Por Iván Márquez/Integrante del Secretariado del Estado Mayor de las FARC EP
Esta lucha viene desde el asesinato político de Jacobo Prías en Gaitania. De la sangre del líder Marquetaliano, tiroteado por agentes del Estado, vienen las FARC. El reclamo de justicia de sus compañeros, encabezados por Manuel Marulanda Vélez, fue respondido por el régimen frentenacionalista con el ataque militar a Marquetalia en 1964. Y los gringos participaron en la agresión.
Desde su génesis es incuestionable que las FARC surgen como respuesta a la violencia ejercida desde el Estado. Desde ese entonces brilla inextinguible, la causa política de su alzamiento.
Como una constancia histórica del carácter político de su lucha el Programa Agrario de los Guerrilleros de las FARC, proclamado el 20 de julio de 1964, corregido y ampliado por la Octava Conferencia Nacional de Guerrilleros, plantea:
"Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen. Pero queríamos y luchábamos por ese cambio usando la vía menos dolorosa para nuestro pueblo: la vía pacífica, la vía democrática de masas. Esa vía nos fue cerrada violentamente con el pretexto fascista oficial de combatir supuestas "repúblicas independientes", y como somos revolucionarios que de una u otra manera jugaremos el papel histórico que nos corresponde, nos tocó buscar la otra vía: la revolucionaria armada para la lucha por el poder".
"… Por eso las FARC-EP se han constituido en una organización política militar que recoge las banderas bolivarianas y las tradiciones libertarias de nuestro pueblo para luchar por el poder y llevar a Colombia al ejercicio pleno de su soberanía nacional y hacer vigente la soberanía popular. Luchamos por el establecimiento de un régimen democrático que garantice la paz con justicia social, el respeto de los derechos humanos y un desarrollo económico con bienestar para todos quienes vivimos en Colombia".
Con su estrategia hacia el nuevo poder y el fuego de Bolívar tras la felicidad del pueblo, las FARC pueden proclamar con el Libertador que "la insurrección por su naturaleza es un acto legítimo" y que "cuando el poder es opresor, la virtud tiene derecho a anonadarlo".
II
Como decíamos, desde el comienzo estuvo la Casa Blanca. Y sigue hoy en escalada. Siempre con un pretexto, como un camaleón mimetizando en cada momento histórico su codicia colonial, sus cálculos matemáticos, asustando con "cocos" y espantajos para justificar la intervención, su ingerencia violenta en el conflicto interno de Colombia. En la década del 60, la "amenaza comunista". Después, el "enemigo interno".
En los 80, la cocaína, el narcotráfico. Y a partir del 2000, el terrorismo. Todos los subterfugios, con un denominador común: el expolio, el predominio.
En efecto, impedir una nueva Cuba en el continente fue el pretexto para el involucramiento de los Estados Unidos en la Operación Marquetalia que en 1964 marcara el surgimiento de las FARC. El Plan LASO (Latin American Security Operation), y la Alianza para el Progreso, actuaron en ese contexto como caballos de Troya de los gringos.
La denominada "defensa hemisférica" sólo nos ha dejado sangre y saqueo. El continente fue plagado de dictaduras de muerte, y desapariciones por cuenta del "enemigo interno" y la "Seguridad Nacional". Ya lo había advertido el Libertador Simón Bolívar: "jamás política ha sido más infame que la de los norteamericanos hacia nosotros".
III
Utilizada como arma contrainsurgente, la cruzada antinarcóticos es mentira, fraude, barullo de grandes medios, guerra sucia. Es un cuento para ingenuos, una campaña estéril que jamás podrá despojar de su natural aureola política a la guerrilla.
Reafirma sí un rasgo, tal vez el más destacado de la política de Washington: la doble moral. Pareciera que los hilos estuvieran manejados por el espíritu de un renovado coronel Oliver North. Conjuga la represión irracional de los narco- cultivos en Colombia con el favorecimiento impúdico de los capos gringos de la distribución, el libre comercio de sus precursores químicos y la criminal aspersión del agente naranja de la corporación Monsanto, desafortunadamente, con el beneplácito de gobiernos estúpidos, sin sentido de patria, que además facilitan el posicionamiento de los Estados Unidos para el asalto neocolonial al continente.
Da la impresión, que como está en ejecución el "Plan Patriota" del Comando Sur contra las FARC, ya no necesitan el taparrabo de la lucha antinarcóticos para encubrir su injerencia en el conflicto interno de Colombia.
Esta percepción surge del ambiente de sosiego en que se mueve hoy el cartel de motosierra y cocaína de Ralito -el paramilitarismo de Estado- que hace mucho tiempo relevó del negocio a los carteles de Medellín y Cali.
Lo que realmente ha existido en Colombia es una "narcocracia", tal como lo expresara hace algunos años en un arrebato de sinceridad, Joe Toff, funcionario de la agencia antidrogas del gobierno de los Estados Unidos. El general Bonett era comandante de la III Brigada del ejército cuando el cartel de Cali estaba en la cresta de la ola, y el general Bedoya lo era de la VII Brigada cuando se extendieron los cultivos de coca por los llanos orientales. Y hubo Presidentes y congresistas que enmudecieron, no por temor a las balas que asesinaron a Galán, sino porque sus campañas políticas habían sido jugosamente financiadas con dineros de la mafia.
Y podríamos hablar de un Presidente que les abrió la "ventanilla siniestra" del Banco de la República para que legalizaran sus dólares y les permitió como prisión un “hotel de cinco estrellas”. O del Presidente Uribe, que ejerciendo como director de la Aerocivil les autorizó la operación de pistas remotas en la selva, pero haríamos con tantos detalles un rosario.
Sí, definitivamente la lucha antidrogas en Colombia es una farsa. En el marco de la audiencia pública internacional sobre cultivos ilícitos y medio ambiente auspiciada por las FARC y el gobierno de Pastrana en San Vicente del Caguán, el Comandante en Jefe Manuel Marulanda Vélez, presentó una fundamentada propuesta de sustitución de cultivos de coca con planes de desarrollo y alternativas rentables para los campesinos, que sugería el área de Cartagena del Chairá como municipio piloto para su experimentación, y ofrecía los buenos oficios de unidades guerrilleras para que recorrieran las zonas rurales persuadiendo a los cultivadores de las bondades del proyecto, pero el gobierno nunca aceptó, porque lo que importa no es la solución racional del problema, sino mantener una excusa artificiosa que le permita explicar la intromisión gringa en el conflicto de Colombia.
IV
Apartir del 11s, de la pavorosa destrucción del World Trade Cemter, y en medio del estruendo sin tregua de la muerte y las bombas estadounidenses en Irak e Afganistán, y de los chillidos histéricos de los halcones, Washington y Bogotá convienen calificar de terrorista, sin fundamento y con perfidia, a la insurgencia colombiana.
El propósito inmediato, justificar la intervención militar abierta de Estados Unidos en Colombia, sin máscaras y sin tapujos; los unos para imponer la recolonización, los otros para mantenerse en el poder.
Por eso ahora se actúa desembozadamente con el "plan Patriota" ideado en el Comando Sur.
Ninguna autoridad tiene el más grande terrorista de la historia _el gobierno de los Estados Unidos- para desvirtuar causas políticas inconfundibles. Por algo toos los años en agosto, el mundo recuerda la barbaridad de Truman en Japón.
El alzamiento armado de las FARC está amparado en el derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo a alzarse contra la opresión y regímenes injustos. Su lucha es por un nuevo orden, un nuevo Estado que garantice la justicia social, la paz, el ejercicio de la democracia verdadera, la soberanía del pueblo, la independencia. Y en esa lucha está el proyecto de Bolívar reafirmando su carácter político. Y a esto jamás podrá llamársele terrorismo.
!Que nadie venga a invertir nuestros valores y a tergiversar la historia para favorecer la geopolítica de Washington erigida sobre el saqueo y el bussines !NO puede equipararse con el terrorismo una lucha altruista que persigue el bien común, un nuevo proyecto de sociedad basado en la injusticia.
El Plan estratégico de las FARC denominado Campana Bolivariana por la Nueva Colombia alude es a la toma del poder. No busca causarle pánico o terror a la población por la que combate. En su documento "Recomendaciones a la Población Civil" las FARC orientan evitar que los cuarteles militares y de policía sean ubicados cerca de residencias civiles o en lugares de concentración pública. Impedir que militares y policías utilicen sus vehículos particulares o de servicio público. Abstenerse de abordar trasportes militares de cualquier tipo. Conservar mínimo una distancia de 500 metros respecto de vehículos y caravanas militares. No servir de guía a patrullas de la fuerza pública, ni ingresar a guarniciones militares o de policía o dormir en ellas. Que los vehículos de prensa y de organismos humanitarios en zonas de combate transiten con distintivos perfectamente visibles ya a mínima velocidad. Más claro no canta un gallo.
En una confrontación bélica como la que se libra en Colombia el ataque a la infraestructura
del Estado no puede confundirse con terrorismo porque ello tiene su explicación en la afectación de las fuentes de financiación de la guerra del Estado contra el pueblo. La calificación de terrorista a la lucha de las FARC no deja de ser una tontería que solo empuja el conflicto social y armado hacia un callejón sin salida, sin solución diplomática.
Lo grave es que el régimen de Colombia está asimilando oposición con terrorismo, simpatía con terrorismo, tropel estudiantil con terrorismo, marcha de protesta con terrorismo. Por eso las redadas masivas, los asesinatos, las desapariciones por cuenta de funcionarios del Estado.
Al paso que vamos no es extraño que mañana Bolívar sea proscrito aún más, y calificado también como terrorista.
V
La lucha que libran las FARC, que es pueblo en armas, merece la solidaridad espiritual y material de los pueblos del mundo. Esta no puede ser paralizada por campañas mediáticas fraudulentas o por temor a las represalias washingtonianas. No hay que olvidar que desde las luchas de nuestra primera independencia la Casa Blanca castigaba con cárcel a sus súbditos o ciudadanos que ayudaran a las guerrillas de Bolívar en su enfrentamiento contra España. Y esto no puede prolongarse indefinidamente.
Las FARC, con su plataforma de reconciliación y reconstrucción nacional, con su cobertura de todo el país y mando centralizado en su Estado Mayor, son una fuerza beligerante que debiera tener el reconocimiento de muchos gobiernos del mundo, con la certeza de que su gesto independiente tendería puentes hacia la solución política del conflicto.
La guerrilla bolivariana de las FARC necesita que las voces de los pueblos se multipliquen exigiendo ¡fuera gringos de Colombia, fuera asesores militares! ¡Libertad para Simón y
Sonia, combatientes bolivarianos, prisioneros del imperio! Se requiere presionar más al gobierno de Colombia para que acceda al canje de prisioneros, que explote la solidaridad con la gran batalla que libra el pueblo de Colombia por la justicia social, la independencia y la dignidad.
Esta lucha que viene desde Marquetalia proseguirá con la ayuda de los pueblos hasta la victoria, y no descansará porque hay mucho por hacer y porque tenemos que concretar entre todos el sueño de unidad, de integración de pueblos del Libertador Simón Bolívar.
En esta era de decadencia del imperio con sus pies de barro, verdes como el dólar, y de ascenso del sol bolivariano, debe alumbrarnos la hermanación y la solidaridad.
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