LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

viernes, 21 de diciembre de 2012

Transformación revolucionaria en las concepciones sobre la sociedad


Desde tiempos muy antiguos los hombres trataron de dilucidar qué es lo que determina el régimen social y cómo se desarrolla la sociedad humana. Y esto no sólo por el simple deseo de comprender la sociedad en que viven, sino también porque ello se relaciona de manera muy estrecha con los problemas más candentes de su vida y afecta en muchos sentidos a intereses que les tocan muy de cerca. ¿Son accidentales los regímenes existentes en la sociedad o vienen condicionados por causas que no podemos ver, pero que se imponen al individuo? ¿Es posible cambiar esos regímenes o están los hombres condenados a subordinarse eternamente a ellos? ¿Qué fuerzas pueden mejorar la suerte de millones de gentes a quienes en el transcurso de miles de años oprimió, esclavizó y humilló un puñado de privilegiados? ¿Se puede alcanzar el bienestar y la libertad para todos, y no sólo para la minoría? Y en caso afirmativo, ¿cómo conseguirlo? ¿Quién conducirá la humanidad a la deseada meta? Y por último, ¿hacia dónde se dirige la humanidad, hacia la prosperidad y el progreso o hacia el estancamiento y la decadencia? Pensadores de todos los tiempos y pueblos trataron de responder a estas preguntas. Pero durante muchos siglos sus teorías y concepciones se veían invariablemente refutadas por la crítica de otros pensadores y por la crítica del tiempo, por toda la marcha que la historia seguía en su ulterior desenvolvimiento. El camino seguido en el estudio de la sociedad resultó ser extraordinariamente difícil y largo. Esto se debe a que la vida social es mucho más compleja que el desarrollo de la naturaleza. Dentro de lo que nosotros podemos observar, los fenómenos naturales se repiten con relativa regularidad y esto nos ayuda a comprender su esencia. Captar esa regularidad, esa repetición en la vida social es una empresa mucho más trabajosa. Lógicamente, esto dificulta su conocimiento y hace que no podamos advertir en ella una determinada ley.
Hay otra diferencia no menos importante. En la naturaleza tratamos con la acción de fuerzas impersonales y elementales. En la historia, el sujeto son los hombres, provistos de conciencia y voluntad y que siempre persiguen unos u otros fines. Al asomarnos a los fenómenos sociales parece que lo principal es dilucidar los motivos que impulsan a los hombres a la acción: saber qué propósitos se marcaba determinada personalidad para comprender claramente por qué obró así y no de otro modo. Pero tal explicación psicológica de la vida social, predominante en la sociología anterior a Marx y que hasta hoy día impera en las teorías burguesas, es superficial e insuficiente. Cierto que cada persona obra guiándose por determinados motivos y busca determinados fines. Mas, en primer lugar, ¿por qué el individuo se inclina por estos motivos y fines, y no por otros? Y en segundo, un estudio superficial de la historia es bastante para señalarnos que los fines e intereses de los hombres, y por consiguiente sus acciones, siempre entraron en conflicto y que el resultado final de ese conflicto o choque -el acontecimiento histórico- difería sensiblemente de lo que cada uno de sus participantes aspiraba. Así, muchos hombres de la revolución francesa de 1789-1794 estaban persuadidos de que establecían el reino de la razón y de la justicia eterna, de que creaban una sociedad basada en la igualdad natural y en los derechos inalienables del hombre. Muy pronto, sin embargo, pudo verse que lo único que habían hecho era allanar el camino para la dominación de clase de la burguesía. En vez de la desigualdad de antes -entre los señores y los siervos- dieron paso a la desigualdad entre la burguesía y los obreros.
En su deseo de hallar satisfacción a sus intereses inmediatos, los hombres no podían prever de ordinario los resultados sociales de sus propios actos, y esto convierte la historia de la sociedad en un proceso tan espontáneo como lo es la historia de la naturaleza. Mucho antes de Marx advirtióse ya esta contradicción entre la actividad consciente del individuo y el carácter elemental del desarrollo de la sociedad en su conjunto, aunque nadie acertó a dar una explicación correcta de ello. En su estudio de la marcha concreta de la historia nadie iba más allá de las conjeturas acerca de los fines y motivos que impulsaron a cada personaje, con lo que el proceso histórico se convertía en un cúmulo de fortuitas contingencias. Quienes trataban de enfocar la historia como un proceso sometido a la necesidad no tardaban en deslizarse hasta el fatalismo, al considerarla como efecto de la acción de una fuerza exterior (Dios, la "idea absoluta", la "razón mundial", etc.) determinante de los actos de los hombres. La concepción idealista de la historia, alimentada por la propia complejidad del desarrollo social, contaba con el decidido apoyo de las clases explotadoras, interesadas como estaban en ocultar las causas verdaderas de la desigualdad social y económica, de la riqueza y el poder de unos y de la miseria y la falta de derechos de los otros. Gracias a los esfuerzos de esas clases, las concepciones idealistas acerca de la sociedad siguen hoy día ejerciendo influencia sobre los hombres y gozan de gran predicamento en los países capitalistas. Para explicar las causas que dan origen a las ideas, opiniones y actos conscientes de los hombres se requería un brusco viraje revolucionario en la manera misma de enfocar los fenómenos sociales. Este viraje fue posible únicamente después de la consolidación del capitalismo, que puso al descubierto las raíces materiales -económicas- de la lucha de clases, y después de la aparición en la palestra histórica de la clase obrera, la primera clase que en la historia, como se demostrará más adelante, no teme una consciente explicación científica de la sociedad y, lo que es más, tiene un interés directo en alcanzar dicha explicación. Sólo en estas condiciones fue posible la empresa científica de Marx y Engels, quienes aplicaron el materialismo dialéctico al estudio de la sociedad y de su historia y crearon la teoría científica de las leyes generales del desarrollo social. Esta teoría es el materialismo histórico o concepción materialista de la historia. La revolución producida por Marx y Engels en la ciencia social se traduce, ante todo, en su demostración de que en la sociedad no obra ninguna fuerza misteriosa del más allá; los propios hombres son quienes crean su historia. Esto significaba un golpe de muerte para toda clase de concepciones místicas acerca de la sociedad y señalaba la vía para comprender la historia como un proceso natural que no necesita de ninguna intervención exterior. Por otra parte, el marxismo determinó que los hombres crean su historia no según su arbitrio, sino de conformidad con las condiciones objetivas materiales que heredaron de generaciones pasadas. Esto significaba un golpe de muerte para el voluntarismo y el subjetivismo y señalaba la vía para comprender la historia como un proceso sujeto a leyes.
La tesis de la cual parte el materialismo histórico quedó formulada por Marx del siguiente modo: "No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino al contrario, su ser social determina su conciencia." Con otras palabras, en la sociedad, lo mismo que en la naturaleza, el ser o la vida material es lo primario, lo determinante con relación a la vida espiritual, a la conciencia. Esto se refiere, está claro, no al ser y la conciencia de unas u otras personas, sino de grandes grupos, de clases y capas sociales, de toda la sociedad, en fin; es decir, no al ser y a la conciencia individual, sino social. En la comprensión marxista de la conciencia social entra el conjunto de teorías políticas y jurídicas, de concepciones religiosas, filosóficas y morales de cada sociedad; entran también las ciencias sociales, el arte y la psicología social (sentimientos sociales, estado de los espíritus, costumbres, etc.). El ser social es la vida material de la sociedad con toda su complejidad y su carácter contradictorio. ¿Qué es lo que concretamente se entiende por vida material de la sociedad, que, según establece el materialismo histórico, determina toda la fisonomía del cuerpo social, de su régimen, sus concepciones y sus instituciones?

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