Los avances de la gran
industria maquinizada, de la agricultura y las demás esferas de la
economía nacional traen como resultado que para la producción de
una misma cantidad de productos se necesite un número cada vez más
reducido de obreros. Con otras palabras, al desarrollarse el
capitalismo, la parte del capital invertida en medios de producción
(capital fijo) crece, mientras disminuye la parte invertida en la
fuerza de trabajo (capital variable). Este crecimiento más rápido
del capital fijo que del variable trae consigo un descenso relativo
de la demanda de mano de obra en la producción, aunque el número
total de obreros industriales crece a medida que el capitalismo se
desarrolla. Bajo este sistema, el progreso técnico condena a la
desocupación a millones de hombres. En la sociedad burguesa la
amenaza del paro se cierne constantemente sobre todos y cada uno de
los obreros, que jamás pueden mirar con confianza el día de mañana.
A la luz de la teoría de la acumulación capitalista expuesta por
Marx se hacen evidentes los errores de la economía política clásica
burguesa. A. Smith y D. Ricardo suponían que la demanda de mano de
obra aumenta proporcionalmente al incremento de la producción y que
en el curso de la acumulación capitalista la situación de la clase
obrera ha de mejorar obligatoriamente. Lo que en realidad ocurre es
que la acumulación capitalista acelera el desplazamiento de los
obreros por la máquina y crea el ejército industrial de reserva.
"Cuanto mayor es la
riqueza social, el capital en funciones, las proporciones y la
energía de su incremento, y, por consiguiente, cuanto mayor es el
número absoluto de los proletarios y la fuerza productiva de su
trabajo, tanto mayor es el ejército industrial de reserva... El
volumen relativo del ejército industrial de reserva crece al
incrementarse las fuerzas de la riqueza. Pero cuanto mayor es este
ejército de reserva en comparación con el ejército obrero en
activo, tanto más extensa es la superpoblación permanente, la
miseria de la cual es inversamente proporcional al suplicio de su
trabajo... Esto es ley absoluta y general de la acumulación
capitalista" (Marx). Cuanto mayor es el ejército industrial de
reserva, tanto peor es la situación de los obreros ocupados, porque
el capitalista puede despedir a los descontentos y "exigentes"
valiéndose de que siempre encontrará quien los sustituya entre los
desocupados.
Bajo el predominio de la
propiedad capitalista sobre los medios de producción el progreso
técnico significa el aumento de las ganancias de los capitalistas,
mientras que las grandes masas de la población ven cómo su
situación se agrava sin que puedan satisfacer sus necesidades.
Empeoramiento de la situación de la clase obrera.
La agravación de las
condiciones de vida de los trabajadores se pone de relieve con
singular vigor en los períodos de crisis de superproducción, cuando
la desocupación crece, bajan los salarios y se incrementa el proceso
de ruina de los productores pequeños y medios. En el proyecto de
Programa del P.C. (b) de Rusia, V. I. Lenin escribía: "Las
crisis y los períodos de depresión industrial... aumentan la
dependencia del trabajo asalariado respecto del capital y conducen a
una agravación relativa, y a veces absoluta, de la situación de la
clase obrera." La situación de los trabajadores puede empeorar
también cuando el salario experimenta cierto incremento. Al crecer
la intensidad del trabajo, se hace necesaria una mejor alimentación,
asistencia médica, etc. Y cuando estas crecientes necesidades no son
atendidas, la situación de la clase obrera empeora, incluso si su
salario ha aumentado un tanto. Más evidente todavía es el
empeoramiento relativo de la situación de los obreros, es decir, la
disminución de la parte de la clase obrera en la renta nacional que
siempre se observa en el capitalismo. Ello define la situación de la
clase obrera con relación a los capitalistas. El incremento de la
riqueza social conduce inevitablemente en la sociedad burguesa a una
mayor desigualdad entre los capitalistas y los obreros. La tendencia
a la agravación de la situación de la clase obrera conforme el
capitalismo progresa, descubierta por Marx, sigue vigente en nuestros
días. Los críticos del marxismo se resisten a aceptarlo. Falsifican
la realidad, especulan con algunos hechos sueltos, interpretan a su
antojo ciertos fenómenos de nuestros tiempos, y todo para tratar de
demostrar que la teoría de Marx no se ha visto confirmada y que el
capitalismo contemporáneo abre horizontes ilimitados para el
mejoramiento de la situación de la clase obrera. No sólo se
falsifican los datos relativos a la situación de la clase obrera,
sino también la propia teoría de Marx. Los críticos del campo
reformista burgués, con objeto de aliviar su tarea, no se paran en
barras, dan una interpretación vulgar de esta teoría y le atribuyen
afirmaciones absurdas, que ni Marx ni los marxistas enunciaron ni
defendieron jamás.
Por ejemplo, la tesis
marxista de la tendencia al empeoramiento de la situación de la
clase obrera es presentada como un dogma según el cual bajo el
capitalismo se produce un empeoramiento absoluto y constante, de año
en año y de decenio en decenio, de las condiciones de vida de los
obreros. Pero Marx no se refería a un proceso constante, sino a una
tendencia del capitalismo, una tendencia desigual en los distintos
países y períodos, que presenta desviaciones y fluctuaciones y a la
cual se oponen otros factores. Uno de esos factores que se le oponen
es la lucha de la clase obrera por un mayor salario y unas mejores
condiciones de vida. Después de la segunda guerra mundial esta lucha
es más eficaz que nunca. Entonces quedó destrozado el baluarte de
la reacción internacional que significaba el fascismo alemán e
italiano. Crecieron la organización y la cohesión de la clase
obrera en los países capitalistas. Y los éxitos de los países del
socialismo obligan a la burguesía a hacer concesiones a los
trabajadores. ¿Podía esto pasar sin dejar huella? Indudablemente
que no. Los obreros de una serie de países han tenido ocasión de
mejorar sus condiciones de vida. Y la han aprovechado. Es evidente
que esto no puede servir ni lo más mínimo para refutar el marxismo.
Sólo quienes practican la calumnia y la falsificación pueden
afirmar que, según la teoría de Marx y Lenin, el nivel de vida de
los trabajadores de todos los países capitalistas había de ser
ahora inferior, supongamos, que a principios de siglo. Muchos de los
argumentos a que gustan de recurrir los desdichados críticos del
marxismo se deben a que la acción de la tendencia al empeoramiento
de la situación de la clase obrera depende de la coyuntura económica
general. Está claro que en los períodos de auge cíclico los
obreros viven mejor que en los períodos de crisis. Así hay que
tenerlo presente si comparamos, por ejemplo, la situación de los
trabajadores durante la crisis y la depresión de los años 30 y en
los momentos de elevada coyuntura que han sido los de la última
década. Tendencia histórica de la acumulación capitalista. La
acumulación del capital hace que en empresas cada vez mayores se
concentren masas enormes de obreros y formidables medios de
producción.
La acción de las leyes
internas de la producción capitalista hace que los capitalistas
fuertes aplasten a los débiles. Junto a la centralización de
capitales o a la expropiación de muchos propietarios de empresas por
un reducido número de ellos, se desarrolla la aplicación consciente
de la ciencia en la producción, la explotación regular de la
tierra, la conversión de los instrumentos de trabajo en unos medios
que únicamente admiten la utilización colectiva. Llega un momento
en que se hace no ya posible, sino necesaria la transformación de
los medios decisivos de producción en propiedad social, porque se
agudiza hasta el máximo la contradicción entre el carácter social
de la producción y la apropiación capitalista privada. La
acumulación del capital crea las premisas no sólo objetivas, sino
también subjetivas para el paso del capitalismo al socialismo. La
sociedad se escinde, cada vez más netamente, en un puñado de
magnates y, frente a ellos, las masas de obreros unidos por la gran
producción maquinizada. El proletariado se levanta cada vez más
decididamente a la lucha contra el capital. La clase obrera orienta
sus esfuerzos hacia la transformación de la propiedad capitalista en
propiedad social. Este proceso está muy lejos de ser tan duradero
como la conversión de la pequeña propiedad privada de los artesanos
y campesinos, dispersa y basada en el trabajo personal, en propiedad
capitalista. Dentro de las condiciones a que ha llegado el
capitalismo, la misión de las masas populares, dirigidas por la
clase obrera, se reduce a emancipar a la sociedad del yugo de un
contado número de usurpadores.
A la vez que disminuye
constantemente el número de magnates del capital que gozan de todas
las ventajas del desarrollo de las fuerzas productivas, crece la
protesta de la clase obrera, que aprende, se agrupa y se organiza en
el curso mismo del proceso de la producción capitalista. El modo
capitalista de producción se convierte en una traba para el
desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad humana. "La
centralización de los medios de producción y la socialización del
trabajo alcanzan un punto en el que se hacen incompatibles con la
cubierta capitalista. Esta se rompe. Suena la última hora de la
propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados."
Tal es la tendencia histórica de la acumulación capitalista. Marx
no dedujo de aspiraciones utópicas la necesidad de la transformación
revolucionaria de la sociedad capitalista en comunista, sino sólo y
exclusivamente de la ley económica objetiva del desarrollo de la
sociedad capitalista. Al mismo tiempo demuestra que la supresión del
capitalismo será obra de los trabajadores dirigidos por la clase
obrera. Sólo poniendo fin a la propiedad privada de los magnates del
capital y de los grandes terratenientes sobre los medios de
producción podrán las masas populares de los países capitalistas
asegurar el triunfo del régimen socialista y abrir un ancho camino
al ulterior progreso social. Por consiguiente, el desarrollo regular
del capitalismo conduce inevitablemente a la transformación
revolucionaria de la sociedad capitalista en socialista. C. Marx, en
su análisis de la ley general de la acumulación capitalista,
demostró en el plano económico que la revolución proletaria es
necesaria e inevitable.
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