultura, elevarla al más alto esplendor como vedadera cultura popular, de esa cultura, nacional por su forma y socialista por su contenido, que se está realizando ante nuestros ojos en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

El interenacionalismo proletario no sólo no está contra la lucha de los trabajadores de cada país por la libertad nacional, socia y cultural, sino que además garantiza, gracias a la solidaridad proletaria internacional y a la unidad de lucha, el apoyo necesario para triunfar en ella. Sólo en la más estrecha alianza con el proletariado victorioso de la gran Unión Soviética, puede triunfar la clase obrera de los países capitalistas. Sólo luchando codo a codo con el proletariado de los países imperialistas, pueden los pueblos coloniales y las minorías oprimidas lograr su liberación. La alianza revolucionaria de la clase obrera de los países imperialistas con los movimientos de liberación nacional de las colonias y países dependientes es un jalón, absolutamente indispensable, en la senda del triunfo de la revolución proletaria en los países imperialistas, pues como enseñaba Marx, "el pueblo que oprime a otros pueblos jamás puede ser libre".

Los comunistas, que forman parte de una nación oprimida o dependiente, no podrán luchar con éxito contra el chovinismo, en el seno de su propia nación, si al mismo tiempo no ponen de manifiesto, en la práctica del movimiento de masas, que luchan realmente por redimir a su nación del yugo extranjero. Por otra parte, los comunistas de la nación opresora tampoco podrán hacer lo que es necesario para educar a las masas trabajadoras de su nación en el espíritu del internacionalismo, si no libran una lucha decidida contra la política de opresión de su "propia" burguesía, por el derecho a la completa autodeterminación de las naciones esclavizadas por ellas. Si no lo hacen, tampoco ayudarán a los trabajadores de las naciones oprimidas a sobreponerse a sus prejuicios nacionalistas.

Sólo actuando en este sentido, demostrando de un modo convincente en toda nuestra labor de masas que estamos tan libres del nihilismo nacional, como del nacionalismo burgués, sólo entonces podremos librar una lucha verdaderamente eficaz contra la demagogia chovinista del fascismo.

Por eso, tiene una importancia tan enorme la aplicación justa y concreta de la política nacional leninista. Es ésta una premisa absolutamente indispensable, para luchar eficazmente contra el chovinismo, principal instrumento de la influencia ideológica de los fascistas sobre las masas.

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