Por: José Sotomayor Pérez
No es casual que todos los teóricos de la «desideologización» se pronuncien, ante todo, contra la ideología de la clase obrera, el marxismo leninismo, tratando de refutarlo. Para demostrar «objetividad» en su teorización comienzan, por lo general ocupándose de ciertas tesis y doctrinas de la burguesía que no tienen vigencia porque históricamente han caducado. Sin embargo, el nacimiento de la teoría de la desideologización, se produjo a mediados de septiembre de 1955 en la ciudad de Milán, con motivo del «Congreso por la libertad de la cultura», cuyo carácter fue descrito por sus dirigentes del siguiente modo:
En ese congreso todos los discursos criticaban de una u otra manera el doctrinarismo, el fanatismo o la posesión ideológica, todos expresaban la idea de que la humanidad, «si es que quiere cultivar y mejorar su jardín, debe liberarse de las visiones y fantasías obsecionales, del hostigamiento por parte de ideólogos y fanáticos».
Uno de los primeros en dar a conocer las ideas de la teoría de la «desideologización» fue R. Aron con la publicación de su libro «El Opio de los Intelectuales», de un contenido abiertamente anticomunista. Para este ideólogo burgués ,el «fin de la ideología» debe ser el fin del marxismo como ideología de la clase obrera. Al libro R. Aron siguieron los libros de D. Bell titulado «El Fin de la Ideología» , y «Hombre Político» de Lipset. No son estas las únicas obras dedicadas a la «desideologización», pero todas buscan con desesperación los medios teóricos y prácticos para consolidar la ideología burguesa y refutar o, por lo menos, neutralizar la influencia creciente del marxismo leninismo, ideología del proletariado.
La teoría burguesa del «fin de las ideologías», como una refutación del marxismo leninismo, confirma, una vez más que la lucha ideológica es una forma de la ley de la lucha de clases. La obsesión burguesa por hacer desaparecer el marxismo leninismo lleva a sus ideólogos a inventar una serie de teorías anticomunistas y antimarxistas, agudizando y agravando la lucha ideológica en el mundo contemporáneo. Es un hecho inobjetable que, mientras exista la sociedad de clases será inevitable la lucha de clases y por consiguiente la lucha ideológica. De aquí resulta de lógica elemental que, decretar el «fin de las ideologías» no es otra cosa que una ilusión de la burguesía. !Cuanta razón tenía Lenin cuando decía: «El problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio... Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea alejarse de ella equivale a fortalecer la ideología burguesa»! No hay que olvidar la dolorosa tragedia de la URSS, que tuvo entre otras causas, el abandono del trabajo ideológico entre las nuevas generaciones soviéticas y el abierto abandono de los principios y concesiones de los partidos comunistas, que mayoritariamente se sometieron al revisionismo.
La teoría de la “desideologización” es una de las armas ideológicas de la reacción y el imperialismo para poner freno a la conciencia de clase del proletariado e impedir el desarrollo de las fuerzas democrático – revolucionarias en el mundo. La burguesía y sus representantes saben que hoy en día la ideología, como nunca, es inseparable de la política. Todo problema ideológico es inseparable de uno u otro problema político. El Estado burgués contemporáneo otorga una importancia de primer orden a la lucha contra la ideología comunista, camuflándola en muchos casos bajo el nombre de “guerra psicológica”. Una de las razones de este enmascaramiento, está en que la burguesía ha perdido para siempre toda iniciativa de carácter ideológico. Clase reaccionaria y en descomposición, no puede crear teorías avanzadas, como pudo hacerlo cuando era una clase revolucionaria. La iniciativa histórica hoy en día le corresponde a la clase obrera y es su ideología la bandera de lucha por un mundo sin oprimidos ni opresores, sin explotados ni explotadores.
Toda la escalada de especulaciones sobre el “fin de las ideologías” poseen un rasgo común: el rechazo y odio al marxismo, a tal punto que los teóricos de la «desideologización» consideran que la “ideología” que debe desaparecer es el marxismo leninismo. De aquí todas sus divagaciones sobre la doctrina de Marx y Lenín como envejecidas e inaplicables. La verdad, sin embargo, es que la ideología burguesa es la que ha llegado a su fin al haber adquirido un carácter meramente apologético y reaccionario. Sin embargo no hay que olvidar que la “guerra fría” terminó con la debacle del campo socialista después de que la burguesía internacional en complicidad del revisionismo desarmó ideológicamente a los partidos de la clase obrera que se encontraban en el poder.
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