LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

martes, 4 de septiembre de 2012

El imperialismo como capitalismo parasitario o en putrefacción


Los monopolios conducen inevitablemente a la putrefacción del capitalismo. Todo monopolio, enseñaba Lenin, con la propiedad privada sobre los medios de producción, engendra la tendencia al estancamiento y a la putrefacción o parasitismo.Tendencia a frenar el desarrollo de las fuerzas productivas.
El monopolio es un freno para el desarrollo de las fuerzas productivas y el progreso técnico. "En cuanto se establecen, siquiera sea por algún tiempo, precios monopolistas -escribe V. I. Lenin-, desaparecen hasta cierto grado las causas que impulsaban el progreso técnico, y por consiguiente, cualquier otro progreso o avance; aparece, pues, además, la posibilidad económica de que el progreso técnico se vea retenido artificialmente." Si los capitalistas implantan nuevos medios técnicos es para obtener superbeneficios. Pero si estos superbeneficios pueden ser obtenidos en virtud de la situación monopolista en el mercado, se comprende que quedará debilitado el estímulo que les movía a las renovaciones técnicas. Bajo el capitalismo premonopolista, el capitalista trataba principalmente de vencer al rival mejorando los métodos de producción, rebajando los gastos de producción y los precios. Para conservar sus posiciones en el mercado, se veía obligado a sustituir el equipo viejo por maquinaria nueva, a perfeccionar la producción. La transformación de la libre competencia en monopolio cambia la situación por completo. Aparecen métodos nuevos, propios del imperialismo, que permiten obtener grandes beneficios. De ordinario, el monopolio conserva y fortalece sus posiciones sin recurrir a la rebaja de precios. La lucha con los rivales se mantiene en el plano de la presión directa y de maquinaciones financieras de todo género (privación de créditos y de materias primas, boicot, etc.).
A menudo, los monopolios limitan artificialmente la producción de determinadas mercancías con objeto de mantener el alto nivel de precios y ganancias. Se comprende que esto represente un obstáculo
importante para el progreso técnico. Se opone también a ello el deseo de conservar el equipo viejo, en el que se invirtieron sumas enormes. El progreso técnico no encuentra trabas sólo en el caso de que las economías que representa la introducción de elementos técnicos nuevos sean capaces de cubrir la pérdida que significa la desvalorización de las inversiones viejas, o cuando se trata de nuevas empresas y ramas industriales, en las que las inversiones ya hechas anteriormente son relativamente pequeñas.
Muchos economistas burgueses, que advertían el estancamiento del progreso técnico por la acción de los monopolios, han defendido la vuelta a la época de la libre competencia. V. I. Lenin revela toda la inconsistencia de las esperanzas en un retorno al pasado. "Si hasta los monopolios han empezado ahora a frenar el desarrollo -escribe-, eso no es un argumento en pro de la libre competencia, que es imposible después de que dio a luz al monopolio." La tendencia del capitalismo monopolista es, pues, a frenar el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta tendencia la vemos, ante todo, en la directa oposición de los monopolios al progreso técnico. También se manifiesta en el ahondamiento de la separación que existe entre las posibilidades de la ciencia y la técnica y el grado en que estas posibilidades son aprovechadas, o en el desigual avance de la técnica según los distintos países y sectores de la economía. Esta tendencia se manifiesta, en fin, en la circunstancia de que en la época del imperialismo los hombres -la principal fuerza productiva- se ven apartados cada vez más de un trabajo socialmente útil, de la creación de bienes materiales. Crece la desocupación y las empresas no trabajan a toda su potencia. Crece el número de obreros y empleados que no crean bienes materiales, de quienes son ocupados en la esfera de la circulación, en la administración pública, en el ejército, como criados, etc. Eso no quiere decir que dentro del imperialismo cese el desarrollo de las fuerzas productivas. El monopolio no puede eliminar por completo y por un largo tiempo a la competencia. El progreso técnico le permite alcanzar grandes descensos en los gastos de producción. Mediante cierta rebaja del precio de venta se consigue desplazar a los rivales. Impidiendo que éstos puedan utilizar los avances técnicos, los nuevos métodos de producción, el monopolio puede obtener elevados beneficios aun con precios algo menores.
Los monopolios capitalistas se hallan en condiciones infinitamente mejores para la utilización de los adelantos técnicos y científicos que las empresas de menor calibre, sin hablar ya de las pequeñas y medias. Sabemos, por ejemplo, que los trabajos de investigación científica en distintos sectores de la economía corren casi por completo a cargo de las grandes compañías. Salvo raras excepciones, las empresas pequeñas no disponen de recursos financieros como para sostener organizaciones de investigación por su cuenta. Los inventos y perfeccionamientos de la técnica se convierten así en propiedad exclusiva de los monopolios. Por lo tanto, la tendencia a frenar el progreso técnico no excluye en modo algunos períodos de rápido perfeccionamiento de la técnica y de desarrollo de las fuerzas productivas.
"Sería erróneo pensar -escribe Lenin- que esta tendencia a la podredumbre excluye el rápido incremento del capitalismo; no, determinadas ramas de la industria, determinadas capas de la burguesía y determinados países manifiestan en la época del imperialismo, con mayor o menor fuerza, ya la una, ya la otra de estas tendencias." Crecimiento de la capa de rentistas. El parasitismo de la época imperialista encuentra una manifestación bien clara en el crecimiento de la capa de los rentistas, personas que poseen títulos (acciones, obligaciones) y que viven del "corte de cupones". El desarrollo de las compañías anónimas aparta a la inmensa mayoría de los capitalistas de las funciones directoras de la producción. La oligarquía financiera, que mantiene en su poder las posiciones clave de la economía en los países capitalistas, no suele dirigir directamente los cientos y miles de compañías industriales, bancos, ferrocarriles y demás empresas colocadas bajo su control. La "actividad" de los grupos financieros se reduce cada vez más a la ampliación de su campo de acción mediante la adquisición de paquetes de control de nuevas y nuevas compañías, y a toda clase de maquinaciones financieras. La dirección directa de las empresas va pasando a manos de gerentes asalariados. También crece la capa de personas dedicadas a satisfacer los caprichos parasitarios de los explotadores. Se incrementan la administración pública, la policía y el ejército, que se encuentran subordinados a los monopolios.
Los distintos países imperialistas se van convirtiendo en Estados rentistas. Ello es consecuencia del aumento de la exportación de capitales, que permite a los países acreedores obtener enormes beneficios de los países deudores. Los ingresos procedentes de los capitales invertidos en el extranjero por Inglaterra en vísperas de la primera guerra mundial eran cinco veces superiores a los que entonces procuraba el comercio exterior al país más comercial del mundo. Actualmente el país de mayor comercio del mundo capitalista es Norteamérica. Y sin embargo, lo decisivo en la expansión económica de los Estados Unidos al exterior no es la exportación de mercancías, sino la de capitales. Los Estados Unidos de América son el más importante acreedor mundial. La reacción política. El capitalismo venció al feudalismo bajo las banderas de la libertad, la igualdad y la fraternidad. La democracia burguesa satisfacía al capitalismo premonopolista como forma de dominación política. La situación ha cambiado al advenir el imperialismo. La formación de los monopolios significaba el paso de la libre competencia a las relaciones de dominación y de violencia que la propia dominación lleva consigo. Los monopolios se hicieron los dueños de la vida económica. Pero una vez se sienten los amos de la economía, aspiran a extender su imperio al campo de la política, a poner a su servicio el aparato del Estado burgués. Y cuando tienen el poder en sus manos, lo más frecuente es que prescindan de los métodos de la democracia burguesa y que recurran a la reacción política, en la que se manifiesta claramente la putrefacción del capitalismo. Paralelamente, el viraje hacia la reacción política es consecuencia de la podredumbre a que ha llegado el capitalismo, de que el modo capitalista de producción ha dejado de desarrollarse por línea ascendente y de que en la época del imperialismo las relaciones capitalistas se han convertido en un freno que impide el desarrollo de las fuerzas productivas. Un ejemplo característico de la reacción política es el fascismo, que significa la dictadura terrorista de la burguesía monopolista y de los terratenientes. El fascismo equivale a la represión brutal del movimiento obrero y campesino, a la persecución implacable de los partidos proletarios, de otros partidos democráticos y de las organizaciones sociales, a la militarización del país y al paso a la política de aventuras bélicas. En vísperas de la segunda guerra mundial habían entrado por la ruta del fascismo Alemania, Italia, Japón, España, Portugal y otros países. Después de la contienda se han puesto de relieve tendencias de este tipo en los Estados Unidos de América, República Federal Alemana, Francia y algún otro lugar. Signos del avance del imperialismo por la vía reaccionaria son la militarización de la vida económica y política, el incremento de la influencia de la Iglesia (particularmente de la católica) y el racismo.
La reacción política es consecuencia de la agudización de todas las contradicciones capitalistas que se produce en la época del imperialismo. A su vez, agrava aún más esas contradicciones. Los monopolios tratan de despojar a los trabajadores de todas las conquistas democráticas. Esto trae consigo la enérgica resistencia de las masas. De ahí que la época del imperialismo se caracterice por el incremento dentro de las masas de sus aspiraciones democráticas. En la arena política de los países capitalistas los trabajadores actúan en defensa de la democracia política y contra la reacción encarnada en el poder y en la política de los monopolios. La "aristocracia obrera". Una característica de la podredumbre del capitalismo es el sistemático soborno por la burguesía monopolista de determinados grupos de obreros. Los imperialistas tienen interés en mantener entre los obreros una capa privilegiada y separarla de la gran masa del proletariado. El fenómeno en sí no es nada nuevo. El soborno de individuos y grupos del proletariado como método de lucha contra el movimiento obrero se practica desde que el capitalismo existe. Ahora bien, en determinadas condiciones aparece la base económica para crear toda una capa privilegiada en la clase obrera, lo que se conoce con el nombre de "aristocracia obrera". Apareció primeramente en Inglaterra, en el período del capitalismo premonopolista. Inglaterra, a diferencia de otros países, a mediados del siglo XIX presentaba ya dos rasgos del imperialismo: el monopolio colonial y la explotación de otras naciones en virtud de su situación predominante en el mercado mundial. Esto proporcionaba a la burguesía inglesa superbeneficios, parte de los cuales servía para sobornar a la capa superior de la clase obrera. Es así como se formó la "aristocracia obrera", que la burguesía trataba de oponer a la gran masa de los proletarios, aprovechándola como un apoyo político en el seno de los trabajadores. La dominación de los monopolios, la exportación de capitales a los países atrasados y la política colonial han conducido a la aparición de una "aristocracia obrera" en todas las potencias imperialistas. Las formas de soborno son muy variadas: aumento de salario a determinados grupos de la clase obrera, concesión de ventajosos cargos públicos a líderes venales del movimiento obrero, subsidios directos a las organizaciones reformistas, etc. La "aristocracia obrera" es la base social del oportunismo en el movimiento obrero. Este significa la acomodación del movimiento obrero a los intereses de la burguesía, la tendencia a la colaboración con la burguesía y a la escisión del movimiento obrero. Los oportunistas tratan de apartar a los obreros de la lucha de clases mediante sus prédicas en favor de la unidad de los intereses de clase del proletariado y la burguesía, y de la posibilidad de "mejorar" el capitalismo a través de reformas. Los oportunistas son agentes de la burguesía en el movimiento obrero.
Pero el oportunismo dentro del movimiento obrero no puede detener indefinidamente el incremento de la conciencia de clase del proletariado ni la lucha de clase que éste mantiene, "pues los trusts, la oligarquía financiera, la carestía de la vida y demás -escribe V. I. Lenin-, que permiten sobornar a un puñado de dirigentes, aplastan, oprimen, arruinan y torturan a la masa de los proletarios y semiproletarios".

1 comentario:

  1. gracias por su contribucion
    Att. Tomas Roca
    estd. de economia

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