Por: V.I.LENIN
El problema que tan atrozmente embrolla Kautsky se plantea en realidad así.
El problema que tan atrozmente embrolla Kautsky se plantea en realidad así.
Si no es para mofarse del
sentido común y de la historia, claro está que no puede hablarse de
"democracia pura" mientras existan diferentes clases, y
sólo puede hablarse de democracia de clase.
(Digamos entre paréntesis
que "democracia pura" es no sólo una frase de ignorante,
que no comprende ni la lucha de clases ni la esencia del Estado, sino
una frase completamente vacía, pues en la sociedad comunista, la democracia,
modificándose y convirtiéndose en costumbre, se extinguirá, pero
nunca será democracia “pura").
La "democracia pura"
es un embuste de liberal que embauca a los obreros. La historia
conoce la democracia burguesa, que sucede al feudalismo, y la
democracia proletaria, que sustituye a la burguesa.
Cuando Kautsky consagra
casi decenas de páginas a "demostrar" la verdad de que la
democracia burguesa es más
progresiva que el medievo, de que el proletariado debe utilizarla
obligatoriamente en su lucha contra la burguesía, eso no es sino
charlatanería liberal, que embauca a los obreros. En la culta
Alemania, lo mismo que en la inculta Rusia, se trata de una
perogrullada. Lo que hace Kautsky es arrojar su "sabia",
tierra a los ojos de los obreros, hablándoles con aire grave de
Weitling, de los jesuitas del Paraguay y de otras muchas cosas para
pasar por alto la esencia burguesa de la democracia contemporánea, es decir,
de la democracia capitalista.
Kautsky toma del marxismo
lo que pueden aceptar los liberales, lo que puede aceptar la
burguesía (la crítica del medievo, el papel progresivo que
desempeñan en la historia el capitalismo en general y la democracia
capitalista en particular) y arroja por la borda, calla y oculta en
el marxismo lo que es inadmisible para la burguesía (la violencia
revolucionaria del proletariado contra la burguesía para aniquilar a
ésta). Por ello, dada su posición objetiva, sea cual fuere su
convicción subjetiva, Kautsky resulta ser inevitablemente un lacayo
de la burguesía.
La democracia burguesa,
que constituye un gran progreso histórico en comparación con el
medievo, sigue siendo siempre -y no puede dejar de serlo bajo el
capitalismo- estrecha, amputada, falsa, hipócrita, paraíso para los
ricos y trampa y engaño para los explotados, para los pobres. Esta
verdad, que figura entre lo más esencial de la doctrina marxista, no
la ha comprendido el "marxista" Kautsky. En este problema
-fundamental- Kautsky ofrece "cosas agradables" a la
burguesía, en lugar de una crítica científica de las condiciones
que hacen de toda democracia burguesa una democracia para los ricos.
Comencemos por recordar
al doctísimo señor Kautsky las declaraciones teóricas de Marx y
Engels que nuestro exegeta, para vergüenza suya, "ha olvidado"
(con objeto de complacer a la burguesía), y después explicaremos
las cosas del modo más popular.
No sólo el Estado
antiguo y feudal, sino también "el moderno Estado
representativo es instrumento de que se sirve el capital
para explotar el trabajo asalariado" (Engels, en su obra sobre
el Estado).
"Siendo el Estado
una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha,
en la revolución, para someter por la violencia a los adversarios,
es un puro absurdo hablar de un Estado popular libre: mientras el
proletariado necesite del Estado, no lo necesitará en interés de la
libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como
pueda hablarse de libertad, él Estado, como tal,dejará de existir"
(Engels, en su carta a Bebel del 28de marzo de 1875). "El Estado
no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra,
lo mismo en la república democrática que bajo la monarquía"
(Engels, en el prólogo a La guerra civil de Marx). El sufragio
universal es "el índice de la madurez de la clase obrera.
Cada una de estas tesis,
que conoce perfectamente el doctísimo señor Kautsky, es para él
una bofetada y descubre toda su traición. En todo el folleto de
Kautsky no hay ni una sola gota de comprensión de estas verdades.
¡Todo él es una burla del marxismo! Tomad las leyes fundamentales
de los Estados contemporáneos, tomad la manera cómo son regidos, la
libertad de reunión o de imprenta, la "igualdad de los
ciudadanos ante la ley", y veréis a cada paso la hipocresía de
la democracia burguesa, que tan bien conoce todo obrero honrado y
consciente. No hay Estado, incluso el más democrático, cuya
Constitución no ofrezca algún escape o reserva que permita a la
burguesía lanzar las tropas contra los obreros, declarar el estado
de guerra, etc., "en caso de alteración del orden", en
realidad, en caso de que la clase explotada "altere" su
situación de esclava e intente hacer algo que no sea propio de
esclavos.
Kautsky acicala
desvergonzadamente la democracia burguesa, callándose, por ejemplo,
lo que los burgueses más democráticos y republicanos hacen en
Norteamérica o en Suiza contra los obreros en huelga.
¡Oh, el sabio y docto
Kautsky se lo calla! Este erudito político no comprende que
silenciarlo es una villanía. Prefiere contar a los obreros cuentos
de niños, como lo de que democracia significa "defensa de la minoría".
¡Resulta increíble, pero así es! En 1918 de la era cristiana, al
quinto año de carnicería imperialista mundial y de estrangulamiento
en todas las "democracias" del mundo de las minorías
internacionalistas (es decir, de las que no han traicionado vilmente
el socialismo, como han hecho los Renaudel y los Longuet, los
Scheidemann y los Kautsky, los Henderson y los Webb, etc.), el sabio
señor Kautsky entona sus melifluas loas a la "defensa de la
minoría". Quien lo desee, puede leerlo en la página 15 del folleto de
Kautsky. Y en la página 16, tan docto... individuo os hablará ¡de
los whigs y de los tories del siglo
XVIII en Inglaterra! ¡Oh, erudición! ¡Oh, refinado servilismo ante
la burguesía! ¡Oh, civilizada manera de reptar ante los
capitalistas y lamerles las botas! Si yo fuera Krupp, Scheidemann,
Clemenceau o Renaudel, le pagaría al señor Kautsky millones, le
recompensaría con besos de Judas, lo elogiaría ante los obreros,
recomendaría "la unidad del socialismo" con gentes tan
"respetables" como él. ¿No es prestar lacayunos servicios
a la burguesía eso de escribir folletos contra la dictadura del
proletariado, traer a colación a los whigs y los tories del siglo
XVIII en Inglaterra, afirmar que democracia significa "defensa
de la minoría" y guardar silencio sobre los pogromos
desencadenados contra los internacionalistas en la "democrática"
República de los Estados Unidos? El sabio señor Kautsky "ha
olvidado" - probablemente por casualidad...- una "pequeñez":
el partido dominante de una democracia burguesa sólo cede la defensa
de la minoría a otro partido burgués, mientras que al proletariado,
en todo problema serio, profundo y fundamental, en lugar de "defensa
de la minoría" le tocan en suerte estados de guerra o pogromos.
Cuanto más desarrollada está la democracia, tanto más cerca se
encuentra del pogromo o de la guerra civil en toda divergencia
política peligrosa para la burguesía. El sabio señor Kautsky podía
haber advertido esta "ley" de la democracia burguesa en el
asunto Dreyfus en la Francia republicana, en el linchamiento de
negros y de internacionalistas en la democrática República de los
Estados Unidos, en el ejemplo de Irlanda y de Ulster en la
democrática Inglaterra, en la expresaba los intereses de los medios
financieros y la burguesía mercantil, así como de parte de la
aristocracia aburguesada. Los whigs organizaron el Partido Liberal.
El partido de los tories representaba a los grandes terratenientes y
a la capa superior del clero de la Iglesia anglicana, defendía las
tradiciones del pasado feudal y combatía las reivindicaciones
liberales y progresistas; posteriormente creó el Partido
Conservador. Los partidos de los whigs y los tories se alternaron
sucesivamente en el poder.
Asunto Dreyfus: proceso
provocador urdido en 1894 por los circulas reaccionarios monárquicos
de la camarilla militar francesa contra el hebreo Dreyfus, oficial
del Estado Mayor Central, acusado falsamente de espionaje y alta
traición. Dreyfus fue condenado en Consejo de Guerra a cadena
perpetua. La campaña pública desplegada en Francia en pro de la
revisión de la causa de Dreyfus transcurrió en medio de una
encarnizada lucha entre republicanos y monárquicos y condujo en
definitiva a la rehabilitación de Dreyfus en el año de 1906. Lenin
llamó al asunto Dreyfus "una de las infinitas infamias de la
camarilla militar reaccionaria".
Se alude a la sangrienta
represión, desencadenada por la burguesía inglesa, de la
sublevación irlandesa de 1916 contra la esclavización de Irlanda
por Inglaterra. "En Europa... se ha levantado Irlanda, a la que
han pacificado a fuerzo de ejecuciones los ingreses, "amantes de
la libertad"", escribió Lenin en 1916 En persecución de
los bolcheviques y en la organización de pogromos contra ellos en
abril de 1917 en la democrática República de Rusia.
Intencionadamente cito ejemplos que no corresponden sólo al período
de guerra, sino también al período prebélico, al tiempo de paz. El
melifluo señor Kautsky estima oportuno cerrar los ojos ante estos
hechos del siglo XX y contar, en cambio, a los obreros cosas admirablemente nuevas, de
extraordinario interés, inusitadamente instructivas e increíblemente
enjundiosas sobre los whigs y los tories del siglo XVIII.
Tomad el parlamento
burgués. ¿Puede admitirse que el sabio Kautsky no haya oído decir
nunca que los parlamentos burgueses están tanto más sometidos a la
Bolsa y a los banqueros cuanto más desarrollada está la democracia? Esto
no quiere decir que no deba utilizarse el parlamentarismo burgués (y
los bolcheviques lo han utilizado quizá con mayor éxito que ningún
otro partido del mundo, porque en 1912- 1914 habíamos conquistado
toda la curia obrera de la cuarta Duma). Pero sí quiere decir que
sólo un liberal puede olvidar, como lo hace Kautsky, el carácter
históricamente limitado y condicional que tiene el parlamentarismo
burgués. En el más democrático Estado burgués, las masas
oprimidas tropiezan a cada paso con una contradicción flagrante
entre la igualdad formal, proclamada por la "democracia" de
los capitalistas, y las mil limitaciones y tretas reales que
convierten a los proletarios en esclavos asalariados. Esta
contradicción es la que abre a las masas los ojos ante la
podredumbre, la falsedad y la hipocresía del capitalismo, ¡esta
contradicción es la que los agitadores y los propagandistas del
socialismo denuncian siempre ante las masas a fin de prepararlas para
la revolución! Y cuando ha comenzado una era de revoluciones,
Kautsky le vuelve la espalda y se dedica a ensalzar los encantos de
la democracia burguesa agonizante.
La democracia proletaria,
una de cuyas formas es el Poder soviético, ha infundido un
desarrolló y una extensión como jamás se conocieron a la
democracia para la inmensa mayoría de la población, para los
explotados y los trabajadores. Escribir todo un folleto sobre la
democracia, como lo hace Kautsky, que dedica dos páginas a la
dictadura y decenas de páginas a la "democracia pura", y
no advertir esto, significa tergiversar por completo las cosas al
modo liberal.
Tomad la política
exterior. En ningún Estado burgués, ni aun en el más democrático,
se hace abiertamente. En todas partes se engaña a las masas; y en
países democráticos como Francia, Suiza, Norteamérica e Inglaterra
se hace de un modo cien veces más amplio y refinado que en otros
países. El Poder soviético ha
arrancado revolucionariamente el velo de misterio que cubría la
política exterior.
Kautsky no lo ha notado.
Nada dice de ello, aunque en una época de guerras de rapiña y de
tratados secretos para "repartirse las esferas de influencia"
(es decir, de tratados en los que los bandoleros capitalistas
proyectan el reparto del mundo) tiene una importancia cardinal,
porque de eso depende la paz, la vida y la muerte de decenas de
millones de personas.
Tomad la estructura del
Estado. Kautsky se aferra a "minucias", incluso a que las
elecciones son "indirectas" (en la Constitución
soviética), pero no ve el fondo del problema. No nota que la máquina
estatal, el aparato del Estado tiene una esencia de clase. En la
democracia burguesa, valiéndose de mil ardides -tanto más
ingeniosos y eficaces cuanto más desarrollada está la democracia
"pura"-, los capitalistas apartan a las masas de la
participación en el gobierno, de la libertad de reunión y de
imprenta, etc. El Poder soviético es el primero del mundo (mejor
dicho, el segundo, porque la Comuna de París empezó a hacer lo
mismo) que incorpora al gobierno a las masas, precisamente a las
masas explotadas.
Mil obstáculos impiden a
las masas trabajadoras llegar al parlamento burgués (que nunca
resuelve las cuestiones más importantes dentro de la democracia
burguesa: las resuelven la Bolsa y los bancos), y los obreros saben
y sienten, ven y perciben perfectamente que el parlamento burgués es
una institución ajena, un instrumento de opresión de los
proletarios por la burguesía, la institución de una clase hostil,
de la minoría de explotadores.
Los Soviets son la
organización directa de los trabajadores y de las masas explotadas,
a los que da toda clase de facilidades para organizar por sí mismos
el Estado y gobernarlo de todos los modos posibles. La vanguardia de
los trabajadores y de los explotados, el proletariado de las
ciudades, tiene en este sentido la ventaja de ser el más unido,
gracias a las grandes empresas; a él le es más fácil que a otros
elegir y controlar a los elegidos. La organización soviética
facilita automáticamente la unificación de todos los trabajadores y
explotados alrededor de su vanguardia, el proletariado. El viejo
aparato burgués, la burocracia, los privilegios de la fortuna, de la
instrucción burguesa, de las relaciones, etc.
(privilegios de hecho,
tanto más variados cuanto más desarrollada está la democracia
burguesa), desaparecen totalmente con la organización soviética.
La libertad de imprenta
deja de ser una farsa, porque se desposee a la burguesía de los
talleres gráficos y del papel. Lo mismo sucede con los mejores
edificios, con los palacios, hoteles particulares, casas señoriales
de campo, etc. El Poder soviéticodesposeyó inmediatamente a los
explotadores de miles y miles de los mejores edificios, haciendo de
este modo un millón de veces más "democrático" el
derecho de reunión para las masas, ese derecho de reunión sin el
cual la democracia es un engaño. Las elecciones indirectas de los
Soviets que no son locales hacen más fáciles los congresos de los
Soviets, hacen que todo el aparato sea menos costoso, más ágil,
esté más al alcance de los obreros y de los campesinos en un
período en que la vida se encuentra en efervescencia y es necesario
poder proceder con especial rapidez para revocar a su diputado local
o enviarle al Congreso general de los Soviets.
La democracia proletaria
es un millón de veces más democrática que cualquier democracia
burguesa.
El Poder soviético es un
millón de veces más democrático que la más democrática de las
repúblicas burguesas.
Para no advertirlo es
preciso ser un servidor consciente de la burguesía o un hombre
políticamente muerto del todo, al que los polvorientos libros
burgueses le impiden ver la vida tal como es y que está impregnado
hasta la médula de prejuicios democrático-burgueses, por lo que
objetivamente se ha convertido en lacayo de la burguesía.
Esto sólo podía
escapársele a un hombre incapaz de plantear la cuestión desde el
punto de vista de las clases oprimidas: ¿Hay un solo país del
mundo, entre los países burgueses más democráticos, donde el
obrero medio, de la masa, el bracero medio, de la masa, o el
semiproletario del campo en general (es decir, el hombre de la masa
oprimida, de la inmensa mayoría de la población) goce, aunque sea
aproximadamente, de la libertad de celebrar sus reuniones en los
mejores edificios; de la libertad de disponer de las mayores
imprentas y de las mejores reservas de papel para expresar sus ideas
y defender sus intereses; de la libertad de enviar a hombres de su
clase al gobierno y "organizar" el Estado, como sucede en
la Rusia Soviética? Es ridículo pensar que el señor Kautsky pueda
hallar en ningún país ni siquiera a un obrero o un bracero entre
mil, que, puesto al corriente, dude al contestar a esta pregunta.
Instintivamente, sin oír más que las confesiones fragmentarias de
la verdad que se les escapa a los periódicos burgueses, los obreros
de todo el mundo simpatizan con la República de los Soviets porque
ven en ella la democracia proletaria, la democracia para los pobres,
y no una democracia para los ricos, como en realidad es toda
democracia burguesa, incluso la mejor.
Nos gobiernan (y
"organizan" nuestro Estado) funcionarios burgueses,
parlamentarios burgueses y jueces burgueses. Esta es una verdad pura,
evidente, indiscutible, que conocen por experiencia propia, que
sienten y perciben cotidianamente decenas y centenares de millones
de seres de las clases oprimidas de todos los países burgueses,
incluso de los más democráticos.
En cambio, en Rusia se ha
deshecho por completo el aparato burocrático, no dejando de él
piedra sobre piedra, se ha echado a
todos los antiguos magistrados, se ha disuelto el parlamento burgués
y se ha dado a los obreros y a los campesinos una representación
mucho más accesible, sus Soviets han venido a ocupar el puesto de
los funcionarios o sus Soviets han sido colocados por encima de los
funcionarios, sus Soviets son los que eligen a los jueces. Este mero
hecho basta para que todas las clases oprimidas proclamen que el
Poder de los Soviets, es decir, esta forma de dictadura del
proletariado, es un millón de veces más democrático que la más
democrática de las repúblicas burguesas.
Kautsky no comprende esta
verdad, inteligible y evidente para todo obrero, porque "ha
olvidado", "ha perdido la costumbre" de preguntar:
¿democracia para qué clase? El razona desde el punto de vista de la
democracia "pura" (¿es decir, sin clases? ¿o por encima
de las clases?). Argumenta como Shylock: "una libra de carne",
y nada más. Igualdad de todos los ciudadanos; si no, no hay
democracia.
Debemos preguntar al
sabio Kautsky, al "marxista" y "socialista"
Kautsky: ¿Puede haber igualdad entre el explotado y el explotador?
Es monstruoso, es
increíble que tengamos que hacer esta pregunta al tratar de un libro
del dirigente ideológico de la II Internacional. Pero, uncido al
carro, no te quejes de la carga.
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