Por: Enver Hoxha
EI VII Congreso del
Partido del Trabajo de Albania, al analizar la actual situación
internacional y la existente en el movimiento revolucionario mundial,
puso de manifiesto los peligros que representan el imperialismo y el
revisionismo moderno para la revolución y la liberación de los
pueblos, acentuó la necesidad de librar una lucha implacable contra
ellos y de apoyar activamente al movimiento marxista-leninista en el
mundo.
Estos problemas adquieren
una gran importancia debido a que la construcción del socialismo, la
lucha por reforzar la dictadura del proletariado y la defensa de la
Patria son inseparables de la situación internacional y del proceso
general de la evolución mundial.
Actualmente, grandes
fuerzas representantes del oscurantismo, de la esclavitud, de la
explotación del proletariado y de los pueblos -el imperialismo
norteamericano y sus agentes, la gran burguesía y la reacción-, se han
puesto en pie y luchan contra el marxismo-leninismo. También
corrientes ideológicas contrarrevolucionarias, como la
socialdemocracia, el revisionismo moderno y muchas otras, se han
levantado en contra de nuestra ideología revolucionaria.
En nuestro combate contra
todos estos enemigos debernos apoyarnos firmemente en la teoría
marxista-leninista y en el proletariado mundial. Nuestra lucha en el
aspecto teórico será llevada a cabo con éxito cuando hagamos un
análisis dialéctico correcto de la situación internacional, de los
acontecimientos que tienen lugar, de los objetivos y los propósitos
de todas las fuerzas sociales en movimiento, que están en
contradicción y en lucha entre sí. El análisis científico de la
situación internacional y la visión clara de la estrategia, ayudan
a definir justas tácticas de lucha revolucionaria en las diversas
circunstancias, para ganar batalla tras batalla. Nuestro Partido
siempre ha actuado así.
EI socialismo está en
lucha con el capitalismo, el proletariado mundial está en inexorable
y continua lucha con la burguesía capitalista, los pueblos del mundo
están en lucha con sus opresores externos e internos. En su lucha,
el proletariado mundial se guía por su propia ideología
marxista-leninista, que explica la necesidad indispensable de esta
lucha y moviliza las fuerzas para la batalla. Por este motivo el
capitalismo y el imperialismo siempre han organizado una encarnizada
lucha contra la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin.
Carlos Marx descubrió
las leyes del desarrollo social, de las transformaciones
revolucionarias y de la transición de la sociedad de un orden social
inferior a otro superior, analizó sobre bases científicas la
propiedad privada de los medios de producción, el modo capitalista
de distribución, la plusvalía que arranca el capitalista. Formuló
la teoría científica sobre las clases y la lucha de clases, y
determinó los rumbos de la lucha del proletariado para derrocar a la
burguesía, destruir el sistem a capitalista,implantar la dictadura
del proletariado y edificar la sociedad socialista.
En todos los países del
mundo diversos teóricos reaccionarios han intentado por todos los
medios denigrar la teoría de Marx, echar barro sobre ella,
tergiversarla, combatirla. Pero esta teoría, que es una auténtica
ciencia, ha logrado dominar el pensamiento humano progresista y
hacerse un arma poderosa del proletariado y de los pueblos en la
lucha contra sus enemigos.
Aplicando la teoría
marxista y desarrollándola aún más, Lenin proporcionó al
proletariado y a su vanguardia, el partido marxista-leninista, una
teoría científica para las condiciones del imperialismo y de las
revoluciones proletarias. Lenin desarrolló el marxismo no sólo en
la teoría, sino también en la práctica. Aplicando la doctrina de
Carlos Marx, dirigió la revolución bolchevique y la condujo a la
victoria. La obra de Lenin fue desarrollada aún más por Stalin.
EI triunfo de la Gran
Revolución Socialista de Octubre asestó el primer golpe demoledor
al imperialismo, a todo el sistema capitalista mundial. Marcó el
comienzo de la crisis general del capitalismo, que se profundizó
constantemente.
Con la creación y la
consolidación del estado soviético, se alcanzó una victoria
colosal que enseñó al proletariado y a los pueblos que era posible
derrotar, aniquilar al enemigo que tenían en frente, el capitalismo,
el imperialismo. Un testimonio vivo de ello era la Unión Soviética.
La coalición
imperialista y capitalista mundial, enfurecida por la derrota que le
infligió la Revolución de Octubre en Rusia, reforzó los medios de
lucha política, económica y militar contra el nuevo estado de los
proletarios y contra la propagación de la ideología
marxista-leninista en el mundo. Los imperialistas, la burguesía
reaccionaria, la socialdemocracia europea y mundial, junto con los
demás partidos del capital, prepararon la intervención contra la
Unión Soviética. Ellos, junto con los hitlerianos, con los
fascistas italianos y japoneses, prepararon también la Segunda
Guerra Mundial.
Pero en esta guerra se
confirmó aún mejor la vitalidad del socialismo y del
marxismo-leninismo, que salieron victoriosos.
Después de la victoria
sobre el fascismo, el mundo sufrió grandes cambios en beneficio del
socialismo. En Europa y Asia surgieron nuevos estados socialistas.
Fue creado el campo socialista con la Unión Soviética a la cabeza.
Esto venia a constituir otra gran victoria del socialismo, del
marxismo-leninismo, y otra gran derrota del capitalismo, del
imperialismo.
El sistema capitalista
fue profundamente estremecido por la Segunda Guerra Mundial, que
rompió por completo su equilibrio. Alemania, Japón e Italia, como
potencias vencidas, salieron de la guerra con una economía
arruinada. Perdieron las posiciones políticas y militares que antes
ocupaban. Otros estados imperialistas, como Gran Bretaña y Francia,
no obstante salir victoriosos de la guerra, se habían debilitado
hasta tal punto, económica y militarmente, que su papel de gran
potencia estaba por los suelos.
Con el desmoronamiento
del sistema colonial se profundizó aún más la crisis general del
capitalismo.
Debido a este
desmoronamiento surgieron una serie de nuevos estados nacionales,
mientras que en los países que permanecieron en su situación de
colonias o semicolonias, creció el movimiento libertador contra el
yugo imperialista.
Estos cambios crearon
condiciones aún más propicias para el triunfo del socialismo a
nivel mundial.
Bastantes estados
capitalistas se encontraban, a causa de la profunda crisis económica
y política y del creciente descontento de las masas, en vísperas de
estallidos revolucionarios. En tales situaciones sumamente graves y
críticas, acudió en su ayuda el imperialismo norteamericano.
A diferencia de las demás
potencias imperialistas, los Estados Unidos de América salieron de
la guerra más fuertes. No sólo no sufrieron daños, sino que
acumularon riquezas colosales y aumentaron desmesuradamente su
potencial económico y militar, su base técnica-científica. Este
imperialismo, cebado con la sangre derramada por los pueblos, se
convirtió en el único leadership de todo el mundo capitalista.
EI imperialismo
norteamericano movilizó a todas las fuerzas reaccionarias del mundo
capitalista con el fin de salvar al viejo régimen capitalista y
aplastar todo movimiento revolucionario y de liberación nacional que
lo amenazara, destruir el campo socialista y restaurar el capitalismo
en la Unión Soviética y en los países de democracia popular,
establecer su hegemonía en todos los lugares del mundo.
Para alcanzar sus
objetivos, el imperialismo norteamericano junto con el capital
mundial pusieron en marcha su gigantesca maquina burocrático-militar
estatal, su gran potencial económico, técnico y financiero, todas
sus fuerzas humanas. Aquel ayudó al capitalismo europeo y japonés,
que estaban agotados, a reponerse política, económica y
militarmente, y en lugar del sistema colonial derrumbado, levantó un
nuevo sistema de explotación y expoliación, el neocolonialismo.
El imperialismo
norteamericano movilizó ingentes medios de propaganda, filósofos,
economistas, sociólogos, escritores, etc., en la furibunda campaña
que desató contra el marxismo-leninismo, contra el comunismo, contra
la Unión Soviética y contra los demás países socialistas de
Europa y Asia.
Simultáneamente, puso en
práctica una política agresiva declarada. La fiebre de la guerra,
de la militarización y del anticomunismo invadió todos los terrenos
de la vida, la economía, la política, la ideología, el ejército,
la ciencia, en los Estados Unidos de América.
Para derrocar el
socialismo, para aplastar los movimientos revolucionarios de
liberación, para combatir la gran influencia de la teoría
marxista-leninista y para implantar su hegemonía en el mundo, el
imperialismo norteamericano recurrió a dos caminos.
EI primer camino fue la
agresión y la intervención armada. Los imperialistas
norteamericanos crearon bloques militares agresivos como la OTAN, la
SEATO, etc., acantonaron un gran número de tropas en los territorios
de muchos otros países, instalaron bases militares en todos los
continentes, construyeron poderosas flotas de guerra que diseminaron
por mares y océanos. Para aplastar y sofocar la revolución
intervinieron militarmente en Grecia, Corea, Vietnam y otros lugares.
El otro camino fue el de
la agresión ideológica y la subversión en contra de los estados
socialistas y los partidos comunistas y obreros, el de los esfuerzos
encaminados a conseguir la degeneración burguesa de estos estados y
de estos partidos. En este sentido el imperialismo norteamericano y
todo el capital mundial utilizaron poderosos medios de propaganda y
diversión ideológica.
Pero el imperialismo
norteamericano con el capitalismo mundial, que se recobraba después
de la guerra, tenían en frente un poderoso adversario, el campo
socialista con la Unión Soviética a la cabeza, el proletariado
mundial, los pueblos amantes de la libertad. Por eso debían hacer
bien sus cálculos ante esta gigantesca fuerza, que se guiaba por una
política correcta y clara, por una ideología triunfante que había
conquistado y continuaba conquistando cada vez más el corazón y la
mente de los obreros, de los revolucionarios, de los elementos
progresistas.
El movimiento
revolucionario del proletariado y la lucha de liberación de los
pueblos crecían y se reforzaban, a pesar de los esfuerzos que hacían
el imperialismo norteamericano y la reacción mundial para
aplastarlos y destruirlos. La Unión Soviética, bajo la dirección
de Stalin, restañó muy rápidamente las heridas de la guerra y
avanzaba a altos ritmos en todos los terrenos, en la economía, la
ciencia, la técnica, etc. En los países de democracia popular se
consolidaban las posiciones del socialismo. Los partidos comunistas y
el movimiento democrático antiimperialista extendían su influencia
entre las masas.
En tales condiciones, el
imperialismo y el capitalismo mundial explotaron a los revisionistas
modernos, y en primer lugar a los revisionistas yugoslavos, en la
lucha contra el socialismo y los movimientos de liberación de los
pueblos.
Fue una suerte para el
capitalismo mundial que un país supuestamente de democracia popular,
Yugoslavia, se opusiera a la Unión Soviética y entrara en abierto
conflicto ideológico y político con ella, porque en el seno del
campo del socialismo uno de sus miembros se rebelaba. El capitalismo
mundial armó una gran bulla en torno a este acontecimiento, que le
sirvió en su lucha en contra del socialismo y la revolución.
La traición titista, a
pesar de los grandes perjuicios que ocasionó a la causa de la
revolución y del socialismo, no logró escindir el campo socialista
y el movimiento comunista, como esperaban la burguesía y la
reacción. Los comunistas y los revolucionarios en todo el mundo
condenaron enérgicamente esta traición y pusieron en evidencia el
peligro que significaba el titismo, como agencia del imperialismo
contra el comunismo.
Los que prestaron el
mayor servicio al capitalismo mundial en la lucha contra el
socialismo, la revolución y el marxismo-leninismo, fueron los
revisionistas jruschovistas que, después de la muerte de Stalin,
tomaron el poder en la Unión Soviética. La aparición del grupo
revisionista de Jruschov constituyó la mayor victoria política e
ideológica de la estrategia del imperialismo después de la Segunda
Guerra Mundial.
El derrocamiento
contrarrevolucionario que se produjo en la Unión Soviética alegro
enormemente a los imperialistas norteamericanos y a las demás
potencias capitalistas, porque el país socialista más poderoso, el
soporte de la revolución y la liberación de los pueblos estaba
abandonando el camino del socialismo y del marxismo-leninismo y se
transformaría en un apoyo, en la teoría y en la práctica de la
contrarrevolución, del capitalismo.
El viraje que se operó
en la Unión Soviética, provocó la escisión del campo socialista y
del movimiento comunista internacional. Fue uno de los principales
factores que influyeron y crearon condiciones favorables para que el
revisionismo moderno se difundiera en el seno de muchos partidos
comunistas. La corriente revisionista jruschovista dañó gravemente
la causa de la revolución
y del socialismo en todo
el mundo.
Entre las autenticas
fuerzas marxista-leninistas y revolucionarias, por un lado, y el
revisionismo jruschovista, por otro, empezó una lucha encarnizada.
EI Partido del Trabajo de Albania, del mismo modo que había luchado
y luchaba resueltamente contra el revisionismo yugoslavo, enarboló
desde los primeros momentos la bandera de la lucha intransigente y de
principios contra el revisionismo soviético y sus seguidores;
defendió con valentía el marxismo-leninismo, la causa del
socialismo y de la liberación de los pueblos. Contra la traición
jruschovista se levantaron también los verdaderos
marxista-leninistas y revolucionarios en todo el mundo. Del seno del
proletariado revolucionario de los diversos países surgieron los
nuevos partidos marxista-leninistas, que asumieron la difícil tarea
de dirigir la lucha de la clase obrera y de los pueblos contra la
burguesía, el imperialismo y el revisionismo moderno.
Las esperanzas del
imperialismo y del revisionismo de ver destruido definitivamente el
socialismo, sofocado el verdadero movimiento comunista internacional
y aplastada la lucha de los pueblos, no se realizaron. Los
revisionistas jruschovistas pronto pusieron al descubierto su
catadura antimarxista y contrarrevolucionaria. Los pueblos vieron que
la Unión Soviética se había convertido en una superpotencia
imperialista, que rivalizaba con los Estados Unidos de América por
la dominación del mundo; vieron que se había transformado, junto
con el imperialismo norteamericano, en otro gran enemigo de la
revolución, del socialismo y de los pueblos del mundo.
Por otro lado, la grave
crisis económica, financiera, ideológica y política que abarco
todo el mundo capitalista y revisionista, mostraba claramente no solo
la mayor descomposición del sistema capitalista, su invariable
naturaleza opresora y explotadora, sino que ponía de manifiesto
también la demagogia y la hipocresía de todos los revisionistas
modernos, que embellecían el sistema capitalista.
Pero cuando el movimiento
revolucionario crecía y se consolidaba en todo el mundo, cuando el
capitalismo estaba cada vez mas atenazado por la crisis, y cuando el
revisionismo jruschovista y otras corrientes del revisionismo moderno
eran desenmascarados ante los ojos del proletariado y de los pueblos,
en la escena mundial apareció abiertamente el revisionismo chino.
Este se convirtió en intimo aliado del imperialismo norteamericano y
de la gran burguesía internacional para sofocar y sabotear las
luchas revolucionarias del proletariado y de los pueblos.
Actualmente en el mundo
se ha creado una situación muy compleja. Hoy en la arena
internacional actúan diversas fuerzas imperialistas y
socialimperialistas que, por un lado, luchan juntas contra la
revolución y la libertad de los pueblos, y, por otro, chocan y se
enfrentan por conseguir mercados, zonas de influencia, hegemonía. A
la rivalidad soviético-norteamericana por dominar el mundo, ahora se
le han sumado las pretensiones expansionistas del socialimperialismo
chino, las miras rapaces del militarismo japonés, los esfuerzos del
imperialismo germanooccidental por conquistar nuevos espacios, la
feroz competencia del Mercado Común Europeo, que ha puesto sus ojos
en las antiguas colonias.
Todo esto ha agudizado
aún más las numerosas contradicciones del mundo capitalista y
revisionista.
Al mismo tiempo, la
perspectiva de la revolución y de la liberación de los pueblos no
sólo no ha desaparecido como consecuencia de la traición de los
revisionistas titistas, soviéticos, chinos, etc., sino que tras un
retroceso momentáneo, la revolución se encuentra ahora en el umbral
de un nuevo auge, y con toda seguridad avanzará por el camino que le
ha asignado la historia y triunfará a escala mundial.
Nada puede liberar al
imperialismo, al capitalismo y al revisionismo de la implacable
venganza del proletariado y de los pueblos, nada puede salvarles de
las profundas contradicciones antagónicas y de las continuas crisis,
de las revoluciones, de la muerte inevitable.
Es precisamente esta
situación la que hace que el imperialismo busque nuevos caminos y
senderos, elabore nuevas estrategias y tácticas a fin de escapar a
la catástrofe que le espera.
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