Desde tiempos muy
antiguos los hombres trataron de dilucidar qué es lo que determina
el régimen social y cómo se desarrolla la sociedad humana. Y esto
no sólo por el simple deseo de comprender la sociedad en que viven,
sino también porque ello se relaciona de manera muy estrecha con los
problemas más candentes de su vida y afecta en muchos sentidos a
intereses que les tocan muy de cerca. ¿Son accidentales los
regímenes existentes en la sociedad o vienen condicionados por
causas que no podemos ver, pero que se imponen al individuo? ¿Es
posible cambiar esos regímenes o están los hombres condenados a
subordinarse eternamente a ellos? ¿Qué fuerzas pueden mejorar la
suerte de millones de gentes a quienes en el transcurso de miles de
años oprimió, esclavizó y humilló un puñado de privilegiados?
¿Se puede alcanzar el bienestar y la libertad para todos, y no sólo
para la minoría? Y en caso afirmativo, ¿cómo conseguirlo? ¿Quién
conducirá la humanidad a la deseada meta? Y por último, ¿hacia
dónde se dirige la humanidad, hacia la prosperidad y el progreso o
hacia el estancamiento y la decadencia? Pensadores de todos los
tiempos y pueblos trataron de responder a estas preguntas. Pero
durante muchos siglos sus teorías y concepciones se veían
invariablemente refutadas por la crítica de otros pensadores y por
la crítica del tiempo, por toda la marcha que la historia seguía en
su ulterior desenvolvimiento. El camino seguido en el estudio de la
sociedad resultó ser extraordinariamente difícil y largo. Esto se
debe a que la vida social es mucho más compleja que el desarrollo de
la naturaleza. Dentro de lo que nosotros podemos observar, los
fenómenos naturales se repiten con relativa regularidad y esto nos
ayuda a comprender su esencia. Captar esa regularidad, esa repetición
en la vida social es una empresa mucho más trabajosa. Lógicamente,
esto dificulta su conocimiento y hace que no podamos advertir en ella
una determinada ley.
Hay otra diferencia no
menos importante. En la naturaleza tratamos con la acción de fuerzas
impersonales y elementales. En la historia, el sujeto son los
hombres, provistos de conciencia y voluntad y que siempre persiguen
unos u otros fines. Al asomarnos a los fenómenos sociales parece que
lo principal es dilucidar los motivos que impulsan a los hombres a la
acción: saber qué propósitos se marcaba determinada personalidad
para comprender claramente por qué obró así y no de otro modo.
Pero tal explicación psicológica de la vida social, predominante en
la sociología anterior a Marx y que hasta hoy día impera en las
teorías burguesas, es superficial e insuficiente. Cierto que cada
persona obra guiándose por determinados motivos y busca determinados
fines. Mas, en primer lugar, ¿por qué el individuo se inclina por
estos motivos y fines, y no por otros? Y en segundo, un estudio
superficial de la historia es bastante para señalarnos que los fines
e intereses de los hombres, y por consiguiente sus acciones, siempre
entraron en conflicto y que el resultado final de ese conflicto o
choque -el acontecimiento histórico- difería sensiblemente de lo
que cada uno de sus participantes aspiraba. Así, muchos hombres de
la revolución francesa de 1789-1794 estaban persuadidos de que
establecían el reino de la razón y de la justicia eterna, de que
creaban una sociedad basada en la igualdad natural y en los derechos
inalienables del hombre. Muy pronto, sin embargo, pudo verse que lo
único que habían hecho era allanar el camino para la dominación de
clase de la burguesía. En vez de la desigualdad de antes -entre los
señores y los siervos- dieron paso a la desigualdad entre la
burguesía y los obreros.
En su deseo de hallar
satisfacción a sus intereses inmediatos, los hombres no podían
prever de ordinario los resultados sociales de sus propios actos, y
esto convierte la historia de la sociedad en un proceso tan
espontáneo como lo es la historia de la naturaleza. Mucho antes de
Marx advirtióse ya esta contradicción entre la actividad consciente
del individuo y el carácter elemental del desarrollo de la sociedad
en su conjunto, aunque nadie acertó a dar una explicación correcta
de ello. En su estudio de la marcha concreta de la historia nadie iba
más allá de las conjeturas acerca de los fines y motivos que
impulsaron a cada personaje, con lo que el proceso histórico se
convertía en un cúmulo de fortuitas contingencias. Quienes trataban
de enfocar la historia como un proceso sometido a la necesidad no
tardaban en deslizarse hasta el fatalismo, al considerarla como
efecto de la acción de una fuerza exterior (Dios, la "idea
absoluta", la "razón mundial", etc.) determinante de
los actos de los hombres. La concepción idealista de la historia,
alimentada por la propia complejidad del desarrollo social, contaba
con el decidido apoyo de las clases explotadoras, interesadas como
estaban en ocultar las causas verdaderas de la desigualdad social y
económica, de la riqueza y el poder de unos y de la miseria y la
falta de derechos de los otros. Gracias a los esfuerzos de esas
clases, las concepciones idealistas acerca de la sociedad siguen hoy
día ejerciendo influencia sobre los hombres y gozan de gran
predicamento en los países capitalistas. Para explicar las causas
que dan origen a las ideas, opiniones y actos conscientes de los
hombres se requería un brusco viraje revolucionario en la manera
misma de enfocar los fenómenos sociales. Este viraje fue posible
únicamente después de la consolidación del capitalismo, que puso
al descubierto las raíces materiales -económicas- de la lucha de
clases, y después de la aparición en la palestra histórica de la
clase obrera, la primera clase que en la historia, como se demostrará
más adelante, no teme una consciente explicación científica de la
sociedad y, lo que es más, tiene un interés directo en alcanzar
dicha explicación. Sólo en estas condiciones fue posible la empresa
científica de Marx y Engels, quienes aplicaron el materialismo
dialéctico al estudio de la sociedad y de su historia y crearon la
teoría científica de las leyes generales del desarrollo social.
Esta teoría es el materialismo histórico o concepción materialista
de la historia. La revolución producida por Marx y Engels en la
ciencia social se traduce, ante todo, en su demostración de que en
la sociedad no obra ninguna fuerza misteriosa del más allá; los
propios hombres son quienes crean su historia. Esto significaba un
golpe de muerte para toda clase de concepciones místicas acerca de
la sociedad y señalaba la vía para comprender la historia como un
proceso natural que no necesita de ninguna intervención exterior.
Por otra parte, el marxismo determinó que los hombres crean su
historia no según su arbitrio, sino de conformidad con las
condiciones objetivas materiales que heredaron de generaciones
pasadas. Esto significaba un golpe de muerte para el voluntarismo y
el subjetivismo y señalaba la vía para comprender la historia como
un proceso sujeto a leyes.
La tesis de la cual parte
el materialismo histórico quedó formulada por Marx del siguiente
modo: "No es la conciencia de los hombres lo que determina su
ser, sino al contrario, su ser social determina su conciencia."
Con otras palabras, en la sociedad, lo mismo que en la naturaleza, el
ser o la vida material es lo primario, lo determinante con relación
a la vida espiritual, a la conciencia. Esto se refiere, está claro,
no al ser y la conciencia de unas u otras personas, sino de grandes
grupos, de clases y capas sociales, de toda la sociedad, en fin; es
decir, no al ser y a la conciencia individual, sino social. En la
comprensión marxista de la conciencia social entra el conjunto de
teorías políticas y jurídicas, de concepciones religiosas,
filosóficas y morales de cada sociedad; entran también las ciencias
sociales, el arte y la psicología social (sentimientos sociales,
estado de los espíritus, costumbres, etc.). El ser social es la vida
material de la sociedad con toda su complejidad y su carácter
contradictorio. ¿Qué es lo que concretamente se entiende por vida
material de la sociedad, que, según establece el materialismo
histórico, determina toda la fisonomía del cuerpo social, de su
régimen, sus concepciones y sus instituciones?
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