LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

martes, 11 de septiembre de 2012

Comienzo de la crisis estructural del capitalismo


En la fase del imperialismo, el capitalismo entra inevitablemente en la época de su crisis general. ¿Qué entendemos por "crisis general del capitalismo"?
La crisis general se diferencia de estas otras en que se trata de un fenómeno que abarca a todos los aspectos del capitalismo como sistema social. Es un estado
permanente que se caracteriza por la desintegración progresiva del capitalismo, por la debilitación de todas sus fuerzas internas: económicas, políticas e ideológicas. La crisis general no es un fenómeno ocasional, no es un zigzag de la historia, no es fruto de determinados errores de los líderes burgueses, sino un estado inevitable y regular del capitalismo en la época de su decadencia y descomposición. Al ser afectado por la crisis general, este sistema no puede seguir manteniendo bajo su dominación a los pueblos, que uno tras otro se emancipan del yugo del capital y pasan a la vía del socialismo. Por eso, la época de la crisis general significa el hundimiento del capitalismo y el paso a la contruccion conciente del socialismo como una necesidad historica; es la época de las revoluciones socialistas y de los movimientos de liberación nacional contra el imperialismo. Los ideólogos del imperialismo piensan que si se consiguiera impedir el triunfo de las revoluciones socialistas y aplastar el movimiento comunista, el capitalismo se mantendría estable e inconmovible, como único sistema social que ellos pueden concebir. Incluso aquellos que admiten el hecho de la crisis general de este sistema, la atribuyen a la presencia del sistema socialista y a los manejos de los comunistas, que tratan de derribar el capitalismo. El movimiento comunista, que es producto regular y lógico del desarrollo de la lucha de clases, lo ven como algo inspirado desde fuera y organizado por lo que llaman "agentes extranjeros". Mas la crisis general del capitalismo se debe a la agudización de las contradicciones internas del propio imperialismo. Dicha crisis se ahonda y cobra virulencia, sobre todo, bajo la acción de los antagonismos que corroen a la sociedad capitalista. Las condiciones exteriores -existencia y robustecimiento del sistema socialista- contribuyen a que estos antagonismos aceleren su proceso de maduración, pero no son las causas esenciales.
La crisis general del capitalismo era ya imposible evitarla después de que los países imperialistas desencadenaron una guerra mundial, con su secuela de conmociones catastróficas de las que el capitalismo ya no se podía reponer. La primera guerra mundial dio un poderoso impulso a todos los procesos internos que arrastraban a la crisis general al capitalismo. Esta guerra aceleró el proceso de conversión del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado y de maduración de la revolución socialista. Al triunfar la primera de estas revoluciones -la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia- la crisis avanzó ya inconteniblemente.

El capitalismo dejó de ser el único sistema económico-social que existe en el mundo. En una sexta parte del globo se inició la transición al socialismo. La lucha del capitalismo y el socialismo se convirtió en el factor más importante de la historia mundial. Las condiciones de existencia del imperialismo sufrieron cambios trascendentales. Primeramente, se tropezó con nuevas y graves dificultades económicas. El desprendimiento del sistema capitalista de un país tan enorme como Rusia, la lucha de liberación nacional en una serie de colonias, el incremento de la opresión de los monopolios y el empeoramiento de la situación material de los trabajadores,hicieron más agudo aún el problema de los mercados. La relativa estrechez del mercado, si lo comparamos con el incremento de las instalaciones fabriles, hizo que entre las dos guerras mundiales adquirieran caracteres crónicos la explotación de las empresas por debajo de su potencia y la desocupación en masa. Sufrió un brusco descenso el ritmo de desarrollo de las fuerzas productivas. La putrefacción y el parasitismo del capitalismo adquirieron singular relieve en los terrenos más diversos. El comienzo de la crisis general puso ya de manifiesto la considerable debilitación política del imperialismo, lo cual se advertía particularmente en el vertiginoso auge que en los países capitalistas adquirió la lucha revolucionaria de la clase obrera. La Revolución de Octubre en Rusia fue seguida por una ola de levantamientos revolucionarios de los trabajadores en muchos países de Europa (Alemania, Austria, Hungría, Finlandia, Bulgaria). Si bien la burguesía consiguió aplastarlos ferozmente, elevaron el movimiento obrero a un nuevo nivel. Las huelgas alcanzaron proporciones verdaderamente enormes. La debilitación política del capitalismo ha agudizado todavía más intensamente el carácter reaccionario de la burguesía imperialista. El imperialismo, llegado a la época de su crisis general, recurre más, y en escala cada vez mayor, a los métodos más extremos en la represión terrorista de que hace objeto a los trabajadores. En algunos países esto halló expresión en la implantación del régimen fascista, que por su crueldad y ferocidad ha superado todo cuanto se conocía hasta la fecha.
El comienzo de la crisis general se significó por un aumento de la agresividad del imperialismo y una mayor agudización de las contradicciones entre las potencias imperialistas, así como entre el puñado de magnates de los monopolios y el resto del mundo. Apenas había salido de la guerra que lo puso ante su crisis general, el imperialismo se lanzó atropelladamente a nuevas aventuras: a la intervención contra la Rusia soviética, a las sangrientas campañas contra los pueblos de los países coloniales y a guerras civiles contra sus propios pueblos. El desigual desarrollo de los países imperialistas, todavía más acusado, daba mayor virulencia a la lucha por las fuentes de materias primas y por los mercados de venta. Al incremento del militarismo contribuían las dificultades económicas de la burguesía imperialista, que en países como Alemania y Japón trataba de encontrar salida a la crisis mediante la militarización de la economía. La preparación de nuevas guerras se convirtió en la tarea principal de los magnates de los monopolios y de sus fieles políticos burgueses. Los cambios económicos y políticos impuestos por el comienzo de la crisis general del capitalismo redujeron aún más el prestigio de este sistema social ante los ojos de las grandes masas. El único resultado de todo esto fue la debilitación ideológica del capitalismo, a lo cual contribuyeron también los cambios sufridos por las propias concepciones de la burguesía. Como un reflejo de la situación de esta clase que agoniza en la palestra histórica, se generalizan en su seno las ideas decadentistas y el pesimismo. En la ideología del imperialismo se dibuja netamente el viraje hacia la reacción extrema, hacia las concepciones antihumanas, y a la vuelta al oscurantismo del medievo; todo esto toma cuerpo especialmente en el arsenal "ideológico" del fascismo. Y ello, a su vez, debilita aún más el poder de atracción de las ideas burguesas entre las masas. La crisis estructural del capitalismo avanza, pues, en todas las direcciones. Y los grupos más agresivos de la burguesía monopolista tratan de superar la crisis con el empleo de la fuerza bruta, con lo que se aboca a una nueva guerra mundial. 

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