La dialéctica
materialista revela las leyes más generales de desarrollo de la
naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano, proporcionando a los
hombres un método científico de conocimiento, y también apoyándose
en ese conocimiento, de transformación práctica del mundo real.
Valor de la dialéctica para la ciencia y la práctica.
Las leyes de la
dialéctica, en virtud de su carácter universal, tienen valor en
cuanto a las cuestiones de método, son indicaciones valederas para
la investigación, jalones que orientan en el camino del
conocimiento. En efecto,
si en el mundo transcurre todo según las leyes de la dialéctica,
para comprender cualquier fenómeno hay que enfocarlo desde ese
ángulo de mira. Sabiendo cómo se produce el desarrollo, podemos
conocer cómo es preciso estudiar la realidad, siempre sujeta a
cambio, y cómo hay que obrar para modificarla. Tal es el formidable
valor de la dialéctica para la ciencia y para la transformación
práctica del mundo. La dialéctica materialista, ciertamente, no
puede suplantar a las distintas ciencias y resolver por ellas los
problemas que les son propios y específicos. No obstante, cualquier
teoría científica es un reflejo del mundo objetivo, es al mismo
tiempo síntesis y generalización de los datos que proporciona la
experiencia, presupone el empleo de conceptos generales; y el arte de
operar con ellos es lo que la dialéctica enseña. Es verdad que
incluso el investigador que no conoce la dialéctica puede, siguiendo
la lógica de los datos que estudia, llegar a conclusiones acertadas.
Pero la aplicación consciente del método dialéctico le presta una
ayuda inestimable y facilita su trabajo. Las proposiciones y leyes de
la dialéctica materialista no derivan de los datos de una u otra
ciencia tomada separadamente, sino que constituyen la generalización
de la historia entera del conocimiento del mundo. El conocimiento de
la dialéctica permite al investigador, cuando resuelve problemas
específicos de la ciencia concreta que le ocupa, mantenerse a la
altura debida en cuanto al método científico y a la visión del
mundo, con lo que su estudio no queda divorciado de la experiencia
general de todas las ciencias y de toda la práctica social. La
dialéctica agudiza nuestra visión cuando tratamos de estudiar los
hechos y las leyes de la realidad. Proporciona a la mente del hombre
de ciencia, del político, del técnico, del maestro o del artista
perspicacia y la agilidad y capacidad suficientes para captar los
nuevos fenómenos, que les son tan necesarias como el aire que
respiran. Emancipa también la mente de toda clase de dogmas,
prejuicios, opiniones preconcebidas y supuestas "verdades
eternas", que atan el pensamiento y frenan la marcha del
progreso científico. La dialéctica enseña a prestar atención a la
vida, a no estancarse en el pasado, a ver lo nuevo y a ir siempre
adelante. La dialéctica materialista significa el espíritu mismo de
la investigación científica, el no conformarse nunca con los
conocimientos adquiridos, la eterna inquietud, la aspiración siempre
viva de alcanzar la verdad, de penetrar cada vez más profundamente
en el conocimiento de las cosas.
La dialéctica excluye
todo subjetivismo, estrechez y visión unilateral, proporciona una
amplia noción del mundo y acostumbra a abarcar en todos los sentidos
el fenómeno que se estudia. Obliga a examinar las cosas
objetivamente, en todos sus aspectos, en su movimiento y desarrollo y
en relación con las transformaciones recíprocas. Enseña a ver no
sólo lo externo, sino también lo interno, a tomar por igual en
consideración el contenido y la forma del fenómeno, a no limitarse
a describir lo que sale a la superficie y penetrar cada vez más en
la esencia, aunque sin olvidar que lo externo es también esencial y
no hay que despreciarlo. La dialéctica atrae la atención hacia las
tendencias contrarias que se descubren en cada fenómeno en
desarrollo; en lo mutable, diferencia lo estable, pero en lo que
parece inmutable advierte el germen de futuros cambios.
La dialéctica, escribió
Lenin, es "el conocimiento vivo y multilateral (con un eterno
incremento del número de aspectos), con una infinidad de matices en
cuanto a la visión, a la aproximación a la realidad..." El
estudio de la dialéctica y su aplicación es un poderoso instrumento
educativo. La dialéctica proporciona un modo específico de pensar y
un peculiar estilo de trabajo que se oponen al subjetivismo, al
estancamiento, al dogmatismo, y que se hacen eco a lo nuevo, a lo que
crece y a lo avanzado. La dialéctica es la verdadera alma del
marxismo. El estudio de la dialéctica materialista presta
inapreciable ayuda no sólo al hombre de ciencia o al político, sino
a cualquiera que desee calar hondo en los acontecimientos que se
producen a su alrededor y participar conscientemente en la vida
social. Hoy día, los hombres de ciencia avanzados -bajo la presión
del propio desarrollo de la ciencia y de la vida social- comienzan a
desprenderse cada vez más de sus prejuicios con relación a la
dialéctica y a comprender el incalculable valor que ésta tiene para
la ciencia y la vida. Aplicación creadora de la dialéctica. La
aplicación acertada de la dialéctica en la ciencia y en el quehacer
práctico está muy lejos de ser una empresa fácil. La dialéctica
no es un cuestionario que proporcione respuestas escritas a todas las
preguntas que puedan formular la ciencia y la práctica, sino una
guía para la acción, algo vivo, flexible a la vida y a su espíritu.
Las leyes y tesis de la dialéctica no pueden ser concebidas como
esquemas a los que arbitrariamente sea posible "ajustar"
los hechos de la realidad. Esta es una visión equivocada,
escolástica y dogmática.
Las leyes de la
dialéctica son universales, valen para el desarrollo de todas las
cosas y fenómenos. Mas al propio tiempo hay que tener presente que
actúan de diversa manera en las distintas esferas del mundo
material, en procesos cualitativamente distintos. En el mundo
orgánico obran en forma diferente a como lo hacen en la naturaleza
muerta; en el desarrollo de la sociedad no tienen el mismo carácter
que en la evolución de las especies; en la vida de la sociedad
socialista se manifiestan de otro modo que dentro de la sociedad
capitalista. Para la aplicación de la dialéctica en el proceso del
conocimiento y en la actividad práctica no basta con asimilar sus
proposiciones, sino que es necesario un profundo estudio de los
hechos concretos y circunstancias de cada problema. Sólo el análisis
más atento y detallado de cada situación concreta nos puede revelar
cómo y de qué manera se manifiestan las leyes dialécticas en la
esfera y el caso que nos ocupa, cómo hemos de valorar la situación
y qué camino hemos de seguir para alcanzar el éxito. De ahí que la
aplicación de la dialéctica sea siempre una tarea de creación. En
este sentido nos ayudan los excelentes ejemplos de aplicación del
método de la dialéctica materialista que encontramos en las obras
de los creadores del marxismo-leninismo -de Marx, Engels y Lenin- y
en las resoluciones y actuación del Partido Comunista de la Unión
Soviética y demás Partidos Comunistas y Obreros. El Partido
Comunista de la Unión Soviética y otros partidos marxistas han
conseguido grandes victorias. Una de las razones principales de que
así fuera reside en que los partidos marxistas tienen en cuenta para
su política y su labor práctica el método de la dialéctica
materialista, que ellos desarrollan con un espíritu creador. El
desviarse del materialismo dialéctico, el olvido de sus leyes y
tesis, han conducido y conducen, en fin de cuentas, a fracasos tanto
en el análisis teórico como en la actividad práctica. En la
Declaración de la Conferencia de representantes de los Partidos
Comunistas y Obreros de los países socialistas, celebrada en Moscú
del 14 al 16 de noviembre de 1957, se dice con toda razón:
"Si un partido
político marxista no examina los problemas partiendo de la
dialéctica y del materialismo, eso conducirá a criterios
unilaterales y al subjetivismo, a la petrificación de las ideas, al
divorcio de la práctica y a la incapacidad para proporcionar el
correspondiente análisis de las cosas y fenómenos, a errores
revisionistas o dogmáticos y a equivocaciones en política."
La dialéctica, además
de ser un método en el estudio de la realidad, orienta para la
transformación revolucionaria de esa realidad. Siempre subraya el
valor de una actitud eficaz y activa frente al mundo que nos rodea.
En la práctica -en el trabajo, en la lucha de clases y en la
construcción del comunismo- es donde son sometidas a prueba las
tesis y leyes de la dialéctica materialista. La práctica
proporciona el material más valioso para los nuevos avances de la
dialéctica; permite concretar sus proposiciones y alcanzar un
conocimiento más amplio y profundo de sus leyes. Por ello, la
aplicación creadora de la dialéctica marxista consiste, lo primero
de todo, en utilizarla como instrumento de labor práctica, como
medio para la transformación de la vida.
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