LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

viernes, 1 de marzo de 2013

El imperialismo amenaza más que nunca el futuro de la humanidad

1era parte
La consecuencia más monstruosa del imperialismo son las guerras mundiales. Desde que el capitalismo entró en su última fase, la humanidad ha sido arrastrada ya a dos catástrofes de este género que se prolongaron en total durante diez años. Si a este tiempo unimos las guerras locales desencadenadas por los imperialistas en la primera mitad de siglo, resulta que en más de la mitad de todo este período no cesaron las matanzas. La segunda guerra mundial dejó muy atrás a la primera por sus proporciones y por el encarnizamiento con que se llevó a cabo. En la primera tomaron parte 36 países, con un total de 1.050 millones de habitantes (el 62 por ciento de la población mundial); la segunda atrajo a su órbita a 61 países con una población de 1.700 millones de habitantes (el 80 por ciento de la población del globo). En la primera, las operaciones militares se desarrollaron en un territorio de cuatro millones de kilómetros cuadrados, y en la segunda, de 22 millones. En la primera guerra mundial fueron llamados bajo las armas 70 millones de hombres, y en la segunda 110 millones. Lo mismo puede decirse en cuanto a las víctimas. En la primera guerra mundial hubo 10 millones de muertos y 20 millones de heridos. La segunda se llevó 32 millones de vidas humanas y dejó 35 millones de inválidos.
En cuanto a las pérdidas materiales, podemos hacernos una idea por las cifras siguientes: en Europa, durante la segunda guerra mundial quedaron destruidos 23,6 millones de viviendas, 14,5 millones de edificios públicos y empresas industriales y más de 200.000 kilómetros de vías férreas. Sólo en la Unión Soviética, los invasores fascistas alemanes incendiaron y destruyeron 1.710 ciudades y más de 70.000 aldeas, con lo que perdieron su hogar 25 millones de personas. A pesar de las terribles armas aparecidas en el siglo XX, que llevaban a los militaristas a enunciar las aventureras teorías de la "guerra relámpago", la duración de las guerras no disminuye, sino que va en aumento. La primera guerra mundial duró 51.5 meses, y la segunda 72. Vivo testimonio del creciente espíritu reaccionario y agresivo del imperialismo en nuestros días es la constante amenaza de una nueva guerra mundial, que por su fuerza destructiva dejaría muy atrás a todo cuanto la humanidad ha conocido hasta ahora. En efecto, durante las guerras de 1914-1918 y de 1939-1945 hubo extensas zonas y continentes enteros (por ejemplo, toda América y gran parte de África) a los que no llegó el fragor de la contienda. Actualmente, el cambio, los puntos más alejados de la tierra se encuentran al alcance de la aviación moderna y de los proyectiles dirigidos. No sólo los ejércitos en el frente, sino también la población civil de la retaguardia más profunda conocerían sus efectos. Estrategas y teóricos del imperialismo preparan ya abiertamente a esta idea a la opinión pública. Lyddel Hart, escritor militar inglés, afirma sin rodeos que "la guerra ha dejado de ser una lucha entre dos ejércitos. La guerra se ha convertido en un simple proceso de destrucción". Las calamidades de una tercera conflagración mundial se incrementarían muy especialmente por las circunstancias de que los imperialistas la proyectan y preparan como una guerra nuclear. Y el radio de acción del arma atómica y de hidrógeno es tan extenso, el peligro de contaminación radiactiva de la atmósfera es tan grande, que la explosión de una o dos bombas de hidrógeno podría ser catastrófica para cualquier país europeo de extensión media. Y no hablemos ya de los Estados pequeños. No olvidemos tampoco que las pruebas de armas atómicas, a la prohibición de las cuales tanto se resisten los imperialistas, someten a la humanidad a un grave peligro. La continuación de estas pruebas, incluso al nivel actual, puede tener consecuencias irreparables para la salud de las futuras generaciones. Así, pues, la carrera de armamentos, desencadenada por las potencias imperialistas, nos ha llevado a una situación de extraordinario peligro. La historia del capitalismo abunda en páginas negras que rezuman sangre. Pero los preparativos que los imperialistas hacen para una tercera guerra mundial empujan a la humanidad a un crimen que sobrepasa y eclipsa todo cuanto hasta ahora se conoce.

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