LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

lunes, 14 de enero de 2013

La ley general de la acumulación capitalista


Los avances de la gran industria maquinizada, de la agricultura y las demás esferas de la economía nacional traen como resultado que para la producción de una misma cantidad de productos se necesite un número cada vez más reducido de obreros. Con otras palabras, al desarrollarse el capitalismo, la parte del capital invertida en medios de producción (capital fijo) crece, mientras disminuye la parte invertida en la fuerza de trabajo (capital variable). Este crecimiento más rápido del capital fijo que del variable trae consigo un descenso relativo de la demanda de mano de obra en la producción, aunque el número total de obreros industriales crece a medida que el capitalismo se desarrolla. Bajo este sistema, el progreso técnico condena a la desocupación a millones de hombres. En la sociedad burguesa la amenaza del paro se cierne constantemente sobre todos y cada uno de los obreros, que jamás pueden mirar con confianza el día de mañana. A la luz de la teoría de la acumulación capitalista expuesta por Marx se hacen evidentes los errores de la economía política clásica burguesa. A. Smith y D. Ricardo suponían que la demanda de mano de obra aumenta proporcionalmente al incremento de la producción y que en el curso de la acumulación capitalista la situación de la clase obrera ha de mejorar obligatoriamente. Lo que en realidad ocurre es que la acumulación capitalista acelera el desplazamiento de los obreros por la máquina y crea el ejército industrial de reserva.
"Cuanto mayor es la riqueza social, el capital en funciones, las proporciones y la energía de su incremento, y, por consiguiente, cuanto mayor es el número absoluto de los proletarios y la fuerza productiva de su trabajo, tanto mayor es el ejército industrial de reserva... El volumen relativo del ejército industrial de reserva crece al incrementarse las fuerzas de la riqueza. Pero cuanto mayor es este ejército de reserva en comparación con el ejército obrero en activo, tanto más extensa es la superpoblación permanente, la miseria de la cual es inversamente proporcional al suplicio de su trabajo... Esto es ley absoluta y general de la acumulación capitalista" (Marx). Cuanto mayor es el ejército industrial de reserva, tanto peor es la situación de los obreros ocupados, porque el capitalista puede despedir a los descontentos y "exigentes" valiéndose de que siempre encontrará quien los sustituya entre los desocupados.

Bajo el predominio de la propiedad capitalista sobre los medios de producción el progreso técnico significa el aumento de las ganancias de los capitalistas, mientras que las grandes masas de la población ven cómo su situación se agrava sin que puedan satisfacer sus necesidades. Empeoramiento de la situación de la clase obrera.
La agravación de las condiciones de vida de los trabajadores se pone de relieve con singular vigor en los períodos de crisis de superproducción, cuando la desocupación crece, bajan los salarios y se incrementa el proceso de ruina de los productores pequeños y medios. En el proyecto de Programa del P.C. (b) de Rusia, V. I. Lenin escribía: "Las crisis y los períodos de depresión industrial... aumentan la dependencia del trabajo asalariado respecto del capital y conducen a una agravación relativa, y a veces absoluta, de la situación de la clase obrera." La situación de los trabajadores puede empeorar también cuando el salario experimenta cierto incremento. Al crecer la intensidad del trabajo, se hace necesaria una mejor alimentación, asistencia médica, etc. Y cuando estas crecientes necesidades no son atendidas, la situación de la clase obrera empeora, incluso si su salario ha aumentado un tanto. Más evidente todavía es el empeoramiento relativo de la situación de los obreros, es decir, la disminución de la parte de la clase obrera en la renta nacional que siempre se observa en el capitalismo. Ello define la situación de la clase obrera con relación a los capitalistas. El incremento de la riqueza social conduce inevitablemente en la sociedad burguesa a una mayor desigualdad entre los capitalistas y los obreros. La tendencia a la agravación de la situación de la clase obrera conforme el capitalismo progresa, descubierta por Marx, sigue vigente en nuestros días. Los críticos del marxismo se resisten a aceptarlo. Falsifican la realidad, especulan con algunos hechos sueltos, interpretan a su antojo ciertos fenómenos de nuestros tiempos, y todo para tratar de demostrar que la teoría de Marx no se ha visto confirmada y que el capitalismo contemporáneo abre horizontes ilimitados para el mejoramiento de la situación de la clase obrera. No sólo se falsifican los datos relativos a la situación de la clase obrera, sino también la propia teoría de Marx. Los críticos del campo reformista burgués, con objeto de aliviar su tarea, no se paran en barras, dan una interpretación vulgar de esta teoría y le atribuyen afirmaciones absurdas, que ni Marx ni los marxistas enunciaron ni defendieron jamás.
Por ejemplo, la tesis marxista de la tendencia al empeoramiento de la situación de la clase obrera es presentada como un dogma según el cual bajo el capitalismo se produce un empeoramiento absoluto y constante, de año en año y de decenio en decenio, de las condiciones de vida de los obreros. Pero Marx no se refería a un proceso constante, sino a una tendencia del capitalismo, una tendencia desigual en los distintos países y períodos, que presenta desviaciones y fluctuaciones y a la cual se oponen otros factores. Uno de esos factores que se le oponen es la lucha de la clase obrera por un mayor salario y unas mejores condiciones de vida. Después de la segunda guerra mundial esta lucha es más eficaz que nunca. Entonces quedó destrozado el baluarte de la reacción internacional que significaba el fascismo alemán e italiano. Crecieron la organización y la cohesión de la clase obrera en los países capitalistas. Y los éxitos de los países del socialismo obligan a la burguesía a hacer concesiones a los trabajadores. ¿Podía esto pasar sin dejar huella? Indudablemente que no. Los obreros de una serie de países han tenido ocasión de mejorar sus condiciones de vida. Y la han aprovechado. Es evidente que esto no puede servir ni lo más mínimo para refutar el marxismo. Sólo quienes practican la calumnia y la falsificación pueden afirmar que, según la teoría de Marx y Lenin, el nivel de vida de los trabajadores de todos los países capitalistas había de ser ahora inferior, supongamos, que a principios de siglo. Muchos de los argumentos a que gustan de recurrir los desdichados críticos del marxismo se deben a que la acción de la tendencia al empeoramiento de la situación de la clase obrera depende de la coyuntura económica general. Está claro que en los períodos de auge cíclico los obreros viven mejor que en los períodos de crisis. Así hay que tenerlo presente si comparamos, por ejemplo, la situación de los trabajadores durante la crisis y la depresión de los años 30 y en los momentos de elevada coyuntura que han sido los de la última década. Tendencia histórica de la acumulación capitalista. La acumulación del capital hace que en empresas cada vez mayores se concentren masas enormes de obreros y formidables medios de producción.
La acción de las leyes internas de la producción capitalista hace que los capitalistas fuertes aplasten a los débiles. Junto a la centralización de capitales o a la expropiación de muchos propietarios de empresas por un reducido número de ellos, se desarrolla la aplicación consciente de la ciencia en la producción, la explotación regular de la tierra, la conversión de los instrumentos de trabajo en unos medios que únicamente admiten la utilización colectiva. Llega un momento en que se hace no ya posible, sino necesaria la transformación de los medios decisivos de producción en propiedad social, porque se agudiza hasta el máximo la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación capitalista privada. La acumulación del capital crea las premisas no sólo objetivas, sino también subjetivas para el paso del capitalismo al socialismo. La sociedad se escinde, cada vez más netamente, en un puñado de magnates y, frente a ellos, las masas de obreros unidos por la gran producción maquinizada. El proletariado se levanta cada vez más decididamente a la lucha contra el capital. La clase obrera orienta sus esfuerzos hacia la transformación de la propiedad capitalista en propiedad social. Este proceso está muy lejos de ser tan duradero como la conversión de la pequeña propiedad privada de los artesanos y campesinos, dispersa y basada en el trabajo personal, en propiedad capitalista. Dentro de las condiciones a que ha llegado el capitalismo, la misión de las masas populares, dirigidas por la clase obrera, se reduce a emancipar a la sociedad del yugo de un contado número de usurpadores.
A la vez que disminuye constantemente el número de magnates del capital que gozan de todas las ventajas del desarrollo de las fuerzas productivas, crece la protesta de la clase obrera, que aprende, se agrupa y se organiza en el curso mismo del proceso de la producción capitalista. El modo capitalista de producción se convierte en una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad humana. "La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo alcanzan un punto en el que se hacen incompatibles con la cubierta capitalista. Esta se rompe. Suena la última hora de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados." Tal es la tendencia histórica de la acumulación capitalista. Marx no dedujo de aspiraciones utópicas la necesidad de la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista en comunista, sino sólo y exclusivamente de la ley económica objetiva del desarrollo de la sociedad capitalista. Al mismo tiempo demuestra que la supresión del capitalismo será obra de los trabajadores dirigidos por la clase obrera. Sólo poniendo fin a la propiedad privada de los magnates del capital y de los grandes terratenientes sobre los medios de producción podrán las masas populares de los países capitalistas asegurar el triunfo del régimen socialista y abrir un ancho camino al ulterior progreso social. Por consiguiente, el desarrollo regular del capitalismo conduce inevitablemente a la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista en socialista. C. Marx, en su análisis de la ley general de la acumulación capitalista, demostró en el plano económico que la revolución proletaria es necesaria e inevitable.

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