V. I. Lenin
Kautsky argumenta así: "Los explotadores han constituido siempre una pequeña minoría de la población" Esto es una verdad indiscutible. ¿Cómo deberemos razonar partiendo de ella? Podemos razonar como marxistas, como socialistas; entonces habremos de basarnos en la relación entre explotados y explotadores. Podemos razonar como liberales, como demócratas burgueses; entonces habremos de basarnos en la relación entre mayoría y minoría.
Si razonamos como
marxistas, tendremos que decir: los explotadores transforman
inevitablemente el Estado (porque se trata de la democracia, es
decir, de una de las formas del Estado) en instrumento de dominio de
su clase, de la clase de los explotadores, sobre los explotados. Por
eso, aun el Estado democrático, mientras haya explotadores que
dominen sobre una mayoría de explotados, será inevitablemente una
democracia para los explotadores. El Estado de los explotados debe
distinguirse por completo de él, debe ser la democracia para los
explotados y el sometimiento de los explotadores; y el sometimiento
de una clase significa la desigualdad en detrimento suyo, su
exclusión de la "democracia".
Si argumentamos como
liberales, tendremos que decir: la mayoría decide y la minoría se
somete. Los desobedientes son castigados. Y nada más. No hay por qué
hablar del carácter de clase del Estado en general ni de la
"democracia pura" en particular; no tiene nada que ver con
la cuestión, porque la mayoría es la mayoría y la minoría es la
minoría. Una libra de carne es una libra de carne, y nada más.
Kautsky razona
exactamente así: "¿Qué motivos hay para que la dominación
del proletariado tomase o haya de tomar una forma que sea
incompatible con la democracia?"
Después, explica, con
frase larga y redundante, hasta con una cita de Marx y con
estadísticas electorales de la Comuna de París, que el proletariado
posee la mayoría. Conclusión: "Un régimen con tan hondas
raíces en las masas no tiene motivo alguno para tentar contra la
democracia. No siempre podrá abtenerse de la violencia cuando se
haga uso de ella ontra la democracia. Sólo con la violencia puede
contestarse a la violencia. Pero un régimen que sabe que cuenta con
las masas usará de ella únicamente para defender la democracia, y
no para suprimirla.
Cometería un verdadero
suicidio si quisiera suprimir su base más segura, el sufragio
universal, profunda fuente de poderosa autoridad moral"
Como se ve, la relación
entre explotados y explotadores ha desaparecido de la argumentación
de Kautsky. No queda más que la mayoría en general, la minoría en
general, la democracia en general, la "democracia pura" que
ya conocemos. ¡Obsérvese que esto se dice a propósito de la Comuna
de París! Para mayor evidencia, veamos lo que decían Marx y Engels
de la dictadura a propósito de la Comuna: Marx: "...Si los
obreros sustituyen la dictadura de la clase burguesa con su dictadura
revolucionaria...
para vencer la
resistencia de la burguesía..., dan al Estado una forma
revolucionaria y transitoria...".
Engels: "...El
partido victorioso" (en la revolución) "si no quiere haber
luchado en vano, tiene que mantener este dominio por el terror que
sus armas inspiran a los reaccionarios. ¿Habría durado, acaso, un
solo día la Comuna de París, de no haber empleado esta autoridad
del pueblo armado frente a los burgueses? ¿No podemos, por el
contrario, reprocharle el no haberse servido lo bastante de Lenin
cita el artículo de C. Marx Indiferentismo político.
Engels: "Siendo el
Estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la
lucha, en la revolución para someter por la violencia a los
adversarios, es un puro absurdo hablar de un Estado popular libre:
mientras el proletariado necesite del Estado, no lo necesitará en
interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan
pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado, como tal, dejará de existir...
Entre Kautsky, por un
lado, y Marx y Engels, por otro, existe el mismo abismo que entre el
cielo y la tierra, que entre un liberal y un revolucionario
proletario. La democracia pura y sencillamente la "democracia"
de que habla Kautsky, no es más que una paráfrasis de ese mismo
"Estado popular libre",
es decir, un puro
absurdo. Con la erudición de un doctísimo imbécil de gabinete, o
con él candor de una niña de diez años, pregunta Kautsky: ¿Para
qué ejercer la dictadura teniendo la mayoría? Marx y Engels lo
explican:
- Para aplastar la
resistencia de la burguesía,
- para inspirar temor a
los reaccionarios,
- para mantener la
autoridad del pueblo armado contra la burguesía,
- para que el
proletariado pueda someter por la violencia a sus adversarios.
Kautsky no comprende
estas explicaciones.
Enamorado de la "pureza"
de la democracia, no viendo su carácter burgués, sostiene
"consecuentemente" que la mayoría, puesto que lo es, no
tiene necesidad de "aplastar la resistencia" de la minoría,
de "aplastarla por la fuerza"; sostiene que es suficiente
reprimir los casos de violación de la democracia. ¡Enamorado de la
"pureza" de la democracia, Kautsky incurre por descuido en
ese pequeño error en que siempre incurren todos los demócratas
burgueses: toma por igualdad real la igualdad formal (que no es más
que mentira e hipocresía en el régimen capitalista)! ¡Nada menos!
El explotador no puede
ser igual al explotado.
Esta verdad, por
desagradable que le resulte a Kautsky, es lo más esencial del
socialismo.
Otra verdad: No puede
haber igualdad real, efectiva, mientras no se haya hecho totalmente
imposible la explotación de una clase por otra.
Se puede derrotar de
golpe a los explotadores con una insurrección victoriosa en la
capital o una rebelión de las tropas. Pero, descontando casos muy
raros y excepcionales, no se puede hacer desaparecer de golpe a los
explotadores. No se puede expropiar de golpe a todos los
terratenientes y capitalistas de un país de cierta extensión.
Además, la expropiación por sí sola, como acto jurídico o
político, no resuelve, ni mucho menos, el problema, porque es
necesario desalojar de hecho a los terratenientes y capitalistas,
reemplazarlos de hecho en fábricas y fincas por la nueva
administración obrera. No puede haber igualdad entre los
explotadores, a los que durante largas generaciones han distinguido
la instrucción, la riqueza y los hábitos adquiridos, y los
explotados, que, incluso en las repúblicas burguesas más avanzadas
y democráticas, constituyen, en su mayoría, una masa embrutecida,
inculta, ignorante, atemorizada y falta de cohesión. Durante mucho
tiempo después de la revolución, los explotadores siguen
conservando de hecho, inevitablemente, tremendas ventajas: conservan
el dinero (no es posible suprimir el dinero de golpe), algunos que
otros bienes muebles, con frecuencia valiosos; conservan las
relaciones, los hábitos de organización y administración, el
conocimiento de todos los "secretos" (costumbres,
procedimientos, medios, posibilidades) de la administración;
conservan una instrucción más elevada, sus estrechos lazos con el
alto personal técnico (que vive a lo burgués y piensa en burgués);
conservan (y esto es muy importante) una experiencia infinitamente
superior en lo que respecta al arte militar, etc., etc.
Si los explotadores son
derrotados solamente en un país -y éste es, naturalmente, el caso
típico, pues la revolución simultánea en varios países constituye
una rara excepción-, seguirán siendo, no obstante, más fuertes que
los explotados porque sus relaciones internacionales son poderosas.
Además, una parte de los explotados, pertenecientes a las masas más
atrasadas de campesinos medios, artesanos, etc., sigue y puede seguir
a los explotadores, como lo han probado hasta ahora todas las
revoluciones, incluso la Comuna (porque entre las tropas de Versalles
había también proletarios, cosa que "ha olvidado" el
doctísimo Kautsky).
Por tanto, suponer que en
una revolución más o menos seria y profunda la solución del
problema depende sencillamente de la actitud de la mayoría ante la
minoría, es una estupidez inmensa, el más necio prejuicio de un
liberal adocenado, es engañar a las masas, ocultarles a sabiendas la
verdad histórica.
Esta verdad histórica es
la siguiente: en toda revolución profunda, la regla es que los
explotadores, que durante bastantes años conservan de hecho sobre
los explotados grandes ventajas, opongan una resistencia larga,
porfiada y desesperada. Nunca -a no ser en la fantasía dulzona del
melifluo tontaina de Kautsky- se someten los explotadores a la
voluntad de la mayoría de los explotados antes de haber puesto a
prueba su superioridad en una desesperada batalla final, en una serie
de batallas.
El paso del capitalismo
al comunismo llena toda una época histórica. Mientras esta época
histórica no finalice, los explotadores siguen inevitablemente
abrigando esperanzas de restauración, esperanzas que se convierten
en tentativas de restauración.
Después de la primera
derrota seria, los explotadores derrocados, que no esperaban su
derrocamiento ni creían en él, que no
aceptaban ni siquiera la idea de que pudiera producirse, se lanzan
con energía decuplicada, con pasión furiosa y odio centuplicado a
la lucha por la restitución del "paraíso" que les ha sido arrebatado, en
defensa de sus familias, que antes disfrutaban de una vida tan dulce
y a quienes la "chusma del populacho vil" condena a la
ruina y a la miseria (o al trabajo "simple"...). Y detrás
de los capitalistas explotadores viene arrastrándose una gran masa
de pequeña burguesía, de la que decenios de experiencia histórica
en todos los países nos dicen que titubea y vacila, que hoy sigue al
proletariado y mañana se asusta de las dificultades de la
revolución,se deja llevar del pánico ante la primera derrota o
semiderrota de los obreros, se pone nerviosa, se agita, lloriquea, se
pasa de un campo a otro... lo mismo que nuestros mencheviques y
eseristas.
¡¡Y en estas
condiciones, en una época de lucha desesperada, aguda, cuando la
historia pone al orden del día problemas relacionados con la
existencia misma de privilegios seculares y milenarios, se habla de
mayoría y minoría, de democracia pura, de que no hace falta la
dictadura, de igualdad entre explotadores y explotados!! ¡Qué
abismo de estupidez y filisteísmo se necesita para ello! Pero
decenios de un capitalismo relativamente "pacífico", de
1871 a 1914, han convertido los partidos socialistas que se adaptan
al oportunismo en establos de Augias de filisteísmo, de estrechez
mental y de apostasía...
El lector habrá
advertido probablemente que Kautsky, en el pasaje de su libro más
arriba citado, habla de atentado contra el sufragio universal (al que
califica, dicho sea entre paréntesis, de profunda fuente de poderosa
autoridad moral, mientras que Engels, a propósito de la misma Comuna
de París y del mismo problema de la
dictadura, habla de la autoridad del pueblo armado contra la
burguesía; resulta característico comparar las ideas que sobre la
"autoridad" tienen un filisteo y un revolucionario...).
Es de advertir que el
privar a los explotadores del derecho de voto es un problema
puramente ruso, y no un problema de la dictadura del proletariado en
general. Si Kautsky, sin hipocresía, hubiera titulado su folleto
Contra los bolcheviques, el título correspondería al contenido, y
Kautsky tendría entonces derecho a hablar directamente del derecho
de sufragio. Pero Kautsky ha querido ser, ante todo, un "teórico".
Ha titulado su folleto "La dictadura del proletariado" en
general. De los Soviets y de Rusia habla especialmente sólo
en la segunda parte del opúsculo, a partir del sexto parágrafo. En
cambio, en la primera parte (que es
de donde yo he tomado la cita), trata de la democracia y de la
dictadura en general. Puesto a hablar del derecho electoral, kautsky
se ha desenmascarado como polemista contra los bolcheviques sin un
ápice de respeto por la teoría. Porque la teoría, es decir, el
estudio de los fundamentos generales de clase (y no de un carácter
específico nacional) de la democracia y de la dictadura, no debe
tratar de un punto concreto, como es el derecho electoral, sino del
problema general:
¿Puede mantenerse la
democracia también para los ricos, para los explotadores, en un
período histórico en que se derriba a los
explotadores y su Estado es sustituido por el Estado de los
explotados?
Así y sólo así es como
puede plantear el problema un teórico.
Conocemos el ejemplo de
la Comuna, conocemos todos los razonamientos de los fundadores del
marxismo sobre ella y a propósito de ella.
Apoyándome en estos
materiales he analizado, por ejemplo: el problema de la democracia y
de la dictadura en el folleto El Estado y la Revolución, escrito
antes de la Revolución de Octubre. Acerca de la restricción del
derecho al sufragio no he dicho ni una palabra. Y ahora hay que
afirmar que este problema es un asunto específico nacional, y no un
problema general de la dictadura. Es un problema que hay que enfocar
con un estudio de las condiciones peculiares de la revolución rusa,
con un estudio de su camino especial de desarrollo. Esto es lo que me
propongo hacer en las páginas que siguen.
Pero sería un error
asegurar por anticipado que las futuras revoluciones proletarias de
Europa, todas o la mayor parte de ellas, originarán necesariamente
una restricción del derecho de voto para la burguesía.
Puede suceder así.
Después de la guerra y de la experiencia de la revolución rusa, es
probable que así suceda, pero no es indispensable para el ejercicio
de la dictadura, no constituye un rasgo imprescindible del concepto lógico de
dictadura, no es condición indispensable del concepto de dictadura
en el terreno histórico y de clase.
Lo que es rasgo
indispensable, condición imprescindible de la dictadura, es el
requisito de reprimir por la fuerza a los explotadores como clase, y,
por consiguiente, la violación de la "democracia pura", es
decir, de la igualdad y de la libertad por lo que se refiere a esa
clase.
Así y sólo así es como
puede plantearse el problema en el terreno teórico. Y Kautsky, al no
hacerlo así, demuestra que no procede contra los bolcheviques como
teórico, sino como un sicofante al servicio de los oportunistas y de
la burguesía.
Determinar en qué
países, en qué condiciones específicas nacionales de un
capitalismo u otro se va a aplicar (de un modo exclusivo o
preponderante) una restricción determinada, una violación de la
democracia para los explotadores, es algo que depende de las
particularidades nacionales de cada capitalismo, de cada revolución.
Teóricamente, el problema es distinto, y se formula así: ¿Es
posible la dictadura del proletariado sin violación de la democracia
respecto a la clase de los explotadores?
Kautsky ha eludido esta
cuestión, la única teóricamente esencial e importante. Cita toda
clase de pasajes de Marx y de Engels salvo los que se refieren al
problema que nos ocupa, que yo he citado más arriba.
Habla de todo lo que les
conviene a los liberales y demócratas burgueses, de todo lo que
admiten, de lo que no rebasa el círculo de sus ideas, pero no habla
de lo principal: de que el proletariado no puede triunfar sin vencer
la resistencia de la burguesía, sin reprimir por la violencia a sus
adversarios; y donde hay "represión
violenta", donde no hay "libertad", desde luego no hay
democracia.
Esto no lo ha comprendido
Kautsky.
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