A la vida material de la
sociedad se refiere, ante todo, el trabajo de los hombres, por el que
éstos producen los objetos y bienes necesarios para su subsistencia:
alimentos, vestidos, viviendas, etc. El trabajo es una necesidad
natural eterna, condición indispensable para que la sociedad pueda
existir. Como decía Engels, antes de dedicarse a la política, la
ciencia, el arte o la religión, los hombres necesitan comer, beber,
tener una vivienda y vestirse. Las premisas materiales naturales del
proceso de producción son el medio geográfico y la población. Sin
embargo, aunque estas condiciones ejercen sensible influencia sobre
la marcha del desarrollo social, lo aceleran o frenan, no son lo que
constituye la base del proceso histórico. En un mismo medio natural
pueden existir regímenes sociales diferentes, y la densidad de
población influye de manera diversa en distintas condiciones
históricas. A diferencia de los animales, que se adaptan pasivamente
al medio, el hombre obra sobre él activamente, obteniendo los bienes
materiales necesarios para su existencia con ayuda del trabajo, el
cual presupone el empleo y fabricación de instrumentos especiales.
La sociedad no puede
elegir esos instrumentos a su arbitrio. Cada nueva generación,
cuando llega a la vida, se encuentra con los instrumentos de
producción que crearon generaciones anteriores, y de ellos se vale,
perfeccionándolos y modificándolos gradualmente. La sociedad no
puede renunciar a ellos y volver a instrumentos de épocas pasadas
-del tractor al arado romano, de la industria maquinizada al
rudimentario taller del artesano medieval-, pues esto significaría
la muerte, si no de la sociedad entera, sí de la mayoría de sus
miembros, al escasear los bienes materiales necesarios para la vida
de una población muy acrecida. Al mismo tiempo, el progreso de esos
instrumentos se halla subordinado a un cierto orden de sucesión. La
humanidad no pudo, por ejemplo, pasar directamente del hacha de
piedra a la central electroatómica. Cada perfeccionamiento o invento
tiene que ser consecuencia de los anteriores, ha de apoyarse en la
gradual acumulación de experiencia productiva, de hábitos de
trabajo y de conocimientos dentro del propio país o dentro de otro
país más avanzado. Pero los instrumentos de trabajo no funcionan
por sí mismos. El papel central en el proceso de producción
corresponde a los hombres, a los trabajadores que crean y ponen en
acción esos instrumentos gracias a sus hábitos y a la experiencia
que poseen. Los instrumentos de producción, los medios de trabajo
con ayuda de los cuales son creados los bienes materiales, y los
hombres que llevan a cabo el proceso de producción apoyándose en la
experiencia que a este respecto poseen, forman las fuerzas
productivas de la sociedad. La producción no es obra del hombre
aislado, a semejanza de Robinson en su isla deshabitada. Tiene
siempre un carácter social. En el proceso de producción de bienes
materiales, los hombres, quiéranlo o no, se relacionan de un modo o
de otro, y el trabajo de cada productor se convierte en una partícula
del trabajo social. Incluso en las primeras fases de la historia, los
hombres hubieron de unirse para subsistir, para, con ayuda de los
instrumentos más toscos, lograr lo medios de existencia en lucha con
las fieras, los elementos, etc. A medida que la división social del
trabajo se desarrolla, esta dependencia recíproca de los hombres no
hace sino crecer. Así, al aparecer las industrias, el campesino
depende del artesano, los artesanos dependen unos de otros y de los
campesinos, etc. Los productores se hallan relacionados, pues, entre
sí por numerosos vínculos.
Tales vínculos no se
refieren únicamente a la relación entre productores de diferentes
ramas de producción. En un determinado grado de desarrollo de las
fuerzas productivas, según veremos más abajo, la propiedad sobre
todos los medios de producción, o sobre los fundamentales, se ve
separada de los productores directos y se concentra en manos de un
reducido número de miembros de la sociedad. Entonces los productores
y los instrumentos de trabajo no pueden unirse y el proceso de
producción no tiene lugar si los dueños de los medios de producción
y los productores no establecen entre sí determinadas relaciones.
Esas relaciones que los hombres establecen en el curso de la
producción son relaciones de clases, o lo que es lo mismo, de
grandes grupos humanos de los cuales unos poseen los medios de
producción y se apropian del producto del trabajo de los otros, que
carecen total o parcialmente de medios de producción y se ven
obligados a trabajar para los primeros. Por ejemplo, en la sociedad
burguesa la clase capitalista no trabaja, pero, como es propietaria
de fábricas y ferrocarriles, etc., puede apropiarse de los frutos
del trabajo de los obreros. Y éstos, quiéranlo o no, sólo pueden
ganar el sustento vendiendo su trabajo a los capitalistas, puesto que
carecen de medios de producción. Las relaciones que los hombres
establecen en el curso de la producción de bienes materiales fueron
denominadas por Marx y Engels relaciones de producción. Se les da
también el nombre de relaciones económicas o de propiedad, puesto
que su carácter depende de quién es el propietario de los medios de
producción. Las relaciones de producción tienen lugar fuera de la
conciencia de los hombres, y en este sentido son de índole material.
El carácter de ellas viene determinado por el nivel de desarrollo y
el carácter de las fuerzas productivas. Las relaciones económicas
propias de la esclavitud, por ejemplo, habrían sido imposibles en la
sociedad primitiva. Primero, porque los instrumentos de trabajo eran
tan rudimentarios (mazas, hachas de piedra) que cualquiera podía
hacerlos, por lo que la propiedad privada sobre ellos era imposible.
Y segundo, porque nadie habría podido explotar a otros trabajadores,
puesto que la productividad era tal que apenas si bastaba para
satisfacer sus propias necesidades y el sostenimiento de clases
parasitarias era materialmente imposible. Este ejemplo nos dice ya
que las relaciones que los hombres establecen en el proceso de
producción y las fuerzas productivas no se muestran aisladas unas de
otras, sino que se mantienen en determinada unidad. El materialismo
histórico expresa esa unidad de las fuerzas productivas y de las
relaciones de producción mediante el concepto de modo de producción.
Cómo se desarrolla la producción. Por cuanto el modo de producción
es la base material de la vida de la sociedad, la historia de esta
última es, ante todo, la historia del desarrollo de la producción,
la historia de los modos de producción que se van sucediendo
conforme las fuerzas productivas se incrementan.
¿Cómo se produce este
desarrollo? ¿Qué es lo que lo impulsa?
Los hechos señalan que
las fuentes del desarrollo de la producción hay que buscarlas dentro
de ella misma, y no fuera. Así lo subraya Marx cuando define la
historia como un "estado social" de los hombres "en
proceso de autodesarrollo". En el proceso del trabajo los
hombres obran sobre la naturaleza y la modifican. Pero al propio
tiempo cambian ellos mismos: acumulan experiencia de producción,
hábitos de trabajo y conocimientos acerca del mundo que les rodea.
Todo esto les permite modernizar los instrumentos de trabajo y modos
de empleo de los mismos, inventar otros nuevos y perfeccionar de una
manera u otra el proceso de producción. Y cada uno de esos
perfeccionamientos o inventos trae consigo nuevos avances, y en
ocasiones dan lugar a una verdadera revolución en la técnica y en
la productividad del trabajo. Ahora bien, según se indicaba antes,
la producción presupone obligatoriamente unas u otras relaciones
entre el hombre y la naturaleza y también entre aquellos que
participan en el proceso productivo. Estas relaciones, a su vez,
influyen sobre el desarrollo de las fuerzas productivas, son un
estímulo en la actividad de los productores directos y de las clases
poseedoras de los instrumentos de trabajo. De las relaciones de
producción dependen las leyes económicas de cada modo de
producción, las condiciones de vida y de trabajo de quienes están
ocupados en este proceso y otros factores que influyen sobre el
desarrollo de las fuerzas productivas. Interacción de las fuerzas
productivas y de las relaciones de producción. La unidad de las
fuerzas productivas y de las relaciones de producción, expresada en
el modo de producción, no excluye en modo alguno las contradicciones
entre ellas. Estas contradicciones obedecen al desigual desarrollo
que siguen ambos elementos del modo de producción: las relaciones
económicas y las fuerzas productivas. La técnica, los hábitos de
producción y la experiencia de trabajo, en su conjunto -lo mismo si
se trata de toda su historia que de un modo concreto de producción-
siguen más o menos un creo cimiento constante. Son el elemento más
revolucionario y mutable de la producción.
En cuanto a las
relaciones de producción, si bien sufren algunos cambios durante el
período de existencia de un modo de producción concreto, no se ven
afectadas en su esencia. El capitalismo monopolista de Estado, por
ejemplo, tal como existe en nuestros días, presenta sensibles
diferencias si lo comparamos con el capitalismo del siglo XIX. No
obstante, la base de las relaciones capitalistas de producción -la propiedad
privada sobre los instrumentos y medios de producción- sigue siendo
la misma, o sea que las leyes fundamentales del capitalismo se
mantienen en vigor. Los cambios radicales de las relaciones
económicas presentan obligatoriamente el carácter de salto, de
solución de la continuidad, que significa la supresión de las
relaciones de producción viejas y su sustitución por otras nuevas,
es decir, la aparición de un nuevo modo de producción. De aquí se
deduce claramente por qué la concordancia entre las relaciones
económicas y el carácter de las fuerzas productivas sólo puede ser
transitoria y provisional en la historia de cada modo de producción
hasta que se llega a la época socialista. De ordinario, esa
concordancia existe en la fase inicial de desarrollo del modo de
producción, cuando se afirman las nuevas relaciones de producción
que corresponden a la fase alcanzada en el desarrollo de las fuerzas
productivas. Mas después de esto, de ordinario se acelera el
progreso de la técnica, la acumulación de experiencia de trabajo y
conocimientos. Y esa aceleración confirma la beneficiosa influencia
de las relaciones de producción sobre el avance de las fuerzas
productivas. Cuando las relaciones económicas guardan concordancia
con estas últimas, el desarrollo marcha por un camino relativamente
liso y llano. Pero las relaciones económicas no pueden seguir al
paso de las fuerzas de producción. En la sociedad de clases, una vez
surgidas, dichas relaciones toman cuerpo jurídica y políticamente
en las formas de propiedad, en las leyes, en la política de las
clases, en el Estado, etc. A medida que las fuerzas productivas
crecen, entre ellas y las relaciones de producción se ahonda
inevitablemente la discrepancia hasta transformarse por último en
conflicto, pues las relaciones de producción, ya caducas, se
convierten en un estorbo para que las fuerzas productivas sigan
adelante.
Así vemos lo que ocurre
con las relaciones económicas de la sociedad feudal; basadas en la
propiedad del señor sobre la tierra con los campesinos a ella
adscritos, hubo un tiempo que correspondían a las fuerzas
productivas con que contaba la sociedad, y por eso ayudaban a su
desarrollo. Pero la situación cambia cuando la industria
(manufacturera, y luego con empleo de máquinas) comienza su rápido
avance: la servidumbre se convierte en un freno que dificultaba el
progreso de la industria; ésta necesitaba de trabajadores
personalmente libres y desprovistos de medios de producción propios,
a los que el hambre empujase a las fábricas para colocarse bajo el
yugo del capitalista. Un claro ejemplo de discordancia entre las
relaciones de producción y las fuerzas productivas nos lo ofrece el
capitalismo moderno. No otra cosa significan las catastróficas
crisis, las guerras, la disminución del ritmo de desarrollo
económico, etc. El conflicto entre las relaciones de producción y
las fuerzas productivas agudiza las contradicciones en las distintas
esferas de la vida social, y ante todo entre las clases, de las que
unas se mantienen vinculadas por sus intereses a lo viejo y otras ven
su porvenir en las nuevas relaciones económicas que comienzan a
madurar. La sociedad no puede volver atrás, no puede regresar a
fuerzas productivas que correspondiesen a unas relaciones de
producción ya caducas; y no puede aunque las clases que se
encuentran en el poder comprendiesen que solamente ahí estaba su
salvación. Tarde o temprano, el conflicto es resuelto por otro
camino, el único posible: la supresión revolucionaria de las viejas
relaciones de producción, que son sustituidas por otras en
consonancia con el carácter de las fuerzas productivas y con las
necesidades de su ulterior desarrollo. Da comienzo un nuevo ciclo que
atraviesa las mismas etapas y, si se trata de una sociedad de clases
antagónicas, de nuevo culmina con la desaparición del viejo modo de
producción y con la aparición de otro nuevo,el Socialismo.
Buen texto, ¿quién es el autor?
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