Escrito por: Fernando Acosta Riveros-
El triunfo electoral de un partido político opositor a los tradicionales Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) no bastaría para inaugurar una nueva era política en México. La llegada de los panistas a la presidencia de la república en diciembre de 2000 generó expectativas falsas principalmente entre quienes olvidaron la trayectoria del PAN, de sus corrientes y la forma en que algunos dirigentes con el paso del tiempo cedieron principios a los caciques priístas con tal de acercarse al poder.
México requiere cambios urgentes que incluyan a las mayorías como beneficiarias y protagonistas. Los ciudadanos no esperan regalos de ningún gobierno. Aspiran a que se respeten sus derechos, se cumpla la Constitución, se estimule el trabajo honrado, se impulse la educación y se proteja la salud física y mental de la población. ¿Con quiénes se puede empezar a realizar esos cambios? Con ciudadanos honestos y patriotas que estén dispuestos a trabajar por el bien colectivo y a recibir como premio la posibilidad real de construir una patria con deberes y derechos para todos. Los índices de criminalidad han crecido en la patria de Ricardo Flores Magón igual que la impunidad y la corrupción. Un grupo de vividores, cuyos integrantes se hacen llamar políticos, ha puesto en venta la nación. Hablan del triunfo colectivo aunque bien saben que se refieren a su triunfo personal y de grupo privilegiado. Aseguran en sus discursos que el país es fuerte. Mienten, porque un país en el cual más de la mitad de su población padece la pobreza no es un país fuerte. Gustavo Gordillo, analista político, lo definió con claridad en su artículo titulado: Una democracia pobre es una pobre democracia, publicado en la página 25, sección Opinión. La Jornada, el sábado anterior, 9 de julio. Vladimir Davydov, director del Instituto América Latina en la Academia de Ciencias de la Federación Rusa, afirmó que “sin un Estado sano y fuerte, México no podrá parar el avance de los cárteles de la droga”. Entrevistado en Moscú por Juan Pablo Duch, corresponsal de La Jornada en la patria de León Trotsky, el académico especialista en economía y política, consideró que los dos gobiernos panistas recientes se sometieron tanto a los intereses gubernamentales de los Estados Unidos que permitieron que México perdiera importantes posiciones. Independencia y soberanía son conceptos y logros que se defienden combatiendo primero la corrupción para ganar credibilidad internamente y buena imagen en el exterior. No basta realizar desfiles militares suntuosos o transmitir series espectaculares por radio y televisión para recordar el Bicentenario independentista como lo hicieron representantes y voceros del gobierno espurio de Felipe Calderón Hinojosa durante el año 2010. Vicente Fox Quesada, el supuesto “presidente del cambio”, apoyó en 2001, recién inaugurada su gestión, la venta de Banamex a Citigroup para beneficiar a sus amigos. Un mes antes de que se hiciera pública la transacción, se brindó información privilegiada a los ejecutivos de las casas de bolsa, quienes se dedicaron a comprar grandes volúmenes de acciones de Banamex-Accival (Banacci) en la Bolsa Mexicana de Valores y obtuvieron ganancias estimadas en unos 3 mil 500 millones de dólares. No puede llamarse políticos a quienes se convierten en cómplices del robo y saqueo a la nación. Acción Nacional, una colectividad que tuvo en sus orígenes a dirigentes comprometidos con luchas cívicas, fue desvirtuada por Vicente Fox Quesada quien ocultó al Instituto Federal Electoral (IFE) el origen de fondos para su campaña electoral. El consejero Jaime Cárdenas expresó hace 10 años que Fox Quesada actuaba igual que Ernesto Zedillo Ponce de León, ex presidente que aprovechó los vacíos de la ley electoral en materia de fiscalización de partidos y “recurrió a formalismos legales para echar tierra a la investigación sobre los fideicomisos por más de 30 millones de dólares de Banco Unión utilizados para su campaña”. Una nueva era política en México requiere de que todos los días se integren hombres, mujeres, jóvenes, trabajadores del campo y la ciudad a participar en la vida pública con acciones y propuestas destinadas a mejorar su entorno en los barrios, colonias, fraccionamientos, escuelas, fábricas y oficinas de ciudades, municipios, poblaciones y espacios rurales en todos y cada uno de los estados que conforman la República Mexicana. Falsos dirigentes del PRI y del PAN traicionaron las declaraciones de principios de sus partidos al realizar alianzas y transas con una supuesta dirigente sindical que ha traicionado a los educadores mexicanos durante cuatro sexenios consecutivos. Elba Esther Gordillo ofende, con sus actuaciones mafiosas, el título de maestra y demuestra que ignora el significado de la palabra sindicalismo. La inauguración de una nueva era política en México no es asunto de falsos dirigentes ni tampoco es tarea exclusiva de quienes conducen partidos políticos u organizaciones. Es un desafío para la población que deberá conducir colectiva y críticamente movimientos y organizaciones dispuestas a defender la esencia del ser humano para el disfrute de la libertad y la equidad para todos los mexicanos.
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