LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

lunes, 8 de julio de 2013

El modo de producción como base material de la vida de la sociedad

A la vida material de la sociedad se refiere, ante todo, el trabajo de los hombres, por el que éstos producen los objetos y bienes necesarios para su subsistencia: alimentos, vestidos, viviendas, etc. El trabajo es una necesidad natural eterna, condición indispensable para que la sociedad pueda existir. Como decía Engels, antes de dedicarse a la política, la ciencia, el arte o la religión, los hombres necesitan comer, beber, tener una vivienda y vestirse. Las premisas materiales naturales del proceso de producción son el medio geográfico y la población. Sin embargo, aunque estas condiciones ejercen sensible influencia sobre la marcha del desarrollo social, lo aceleran o frenan, no son lo que constituye la base del proceso histórico. En un mismo medio natural pueden existir regímenes sociales diferentes, y la densidad de población influye de manera diversa en distintas condiciones históricas. A diferencia de los animales, que se adaptan pasivamente al medio, el hombre obra sobre él activamente, obteniendo los bienes materiales necesarios para su existencia con ayuda del trabajo, el cual presupone el empleo y fabricación de instrumentos especiales.
La sociedad no puede elegir esos instrumentos a su arbitrio. Cada nueva generación, cuando llega a la vida, se encuentra con los instrumentos de producción que crearon generaciones anteriores, y de ellos se vale, perfeccionándolos y modificándolos gradualmente. La sociedad no puede renunciar a ellos y volver a instrumentos de épocas pasadas -del tractor al arado romano, de la industria maquinizada al rudimentario taller del artesano medieval-, pues esto significaría la muerte, si no de la sociedad entera, sí de la mayoría de sus miembros, al escasear los bienes materiales necesarios para la vida de una población muy acrecida. Al mismo tiempo, el progreso de esos instrumentos se halla subordinado a un cierto orden de sucesión. La humanidad no pudo, por ejemplo, pasar directamente del hacha de piedra a la central electroatómica. Cada perfeccionamiento o invento tiene que ser consecuencia de los anteriores, ha de apoyarse en la gradual acumulación de experiencia productiva, de hábitos de trabajo y de conocimientos dentro del propio país o dentro de otro país más avanzado. Pero los instrumentos de trabajo no funcionan por sí mismos. El papel central en el proceso de producción corresponde a los hombres, a los trabajadores que crean y ponen en acción esos instrumentos gracias a sus hábitos y a la experiencia que poseen. Los instrumentos de producción, los medios de trabajo con ayuda de los cuales son creados los bienes materiales, y los hombres que llevan a cabo el proceso de producción apoyándose en la experiencia que a este respecto poseen, forman las fuerzas productivas de la sociedad. La producción no es obra del hombre aislado, a semejanza de Robinson en su isla deshabitada. Tiene siempre un carácter social. En el proceso de producción de bienes materiales, los hombres, quiéranlo o no, se relacionan de un modo o de otro, y el trabajo de cada productor se convierte en una partícula del trabajo social. Incluso en las primeras fases de la historia, los hombres hubieron de unirse para subsistir, para, con ayuda de los instrumentos más toscos, lograr lo medios de existencia en lucha con las fieras, los elementos, etc. A medida que la división social del trabajo se desarrolla, esta dependencia recíproca de los hombres no hace sino crecer. Así, al aparecer las industrias, el campesino depende del artesano, los artesanos dependen unos de otros y de los campesinos, etc. Los productores se hallan relacionados, pues, entre sí por numerosos vínculos.
Tales vínculos no se refieren únicamente a la relación entre productores de diferentes ramas de producción. En un determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas, según veremos más abajo, la propiedad sobre todos los medios de producción, o sobre los fundamentales, se ve separada de los productores directos y se concentra en manos de un reducido número de miembros de la sociedad. Entonces los productores y los instrumentos de trabajo no pueden unirse y el proceso de producción no tiene lugar si los dueños de los medios de producción y los productores no establecen entre sí determinadas relaciones. Esas relaciones que los hombres establecen en el curso de la producción son relaciones de clases, o lo que es lo mismo, de grandes grupos humanos de los cuales unos poseen los medios de producción y se apropian del producto del trabajo de los otros, que carecen total o parcialmente de medios de producción y se ven obligados a trabajar para los primeros. Por ejemplo, en la sociedad burguesa la clase capitalista no trabaja, pero, como es propietaria de fábricas y ferrocarriles, etc., puede apropiarse de los frutos del trabajo de los obreros. Y éstos, quiéranlo o no, sólo pueden ganar el sustento vendiendo su trabajo a los capitalistas, puesto que carecen de medios de producción. Las relaciones que los hombres establecen en el curso de la producción de bienes materiales fueron denominadas por Marx y Engels relaciones de producción. Se les da también el nombre de relaciones económicas o de propiedad, puesto que su carácter depende de quién es el propietario de los medios de producción. Las relaciones de producción tienen lugar fuera de la conciencia de los hombres, y en este sentido son de índole material. El carácter de ellas viene determinado por el nivel de desarrollo y el carácter de las fuerzas productivas. Las relaciones económicas propias de la esclavitud, por ejemplo, habrían sido imposibles en la sociedad primitiva. Primero, porque los instrumentos de trabajo eran tan rudimentarios (mazas, hachas de piedra) que cualquiera podía hacerlos, por lo que la propiedad privada sobre ellos era imposible. Y segundo, porque nadie habría podido explotar a otros trabajadores, puesto que la productividad era tal que apenas si bastaba para satisfacer sus propias necesidades y el sostenimiento de clases parasitarias era materialmente imposible. Este ejemplo nos dice ya que las relaciones que los hombres establecen en el proceso de producción y las fuerzas productivas no se muestran aisladas unas de otras, sino que se mantienen en determinada unidad. El materialismo histórico expresa esa unidad de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción mediante el concepto de modo de producción. Cómo se desarrolla la producción. Por cuanto el modo de producción es la base material de la vida de la sociedad, la historia de esta última es, ante todo, la historia del desarrollo de la producción, la historia de los modos de producción que se van sucediendo conforme las fuerzas productivas se incrementan.
¿Cómo se produce este desarrollo? ¿Qué es lo que lo impulsa?
Los hechos señalan que las fuentes del desarrollo de la producción hay que buscarlas dentro de ella misma, y no fuera. Así lo subraya Marx cuando define la historia como un "estado social" de los hombres "en proceso de autodesarrollo". En el proceso del trabajo los hombres obran sobre la naturaleza y la modifican. Pero al propio tiempo cambian ellos mismos: acumulan experiencia de producción, hábitos de trabajo y conocimientos acerca del mundo que les rodea. Todo esto les permite modernizar los instrumentos de trabajo y modos de empleo de los mismos, inventar otros nuevos y perfeccionar de una manera u otra el proceso de producción. Y cada uno de esos perfeccionamientos o inventos trae consigo nuevos avances, y en ocasiones dan lugar a una verdadera revolución en la técnica y en la productividad del trabajo. Ahora bien, según se indicaba antes, la producción presupone obligatoriamente unas u otras relaciones entre el hombre y la naturaleza y también entre aquellos que participan en el proceso productivo. Estas relaciones, a su vez, influyen sobre el desarrollo de las fuerzas productivas, son un estímulo en la actividad de los productores directos y de las clases poseedoras de los instrumentos de trabajo. De las relaciones de producción dependen las leyes económicas de cada modo de producción, las condiciones de vida y de trabajo de quienes están ocupados en este proceso y otros factores que influyen sobre el desarrollo de las fuerzas productivas. Interacción de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción. La unidad de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción, expresada en el modo de producción, no excluye en modo alguno las contradicciones entre ellas. Estas contradicciones obedecen al desigual desarrollo que siguen ambos elementos del modo de producción: las relaciones económicas y las fuerzas productivas. La técnica, los hábitos de producción y la experiencia de trabajo, en su conjunto -lo mismo si se trata de toda su historia que de un modo concreto de producción- siguen más o menos un creo cimiento constante. Son el elemento más revolucionario y mutable de la producción.
En cuanto a las relaciones de producción, si bien sufren algunos cambios durante el período de existencia de un modo de producción concreto, no se ven afectadas en su esencia. El capitalismo monopolista de Estado, por ejemplo, tal como existe en nuestros días, presenta sensibles diferencias si lo comparamos con el capitalismo del siglo XIX. No obstante, la base de las relaciones capitalistas de producción -la propiedad privada sobre los instrumentos y medios de producción- sigue siendo la misma, o sea que las leyes fundamentales del capitalismo se mantienen en vigor. Los cambios radicales de las relaciones económicas presentan obligatoriamente el carácter de salto, de solución de la continuidad, que significa la supresión de las relaciones de producción viejas y su sustitución por otras nuevas, es decir, la aparición de un nuevo modo de producción. De aquí se deduce claramente por qué la concordancia entre las relaciones económicas y el carácter de las fuerzas productivas sólo puede ser transitoria y provisional en la historia de cada modo de producción hasta que se llega a la época socialista. De ordinario, esa concordancia existe en la fase inicial de desarrollo del modo de producción, cuando se afirman las nuevas relaciones de producción que corresponden a la fase alcanzada en el desarrollo de las fuerzas productivas. Mas después de esto, de ordinario se acelera el progreso de la técnica, la acumulación de experiencia de trabajo y conocimientos. Y esa aceleración confirma la beneficiosa influencia de las relaciones de producción sobre el avance de las fuerzas productivas. Cuando las relaciones económicas guardan concordancia con estas últimas, el desarrollo marcha por un camino relativamente liso y llano. Pero las relaciones económicas no pueden seguir al paso de las fuerzas de producción. En la sociedad de clases, una vez surgidas, dichas relaciones toman cuerpo jurídica y políticamente en las formas de propiedad, en las leyes, en la política de las clases, en el Estado, etc. A medida que las fuerzas productivas crecen, entre ellas y las relaciones de producción se ahonda inevitablemente la discrepancia hasta transformarse por último en conflicto, pues las relaciones de producción, ya caducas, se convierten en un estorbo para que las fuerzas productivas sigan adelante.
Así vemos lo que ocurre con las relaciones económicas de la sociedad feudal; basadas en la propiedad del señor sobre la tierra con los campesinos a ella adscritos, hubo un tiempo que correspondían a las fuerzas productivas con que contaba la sociedad, y por eso ayudaban a su desarrollo. Pero la situación cambia cuando la industria (manufacturera, y luego con empleo de máquinas) comienza su rápido avance: la servidumbre se convierte en un freno que dificultaba el progreso de la industria; ésta necesitaba de trabajadores personalmente libres y desprovistos de medios de producción propios, a los que el hambre empujase a las fábricas para colocarse bajo el yugo del capitalista. Un claro ejemplo de discordancia entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas nos lo ofrece el capitalismo moderno. No otra cosa significan las catastróficas crisis, las guerras, la disminución del ritmo de desarrollo económico, etc. El conflicto entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas agudiza las contradicciones en las distintas esferas de la vida social, y ante todo entre las clases, de las que unas se mantienen vinculadas por sus intereses a lo viejo y otras ven su porvenir en las nuevas relaciones económicas que comienzan a madurar. La sociedad no puede volver atrás, no puede regresar a fuerzas productivas que correspondiesen a unas relaciones de producción ya caducas; y no puede aunque las clases que se encuentran en el poder comprendiesen que solamente ahí estaba su salvación. Tarde o temprano, el conflicto es resuelto por otro camino, el único posible: la supresión revolucionaria de las viejas relaciones de producción, que son sustituidas por otras en consonancia con el carácter de las fuerzas productivas y con las necesidades de su ulterior desarrollo. Da comienzo un nuevo ciclo que atraviesa las mismas etapas y, si se trata de una sociedad de clases antagónicas, de nuevo culmina con la desaparición del viejo modo de producción y con la aparición de otro nuevo,el Socialismo.

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