LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

miércoles, 19 de octubre de 2011

Palestina-Israel: La demografía como paradoja del terror


ESCRITO POR YURI MARTINS FONTES

La situación de desequilibrio entre las fuerzas del Estado israelí -apoyado incondicionalmente por Estados Unidos- y el pueblo palestino, sin ejército, que usa armas caseras arcaicas, ha transformado este conflicto en un lento genocidio. Recientemente se ha llegado a tal punto en la práctica de terror – apesar de los pronunciamientos infructíferos de la ONU, que varias de las propias víctimas del Holocausto han salido a denunciar públicamente las semejanzas entre las prácticas del gobierno sionista con las del régimen hitleriano. Estas similitudes se dan tanto en cuestiones de tortura y experiencias de crueldad con seres humanos, como en el uso de armas químicas prohibidas por las leyes internacionales, cuyo saldo de víctimas es apabullante.

El problema, en el nuevo siglo cuenta con un nuevo agravante: la gran tasa demográfica de los palestinos supera con creces a la de los israelíes, lo que en pocos años, obligará a que Israel, para mantener los privilegios de los judíos, sea forzado a dejar de lado sus últimos resquicios de "Estado democrático". Así, tendrá que limitar el poder de voto de sus ciudadanos no-judíos, o peor aún, expulsar o asesinar a esos ciudadanos no deseados, en una gigantesca limpieza étnica.

A todo eso, si se observan las acciones bélicas de exterminio en masa de los últimos tiempos – denunciadas por organizaciones internacionales – se percibe que Israel camina rápidamente hacia un Estado despótico y racista, un Estado de características nazis. Este aparente absurdo institucional no está lejos de tornarse real, como este reportaje trata de mostrar ahora, basándose en datos de organismos públicos y otros de prestigio internacional.

La gran paradoja es que la presentación diplomática del líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, en las Naciones Unidas, abogando por la solución de "dos Estados", es justamente la única salida que podría salvar el pueblo judío de tan bárbaro rumbo. La ANP, a pesar de la oposición de Israel y de EEUU, ya tiene el apoyo de 130 de los 193 paises miembros, además del reconcimiento de la UNESCO, y aunque los EEUU veten la propuesta de reconocimiento del Estado Palestino, eso sería un paso más hacia el aislamiento de ambos imperialismos por la comunidad internacional.

Crimenes de guerra, exterminio, cobayas humanas y campos de concentración

Para que se tenga una idea del grado de terror a que llegó el Estado sionista israelí, recordemos los datos recientes. En el último bombardeo masivo a Gaza (2008/2009), la desproporción de fuerzas fué tal que las tasas del desequilibrio bélico hablan de un israelí muerto para cerca de 100 palestinos. Dos tercios de las 1300 víctimas eran civiles, y gran parte de ellos, niños.

Conforme al analisis del sociólogo de la Universidad de Río de Janeiro, Emir Sader, la matanza fue "uno de las peores que el mundo conoció en los últimos tiempos". Bajo la premisa de que "no hay inocentes en Gaza", esta zona de alta densidad poblacional, fué bombardeada tal cual un gran campo de concentración a cielo abierto. Fueron lanzados sobre el territorio mil toneladas de bombas, en un golpe que destruyó lo poco que restaba de la infraestructura pública – hospitales, fábricas y escuelas – en una zona que es una de las más pobres del mundo, donde se amontonan 1,5 millón de personas.

Segun revelaron relatos de la Cruz Roja, de Amnistía Internacional y de la ONU, los comandantes israelíes en esa ocasión, ordenaron el uso de armas químicas, en una clara violación de la ley internacional de guerra. Lo principal de esos documentos, apunta indicios de que la brigada de paracaidistas de Israel tiró sobre la población – indiscriminadamente- del campo de refugiados de Biet Lahiya, al menos 20 bombas de fósforo blanco. El uso del fósforo solo es permitido para iluminación en areas no pobladas, puesto que es una sustancia altamente inflamable que reacciona con el oxígeno y causa graves quemaduras. Al explotar, esos artefactos lanzan a larga distancia fragmentos que se pegan a la piel y siguen en combustión aún despues de penetrarla.

Como si no bastara eso, dos médicos noruegos de la ONG Norwac, Mads Gilbert e Erik Fosse – con 20 años en la región – denunciaron el empleo de una nueva arma conocida comoExplosivo de Metal Denso. Se trata de una pequeña bomba envuelta por carbono, con una camada de fierro, cuya explosión, "en un radio de algunos metros, corta un cuerpo al medio, como si fuera atravesado por agujas", afirmaron los médicos. Estas armas, todavia no usadas en gran proporción por los EEUU, convirtieron a los palestinos en cobayas humanas, experiencia abominable que muchos de los padres de esos soldados judíos conocieron, no hace mucho, en las manos de Hitler.

En la ocasión, el embajador palestino en Brasil, Ibrahim Al Zaben, dijo que un conflicto así no puede ser llamado de guerra: "Una guerra existe cuando se da el enfrentamento de dos Estados, dos ejércitos; pero el pueblo palestino no tiene Estado y ni siquiera ejército". Poco tiempo después, a semejanza de varias naciones, el presidente Lula firmó el reconocimiento de Brasil al Estado Palestino con bases a las fronteras de 1967.

El odio que se planta se cosecha

Desde entonces, diversas manifestaciones de israelíes que sufrieron con el nazismo alemán llaman la atencion del público, en sus críticas al gobierno sionista.

Hijo de sobrevivientes del holocausto, el investigador Norman Finkelstein, autor de “La industria del Holocausto”, afirmó que las acciones israelíes contra los árabes "son comparables a la de los nazis contra los judíos". Como ejemplo, él ha citado el desplazamiento forzado de palestinos, después de la guerra de 1948, cuando los israelíes tomaron -con la ayuda del ejército – inmensas porciones de territorio de los árabes, a título de "tierras abandonadas". Para Finkelstein, la ola de ataques suicidas por parte de jóvenes palestinos, es "un gesto de desesperación". El autor, despues de visitar el sur del Líbano, que estuvo bajo dominio israelí por dos décadas, declaró: "Es un campo de concentración".

Otra significativa acusación de los crímenes israelíes fue hecha por una mujer judía que logró huir de Alemania, y cuyos padres murieron en Auschwitz. Para Hedy Epstein, las acciones del gobierno israelí muestra que ellos no aprendieron nada con las persecuciones de los judíos a lo largo de la historia: "¿Cómo ellos pueden hacer lo mismo con los palestinos?", declaró a la BBC de Londres. Advirtió además, que “estas acciones horribles" ciertamente tendrán como consecuencia el aumento del antisemitismo por el mundo". De hecho, suena bastante natural el reportaje del sensacionalista “Clarín”, en octubre pasado, al apuntar que una gran parte de los argentinos no quieren judíos como vecinos. Aunque ellos les "parezcan inteligentes", son "poco confiables", dice la encuesta. Sin embargo, los sionistas siguen construyendo, alimentando esa discriminacion.

De la práctica del terror a la suya institucionalización

La tendencia a la derechizacion de la opinion pública israelí en los últimos años es clara. Michel Warschawski, director del Centro de Información Alternativa de Jerusalém, y autor de "Al borde de un túmulo: la crisis de la sociedad israelí" (Monthly Review Press/2004), considera "particularmente significativo" que parte de la derecha ya se ha dado cuenta de que la "democracia israelí está en peligro". Él explica que desde siempre, "la mesquina democracia israelí se basó en la expresión de la voluntad de la mayoría sobre la minoría", por el médio clásico usado por el liberalismo para oprimir: las elecciones. Pero ahora lo que ocupa el espacio de la "democracia liberal" es una "nueva ideología que combina militarismo nacionalista, fundamentalismo religioso, racismo y mesianismo", lo que sumado, viene a custionar los principios democráticos de la fundacion del Estado judío. Los progresistas ya perdieron las esperanzas, dice él. Israel se convirtió en un Estado fundamentalista, y luego podrá configurarse en un Estado fascista.

Un quinto de la población de 7,3 millones de israelíes es árabe. Constituyen la parte pobre y discriminada de una sociedad cuya concentracción de renta (índice Gini) es una de las más grandes del mundo. Su acceso a los empleos públicos es practicamente imposible, por ser vistos como enemigos potenciales.

Analistas – muchos de ellos, judíos –vienen afirmando desde tiempo atrás, que la solución de los “dos Estados” es la más provechosa para Israel. Eso porque, como explica el profesor de Relacciones Internacionales de la Universidad Hebraica, Arye Katzovich: “Si Israel no permite a los habitantes de los territorios ocupados ser independientes, el país no más podrá existir como 'Estado judío y democrático'”. Eso es de una lógica sencilla: la población árabe-israelí en pocos años superará la judía – debido a las altas tasas de natalidad de un pueblo pobrísimo y sin acceso a la información sobre el control familiar. Conforme apuntan estudios demográficos, los árabes-israelíes son hoy 19,4% de la población de casi 8 millones, pero su tasa demográfica es de dos veces a la de los judíos. Ocurre que si los sionistas no permitieran un Estado palestino hacia donde “deportar a los árabes”, solo habría dos posibilidades: o los árabes acaban por controlar el Estado por medio del voto, o, a la semejanza del Apartheid sudafricano, tendrían necesidad de un régimen autoritario segregacionista que les permitiría retener el poder en manos de la entonces minoria judía”.

Al límite, podria darse también algo como el modo de extermínio nazi – siempre en nombre de la manutención del Estado del “pueblo elegido”. De hecho, el filósofo Henri Lefebvre, a mediados del siglo XX, ya notó tal semejanza: "Los ideólogos hitlerianos tomaron del antiguo judaísmo la idea de un pueblo elegido y de una raza, la cual perfeccionaron en nombre de consideraciones biológicas discutibles". Y ahora, los nuevos membros del pueblo elegido, después del optimismo débil de la experiencia democrática liberal, parecen querer volver al pesimismo del fundamentalismo político-religioso basado en el terror.


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