LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Desarrollo del capitalismo en la agricultura. Renta de la tierra


Las leyes económicas del capitalismo rigen por igual en la industria y en la agricultura. Con los avances de la división social del trabajo, los productos agrícolas comienzan a ser producidos para la venta y se convierten en mercancías. La agricultura pasa a ser una rama de la economía que produce mercancías. Entonces se inicia una reñida competencia entre los distintos productores de mercancías, competencia que coloca en situación muy difícil a los pequeños agricultores, que son los que poseen menos tierra, animales de labor y aperos. Los pequeños productores se arruinan en masa y pasan a engrosar las filas de los proletarios. Una parte considerable de la producción se concentra en las capas altas, capitalistas, del campo. Fórmanse dos grupos extremos: el de los campesinos pobres y braceros y el de la burguesía rural (campesinos ricos, capitalistas y terratenientes más o menos aburguesados, que se conservan en muchos países capitalistas). Entre esos dos grupos se encuentran los campesinos medios. Si comparamos el proceso de desarrollo del capitalismo en la agricultura y la industria, advertiremos un atraso incomparablemente mayor del primero. No ocurre así sólo en los países atrasados, donde el avance del capitalismo en la agricultura se ve frenado por las supervivencias del feudalismo, sino también, en cierta medida, en los países en que el capitalismo ha alcanzado un gran desarrollo. Una de las causas más importantes de que así ocurra es que parte de la plusvalía creada en la agricultura se la apropia la clase parasitaria de los propietarios en forma de renta de la tierra. La renta de la tierra. En la agricultura capitalista, a diferencia de lo que ocurre en la industria, todo el valor creado se divide entre tres clases. Los obreros agrícolas perciben el salario, el capitalista arrendatario se queda con la ganancia media ordinaria y el propietario del suelo recibe la renta. Ahora bien, ¿de qué manera aparece en la agricultura, además de la ganancia ordinaria sobre el capital, una parte especial de plusvalía que en forma de renta es percibida por los propietarios del suelo de los capitalistas arrendatarios?
Para responder a esta pregunta, Marx se detiene en algunas características económicas de la agricultura. Las distintas tierras, cultivadas por diversos agricultores, no son iguales ni por su fertilidad ni por su situación respecto del mercado. La tierra de mejor calidad, con el mismo desembolso, dará mejores cosechas que las de calidad inferior. Lo mismo ocurrirá en cuanto a la proximidad o alejamiento del mercado. Cuanto más cerca del mercado esté la tierra, menos costoso será el transporte de los productos y más ventajosa resultará su explotación. En aras de la brevedad, podemos resumir estas diferencias (de fertilidad y de proximidad al mercado) como diferencia entre tierras mejores y peores. Ahora bien, los capitalistas han de compensar sus gastos y percibir la ganancia media no sólo en las tierras mejores y medianas, sino también en las peores. De ahí que el precio de producción de los productos agrícolas sea igual a los gastos de producción en las tierras peores más la ganancia media. Y las tierras mejores y medianas proporcionan, además de la ganancia media, cierto excedente que el arrendatario ha de entregar al dueño de la tierra. El excedente obtenido en la tierra de mejor calidad o más próxima al mercado -respecto de la tierra peor o más alejada- se denomina renta diferencial I, puesto que se obtiene por la diferencia en la calidad de las tierras. Esta diferencia de fertilidad y situación de los campos es, sin embargo, más que la condición, la base natural para la aparición de la renta diferencial . El origen de ésta es la plusvalía creada por los obreros agrícolas. El excedente puede ser obtenido por el capitalista arrendatario en campos de cualquiera calidad mediante la inversión de nuevos recursos que le permitan recoger cosechas mayores que las que rinden los peores campos, es decir, los que determinan el precio de la unidad de producción. La ganancia complementaria obtenida por la inversión de nuevos capitales en la tierra explotada, o sea por la intensificación de la agricultura, se denomina renta diferencial . Si es obtenida antes de la extinción del viejo contrato de arrendamiento, la renta diferencial va a parar al bolsillo del capitalista. Pero al estipular un nuevo contrato, el propietario del suelo acostumbra a tener en cuenta el resultado de la intensificación de la agricultura y eleva la tasa de arrendamiento para incluir en ella la renta diferencial . La economía política burguesa atribuye el origen de la renta diferencial a una supuesta "ley de la fertilidad decreciente del suelo". Marx y Lenin demostraron que esa imaginaria ley no tiene relación alguna con la teoría de la renta. Ha sido inventada por los economistas y propagandistas burgueses con objeto de quitar a los capitalistas y grandes propietarios la responsabilidad del encarecimiento de los productos agrícolas, de la miseria de las masas y de la bárbara explotación de la tierra, cargando la culpa de todo esto a la acción de esa supuesta "ley" eterna e inmutable. Uno de los fundadores de la economía política vulgar, Malthus, se apoya en tal "ley" para manifestar que el crecimiento de la población será siempre más rápido que el de la producción del campo; y por eso, dice, para mantener el "equilibrio" se necesitan las guerras, las epidemias y la restricción artificial de la natalidad entre las clases necesitadas. Los malthusianistas de nuestros días esgrimen la supuesta "ley de la fertilidad decreciente del suelo" para justificar las guerras de agresión y el exterminio en masa de la gente.

La apropiación de la renta diferencial por los propietarios del suelo, que de ordinario la destinan a fines no productivos, es un lastre que frena el desarrollo de la agricultura. Aún es mayor el significado que en este sentido tiene la renta absoluta. Las tierras peores, como antes se decía, no proporcionan renta diferencial. Pero sus dueños no las entregan a los patronos capitalistas sin compensación alguna, sino a cambio de una renta. ¿De dónde procede, pues, la renta de las tierras peores? Sabemos que sólo el capital variable produce plusvalía. Los recursos técnicos empleados en la agricultura se hallan a un nivel inferior que en la industria. Esto es así porque los capitalistas, que toman en arriendo la tierra por un plazo determinado, no invierten en la adquisición de máquinas, construcción de edificios, etc., tantos recursos como los industriales en sus empresas. Como la composición orgánica del capital es más baja, el volumen de la plusvalía, a capitales igualas, es en la agricultura mayor que en la industria. Supongamos que con unos gastos de producción de 100 unidades monetarias, en la industria corresponden 90 al capital constante y 10 al variable, y en la agricultura 80 y 20, respectivamente. En este caso, la plusvalía en la industria (con una cuota de explotación del 100 por ciento) será de 10 unidades monetarias, y en la agricultura de 20. En virtud del monopolio de la propiedad privada sobre la tierra, en la agricultura no puede tener lugar la libre fluctuación de capitales. Por consiguiente, no puede producirse una nivelación entre las cuotas de ganancia de la industria y de la agricultura. Por esto, los precios de las mercancías agrícolas no se ajustan al precio de producción, sino al valor. La diferencia entre uno y otro es lo que forma la renta absoluta. Al mismo tiempo, será la diferencia entre la más elevada plusvalía de la agricultura y la menos elevada de la industria (en nuestro ejemplo, dicha diferencia es de 10 unidades monetarias). El tributo que la sociedad viene obligada a satisfacer a los grandes propietarios en forma de renta de la tierra encarece los productos alimenticios y las primeras materias agrícolas, empeorando, por tanto, la situación de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo. Los propietarios del suelo perciben también tributo de las empresas de la industria extractiva, lo cual eleva los precios de los minerales. La renta aumenta en las ciudades el precio de los solares, con el consiguiente encarecimiento de los alquileres. El incremento de la renta empeora también la situación de los agricultores que carecen de tierra propia. El arrendamiento y la mina de los campesinos pequeños y medios. La tasa que el granjero capitalista entrega en concepto de arrendamiento al dueño de la tierra es el excedente de la plusvalía sobre la ganancia media. Propietario y capitalista se reparten el trabajo no retribuido a los obreros. Otra es la situación de los campesinos pequeños y medios, a los que el dueño de la tierra que ellos toman en arriendo les despoja no sólo de todo el producto complementario, sino también parte del producto necesario. Muy a menudo el pequeño arrendatario termina por arruinarse definitivamente. La teoría marxista de la renta de la tierra demuestra con precisión científica la oposición en que se encuentran los intereses de la gran masa de los campesinos y de los grandes terratenientes. La marcha de la historia confirma el análisis de Marx y señala que los campesinos trabajadores únicamente pueden defender sus derechos convirtiéndose en aliados del proletariado en la lucha contra el capitalismo.

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